domingo, 26 de septiembre de 2010

Características del simbolismo humano

Parece lógico que, antes de emprender el estudio del simbolismo humano, conozcamos cuales son sus principales características, pues éstas son las que nos van a facilitar su análisis. Parece sencillo entender y conocer las particularidades de estas conductas simbólicas, pero la realidad dice lo contrario. En Arqueología se estudia sin ningún método, sin comprender mínimamente la realidad de lo que se analiza, pero sus conclusiones pretender ser certeras y demostrativas. Demasiada subjetividad sin ningún tipo de control o medida. Aunque cueste admitirlo creo que hay que profundizar en aquello que pretendemos comprender y explicar, usando todo aquello que nos pueda ayudar. En este camino metodológico vemos que todas las conductas humanas, principalmente las de contenido simbólico, presentan unas características o propiedades que hay que tener en cuenta a la hora de su análisis.

- Existen unos componentes básicos y fundamentales del simbolismo, que actuando en estrecha interrelación van a posibilitar su emergencia. Estos serían la individualidad personal/social, así como su ubicación en el tiempo y en el espacio.

- Toda conducta simbólica es acumulativa, pues para su creación y desarrollo utiliza anteriores conceptos o conductas (simbólicos o no) más elementales, pero imprescindibles para su propio origen o evolución.

- Este proceso de evolución cultural y simbólica es un continuum que adquiere un aspecto de heterogeneidad temporal y espacial, pues depende de diversos factores (capacidades y desarrollo cognitivo, existencia de un lenguaje previo, medioambiente sociocultural, etc.), las cuales no siempre actúan con el mismo nivel de desarrollo. Este hecho sugiere la existencia de diversos grados de desarrollo intermedios entre las divisiones que podamos establecer.

- Su desarrollo precisa de unas características medioambientales determinadas (demográficas, socioeconómicas, tecnológicas, etc.) que configuren su nicho cultural (Bickerton, 2009) o condicionantes socioculturales (Tomasello, 2007: 14-23). Por lo que su desarrollo histórico adquiere el aspecto de mosaico, tanto en los aspectos cognitivos como culturales.

- El simbolismo humano es un proceso cognitivo emergente. Sin duda, este concepto es menos conocido y comprendido de todos, a pesar de la gran importancia conductual que representa. Actualmente, se piensa que algunos de los procesos cognitivos importantes para la conducta humana (p. e: conciencia reflexiva, simbolismo elaborado) son propiedades emergentes del cerebro. De la unificación funcional de ciertas capacidades cognitivas más elementales (mecanismos de atención seriados, memoria a corto plazo, emotividad, etc.), se producirían nuevas y desconocidas propiedades cognitivas, entre las que se encuentra el simbolismo. Lo curioso es que de las capacidades elementales no puede intuirse ni explicar tal propiedad. Son muchos los autores que trabajan en esta línea, aunque muy pocos dentro del mundo de la prehistoria a pesar de que en este periodo es cuando se aprecian con mayor intensidad (Edelman, 1994; Edelman y Tononi, 2000; Searle 2000: 30; Mora: 2001: 142; Rivera, 2004, 2009; Álvarez Munárriz, 2005: 25-31; Lewis-Williams, 2005; Tomasello, 2007: 14-23; Ardila y Ostrosky-Solís, 2008).

- Hay que destacar el aspecto lingüístico, pues toda conducta, y más aún la simbólica, está íntimamente ligada al lenguaje, que sería la primera manifestación simbólica humana. La conducta lingüística permite la creación, mantenimiento y transmisión de todo simbolismo.

Como ejemplo de tal manifestación tenemos el propio registro arqueológico de Africa, donde podemos ver el continuum, acumulativo y emergente proceso evolutivo cultural (Mcbrearty y Brooks 2000: Zilhäo, 2008). (Arqueología y simbolismo). Naturalmente, en Europa se produce un proceso similar aunque con otras características y en un tiempo y lugar diferente al africano (Rivera, 2009a). Ambos procesos son la mejor muestra de la heterogeneidad de la evolución cultural y cognitiva humana.

Cuadro de ZILHÄO, J. (2008)

* ÁLVAREZ MUNÁRRIZ, L. (2005): “La conciencia humana”. Luis Álvarez Munárriz, Enrique Couceiro Domínguez (Coord.) La conciencia humana: perspectiva cultural. Anthropos. Barcelona.
* ARDILA, A.; OSTROSKY-SOLÍS, F. (2008): “Desarrollo Histórico de las Funciones Ejecutivas”. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, 8 (1), pp. 1-21.
* BICKERTON, A. (2009): Adam´s Tongue: How Humans Made Language, How Language Made Humans. Hill y Wang. New York.
* EDELMAN, G. M. (1994): Bright Air, Brilliant Fire: On the Matter of the Mind. Penguin. Harmondsworth,
* EDELMAN, G. M. y TONONI, G. (2000): Un Universe of Consciousness. Basic Books. New York.
* LEWIS-WILLIAMS, D. (2005): La mente en la caverna. Akal. Madrid.
* MCBREARTY, S. y BROOKS, A. (2000): The revolution that wasn’t: a new interpretation of the origin of modern human behaviour. Journal of Human Evolution 39: 453-563.
* MORA, F. (2001): El reloj de la sabiduría. Tiempos y espacios en el cerebro humano. Alianza Editorial. Madrid.
* RIVERA, A. (2003-2004): “La conducta simbólica humana: Nueva orientación metodológica”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología. UNED. 16-17, pp. 313-335.
* RIVERA, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
* RIVERA, A. (2009a): “La conducta moderna en el Paleolítico Superior inicial”. Espacio, tiempo y forma. Serie I, Prehistoria y arqueología. Nueva época, n. 2.
* SEARLE, J. R. (2000): El misterio de la conciencia. Paidos. Barcelona.
* TOMASELLO, M. (2007): Los orígenes culturales de la cognición humana. Amorrortu. Buenos Aires.
* ZILHÄO, J. (2008): "Modernos y Neandertales en la transición del Paleolítico medio al superior en Europa". Espacio, tiempo y forma. Serie I, Prehistoria y arqueología. Nueva época, n. 1.  

viernes, 17 de septiembre de 2010

Concepto interdisciplinar de la evolución simbólica

En el estudio arqueológico de la conducta simbólica es necesario conocer las características cognitivas humanas y las condiciones ambientales (lingüísticas, sociales, tecnológicas, logísticas, etc.) necesarias para su creación y desarrollo, pues con estos conocimientos es como mejor podemos realizar su análisis. Para ello he desarrollado un concepto interdisciplinar de evolución conductual, realizado con la síntesis de las teorías más actuales de las ciencias relacionadas con la conducta humana (Psicología, Neurología, Biología evolutiva, Demografía, Lingüística) (Rivera, 2003-2004, 2004, 2009).

Todos los estudios prehistóricos están fundamentados en unos conceptos evolutivos y psicobiológicos, pues no se puede entender la conducta sin ninguna relación con tales ciencias. Sin embargo, la propia dinámica teórica de la Arqueología ha propiciado que tal relación sea lo más elemental posible, tomando los conceptos más sencillos de estas ciencias, sin indagar un poco sobre si el registro arqueológico se adaptaba a los enunciados que por otro lado intenta utilizar. En los estudios de Prehistoria no se profundiza sobre las formas y características de los procesos evolutivos, ni sobre los aspectos psicobiológicos de los causantes de la conducta que intenta estudiar, es decir, de los seres humanos en todo su proceso biológico.

Tradicionalmente se ha utilizado la teoría sintética de la evolución en sus manifestaciones más elementales: los cambios se producen por las mutaciones que tienen lugar en el genoma humano, y la selección natural es la encargada de favorecer aquellas que mejor se adaptan al medio ambiente. Lo cual es cierto, pero no utilizan los conocimientos que actualmente se posee sobre tales procesos evolutivos y su correspondencia al desarrollo de la conducta de los seres humanos.

Paralelamente, y como consecuencia de tan limitado concepto de la teoría evolutiva, cuando se analizan los cambios conductuales de las poblaciones humanas sólo lo pueden explicar por medio de los cambios anatómicos que el registro paleontológico tímidamente ofrece. Así, una mayor complejidad conductual se acompañaría de un aumento del volumen cerebral; si se aprecia el desarrollo del área de Broca es que ya tenían un lenguaje; si no se aumentaba el volumen cerebral pero sí la conducta es que se producían mutaciones que aportaban circuitos neuronales más sofisticados y adaptativos, etc. Todo esto ofrece un panorama muy sencillo, fácil de explicar y de comprender, lo que facilita su expansión y aceptación generalizada. Si la explicación no se adaptaba a los datos del registro arqueológico, se omitían comentarios o se indicaba que aún estamos lejos de conocer los datos arqueológicos (no psicobiológicos y evolutivos) necesarios para su correcta comprensión.

Un ejemplo es más claro que muchas palabras. La aparición de los HAM está prácticamente admitida en Africa hace unos 100-150 000 años. No obstante, su conducta (cultura arqueológica) en sus primeros milenios carecía de manifestaciones simbólicas. Éstas aparecieron de forma heterogénea con unas fechas de 70-80.000 BP (industrias de Howieson´s Poort). Mientras que en el Próximo Oriente con fechas de unos 100.000 BP (Qafzeh y Skhul) los HAM vivían en un clásico Musteriense, con un simbolismo muy limitado. Hay que esperar hasta el inicio del Paleolítico Superior en Europa (40.000 BP) para que aparezcan y se desarrollen progresivamente las conductas y manifestaciones gráficas que tanto nos han caracterizado. ¿Qué cambios y de qué naturaleza tuvieron que producirse para crear un registro arqueológico tan particular? Las respuestas serían consecuencia de la base teórica que sobre la Biología evolutiva y las características psicobiológicas apliquemos a los humanos que crearon tales conductas. Con los conceptos tradicionales sólo pueden explicarse en función de paulatinas mutaciones neurológicas (creación de nuevos circuitos neuronales de naturaleza genética e innata) que posibilitasen la evolución simbólica y conductual (Klein, 1995). Con esta sencilla explicación, que parece satisfacer a la mayoría de la comunidad científica que se interesa por estos motivos, se omiten más estudios al respecto y se profundiza en el análisis particular y cultural de los diversos yacimientos conocidos, los cuales siempre nos ofrecerán datos sobre el dónde y cuándo de la producción de tales cambios, pero nunca sobre el cómo y el porqué de su producción.

Los actuales datos de la Biología evolutiva y de las ciencias psicobiológicas (Neurología y Psicología) van por otro camino, y su aplicación al estudio de la conducta humana en el Paleolítico ofrece otras características y resultados. El problema es que su realización sólo se está iniciando en la actualidad, con el desarrollo de una Arqueología cognitiva de orientación psicobiológica.

Si observamos el cuadro que sobre el estudio de la conducta simbólica humana expuse en la anterior entrada, podemos ver que este modelo multidisciplinar que propongo presenta, de una forma muy esquemática, cuatro apartados que resumen las características evolutivas y psicobiológicas humanas relacionadas con su evolución cultural y simbólica.

I - La evolución biológica ofrece unas capacidades funcionales de carácter innato (capacidades cognitivas básicas). Las áreas de asociación de la corteza cerebral donde se ubican estas funciones tienen un origen innato, pero al nacer presentan un carácter poco definido que podría calificarse como de un protomapa, necesitando para su definitiva estructuración, extensión y ubicación de los estímulos sensoriales externos (Damasio, 1999; Changeux, 1985; Flórez et al. 1999; Mora, 2001; Rakic, 1995).

Las características neurológicas de los recién nacidos, donde destaca su gran inmadurez fisiológica, siendo tan acusada, que diversos autores consideran que los seres humanos tienen un periodo de desarrollo fetal extrauterino de doce meses, con lo que el ritmo de desarrollo fetal abarca un total de veintiún meses (Changeux, 1985; Holt et al. 1974). La causa de la prolongación del tiempo necesario para el desarrollo embrionario cerebral se debe al aumento cuantitativo del córtex, que necesitará más tiempo para desarrollarse y madurar.

II - El grado de repercusión en la conducta depende de su desarrollo (desarrollo cognitivo). La inmadurez neurológica, la gran plasticidad del sistema nervioso y la existencia de un tardío periodo crítico, son las características psicobiológicas que van a conferir al neonato un largo período de aprendizaje. Durante la infancia, juventud y madurez del ser humano se van a producir una serie de interrelaciones entre las características neurológicas anteriores y los estímulos externos de todo tipo (sociales, psicológicos, lingüísticos etc.). La consecuencia de tales hechos va a tener una gran trascendencia, como sería trasformar ese aumento cuantitativo de las áreas corticales asociativas en módulos funcionales, estructuración cualitativa o emergencias cognitivas. Las sociedades humanas, como creadoras de todas las estructuras socioculturales y de todos los componentes abstractos y simbólicos del lenguaje, son las responsables del desarrollo cognitivo de los recién nacidos. Sin embargo, al producirse de una forma casi imperceptible gracias a su alta capacidad de asimilación y/o aprendizaje que presenta nuestra especie, parece más una manifestación innata que una reorganización psicobiológica dependiente de las características del medio en el que se desarrolla.

Las características neurológicas imponen una condición imprescindible para el logro correcto de tal organización psicológica, como es que debe tener lugar dentro del periodo crítico, es decir, mientras se está madurando y estructurando definitivamente el sistema nervioso. Si no se produce dentro de este periodo, la experiencia clínica neurológica y psicológica nos ofrece la triste realidad de un desarrollo cognitivo limitado, pobre o incluso inexistente, dependiendo del momento en que se produjeron los intentos de recuperación del ser humano que, por causas claramente anormales, se mantuvo alejado de la influencia de un medio ambiente simbólico.

III - Las características neurológicas y psicológicas del sistema nervioso humano indican la necesidad de un medio ambiente adecuado para que las capacidades cognitivas básicas se desarrollen por los cauces simbólicos de la conducta humana. Tal ambiente hay que crearlo y mantenerlo, sería un especial nicho cultural humano (Tomasello, 2007; Bickerton, 2009).
Podemos destacar al lenguaje como el medio que ha servido al ser humano para poder desarrollar y organizar su propio pensamiento en las bases del simbolismo y la autoconciencia, ampliar la cultura que heredó de sus ancestros y modificar sustancialmente su conducta. En el desarrollo de la Sociología se aprecia fácilmente que la conducta humana, y desde luego su lenguaje, son creaciones que las sociedades humanas generan a partir de las capacidades que la evolución les ha otorgado. La influencia del medio ambiente es fundamental para la creación y desarrollo de tales procesos, por lo que sí éstos faltasen es muy difícil e incluso imposible producir conductas simbólicas.

IV - Con un nivel adecuado de estas características se producirá el desarrollo de otras capacidades (capacidades cognitivas emergentes de base sociocultural; p.e. conducta simbólica), las cuales sólo existían como posibilidad a desarrollar dependiendo del medioambiente (Tomasello, 2007: 14-23; Ardila y Ostrosky-Solís, 2008: Malafouris, 2008; Renfrew, 2008).

Con la influencia de los estímulos externos se produce la adquisición e interiorización del simbolismo del lenguaje, y el desarrollo funcional del pensamiento (lenguaje interno), facultando el desarrollo de los fenómenos de autoconciencia y demás procesos cognitivos emergentes o exaptativos. La unión funcional de todos estos procesos van a dar lugar a un importante cambio conductual, tanto en el simbolismo de sus actos como en el control de los mismos. Con ello, se produce un desarrollo cognitivo moderno, donde el pensamiento humano estaría organizado por las propias características del lenguaje (en la forma con el lenguaje interno, y en el fondo con el simbolismo que pueda llevar). Así, es capaz de seguir creando un mundo simbólico, de ofrecer soluciones nuevas a los problemas cotidianos por medio de las modificaciones sustanciales de su conducta.

Con todo esto se ha diseñado un modelo general sobre el origen del comportamiento humano (modelo psicobiológico). Por tanto, para el desarrollo cognitivo de naturaleza simbólica es necesario las capacidades cognitivas precisas, así como que las características medioambientales alcancen unas determinadas condiciones socioeconómicas, demográficas y tecnológicas. Sin tal grado de desarrollo la emergencia cognitiva (simbolismo) no se desarrollaría o lo realizaría en menor medida. Se incluye la existencia de un lenguaje básico (primera conducta simbólica), pues es necesario para la formación, el desarrollo y la transmisión de todas las conductas simbólicas o no. Las capacidades cognitivas que pueden producir conductas simbólicas estarían presentes, aunque con diferente potencialidad, en las diversas especies de nuestro linaje. Con estas premisas es fácil ver que el desarrollo cognitivo y su manifestación conductual no tuvieron porqué ser homogéneos ni paralelos en los logros culturales, al depender de la evolución psicobiológica y del medio en el que se vive. Es la explicación del hecho de que los seres humanos tuvieran diferentes desarrollos conductuales en el mismo tiempo y en diferentes lugares (evolución cultural en mosaico). Así, los avances culturales vistos en una población humana, no tienen porqué ser extrapolados automáticamente al resto de la especie, siendo imprescindible la constatación arqueológica de tal hecho.

Como puede apreciarse, los fundamentos evolutivos y psicobiológic0s son fundamentales para el estudio del desarrollo cultural y conductual de las poblaciones paleolíticas.

* ARDILA, A.; OSTROSKY-SOLÍS, F. (2008): “Desarrollo Histórico de las Funciones Ejecutivas”. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, 8 (1), pp. 1-21.
* BICKERTON, A. (2009): Adam´s Tongue: How Humans Made Language, How Language Made Humans. Hill y Wang. New York.
* CHANGEUX, J. P. (1985): El hombre neuronal. Espasa Calpe. Madrid
* DAMASIO, A. R. (1999): El error de Descartes. Crítica. Barcelona.
* FLÓREZ, J.; GARCÍA-PORRERO, J. A.; GÓMEZ, P.; IZQUIERDO, J. M.; JIMENO, A. y GÓMEZ, E. (1999): Genes, cultura y mente: una reflexión multidisciplinar sobre la naturaleza humana en la década del cerebro. Servicio de publicaciones de la Universidad de Cantabria. Santander.
* HOLT, A. B.; CHEEK, D. B., MELLITS, E. D. y HILL, D. E. (1975): Brain size and the relation of primate to the non primate. En: Fetal and Postnatal Cellular Growth: Hormones and Nutrition. Ed. Cheek, 23-44. New York.
* KLEIN, R. G. (1995): “Anatomy, Behavior, and Modern Human Origins”.Journal of World Prehistory,vol. 9 (2).
* MALAFOURIS, L. (2008): “Between brains, bodies and things: tectonoetic awareness and the extended self”. Phil. Trans. R. Soc. B 363, pp.1993-2002.
* MORA, F. (2001): El reloj de la sabiduría. Tiempos y espacios en el cerebro humano. Alianza Editorial. Madrid.
* RAKIC, P. (1995): Evolution of neocortical parcellation: the perspective from experimental neuroembryology. En Origins of the human brain. Changeux, J. P. y Chavaillon J. (Eds.). Clarendon Press. Oxford, 85-100.
* RENFREW, C. (2008): “Neuroscience, evolution and the sapient paradox: the factuality of value and of the sacred”. Phil. Trans. R. Soc. B 363, pp. 2041-2047
* RIVERA, A. (2003-2004): “La conducta simbólica humana: Nueva orientación metodológica”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología. UNED. 16-17, pp. 313-335.
* RIVERA, A. (2004): “Arqueología cognitiva. Una orientación psicobiológica”. ArqueoWeb 6 (1).
* RIVERA, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
* TOMASELLO, M. (2007): Los orígenes culturales de la cognición humana. Amorrortu. Buenos Aires.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Conducta simbólica humana

Ya he comentado en anteriores ocasiones que la conducta simbólica humana es la consecuencia de un complejo proceso cognitivo en el que el simbolismo va ha marcar todas sus acciones. El simbolismo sería la relación entre las abstracciones e ideas desarrolladas o aprendidas con sonidos y gestos (lenguaje), objetos (elementos simbólicos) o conductas (usos, costumbres), los cuales adquieren el concepto de símbolos. En todo este proceso siempre es necesario aplicar un consenso social. Es fácil deducir las condiciones psicobiológicas y sociales necesarias para su producción:

- Capacidades cognitivas que posibiliten las abstracciones que simbolizar.
- La elección o creación de elementos a partir de los conocidos en la vida cotidiana sobre los que recaería la representación simbólica de las abstracciones creadas.
- Conocimiento y aceptación social (total o parcial) sobre tal relación.

Lo que en principio parece un hecho sencillo, en su estudio aparecen multitud de dificultades que obligan a realizarlo de forma genérica e imprecisa.  Así, en el Paleolítico cualquier objeto extraño (fósiles, piedras raras), muescas o grabados (puntos, líneas) en los huesos y útiles, sin una aparente finalidad práctica, son considerados como portadores de un simbolismo de características totalmente imprecisas, en las que parece que trabaja más la imaginación que la ciencia.

Evidentemente existe un problema, cuya solución requiere una abertura de objetivos científicos que no siempre se tienen en cuenta. De las condiciones anteriormente reseñadas los aspectos sociales se sobreentienden (si hay simbolismo es que la sociedad lo aceptaba). Los símbolos empleados (manifestaciones gráficas, adornos, instrumentos musicales, conductas funerarias, adornos, etc.) se han estudiado intensivamente (naturalmente desde el punto de vista arqueológico). Pero de las características de sus creadores y de las condiciones medioambientales necesarias para su creación parece que casi todo está por hacer, incluso el aceptar su necesidad de análisis para comprender mejor la complejidad del proceso simbólico que tanto nos interesa.  

En este intento nos encontramos con tres complejos problemas. Primero, la subjetividad humana, consecuencia de las características de nuestro propio razonamiento que afecta a todos los que estudian cualquier aspecto de la conducta humana. Segundo, la imposibilidad teórica de adquirir una certeza absoluta en las conclusiones que realicemos, lo que nos obliga a intentar mejorar en lo posible tales estudios. El tercer problema aparece en el método con el que poder analizar la conducta humana (tanto la moderna o simbólica como la más primitiva), pues debe paliar en lo posible las dos limitaciones anteriores.


Parece que sólo en el tercer problema es sobre el que podemos actuar, con la intención de que los anteriores se amortigüen lo más posible. En este sentido, hay que admitir la necesidad teórica de un esquema básico sobre el origen y desarrollo de la conducta de nuestro linaje, realizado bajo los preceptos de una amplia multidisciplinidad científica. La estrecha interconexión de los conceptos más recientes de la Neurología, Psicología, Sociología, Lingüística y Biología Evolutiva, nos ofrece un estructuralismo funcional que aclare las formas de evolución conductual que vemos en el registro arqueológico (Rivera, 2010). Sin embargo, la utilización y organización de estas ciencias conductuales supone un importante reto, pues sus métodos, objetivos y elementos de estudio son diferentes a los usados en la Arqueología, haciendo muy difícil su interrelación doctrinal. Ni el prehistoriador suele conocer los fundamentos psicobiológicos del ser humano relacionados con la conducta, ni los psicobiólogos conocen la realidad conductual de los homínidos del Paleolítico. Sin un mínimo conocimiento de estas disciplinas es muy difícil la armonización de sus contenidos. Además, los datos arqueológicos no sólo deberían estar de acuerdo con las tales conclusiones teóricas, sino que la mayoría de las veces indicarían el camino que la evolución cultural tomó en cada periodo y lugar histórico.

Dentro de este estructuralismo funcional (ya comentado) hay que valorar diversos factores, que nos ayudarán a centrar el estudio del simbolismo en el Paleolítico y que están esquematizados en la tabla.

1.Concepto multidisciplinar de evolución conductual.
2. Características del simbolismo humano.  
3. Condiciones de estudio del simbolismo en el Paleolítico. 

Aunque el tema ya se ha tratado en anteriores pots, la propia evolución del trabajo en esta dirección y la publicación de artículos al respecto indican la necesidad de volver a comentar tan importante asunto, lo que iré realizando y comentando en las próximas entradas al blog.

* RIVERA, A. (2010): Conducta simbólica. La muerte en el Paleolítico Medio y MSA”. Zephyrus LXV.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿Quién creó el Paleolítico Superior?

Recientemente se han publicado diversas noticias sobre el inicio del Paleolítico Superior en Europa, con un contenido totalmente opuesto. Podemos preguntarnos cómo es posible que exista tal antagonismo científico sobre el origen de la conducta moderna en este periodo, pues da la impresión de una notable falta de medios que limiten las posibles teorías. La respuesta puede ser la falta de datos arqueológicos que confirmen una u otra de las diversas teorías que sobre su inicio existen. Aunque también puede ser la persistencia de modelos arqueológicos tradicionales, los cuales omiten cualquier otra forma de análisis que utilicen métodos y formas no tradicionales en el estudio de la conducta humana.

En este sentido, se ha publicado en el Journal Human Evolutión opiniones que ponen en duda la autoría del Neandertal en la conducta moderna europea, incluso de las tecnologías tradicionalmente relacionadas con él y pertenecientes al Paleolítico Superior (Chatelperroniense y Uluzziense). (Bar-Yosef y Bordes, 2010: Who were the makers of the Châtelperronian culture?). Básicamente ponen en duda la integridad de la estratigrafía de Grotte du Renne (Arcy-sur-Cure) y St. Césaire (La Roche à Pierrot), dudando de su atribución al Neandertal de las tecnologías asociadas. Podemos leer un comentario en el blog de Julien Riel-Salvatore.

En un sentido totalmente opuesto, otros autores han manifestado que el Neandertal fue el único autor del inicio del Paleolítico Superior, excluyendo totalmente a los HAM. Tal afirmación engloba a la tecnología laminar, tipología del último periodo paleolítico, creación de los adornos y, por supuesto, del origen del arte que tanto va a caracterizar a Europa en este periodo. (Clausura del ciclo de conferencias de arqueología de Ramales de la Victoria, organizado por los Cursos de Verano de la UC). Los miembros del equipo de investigación de la cueva de El Castillo (Puente Viesgo) fundamentan su hipótesis en la falta de fósiles pertenecientes a los HAM en el inicio del Paleolítico Superior. Así, mientras no se encuentren, los neandertales serían quienes sentaron las bases de los hallazgos técnicos y del arte prehistórico, por lo que los HAM no tuvieron nada que ver en la evolución de la cultura en este periodo.

Naturalmente cada uno puede creer lo que quiera, pero a la Prehistoria no le pueden interesar ni creencias ni querencias, sino razonamientos fundamentados lo mejor posible. Para su logro parece lógico que se utilicen todos los medios teóricos que a nuestra disposición existen, lo que pocas veces se cumple.

El escaso uso de los medios arqueológicos de la Arqueología cognitiva es otra de sus características académicas tradicionales, pues dudan o prefieren ignorar su utilidad en la estructuración del yacimiento, el desarrollo conductual de los humanos que lo crearon, los problemas demográficos, el inicio del simbolismo de todo tipo y, en definitiva, sobre las causas y motivos que originaron nuestra evolución cultural. Sin duda las dos anteriores y contradictorias manifestaciones constituyen un buen ejemplo de lo mencionado. La exclusividad de los métodos de estudio tradicionales de la Arqueología y, lo que es peor, el uso parcial de los datos arqueológicos que nos interesan y la omisión de aquellos que podrían poner en duda nuestras afirmaciones, conducen el desarrollo teórico de la Arqueología paleolítica a un enfrentamiento dialéctico con poco futuro. Esta discusión, al tener unas características teóricas muy cerradas a otros medios que podían decir mucho sobre tales problemas, impide su amplitud metodológica y la posibilidad de ampliar nuestro abanico de herramientas que poder utilizar el conocimiento de nuestro comportamiento en este lejano periodo. No hay que olvidar que las ciencias que precisamente se utilizan en el estudio de la conducta humana (Psicología, Neurología, Sociología, Biología evolutiva, Lingüística, etc.) deberían, de forma conjunta, participar activamente en el estudio de la evolución humana. Pero no de una forma tangencial y esporádica, sino activamente. Sus métodos, al ser interdisciplinares, podrían marcar las conclusiones sobre la formación cultural de las comunidades humanas de todos los tiempos.



Este es el camino emprendido por la Arqueología cognitiva (orientación psicobiológica), pero su éxito no depende de la mejor o peor elaboración de sus principios teóricos, sino de la utilización de los interesados en el conocimiento de las sociedades humanas del Paleolítico. En este sentido, publiqué un artículo en la revista de la UNED (Espacio, Tiempo y Forma) en la que expongo las conclusiones que obtuve de la aplicación de las conclusiones psicobiológicas al global registro arqueológico de este complejo periodo (Rivera, 2009).