Recientemente se han publicado diversas noticias sobre el inicio del Paleolítico Superior en Europa, con un contenido totalmente opuesto. Podemos preguntarnos cómo es posible que exista tal antagonismo científico sobre el origen de la conducta moderna en este periodo, pues da la impresión de una notable falta de medios que limiten las posibles teorías. La respuesta puede ser la falta de datos arqueológicos que confirmen una u otra de las diversas teorías que sobre su inicio existen. Aunque también puede ser la persistencia de modelos arqueológicos tradicionales, los cuales omiten cualquier otra forma de análisis que utilicen métodos y formas no tradicionales en el estudio de la conducta humana.
En este sentido, se ha publicado en el Journal Human Evolutión opiniones que ponen en duda la autoría del Neandertal en la conducta moderna europea, incluso de las tecnologías tradicionalmente relacionadas con él y pertenecientes al Paleolítico Superior (Chatelperroniense y Uluzziense). (Bar-Yosef y Bordes, 2010: Who were the makers of the Châtelperronian culture?). Básicamente ponen en duda la integridad de la estratigrafía de Grotte du Renne (Arcy-sur-Cure) y St. Césaire (La Roche à Pierrot), dudando de su atribución al Neandertal de las tecnologías asociadas. Podemos leer un comentario en el blog de Julien Riel-Salvatore.
En un sentido totalmente opuesto, otros autores han manifestado que el Neandertal fue el único autor del inicio del Paleolítico Superior, excluyendo totalmente a los HAM. Tal afirmación engloba a la tecnología laminar, tipología del último periodo paleolítico, creación de los adornos y, por supuesto, del origen del arte que tanto va a caracterizar a Europa en este periodo. (Clausura del ciclo de conferencias de arqueología de Ramales de la Victoria, organizado por los Cursos de Verano de la UC). Los miembros del equipo de investigación de la cueva de El Castillo (Puente Viesgo) fundamentan su hipótesis en la falta de fósiles pertenecientes a los HAM en el inicio del Paleolítico Superior. Así, mientras no se encuentren, los neandertales serían quienes sentaron las bases de los hallazgos técnicos y del arte prehistórico, por lo que los HAM no tuvieron nada que ver en la evolución de la cultura en este periodo.
Naturalmente cada uno puede creer lo que quiera, pero a la Prehistoria no le pueden interesar ni creencias ni querencias, sino razonamientos fundamentados lo mejor posible. Para su logro parece lógico que se utilicen todos los medios teóricos que a nuestra disposición existen, lo que pocas veces se cumple.
El escaso uso de los medios arqueológicos de la Arqueología cognitiva es otra de sus características académicas tradicionales, pues dudan o prefieren ignorar su utilidad en la estructuración del yacimiento, el desarrollo conductual de los humanos que lo crearon, los problemas demográficos, el inicio del simbolismo de todo tipo y, en definitiva, sobre las causas y motivos que originaron nuestra evolución cultural. Sin duda las dos anteriores y contradictorias manifestaciones constituyen un buen ejemplo de lo mencionado. La exclusividad de los métodos de estudio tradicionales de la Arqueología y, lo que es peor, el uso parcial de los datos arqueológicos que nos interesan y la omisión de aquellos que podrían poner en duda nuestras afirmaciones, conducen el desarrollo teórico de la Arqueología paleolítica a un enfrentamiento dialéctico con poco futuro. Esta discusión, al tener unas características teóricas muy cerradas a otros medios que podían decir mucho sobre tales problemas, impide su amplitud metodológica y la posibilidad de ampliar nuestro abanico de herramientas que poder utilizar el conocimiento de nuestro comportamiento en este lejano periodo. No hay que olvidar que las ciencias que precisamente se utilizan en el estudio de la conducta humana (Psicología, Neurología, Sociología, Biología evolutiva, Lingüística, etc.) deberían, de forma conjunta, participar activamente en el estudio de la evolución humana. Pero no de una forma tangencial y esporádica, sino activamente. Sus métodos, al ser interdisciplinares, podrían marcar las conclusiones sobre la formación cultural de las comunidades humanas de todos los tiempos.
Este es el camino emprendido por la Arqueología cognitiva (orientación psicobiológica), pero su éxito no depende de la mejor o peor elaboración de sus principios teóricos, sino de la utilización de los interesados en el conocimiento de las sociedades humanas del Paleolítico. En este sentido, publiqué un artículo en la revista de la UNED (Espacio, Tiempo y Forma) en la que expongo las conclusiones que obtuve de la aplicación de las conclusiones psicobiológicas al global registro arqueológico de este complejo periodo (Rivera, 2009).
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