La interdisciplina, como método científico adecuado para el estudio de la naturaleza y de todo lo relacionado con el género Homo, constituye un procedimiento teórico no bien conocido, pero muchas veces defendido por la comunidad científica. La realidad de su utilización nos dice que su uso ha sido y es muy escaso, y que cuando se efectúa muchas veces se realiza bajo formas teóricas limitadas, por lo que es frecuente que se quede en meras intenciones, o en logros muy por debajo de las posibilidades que sus características ofrece.
Aunque todos podemos tener cierta idea de su significado, para centrar mejor el problema de su concepción y utilización, parece necesario establecer una definición que nos presente adecuadamente de qué estamos hablando y qué dificultades presenta.
Aunque todos podemos tener cierta idea de su significado, para centrar mejor el problema de su concepción y utilización, parece necesario establecer una definición que nos presente adecuadamente de qué estamos hablando y qué dificultades presenta.
Por el concepto de interdisciplina se entiende como la búsqueda sistemática de integración de las teorías, métodos, instrumentos, y en general, fórmulas de acción científica de diferentes disciplinas, a partir de una concepción multidimensional de los fenómenos, y del reconocimiento del carácter relativo de los enfoques científicos por separado.
De esta definición se pueden deducir sus principales virtudes y, paralelamente, sus grandes dificultades. Sin duda, el uso de diferentes disciplinas académicas representa su principal valor, pero, a su vez, es el mayor obstáculo para su realización, siendo la principal causa de su infrautilización o de que no pase de unas buenas intenciones. Su compleja realización teórica conlleva una serie de problemas que, de una forma simplificada, se pueden agrupar en tres grandes apartados.
I.- Problemas básicos de su elaboración teórica
La interdisciplina debe de estar formada por la unión coordinada de aquellas ciencias que tengan una relación directa con el tema de estudio. Lo que parece sencillo pronto plantea los primeros problemas de su realización: ¿Quién la crea y qué ciencias deben de utilizarse?
Este método de estudio presenta una nueva realidad, que cada problema puede necesitar una determinada interdisciplina, la cual puede ser totalmente diferente a la utilizada en la resolución de diferentes problemas, aunque tengan alguna relación entre ellos. Puesto que cada problema requiere una interdisciplina adecuada, me centraré en uno concreto: El estudio de la conducta humana en el Paleolítico. Debido a la gran complejidad que su análisis entraña, no es de extrañar que desde siempre se hay visto la necesidad de utilizar una gran diversidad de ciencias, las cuales, como es lógico, tratan de analizarlo desde su particular punto de vista académico. Este hecho puede producir cierta subjetividad científica más o menos inconsciente, al analizar el problema de forma individual o con una utilización de ciencias insuficiente. En este contexto, los problemas comienzan con la propia elaboración, coordinación y dirección de estos equipos interdisciplinares. Parece obvia la necesidad de cierta organización en la creación del equipo y en una dirección teórica y práctica. En los medios arqueológicos la gran mayoría de las veces la responsabilidad de su creación y organización recae sobre el arqueólogo que vaya a dirigir la excavación o el estudio arqueológico, aunque no existe ninguna regla que así lo disponga. Pero lo cierto es que, con independencia de quien sea el organizador, siempre prevalecerá en su elaboración y organización el criterio de su formación académica y la tradición científica asumida, lo que ya indica unos límites y costumbres.
La Arqueología ha tenido un importante avance en las últimas décadas, en gran parte debido a la aportación de métodos analíticos por unas ciencias ajenas a ella. Su uso ha ido ocupando un lugar fundamental en todos los estudios arqueológicos (Geología, Física, Química, Botánica, Genética, Paleontología, Demografía, etc.), ofreciendo un claro aspecto interdisciplinar, y obteniendo conclusiones con un mejor fundamento teórico. Estas ciencias han sido muy útiles para la documentación de los yacimientos en estudio, pero pueden ser poco adecuadas para la resolución de otras cuestiones del trabajo arqueológico. ¿Estamos seguros que tal composición interdisciplinaria es la adecuada para estudiar la evolución de la conducta de las poblaciones paleolíticas?, ¿no tendrían algo que decir las disciplinas que tradicionalmente analizan el comportamiento humano en su origen, desarrollo y evolución en general? Parece lógico que debamos valorar el aporte teórico que tales ciencias (Neurología, Psicología, Sociología, Lingüística, Biología evolutiva, etc.) nos puedan ofrecer. La simple aceptación de tales cuestiones es el inicio de los problemas de la propia interdisciplina y, muchas veces, la causa de que todo quede en unas buenas intenciones.
Si en la primera agrupación de disciplinas nos sirven para valorar el qué, dónde y cuándo de la realidad prehistórica, es la segunda agrupación científica la que nos ofrece la posibilidad de indagar en el cómo y porqué del cambio y evolución cultural y cognitiva. Ambas son diferentes, totalmente necesarias y con un grado de complejidad diferente.
II.- Las dificultades organizativas de su realización
El siguiente problema responde a la pregunta ¿Cómo organizar la interdisciplina?
La organización de un equipo interdisciplinario con ciencias de contenidos metodológicos dispares supone un importante reto, pues sus métodos, objetivos y elementos de estudio, al ser diferentes, hacen muy compleja su interrelación doctrinal. En la elaboración de un equipo interdisciplinario lo que debe prevalecer es la conciencia de lo que significa y las consecuencias que acarrea, es decir, compromiso de intentar su realización. En el ejemplo de la Arqueología, ni el prehistoriador suele conocer los fundamentos psicobiológicos del ser humano relacionados con la conducta, ni los psicobiólogos conocen la realidad conductual de los homínidos del paleolítico. Sin un mínimo conocimiento de estas disciplinas es muy difícil la armonización de sus contenidos, hecho que facilitaría el desarrollo de teorías mejor fundamentadas. Esto nos lleva muy lejos, pues implicaría la necesidad de cierto conocimiento sobre las ciencias que van a formar la interdisciplina científica, lo que muy pocas veces se cumple por la enorme complejidad académica que conlleva. No todos opinaran que tal conocimiento sea imprescindible, pero parece lógico que un mínimo conocimiento común agilizaría mucho su elaboración, el desarrollo y las conclusiones que puedan obtenerse. No solo por una mejor comprensión de los problemas en estudio, sino porque la valoración desde diferentes puntos de vista teóricos produce un mayor interés y motivación en su resolución. Lo que no se conoce es como si no existiera y, por añadidura, limita el interés que tales problemas pueden suscitar.
Parece claro que toda interpretación realizada bajo una amplia y adecuada coordinación científica tendría más posibilidades de disminuir la subjetividad que impregna muchos de los trabajos principalmente humanísticos. Así, cualquier conclusión que esté fundamentada en una serie de evidencias arqueológicas bien documentadas, y que se expliquen con una metodología basada en un estudio interdisciplinar, presenta un poder explicativo mayor que el adquirido sin estas premisas, lo que en temas de ciencias sociales adquiere una importancia que siempre hay que valorar.
Sin embargo, no se trata de aplicar los contenidos doctrinales de cada ciencia al problema en estudio, sino de coordinarlos de la mejor manera posible. Para ello debe existir un requisito fundamental en toda síntesis interdisciplinar, pues inexcusablemente todas las ciencias que se utilicen deben tener unos fundamentos teóricos que no sean antagónicos, lo que es muy fácil de decir, y muy complejo de realizar. Si en esta confluencia de ciencias existiesen contradicciones teóricas, habría que pensar que alguna o varias teorías de las disciplinas usadas pudiera no ser correcta, pues en la explicación de la conducta humana no pueden coexistir conceptos generales claramente opuestos. Por supuesto, y siguiendo con el ejemplo de la Arqueología, los datos arqueológicos no sólo deberían estar de acuerdo con las tales conclusiones teóricas, sino que la mayoría de las veces sirven de guía del camino que la evolución cultural y cognitiva desarrolló en cada periodo y lugar histórico.
III. – La complejidad de su difusión y aceptación
Otro problema que dificultaría su realización radica en la división académica que existe (muchas veces con un grado enorme de aislamiento científico), pues impide comprender con detenimiento las conclusiones de tales estudios interdisciplinares. Quién no tenga el mínimo conocimiento sobre las ciencias que forman esta interdisciplinidad tendría grandes dificultades para entender sus conclusiones, por lo que las ignoraría o prestaría poca atención. Si los medios académicos tampoco ponen los medios para que todos los que pasen por sus competencias científicas tengan la capacidad doctrinal de comprender la utilidad de su uso, es muy difícil que los autores que componen cualquier comunidad científica se interesen por los problemas tratados por una interdisciplina que no entienden. Consecuentemente, si no hay demanda social y académica, es difícil que exista interés en superar las importantes dificultades que supone ponerse a la altura de tales estudios multidisciplinarios y más aún realizarlos.
Se ha podido comprobar que en el estudio de ciencias sociales, y más aún en la Arqueología, la interdisciplina se hace particularmente necesaria. Sin embargo, tal necesidad no radica solo en la escasez de datos que valorar y la propia precariedad de los mismos, sino que hay que tener en cuenta la falta de un método adecuado para en estudio de la conducta humana en el pasado. El desarrollo de los estudios cognitivos en arqueología constituye un proceso teórico de gran complejidad, donde es prioritario la realización de un método adecuado para su realización, que recoja todas las virtudes de las corrientes históricas, pero intentando evitar sus problemas. Pero, lo que parece lógico, por las razones expuestas en el apartado anterior, su realización pocas veces se ha realizado, y cuando lo ha hecho, no ha sido de una forma que satisfaga a todos los interesados en su realización.
Tres son las metas que se persiguen: elección de método, ciencias y corrientes teóricas adecuadas en el estudio cognitivo, coordinación.
A. Elección del método
La mayoría de los procesualistas (Merlin Donald; Colin Renfrew; Willian Noble y Iain Davidson; Steven Mithen; Thomas Wynn y Frederick L. Coolidge) han desarrollado amplias teorías generales sobre la conducta humana, pero tienen importantes problemas para aplicar sus conceptos generales a las particularidades contextuales de cada yacimiento, así como en la explicación de problemas arqueológicos concretos en sus aspectos del cómo y porqué de su producción en ese momento y lugar. Las críticas se centran en el aspecto un tanto especulativo de sus contenidos, y en cierta falta de objetividad al reflejar conceptos y formas de pensar del propio investigador. A los postprocesuales (Ian Hodder) les es muy difícil realizar trabajos generales a partir de sus estudios contextuales, pues les falta una metodología que compagine ambos campos de aplicación, siendo la causa fundamental de su limitado desarrollo práctico y teórico en la Arqueología cognitiva.
Con el Estructuralismo se intenta realizar valoraciones generales (características procesuales) que poder aplicar a los datos particulares de cada yacimiento (valores postprocesuales), por medio de las propias características formales de su teoría, lo que puede ser interesante en el intento de estudiar objetivamente las realidades conductuales del pasado (Hernando, 1999). Sin embargo, ha obtenido pocos resultados como corriente metodológica, debido a estudiar temas muy variados sobre lingüística, gramática, psicología, etc., con una compleja relación entre sí, y de todos con la Arqueología. Aunque su principal problema siempre ha sido el desconocimiento de las estructuras básicas y generales (psicológicas y neurológicas: psicobiológicas) que van a regular la conducta humana, así como sus características evolutivas y de su relación con el medio ambiente en el que viven.
Con los adecuados conocimientos psicobiológicos se podría desarrollar un modelo teórico común a todos los seres humanos, pero independiente de los aspectos particulares de la cultura que pueden tener las diferentes poblaciones humanas en un preciso tiempo y espacio. Lo único común a todos los humanos serían los factores estructurales propios de nuestro género, con las diferentes capacidades propias de cada especie humana. Las características de la conducta humana analizadas desde las variadas visiones de las ciencias que directamente la estudian, junto con una correcta interrelación de sus postulados, ofrecen un panorama fácilmente identificable con un estructuralismo funcional, es decir, con la base funcional sobre la que se va ha desarrollar nuestro pensamiento y conducta, teniendo una base común en el género Homo. Su realización, sobre la común base psicobiológica, depende de la interacción de múltiples factores, los cuales a su vez actúan con diferentes formas e intensidad. En definitiva, la percepción de la naturaleza (sentidos) y su procesamiento (sistema nervioso) son iguales para todos los componentes la misma especie. No obstante, la forma en que esta percepción y procesamiento de la realidad va a dar lugar a la construcción cultural (económica, tecnológica, social y simbólica), sería distinta en los diferentes grupos humanos que conocemos. El estructuralismo, con un adecuado conocimiento de la psicobiológía humana, puede ser el método más adecuado en este tipo de estudios cognitivos.
B. Ciencias y corrientes teóricas relacionadas con el estudio cognitivo
Sobre la composición interdisciplinaria para el estudio de los problemas más tradicionales que la Arqueología se encuentra en todos sus estudios (qué se estudia, dónde se encontró, cuándo se produjo), no parece que existan problemas, pues está ampliamente admitido la utilización de todas las ciencias que puedan aportan datos sobre las tres cuestiones ya reseñadas. Sin embargo, en el plano del simbolismo, cognición humana, lenguaje y manifestaciones culturales de cualquier tipo se hace imprescindible el uso de las ciencias relacionadas con la conducta del género Homo. Pero hay que tener en cuenta que en ellas se ha producido, con sus propias peculiaridades, el mismo proceso de diversidad teórica que conocemos en la Arqueología (Procesualismo, Postprocesualismo, Estructuralismo, etc.). En cada una de ellas existen teorías diferentes sobre el origen y realización de sus postulados, lo que dificulta su uso y aplicación.
Como ya se mencionó anteriormente, en el estudio arqueológico de tales cuestiones siempre habrá que tener presente los últimos avances de la Neurología, Psicología, Antropología social, Lingüística, Paleoantropología y Biología evolutiva, a los que pueden añadirse los muy recientes estudios de la Paleogenética y Paleodemografía. Queda clero que la lista no es cerrada, y que se podría incluir cualquier disciplina que en cualquier momento se crea necesaria.
En este momento me limitaré a exponer las diversas corrientes teóricas que se dan en las ciencias elegidas, para en un trabajo posterior proceder a su coordinación teórica dentro de la interdisciplinariedad, constituyendo así un método que poder aplicar a los datos del registro arqueológico (Estructuralismo funcional).
- Biología evolutiva. Hay que analizar las características del cambio morfológico que operan en los procesos evolutivos, pues dependiendo de ellas la cultura humana se explicaría de forma diferente. Unos siguen el concepto de una evolución progresiva y adaptativa, con lo que todo cambio debe representar una ventaja adaptativa que haga que sea seleccionada generacionalmente. Mientras que otros, siguiendo más los criterios de los equilibrios puntuados (Gould), opinan que los cambios pueden ser más rápidos, y no todos tienen que ser en principio ventajosos. Cada una de estas formas de explicar la evolución van a producir unas características cognitivas de diferente origen (carácter innato o ambiental), las cuales explican de diferente manera el origen y el desarrollo de la conducta humana en todos sus niveles de complejidad. Como es lógico, la controversia en este campo ha sido y es muy intenso, y la opinión de que ambas pueden darse a la vez no aclara cual de ellas actúa con mayor responsabilidad en el desarrollo de las capacidades cognitivas de los seres humanos. Puede que la aceptación de unos criterios de interdisciplinariedad con otras ciencias relacionadas con la conducta nos aclare algo el problema.
- Genética. Esta ciencia ha tenido un importantísimo desarrollo, pues ha permitido tener acceso a información sobre las poblaciones humanas que difícilmente se pudiera haber obtenido por otros medios. Los ejemplos de las cronologías basadas en los relojes moleculares del ADN de las mitocondrias, o del desarrollo de las secuencias del ADN de neandertales y humanos modernos, nos pueden dar una idea del su alcance. Sin embargo, hay que ser muy cautos a la hora de extraer inferencias sobre conducta o cognición a partir de la evidencia basada en el ADN fósil, pues tales inferencias presentan importantes problemas sobre la manifestación de tales genes. El problema de la manifestación fenotípica, dando prioridad a formas innatas o medioambientales, depende de muchos otros criterios que se escapan a esta ciencia en solitario.
Actualmente, se está conociendo que la acción de los genes no es similar en todos ellos. Es el caso de los genes estructurales y los reguladores (genes controladores de la actividad de los genes estructurales en tiempo y tasa de actuación) del proceso embriológico. La mutación de estos últimos va a dar lugar a las heterocronías, produciendo alteraciones ontogénicas o embriológicas, con cambios relativamente rápidos y de gran trascendencia evolutiva.
Recientemente se ha publicado en tres revistas científicas (Nature, Genome Research y Genome Biology) 30 artículos científicos sobre los resultados del proyecto ENCODE (Enciclopedia de los Elementos del ADN). Lo más destacado de todos ellos es que, en contra de lo admitido hasta hoy, el ADN calificado como basura es esencial para el funcionamiento de los genes humanos. Este ADN es un gran medio de control sobre la actividad de los genes funcionales hasta ahora reconocidos. Nuestro genoma sólo funciona gracias a las propiedades de control del ADN calificado como basura. Se ha comprobado que una gran parte del genoma está implicada en controlar cuándo y dónde se producen las proteínas, más allá de su simple fabricación. De hecho, según las conclusiones de ENCODE, alrededor del 80% del genoma humano contienen elementos relacionados con algún tipo de función bioquímica, hasta un total de 120 funciones diferentes. ¿Cómo se articula estos conocimientos genéticos con la evolución y la conducta humana? El trabajo interdisciplinario se verá más adelante.
- Biología del Desarrollo. La Embriología es una de sus disciplinas que, desde un principio, el neodarwinismo excluyó de sus estudios a pesar de la importancia que tuvo en la génesis de las ideas evolutivas. La propia teoría evolutiva expuesta por Darwin recibió una gran influencia de los datos embriológicos que se tenían en la época, los cuales parecían indicar que el desarrollo del embrión era comparable, hasta cierto límite, a un despliegue rápido de las formas elementales de sus antepasados evolutivos, produciendo un retrato dinámico de la historia filogenética de la especie. Para el desarrollo de la teoría sintética sólo se tuvo en cuenta la variación que se producía dentro de las poblaciones de genes de cada especie, olvidándose las posibilidades que la Embriología ofrecía como posible causa de ciertos cambios anatómicos, a pesar que diversos autores insistían en la importancia que representaba en los procesos evolutivos.
La embriología u ontogénesis presentan un valor evolutivo que es necesario evaluar, pues durante la fase de formación embrionaria se producen cambios morfológicos en cascada durante el curso de su desarrollo. Todo cambio morfológico producido por la mutación de uno o varios genes reguladores, en un determinado momento de la ontogenia fetal, va a repercutir en las siguientes fases de la embriogénesis, sin que sean precisas nuevas alteraciones genéticas. Cuando conocemos la producción de un cambio evolutivo, lo que se ha manifestado es un cambio en la ontogenia o embriogénesis de ese ser. Por tanto, hay que considerar a la embriogénesis como un proceso dinámico por medio del cual se produce la formación de los nuevos seres vivos, estando sometida a las leyes biológicas que regulan su desarrollo. No es de extrañar el avance de la Biología evolutiva del desarrollo (Evo-Devo. Evolution-Development), la cual camina en la actualidad por estos derroteros.
- Paleoantropología. La Paleontología humana siempre ha estado muy relacionada con la Arqueología, pues los restos óseos son relativamente frecuentes en los yacimientos paleolíticos. El interés aumenta cuando se encuentran restos humanos, siendo especialmente relevante el hallazgo de restos óseos craneales. La ubicación del cerebro en el cráneo y su relación con la conducta humana hace que se haya intentado sacar información neurológica, y por tanto conductual, del lugar donde se ha situado en sistema nervioso central. Los estudios se realizan por medio de los endomoldes (molde interno del cráneo en estudio) de los diversos fósiles humanos de todas las edades. Éstos, elaborados por métodos poco precisos en sus comienzos, han alcanzado en la actualidad un importante grado de precisión en la reproducción de la forma anatómica cerebral.
Parece que no existen dudas sobre la relación entre el aumento y configuración neuroanatómica del cerebro con los cambios cognitivos y conductuales, pero aún existen muchas dudas sobre su forma de relación. El desarrollo de la Paleoneurología intenta comprender el significado de tal relación, buscando aumentos o cambios morfológicos en determinadas áreas de la corteza cerebral como posible causa de las mejoras conductuales humanas. Así mismo, intenta ver los cambios morfológicos del cerebro dentro de la evolución del género Homo, analizando las posibles diferencias neuroanatómicas existentes en las poblaciones humanas.
- Neurología. No cabe duda de que la Neurología es una ciencia que ha avanzado mucho en estos últimos años, aunque puede que en parte por en gran desconocimiento funcional que de él se tenía no hace demasiados años. Actualmente se concibe al cerebro como un órgano muy dinámico en su funcionalidad, pues depende mucho de la información externa para su definitiva configuración, así como para su constante mantenimiento funcional.
Se conocen muchos datos generales como son la inmadurez al nacimiento, la gran plasticidad neuronal que dura siempre, la existencia de un periodo crítico para algunas funciones cognitivas, la tardía mielinización y estabilización neuronal, etc. Todas estas propiedades neuronales de nuestro cerebro deben de estar de acuerdo con el resto de los datos que otras ciencias nos ofrecen. La falta de concordancia indicaría que algo falla y sería obligado indagar sobre tal hecho.
- Psicología. Existen orientaciones teóricas divergentes. La Psicología evolucionista contempla una evolución lenta y siempre selectiva, con lo que da gran importancia a los procesos de carácter innato. Mientras que la Psicología cognitiva (Procesamiento de la información) ahonda más en los procesos exaptativos y emergentes, con un protagonismo mayor en las condiciones medioambientales. La elección, en función de la conexión adaptable de la interdisciplinariedad, debe realizarse con la Neurología, Arqueología y Ciencias sociales.
- Ciencias sociales. El carácter eminentemente social de los seres humanos hace necesario contar con la Antropología social, Sociología y Demografía para explicar su desarrollo cognitivo y cultural. Estas ciencias siempre se han usado en el estudio de las relaciones humanas, teniendo especial importancia en la explicación de la evolución cultural, afectando a todos sus aspectos (desarrollo psicológico, lingüístico, sociocultural, etc.). Aunque existe consenso sobre su importancia, no todos ven el inicio de la variación conductual como dependiente de las características socioeconómicas y demográficas de las poblaciones en donde se producen tales cambios. Cuanto más desarrollados estén y mayor sea la población que interactúa, mayor sería el desarrollo cognitivo y cultural.
- Lingüística. La dependencia social del lenguaje, en su origen y desarrollo, nos indica la imperiosa necesidad de añadirlo como un elemento fundamental en el desarrollo cognitivo humano. Esto justifica su inclusión de la Lingüística en estudio de la conducta humana, sobre todo en su relación con la Psicología, Neurología y Ciencias sociales, más que en los aspectos puramente lingüísticos de la articulación sonora (habla). Todos están de acuerdo en la importancia que el lenguaje ha tenido en la evolución cultural humana, pero no sobre la forma y el momento en la que se inició y actuó. Unos apoyan la aparición temprana del lenguaje, junto con los primeros fósiles humanos. Mientras que otros opinan que la emergencia del lenguaje fue mucho más tardía, siendo reconocible por la evidencia de conductas con un claro simbolismo.
La capacidad de emitir sonidos complejos si pudo ir aumentando de forma paralela a la evolución anatómica (descenso de la laringe, hioides, curvatura de la base del cráneo, área de Broca, etc.), pero su uso como forma de expresión simbólica del pensamiento estaría relacionado con el desarrollo cognitivo en general, el cual depende a su vez de la evolución psicobiológica (abstracción y simbolización) y de las capacidades de manejo de la información (funciones ejecutivas), así como de los progresivos cambios demográficos y socioeconómicos. Por tanto, Su relación interdisciplinaria con las anteriores ciencias sería el método que puede darnos la clave de tan complejo proceso humano.
- Arqueología. Hay que considerar al registro arqueológico como un diario que refleja de los acontecimientos ocurridos en ese periodo, pues nos indican el dónde y cuándo de los cambios de la conducta humana. Si por medio de nuevos descubrimientos se cambiasen los datos arqueológicos, el método desarrollado a partir de las ciencias anteriores debe tener la suficiente flexibilidad teórica como para poder seguir respondiendo a las cuestiones del nuevo registro arqueológico.
C. Coordinación de las corrientes teóricas elegidas (Estructuralismo funcional)
Solo con una buena coordinación metodológica de estas ciencias es como podemos superar la escasez de datos y la parquedad de métodos aplicados en el estudio de la cognición humana. Pero, ¿qué criterios deben de prevalecer para su coordinación?
Los autores que se han interesado en este tipo de estudios han utilizado algunas de las ciencias comentadas, aunque muy pocos han realizado un trabajo interdisciplinario con todas ellas, lo que en cierta medida ha limitado sus conclusiones o el fundamento de las mismas. Ya se comentó al principio de este trabajo que el uso de un concepto interdisciplinario conlleva como condición metodológica la falta de oposición teórica entre las ciencias utilizadas, la concordancia teórica es una condición imprescindible. En este sentido, la aceptación de una u otra orientación metodológica dentro de una disciplina académica, ya no va a depender del criterio particular del investigador, sino de su adaptación con los conceptos teóricos de las otras y de todas ellas entre sí, lo que disminuyen sustancialmente la subjetividad científica.
En este contexto, no existe unanimidad de criterio en los estudios cognitivos del pasado, por tanto, cuando se habla de Arqueología cognitiva hay que intentar conocer que corriente arqueológica desarrollan, que ciencias emplean y si existen o no criterios interdisciplinarios con los datos evolutivos, genéticos, psicobiológicos, sociales y lingüísticos.
Pero el uso conjunto y coordinado de todas estas ciencias (interdisciplina) nos tiene que ofrecer “algo práctico” que nos sirva para aplicarlo al registro arqueológico sobre problemas particulares y generales de la conducta humana en el pasado. Es decir, un método de estudio que poder usar en la interpretación de los datos arqueológicos. Puesto que se ha estudiado las características psicobiológicas humanas desde un amplio punto de vista científico, lo que se puede ofrecer es un estudio genérico sobre la forma de funcionar el cerebro que va a producir la conducta en estudio. Este método encaja en la metodología estructuralista, que por estudiar su funcionamiento genérico se ha denominado como Estructuralismo funcional. Sería un estudio limitado a aquellos factores comunes o estructurales propios de nuestra especie, que pueden aplicarse a los seres humanos actuales y a los que desarrollaron las culturas del Paleolítico.
Estos factores comunes o estructurales constituyen la base funcional sobre la que se va ha desarrollar nuestro pensamiento y conducta, la cual es común en todos los seres humanos. No obstante, la forma en que esta percepción y procesamiento de la realidad va a dar lugar a la construcción socioeconómica y cultural, puede ser distinta en los diferentes grupos humanos que conocemos. Por tanto, cada grupo social de una misma especie humana puede, independiente unos de otros, ir creando una estructura lógica social y personal diferente. Lo que en un principio es común, en su desarrollo se iría diversificando, dando lugar a la gran diversidad cultural que nos caracteriza. Sus pormenores lo estudiaremos en otro trabajo.
Este trabajo ya fue publicado en el blog de La Nueva Ilustración Evolucionista
Este trabajo ya fue publicado en el blog de La Nueva Ilustración Evolucionista
Bibliografía relacionada y recomendada en este estudio interdisciplinario
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