Por definición
sabemos que la Arqueología cognitiva intenta comprender la evolución cognitiva del género Homo, es decir, su
desarrollo cognitivo y cultural en todos sus aspectos. Para su logro es preciso
que tengamos muy claro dos conceptos:
I. - Necesidad de la Arqueologíacognitiva, como medio metodológico para su estudio. En el inicio de la no
existían formas o métodos para su realización. Dentro del mundo de la
Antropología, mejor relacionada con la Biología, es donde comenzaron a realizar
intentos de análisis. Sin embargo, todos estos inicios solo ofrecieron más
confusión que realidades más o menos aceptadas por la comunidad científica.
II. - Comprensión del
significado de evolución cognitiva. Concepción del
problema o de la separación académica sobre la evolución cognitiva respecto de la
morfológica, reconociendo las características de su relación. Tal
dicotomía ha tardado muchos años para realización, pues en principio se
conceptuaba que la cognición era la consecuencia directa del funcionamiento del
cerebro, el cual cambiaba con la evolución y actuaba tal cual.
Hay que crear un método
de análisis de la conducta humana en todas sus épocas. Este es el gran
problema a resolver, pues nada existía ni nos decía cómo debería de realizarse.
Los supuestos razonamientos lógicos conllevaban una enorme dosis de
subjetividad, y pronto se desecharon por crear más dudas que conocimiento real.
En la segunda mitad del siglo pasado se comenzó a pensar que la Psicología
(ciencia que estudiaba el comportamiento humano en todas sus facetas) podría
ofreces unos cauces metodológicos aceptables, lo que favoreció la búsqueda de
teorías que podrían acoplarse a los datos arqueológicos. Sin embargo, la
Psicología también buscaba métodos científicos que sustentasen sus teorías, por
lo solo podía ofrecer teorías con escaso fundamento teórico.
En
el inicio de la Psicología, y ante la lógica orfandad teórica y la necesidad de
analizar la mente humana, los psicólogos han realizado una serie de
conceptualizaciones (organización lógica y cognitiva basada en el conocimiento
personal del problema a estudiar y, por tanto, subjetivo en algún grado) sobre
las características cognitivas que observa en los seres humanos, a las que se
denominan constructos. Los conceptos científicos como
estrés, depresión y procesos cognitivos, así como casi todos los usados en la
psicología, por ejemplo, inteligencia, frustración, inconsciente, emociones,
actitudes, ego, fobias, ansiedad, motivación, aprendizaje, entre otros, no
tienen una existencia concreta similar a las entidades físicas que se prestan a
la observación sensible. Son conceptos que sobrepasan la observación empírica y
muchas veces expresan supuestos teóricos. A tales conceptos se les llama
actualmente constructos o conceptos no observacionales para
diferenciarlos de los observacionales (Bunge, 1973). Los constructos no tienen
referentes empíricos inmediatos. Nadie ha visto ni ha tocado la inteligencia de
alguien pero sí la puede inferir de la manera en que una persona es capaz de
resolver ciertos problemas en relación con la manera en que otros los
resuelven.
La necesaria interdisciplina
El
estudio de la Psicología y de la propia Arqueología tiene que ser
necesariamente abierto a otras disciplinas que las complete. En este camino, y
en referencia a la Arqueología cognitiva, existen una serie de ciencias que
pueden usarse como complemento interdisciplinar (Biología evolutiva,
Neurología, Antropología social; etc.), pero el problema se aumenta al
comprobar que, a su vez, estas ciencias son igualmente interdisciplinares.
Con la interdisciplinariedad se intenta una búsqueda sistemática de integración
teórica a partir de diferentes disciplinas, partiendo de una concepción
multidimensional de los fenómenos, así como el reconocimiento del carácter
relativo de los enfoques científicos por separado (Piaget et al. 1973).
La
interdisciplina, como método científico adecuado para el estudio de la
naturaleza y de todo lo relacionado con el género Homo, constituye un
procedimiento teórico no bien conocido, pero muchas veces defendido por la comunidad
científica. Sin embargo. la realidad de su utilización nos dice que su
uso ha sido y es muy escaso, y que cuando se efectúa muchas veces se
realiza bajo formas teóricas limitadas, por lo que es frecuente que se quede
en meras intenciones, o en logros muy por debajo de las posibilidades que sus
características ofrece.
Metodología interdisciplinaria
La
metodología utilizada debería de tener como objetivo el análisis de los mecanismos
biológicos, sociales y medioambientales que hicieron posible la evolución
cognitiva de nuestro linaje. Para tal fin parece imprescindible
realizar un estudio interdisciplinario con las ciencias que estudian tales
mecanismos y más influencia tienen en la conducta humana (Biología evolutiva,
Neurología, Psicología, Neurolingüística, Antropología social, etc.). Con la
coordinación de sus datos más recientes se puede establecer un modelo
funcional sobre nuestra evolución cognitiva que nos
permita establecer un correlato de su producción temporal desde el inicio del
género Homo hasta nuestros días.
En
este contexto, el modelo debe de ser psicobiológico (Biología evolutiva,
Neurología y Psicología), social (Antropología social) y ecológico
(nichos humanos: cognitivos-culturales) como mínimo. Su realización nos
ofrece un modelo evolutivo (Estructuralismo funcional) de las
sociedades humanas que se adapta perfectamente a los datos arqueológicos
obtenidos en todos los periodos.
El
motor
principal de estos cambios sería la cognición causal (Haidle, 2014;
Stuart-Fox, 2014; Lombard and Gärdenfors, 2017; Lotem et al. 2017), como mecanismo neurofisiológico fundamental causante
del desarrollo evolutivo de la cognición humana (social, emocional y
tecnológica). La cognición causal se define como la
capacidad de establecer y/o reconocer una relación (causa) entre dos o más
procesos cognitivos de igual o distinta modalidad (sensorial o almacenada en la
memoria), produciendo una conducta o consecuencia (efecto). Sería capaz de
integrar colecciones de eventos individuales dentro de una representación
organizada de cadenas y redes de relaciones causales (Haidle, 2014; Stuart-Fox,
2014; Lombard and Gärdenfors, 2017; Lotem et al. 2017). Su desarrollo se
produce en el carácter exaptativo
de nuestro cerebro, junto con la interacción de otras
capacidades cognitivas (coevolución), para poder producir
nuevas manifestaciones cognitivas (emergencia), donde la influencia del
medio ambiente es determinante (Rivera and Rivera, 2017).
El actual desarrollo
de estas ideas está ofreciendo diversos estudios en los que la cultura
es el motor de la evolución (efecto Baldwin) y del desarrollo de
las capacidades cognitivas humanas. Naturalmente, su desarrollo precisa que se
produzca dentro de un nicho cognitivo-cultural (Rivera y
Menéndez, 2011; Colagè and d’Errico, 2018; Muthukrishna
et al. 2018). El cuadro siguiente expone un
resumen del modelo de forma gráfica, pero creo que ilustrativa.
Un buen resumen de los mecanismos interdisciplinares que han originado y desarrollado la cognición y cultura humana lo podemos ver en Mechanisms of cognitive evolution of the Homo genus (Rivera y Rivera, 2019)
- Haidle, M. N. (2014). Building a bridge-an archeologist's perspective
on the evolution of causal cognition. Front. Psychol. 17 (5), 1472.
- Lombard, M.
and Gärdenfors, P. (2017). Tracking the evolution of causal cognition in
humans. Journal of Anthropological Sciences. 95, 1-16.
- Lotem, A.,
Halpern, J. Y., Edelman, S. and Kolodny, O. (2017). The evolution of cognitive
mechanisms in response to cultural innovations. Proceedings of the National Academy of Sciences, 114 (30), 7915–7922.
- Piaget,
J., Mackenzie, W. J. M. and Lazarsfeld, P. F. (1973). Tendencias de la investigación en ciencias sociales. Madrid. Alianza.
- Rivera,
A. and Rivera, S. (2017). Estudio transdisciplinario de la autoconciencia. Ludus Vitalis,25 (48), 155-180.
- Rivera, A. and Rivera, S. (2019).Mechanisms of cognitive evolution of the Homo genus. Ludus Vitalis, 27 (51).
- Rivera, A. and Rivera, S. (2019).Mechanisms of cognitive evolution of the Homo genus. Ludus Vitalis, 27 (51).