viernes, 15 de julio de 2016

Relación entre humanos y animales en el Paleolítico superior

Los humanos del Paleolítico superior tenían una compleja relación con los animales en general, y en particular con determinadas especies. Tal concepto se deduce de los hechos que marcan su conducta simbólica en este periodo:

- Los animales serán la principal meta de sus manifestaciones gráficas, que se producen a lo largo del paleolítico superior.
- Con el comienzo del Holoceno y se produce un cambio climático, muchos de los animales del final del Pleistoceno desaparecen (emigrando a zonas con climatología más afín a su biología) en las áreas geográficas donde se desarrollo el Arte paleolítico. El mundo simbólico creado desaparece totalmente y para siempre, por lo menos en las formas propias del Paleolítico superior.
- En general, los animales representados no son especies habitualmente elegidas para la caza.
- Existe una reiteración importante en los temas usados, pues aunque el abanico de animales es amplio, hay especies representadas reiteradamente: caballos (28,7%), bisontes (22,2%), cabras (9,5%), uros (6,1%), ciervos (5,8%), ciervas (7,3%), mamuts (7,8%), renos (3,7%), osos (1,4%), leones (1,2%), humanos (3,5%) (Sauvet y Wlodarczyk, 1995).  

Hay que destacar que las manifestaciones gráficas realizadas en cuevas, abrigos o simples rocas están lleno de animales realizados con notables esfuerzos de naturalidad, aunque no faltan ciertas abstracciones y la producción de numerosos signos de simbolismo desconocido. Debieron de tener una gran importancia para las sociedades paleolíticas, mayor incluso que la presencia humana en este mundo del arte paleolítico. Sin duda, la relación entre los seres humanos y animales tendría unas particularidades muy diferentes a las actuales, de las que solo podemos intuir hechos de imposible explicación.

Características de la relación humanos-animales

En líneas generales podemos asumir que comprenderían tres formas básicas de relación:

- Biológica, pues todos vivían en el mismo entorno físico (clima, geología y geografía) y biológico (vegetal y animal), lo que les haría partícipes de compartir el mismo entorno o nicho ecológico.

- Emocional, al tener las mismas preocupaciones como fuente de gran parte de su vida emocional: necesidad de alimento, miedo a los depredadores, relaciones entre diferentes especies.

- Cognitiva, donde mayor diferencia se produjo entre las dos comunidades (hu
mana y animal). Es en el inicio del Paleolítico superior cuando se alcanzan niveles de autoconsciencia que pueden considerarse como modernos, lo que se refleja en todas las facetas de su conducta. En este complejo contexto, es posible que existiera un conocimiento ancestral de relación con los animales, cuando se los consideraba como iguales (humanos con un nivel de autoconciencia bajo. Tras su nueva realidad autoconsciente (nivel de autoconciencia considerado como moderno) se produciría una nueva relación que no puede ser igual que la anterior, pues las condiciones cognitivas han cambiado sustancialmente, pero siempre dentro del continuum característico del desarrollo cognitivo.


Actualmente se piensa y se analiza que la relación de las poblaciones paleolíticas con los animales debió de ser muy diferente a la que podemos tener en la actualidad. Diversos autores opinan que los humanos del Paleolítico, sobre todo los del superior, verían a los animales como sujetos con características propias (más o menos parecidas a las de los humanos, posiblemente fruto del continuum desarrollo cognitivo que partía de esa igualdad), y no solo como objetos de cazar y comer (Hill, 2013), pues son conceptos muy modernos.
Se está mostrando que, en la creación del universo particular de cada población humana, los animales, o algunos de ellos, jugaron un papel importante. Los animales ayudaron a la creación de cada mundo espiritual, pues formaron parte de él, aunque la forma de relación difiere según los autores.

- Ecología relacional (Betts et al. 2015). El mundo de los animales y humanos es el mismo, comparten sus características ecológicas. Las pinturas reafirman su identidad y el lugar en el universo conocido de las dos poblaciones (ecología simbólica). Son conclusiones basadas en comparaciones etnográficas basadas en poblaciones del Ártico y los osos polares.

- Epistemología relacional (Bird-David, 1999). Trata del mundo centrándose en los actores (humanos y animales) y el medioambiente. Estos actores mantienen relaciones sociales entre sí, porque al interaccionar con ese medioambiente común crean relaciones humanizadas de reciprocidad, lo que confiere a los animales aspectos de personas. Es decir, se antropomorfiza y sociomorfiza en las interacciones con el medio ambiente. Igualmente se basa en comparaciones etnográficas de poblaciones en Mesoamérica.

- Ontología relacional (Hill, 2011, 2013). Intenta analizar que hay en esta relación, partiendo a participar de manera sistemática con los animales como sujetos. Arqueológicamente se tienen pruebas sobre las relaciones en el pasado de humanos y animales, como son los enterramientos de animales y los depósitos estructurados de huesos de animales. Estos elementos arqueológicos proporcionan evidencia material para ontologías relacionales en que los animales, que como los humanos, fueron investidos de sensibilidad y de agencia (como organismos con cierta autonomía). En algunas sociedades, los seres humanos reconocen ciertos animales como personas que poseen la sensibilidad, la intencionalidad, y la agencia. Las interacciones entre algunas poblaciones humanas y diversas sociedades animales presentaron ciertas formas de relación; serían de naturaleza social, con intercambios recíprocos que se adhieren a reglas para la vida o códigos de conducta. Las relaciones entre humanos y animales tienen una historia. Los datos arqueológicos complementados con relatos indígenas y etnohistorias, nos permite escribir una etnografía-prehistórica.

¿Por qué los animales formaron parte importante del universo simbólico humano?

Todas las experiencias vivenciales (conciencia alterada, reproducción, sexualidad, muerte y relación con animales) solo pueden explicarse mediante los conocimientos adquiridos por medio de la observación del medio ambiente en el que se vive, o de las propias experiencias conscientes que los seres humanos puedan desarrollar en su quehacer cotidiano, cumpliendo así el requisito del Estructuralismo funcional. Este sería el fundamento psicobiológico de porqué todas las poblaciones humanas anatómicamente modernas han desarrollado conductas relacionadas con estas creencias, pero a su vez también explica que su inicio y posterior desarrollo no sea homogéneo, pues es una consecuencia de las características socioculturales de cada población, cuyo desarrollo e interacción es heterogéneo y de diferente evolución en el tiempo y en el espacio.

Aunque las respuestas no pueden dejar de tener un componente subjetivo ante la falta de testimonios arqueológicos claros, parece obvio que debió de existir un conocimiento ancestral de que todos los seres vivos (animales y humanos) formaban una unidad de características semejantes, cada uno de ellos con sus peculiaridades propias de su especie y cultura. No existía la diferenciación cognitiva que llegaron a tener las poblaciones humanas a partir del Paleolítico superior. Sería la propia percepción humana de su realidad consciente y de la existencia de otros animales (con los que ha vivido desde siempre y son parte de su mundo) la que les obligaría a intentar establecer una relación compleja y desconocida, que sería de base simbólica. Es decir, se forma un nuevo mundo simbólico con aquellos con los que siempre había convivido: los animales de su entorno (p. e. arte paleolítico), pero bajo las formas simbólicas de la autoconciencia.

No todas las personas en el pasado interactuaron con animales en las formas que he intentado aclarar anteriormente, y no todos los animales eran considerados como personas. Parece necesario intentar una prehistoria que valore más las relaciones entre animales y humanos, reconozca la naturaleza contingente de nuestro compromiso con animales y abrace las posibilidades interpretativas de la personalidad de animales (Hill, 2013).

Las muestras del arte paleolítico nos dan pistas sobre las formas y medios de relación que pudieron establecerse en la Europa occidental del Paleolítico superior. Los teriántropos son claros indicadores de tal relación, y del interés de los seres humanos en contactar con ciertos animales. Sin duda, la explicación del Arte paleolítico pasa por el uso del métodos interdisciplinarios, donde una mejor compresión de la realidad zoológica del momento puede aportar datos de gran interés.  


- Betts, M. W.; Hardenberg, M. y Stirling, I. (2015): “How animals create human history: Relational ecology and the Dorset-Polar Bear connection”. American Antiquity, 80(1), 89-112.
- Bird-David, N. (1999): “Animism revisited: Personhood, environment, and relational epistemology”. Current Anthropology, 40, 67-91.
- Hill, E. (2011). “Animals as agents: Hunting ritual and relational ontologies in Prehistoric Alaska and Chukotka”. Cambridge Archaeological Journal, 21(3), 407-426.
- Hill, E (2013): “Archaeology and Animal Persons. Toward a Prehistory of Human-Animal Relations”. Environment and Society: Advances in Research 4: 117–136.
- Sauvet, G. and A. Wlodarczyk 1995. Eléments d’une grammaire formelle de I’art pariétal paléolithique. L’Anthropologie 99: 193-211.