viernes, 18 de junio de 2010

Estructuralismo funcional

Existe una gran dificultad en el análisis de la percepción de la realidad que pudieron tener los seres humanos en la Prehistoria. Esta dificultad sería la consecuencia de la subjetividad con que se afronta la interpretación de los datos obtenidos en los yacimientos, y la carencia de un método adecuado para poder realizar tal estudio con las máximas garantías que nos pueda ofrecer la ciencia actual.

Realmente es muy difícil poder comprender procesos (cognitivos o mentales en este caso) de los que desconocemos su forma de origen y forma de desarrollo. Sin un método (científicamente fundamentado) que nos elimine en lo posible la subjetividad humana que a todos nos influye, es muy difícil analizar las formas de desarrollo cognitivo que pudieron ocurrir en el Paleolítico. Sólo podemos pensar sobre lo que conocemos, lo ignorado es como si no hubiera existido, aunque tengamos la certeza de que algo si debió de ocurrir. Lo que pudo pasar en el Paleolítico para nosotros fue un complejo proceso del que desconocemos totalmente sus mecanismos de producción.

Intentando evitar estos problemas, algunos autores en el siglo pasado opinaron  que el Estructuralismo puede ser una posición al menos interesante, en su intento de estudiar objetivamente las conductas cognitivas, sociales y simbólicas de las sociedades humanas. Esta corriente teórica, basada fundamentalmente en la escuela antropológica de Lévi-Strauss, se centra en la aceptación de la existencia inconsciente de unas estructuras o modelos genéricos de funcionamiento que rigen los fenómenos humanos. Concretamente exponen que deben de existir unas estructuras de percepción de la realidad común a todos los grupos humanos, lo que implicaría que existe una relación material de la realidad con cierta percepción de ella. Tal relación (percepción o construcción social de la realidad) sería en principio semejante entre los seres humanos de una misma especie. Pero que en su posterior desarrollo se iría diferenciando en de la diferente complejidad socioeconómica. En este sentido, el Estructuralismo intenta realizar una interpretación objetiva, pues para él, el sujeto que se analiza no es importante, dado que está determinado socialmente, y el que lo estudia tampoco, pues sólo intenta descubrir códigos de sentido que le lleven a entender la percepción de la realidad del grupo observado (Hernando, 1999).

No obstante, todos somos concientes de la gran dificultad, teórica y practica, que tiene la materialización de tales proyectos. Este sería el principal motivo por el que existen numerosas dudas sobre su posible realización, al menos entre gran parte de los investigadores que centran sus acciones en el estudio de la Prehistoria. Además, su aplicación en el siglo pasado, concretamente en el análisis del arte paleolítico (Leroi-Gourhan), creaba una interpretación poco convincente, pues se fundamentaba en unas conceptos que no podían superar la subjetividad que pretendían corregir. La concepción de cómo funciona el cerebro no puede originarse desde perspectivas conscientes, es decir, desde nuestro propio pensamiento, sino desde la aplicación de ciencias aplicadas a ello (Neurología).

En este sentido, Francis Harry Crick (1916-2004), premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1962 por su contribución al descubrimiento de la estructura del ADN, expone que la razón no es suficiente para entender nuestra realidad neurológica, teniendo una gran capacidad de autoengañarnos acerca del funcionamiento cerebral en relación con el mundo en el que vivimos y consigo mismo, pues lo que conocemos del cerebro es sólo una pequeña parte de su compleja dimensión. (Crick, 1987: 220-228). El desarrollo de la Neurología ha puesto en evidencia que utilizar simplemente nuestro razonamiento, como único método en cómo pudo ser la conducta y el simbolismo de nuestros antepasados, puede llevarnos a conclusiones erróneas.

La idea de utilizar las características neurológicas y psicológicas comunes en el género Homo sigue siendo una alternativa coherente en el intento de comprender nuestra conducta en tan lejanos tiempos.

La Arqueología cognitiva (orientación psicobiológica) se basa en estos fundamentos estructuralistas, pero sólo en principio, pues serán las características psicobiológicas de nuestra especie las que marcaran el desarrollo cognitivo que nos caracteriza. Así, lo que en principio es común (la herencia evolutiva de nuestras capacidades cognitivas), en su desarrollo se iría diversificando dependiendo de las características medioambientales (físicas, sociales, culturales, simbólicas, económicas, etc.) en el que se vive, lo que explica el enorme abanico de conductas humanas que vemos en la Historia.
En este sentido, podemos definir a la Arqueología cognitiva como el estudio arqueológico que, apoyado por diversas ciencias relacionadas con la conducta humana (Psicología, Neurología, Biología evolutiva, Sociología, Lingüística), intenta comprender el origen y desarrollo de la conducta simbólica humana a lo largo de su proceso evolutivo.



Esta visión metodológica de la Arqueología cognitiva tiene como meta el uso articulado de estas ciencias con el fin de desarrollar un método, lo más objetivo posible, para usar en la interpretación de los elementos arqueológicos. Sólo con una estructura metodológica preestablecida, basada en un mejor conocimiento sobre las estructuras psicobiológicas del ser humano, es como podremos intentar comprender los hechos prehistóricos con la mayor imparcialidad posible.

Estas estructuras serían las responsables de la forma de originar y evolucionar de la conducta humana, cuyas reglas generales ya se expusieron en otro momento: nociones de psicobiología humana (Neurología y Psicología). Su utilización favorece la producción de un modelo multidisciplinar de evolución conductual y simbólica. Modelo que ya se ha aplicado en diversos problemas interpretativos del Paleolítico.

* CRICK, F. H. (1987): Reflexiones en torno al cerebro. En El cerebro. Libros de Investigación y Ciencia, Ciencia Científica, Barcelona.
* HERNANDO, A. (1999): Percepción de la realidad y Prehistoria, relación entre la construcción de la identidad y la complejidad socio-económica en los grupos humanos. Trabajos de Prehistoria, 56 (2): 19-35.
* RIVERA, A. (2002): “Arqueología cognitiva. Elaboración sobre un modelo psicobiológico sobre el origen y desarrollo de la conducta simbólica humana. Su aplicación en la transición del Paleolítico medio al superior”. Tesis doctoral inédita.Departamento de Prehistoria de la UNED, Madrid.

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