domingo, 25 de noviembre de 2018

Evolución cognitivo-cultural (Arqueología cognitiva)

Por definición sabemos que la Arqueología cognitiva intenta comprender la evolución cognitiva del género Homo, es decir, su desarrollo cognitivo y cultural en todos sus aspectos. Para su logro es preciso que tengamos muy claro dos conceptos:

I. - Necesidad de la Arqueologíacognitiva, como medio metodológico para su estudio. En el inicio de la no existían formas o métodos para su realización. Dentro del mundo de la Antropología, mejor relacionada con la Biología, es donde comenzaron a realizar intentos de análisis. Sin embargo, todos estos inicios solo ofrecieron más confusión que realidades más o menos aceptadas por la comunidad científica.
II. - Comprensión del significado de evolución cognitivaConcepción del problema o de la separación académica sobre la evolución cognitiva respecto de la morfológica, reconociendo las características de su relación. Tal dicotomía ha tardado muchos años para realización, pues en principio se conceptuaba que la cognición era la consecuencia directa del funcionamiento del cerebro, el cual cambiaba con la evolución y actuaba tal cual.


Hay que crear un método de análisis de la conducta humana en todas sus épocas. Este es el gran problema a resolver, pues nada existía ni nos decía cómo debería de realizarse. Los supuestos razonamientos lógicos conllevaban una enorme dosis de subjetividad, y pronto se desecharon por crear más dudas que conocimiento real. En la segunda mitad del siglo pasado se comenzó a pensar que la Psicología (ciencia que estudiaba el comportamiento humano en todas sus facetas) podría ofreces unos cauces metodológicos aceptables, lo que favoreció la búsqueda de teorías que podrían acoplarse a los datos arqueológicos. Sin embargo, la Psicología también buscaba métodos científicos que sustentasen sus teorías, por lo solo podía ofrecer teorías con escaso fundamento teórico.

En el inicio de la Psicología, y ante la lógica orfandad teórica y la necesidad de analizar la mente humana, los psicólogos han realizado una serie de conceptualizaciones (organización lógica y cognitiva basada en el conocimiento personal del problema a estudiar y, por tanto, subjetivo en algún grado) sobre las características cognitivas que observa en los seres humanos, a las que se denominan constructos. Los conceptos científicos como estrés, depresión y procesos cognitivos, así como casi todos los usados en la psicología, por ejemplo, inteligencia, frustración, inconsciente, emociones, actitudes, ego, fobias, ansiedad, motivación, aprendizaje, entre otros, no tienen una existencia concreta similar a las entidades físicas que se prestan a la observación sensible. Son conceptos que sobrepasan la observación empírica y muchas veces expresan supuestos teóricos. A tales conceptos se les llama actualmente constructos o conceptos no observacionales para diferenciarlos de los observacionales (Bunge, 1973). Los constructos no tienen referentes empíricos inmediatos. Nadie ha visto ni ha tocado la inteligencia de alguien pero sí la puede inferir de la manera en que una persona es capaz de resolver ciertos problemas en relación con la manera en que otros los resuelven.

La necesaria interdisciplina

El estudio de la Psicología y de la propia Arqueología tiene que ser necesariamente abierto a otras disciplinas que las complete. En este camino, y en referencia a la Arqueología cognitiva, existen una serie de ciencias que pueden usarse como complemento interdisciplinar (Biología evolutiva, Neurología, Antropología social; etc.), pero el problema se aumenta al comprobar que, a su vez, estas ciencias son igualmente interdisciplinares.


Con la interdisciplinariedad se intenta una búsqueda sistemática de integración teórica a partir de diferentes disciplinas, partiendo de una concepción multidimensional de los fenómenos, así como el reconocimiento del carácter relativo de los enfoques científicos por separado (Piaget et al. 1973).

La interdisciplina, como método científico adecuado para el estudio de la naturaleza y de todo lo relacionado con el género Homo, constituye un procedimiento teórico no bien conocido, pero muchas veces defendido por la comunidad científica. Sin embargo. la realidad de su utilización nos dice que su uso ha sido y es muy escaso, y que cuando se efectúa muchas veces se realiza bajo formas teóricas limitadas, por lo que es frecuente que se quede en meras intenciones, o en logros muy por debajo de las posibilidades que sus características ofrece.

Metodología interdisciplinaria

La metodología utilizada debería de tener como objetivo el análisis de los mecanismos biológicos, sociales y medioambientales que hicieron posible la evolución cognitiva de nuestro linaje. Para tal fin parece imprescindible realizar un estudio interdisciplinario con las ciencias que estudian tales mecanismos y más influencia tienen en la conducta humana (Biología evolutiva, Neurología, Psicología, Neurolingüística, Antropología social, etc.). Con la coordinación de sus datos más recientes se puede establecer un modelo funcional sobre nuestra evolución cognitiva que nos permita establecer un correlato de su producción temporal desde el inicio del género Homo hasta nuestros días.

En este contexto, el modelo debe de ser psicobiológico (Biología evolutiva, Neurología y Psicología), social (Antropología social) y ecológico (nichos humanos: cognitivos-culturales) como mínimo. Su realización nos ofrece un modelo evolutivo (Estructuralismo funcional) de las sociedades humanas que se adapta perfectamente a los datos arqueológicos obtenidos en todos los periodos.

El motor principal de estos cambios sería la cognición causal (Haidle, 2014; Stuart-Fox, 2014; Lombard and Gärdenfors, 2017; Lotem et al. 2017), como mecanismo neurofisiológico fundamental causante del desarrollo evolutivo de la cognición humana (social, emocional y tecnológica). La cognición causal se define como la capacidad de establecer y/o reconocer una relación (causa) entre dos o más procesos cognitivos de igual o distinta modalidad (sensorial o almacenada en la memoria), produciendo una conducta o consecuencia (efecto). Sería capaz de integrar colecciones de eventos individuales dentro de una representación organizada de cadenas y redes de relaciones causales (Haidle, 2014; Stuart-Fox, 2014; Lombard and Gärdenfors, 2017; Lotem et al. 2017). Su desarrollo se produce en el carácter exaptativo de nuestro cerebro, junto con la interacción de otras capacidades cognitivas (coevolución), para poder producir nuevas manifestaciones cognitivas (emergencia), donde la influencia del medio ambiente es determinante (Rivera and Rivera, 2017).

El actual desarrollo de estas ideas está ofreciendo diversos estudios en los que la cultura es el motor de la evolución (efecto Baldwin) y del desarrollo de las capacidades cognitivas humanas. Naturalmente, su desarrollo precisa que se produzca dentro de un nicho cognitivo-cultural (Rivera y Menéndez, 2011; Colagè and d’Errico, 2018; Muthukrishna et al. 2018). El cuadro siguiente expone un resumen del modelo de forma gráfica, pero creo que ilustrativa.


Un buen resumen de los mecanismos interdisciplinares que han originado y desarrollado la cognición y cultura humana lo podemos ver en Mechanisms of cognitive evolution of the Homo genus (Rivera y Rivera, 2019)