Cuando estudiamos la
evolución conductual del género Homo
observamos como a través del tiempo la conducta de los diversos homínidos de
nuestro linaje se va haciendo más compleja, simbólica y con mayor flexibilidad
en su desarrollo, ofreciendo mayores posibilidades adaptativas (Kandel et al. 2015). Aunque tal evolución nos
parece obvia, desconocemos las causas que lo producen, limitándonos a pensar
que la evolución del cerebro sería la principal causa de tales cambios, al
aumentar las capacidades cognitivas, aunque desconozcamos de qué estamos
hablando. La mayoría de los arqueólogos piensan que la evolución biológica
es la responsable de todo desarrollo cultural y, por tanto, de la evolución
cognitiva. Según fue evolucionando el cerebro fueron aumentando las capacidades
cognitivas y la cultura se fue desarrollando. Sin embargo, la Arqueología nos
ha enseñado en múltiples ocasiones que la evolución biológica no fue
paralela a la cultural, sino que se produjeron avances culturales después
del desarrollo biológico y de una forma heterogénea en el
tiempo y en el espacio. Las explicaciones de lo que pasó tendrán que
adaptarse a estas conclusiones arqueológicas.
En el inicio del Homo sapiens conocemos que la base biológica de nuestra especie se estableció
hace unos 200.000 años, mientras que las primeras muestras arqueológicas de un
comportamiento sabio (simbólico, complejo y con mayor poder adaptativo)
no aparecen hasta fechas que se sitúan sobre el 70.000 BP (p.e. África en
Bomblos), lo que ha sido denominado por Colin Renfrew como la sapient
paradox (Renfrew, 2008).
Si el cerebro ya había evolucionado con un importante
aumento de su volumen, notable incremento de la superficie de las áreas
corticales (sobre todo las asociativas), y alteraciones en la densidades
neuronales diferentes (que facilitando una mejor y más densa interconectividad
neuronal) ¿Porqué el desarrollo cultural se produce con posterioridad? Pocas
respuestas se han ofrecido desde la Arqueología, siendo la más tradicional la
que lo justifica por medio de mutaciones favorables, posteriores a los cambios evolutivos
ya mencionados y que favoreciese el desarrollo cultural (Klein 2003).
Las respuestas a tan
complejas preguntas, que en principio parecen fuera del quehacer de la
Arqueología, solo pueden responderse con un mínimo de conocimiento de la
realidad psicobiológica humana. Que tales conocimientos no se impartan en los
medios académicos no quiere decir que no existan, que sean muy importantes y
que, tarde o temprano, tendrán que abordarse dentro del campo de la Arqueología
cognitiva.
Decálogo
de la evolución cognitiva humana
Sus fundamentos interdisciplinarios permiten crear
una metodológica que facilite la elaboración de trabajos genéricos a partir de
los particulares datos del registro arqueológico, que en definitiva deben ser
la guía del desarrollo conductual humano. Se pueden establecer leyes generales
sobre la forma de crear y desarrollar la conducta humana, pero con la
suficiente flexibilidad como
para que se adapten a las particularidades, sociales y personales de cada
contexto arqueológico, y explicar la diversidad cultural y cognitiva como
características esenciales de la conducta humana:
1.- La evolución
biológica nos dota de unas capacidades funcionales innatas (capacidades
cognitivas elementales o básicas), tanto racionales (memoria, cierto nivel de
funciones ejecutivas, atención y percepción) como las emociones primarias (miedo, enfado, tristeza y alegría/felicidad, asco y sorpresa). Cualquier acción racional (individual o
social) siempre incluye un componente emocional (Ardila y Ostrosky-Solís, 2008; Rivera, 2009 y 2015).
2.- Nuestras
características neurológicas y psicológicas muestran la necesidad de un medio ambiente adecuado, que previamente
hay que crear (social, económico, tecnológico, lingüístico, etc.), para que las
capacidades cognitivas básicas (racionales y emocionales) se desarrollen
adecuadamente (Vygotsky, 1920; Luria, 1977; Rivera, 2009). Podría definirse como un nicho cultural o cognitivo
que posibilite tal desarrollo (Tomasello, 2007; Bickerton, 2009).
3.- Cuando la
evolución neurológica sea suficiente y las características ambientales
adquieran un nivel adecuado, pueden producirse nuevas capacidades de naturaleza
sociocultural, las cuales sólo existían como potencialidad. Son las capacidades
cognitivas emergentes (simbolismo,
autoconciencia, lenguaje, escritura, etc.) (Vygotsky, 1920; Edelman y Tononi, 2000; Searle 2000; Mora, 2001; Tomasello, 2007; Ardila y Ostrosky-Solís, 2008;
Renfrew, 2008).
4.- Este proceso es acumulativo,
constituyendo el acerbo cultural de cada población humana. Para su logro se
necesita cierta estabilidad
demográfica que facilite su perduración, transmisión generacional y
progreso.
5.- La existencia
de un lenguaje (primera conducta simbólica) es condición necesaria para
la formación, desarrollo y transmisión de todas las conductas simbólicas. El
pensamiento (racional y emocional), la conducta y el lenguaje son tres vertientes del mismo proceso psicobiológico que
va a caracterizar a los seres humanos.
6.- La evolución cognitiva y cultural es un continuum heterogéneo en el tiempo y en el espacio,
pues depende de diversos factores (capacidades y desarrollo cognitivo,
existencia de un lenguaje previo, medioambiente sociocultural, condiciones
demográficas, emotividad, etc.) que no siempre actúan con la misma intensidad,
ni tienen igual desarrollo temporal y espacial. Lo que en un principio es común (base psicobiológica común), en su
desarrollo se diversificaría, lo que explica el aspecto de mosaico
(cultural, cognitivo y emocional) que caracteriza tales procesos.
7.- En este continuum se producen diversos estadios
intermedios, de los que desconocemos sus características precisas, pero que
podemos proponer hipotéticamente y contrastar con los datos conocidos del
registro arqueológico.
8.- Los conceptos y abstracciones que van a configurar la conducta
humana en todos sus niveles han de adquirirse de la observación del medio
ambiente en el que se vive, tanto de la propia naturaleza como de las
construcciones socioculturales que los grupos humanos vayan creando.
9. - Su aplicación
en la prehistoria debe realizarse exclusivamente con los datos que el registro
arqueológico nos ofrece, pues aunque sea limitado constituye el único rastro
real de lo que pudo suceder en el pasado.
10. - Exaptación,emergencia y coevolución como los mecanismos evolutivos que van a
configurar las características de la evolución cognitiva humana.
-
Exaptación es la estructura de un organismo que evoluciona originalmente
como un rasgo que provee adaptación en unas determinadas condiciones. Con posterioridad
comienza a ser utilizado y perfeccionado para otra finalidad.
-
Emergencia es la propiedad que se puede explicar como una nueva
capacidad adquirida por la suma funcional de los elementos del sistema; pero no
es una propiedad de ninguno de los elementos individuales, ni un imple agregado
de las propiedades de estos elementos.
- Coevolución o la modificación recíproca que dentro de los
organismos de una misma especie se causan entre sí sus diferentes sistemas y
aparatos (o conjunto de órganos) anatómicos o fisiológicos.
Toda la variación conductual
paleolítica puede explicarse mediante la aplicación de estos diez conceptos.
Solo hay que aplicarlos como forma explicativa, pues su fundamento se basa en
el análisis interdisciplinario/transdisciplinario de la realidad psicobiológica
humana ya analizada en otras entradas (Mecanismos de evolución cognitiva).
- Ardila, A.;
Ostrosky-Solís, F. (2008), “Desarrollo Histórico de las Funciones Ejecutivas”. Revista
Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, 8 (1), pp. 1-21.
- Bickerton, D. (2009): Adam´s Tongue: How Humans Made Language, How Language Made Humans.
Hill and Wang. New York.
- Damasio,
A. (2010): Y el cerebro creó al hombre. Barcelona.
Destino
- D’Errico, F. and Stringer, Ch. B. (2011): “Evolution,
revolution or saltation scenario for the emergence of modern cultures?” Philosophical Transactions B. 366,
1060–1069.
- Edelman, G. M. y Tononi,
G. (2002): El universo
de la conciencia. Barcelona. Crítica.
- Kandel, A.;
Bolus, M.; Bretzke, K.; Bruch, A.; Haidle, M.; Hertler, Ch. and Märker, M.
(2015): “Increasing Behavioral Flexibility? An Integrative Macro-Scale Approach
to Understanding the Middle Stone Age of Southern Africa”. J Archaeol Method
Theory.
- Klein, R. G. 2003: “Whither the
Neanderthals?”. Science 299, 1525–1527.
- Luria,
A. R. (1977):
Conciencia y lenguaje. Madrid. Pablo del Río.
- Mora, F. (2001): El reloj de la sabiduría. Tiempos y
espacios en el cerebro humano. Madrid. Alianza.
- Renfrew, C. (2008): “Neuroscience,
evolution and the sapient paradox: the factuality of value and of the sacred”.
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- Rivera, A. (2009): Arqueología del
lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
- Rivera, A. (2015): “Arqueología de las emociones”. Vínculos de
Historia, núm. 4, pp 41-61. UCLM.
- Searle,
J. R. (2000):
El misterio de la conciencia. Barcelona. Paidos.
- Tomasello, M. (2007): Los orígenes
culturales de la cognición humana. Buenos Aires.
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- Vygotsky, L. S. (1920): El desarrollo
de los procesos psicológicos superiores. Barcelona. Crítica.