lunes, 5 de octubre de 2009

Arqueología cognitiva


El concepto de Arqueología cognitiva ha sufrido diversas interpretaciones, quedando algunas muy poco desarrolladas y explicadas. En principio, no puede simplemente limitarse al intento de conocer los pensamientos que tuvieron los seres humanos en épocas pasadas o, de una forma más genérica, del análisis de la forma de pensar de los mismos, sino que trata de adquirir el mejor conocimiento posible de cómo durante el curso de la evolución humana fueron creándose y desarrollándose las capacidades cognitivas que, a la larga, dieron lugar a un comportamiento tan complejo y significativo.


Es de sobre conocido que en las últimas décadas del siglo XX el desarrollo metodológico de la Arqueología ha sido notable, tanto en los métodos de excavación como en los intentos de mejorar la interpretación de los restos que nos aportaban los yacimientos prehistóricos. En este periodo, existen dos grandes tendencias teóricas que se han significado por su importancia y trascendencia en este campo y que también han tratado de realizar, dentro de sus propios límites metodológicos, el análisis de estos procesos mentales.


El Procesualismo o Nueva Arqueología que, en sus intentos de conocer los fenómenos relacionados con la cognición de las sociedades pasadas, produjo cierta controversia entre sus propios seguidores. Así, mientras unos como L. Binford (1965) no quisieron realizar estudios cognitivos por considerarlos paleopsicología, otros como C. Renfrew (1993) propusieron recuperar este tipo de estudios a través de su Arqueología Procesual-Cognitiva. En general, los arqueólogos procesuales no intentaron comprender qué pensaban, sino cómo pensaban, es decir, se centran en el estudio de los posibles procesos mentales que dieron lugar a su conducta. La forma en que realizaron estos estudios se fundamentaba en la realización de un estudio objetivo del fenómeno de la cognición, con el fin de analizar cómo se produce tal proceso.

En esta línea interpretativa Renfrew (1993) realiza un estudio sobre la forma en que se han utilizado los símbolos en las relaciones sociales y en los productos tecnológicos, con el fin de regular comportamientos. Mientras que S. Mithen (1996) enfoca el problema en la manera en que la mente pudo estar organizada, como causa fundamental de la conducta humana. Sin embargo, existen dos grandes problemas que no pudieron solucionar. Primero, la falta de objetividad de los estudios que realizan, pues no pueden dejar de reflejar conceptos y formas de pensar actuales. Segundo, la falta de método que pueda realizar tal intento con un mínimo de objetividad aceptable.

Los Postprocesualistas o Arqueología Interpretativa, ante la imposibilidad de evitar la subjetividad de la mente del investigador, abandonaron los intentos de comprensión sobre la percepción de la realidad que pudieron tener los seres humanos en épocas pretéritas. Los fracasos al crear leyes generales para el comportamiento humano, hicieron que la interpretación del mismo recaiga en el análisis detallado y particular de cada determinado contexto donde, se quiera o no, siempre aparece la ideología de la sociedad actual y las propias preconcepciones del arqueólogo. Sin embargo, siguieron sin un método para realizar su intento.

La falta de objetividad que presentan estos métodos, a pesar de su propia crítica en tal sentido, es la causa de que otros autores intentaran otros caminos interpretativos, pues las dos vías anteriores atribuyen a los hechos ocurridos en la Prehistoria el sentido que para nosotros tiene la realidad, derivada de nuestra propia experiencia (Hernando, 1999). Realmente es muy difícil, por no decir imposible, poder comprender procesos (cognitivos o mentales en este caso) de los que desconocemos su forma de origen y forma de desarrollo. Sin un método (científicamente fundamentado) que nos elimine en lo posible la subjetividad humana que a todos nos influye, es muy difícil construir formas de desarrollo cognitivo. Sólo podemos pensar sobre lo que conocemos, lo ignorado es como si no hubiera existido, aunque tengamos la certeza de que algo si debió de ocurrir. Lo que pudo pasar en el paleolítico para nosotros fue un complejo proceso del que desconocemos totalmente sus mecanismos de producción.

Intentando evitar estos problemas, algunos autores opinan que el Estructuralismo puede ser una posición al menos interesante, en su intento de estudiar objetivamente las subjetividades cognitivas, sociales y simbólicas. Esta corriente teórica, basada fundamentalmente en la escuela antropológica de Lévi-Strauss, se centra en la aceptación de la existencia inconsciente de unas estructuras o modelos genéricos de funcionamiento que rigen los fenómenos humanos. Deben de existir unas estructuras de percepción de la realidad común a todos los grupos humanos, lo que implicaría que existe una relación material de la realidad con cierta percepción de ella, por lo que interesa el estudio de esta percepción o construcción social de la realidad, que es distinta en grupos humanos con diferente complejidad socioeconómica (Hernando, 1999). En este sentido, el Estructuralismo intenta realizar una interpretación objetiva, pues para él, el sujeto que se analiza no es importante, dado que está determinado socialmente, y el que lo estudia tampoco, pues sólo intenta descubrir códigos de sentido que le lleven a entender la percepción de la realidad del grupo observado (Hernando, 1999).

De todas maneras, todos somos concientes de la gran dificultad que tiene la materialización de tales proyectos, motivo por el cual existen numerosas dudas sobre su posible realización por gran parte de los investigadores que centran sus acciones en el estudio de la Prehistoria. Aunque ¿cuándo las trabas de la ciencia oficial han impedido el avance metodológico y teórico de sus contenidos?

La Arqueología cognitiva (orientación psicobiológica) se basa en estos fundamentos estructuralistas, pero sólo en un principio, pues serán las características psicobiológicas de nuestra especie las que marcaran el desarrollo cognitivo que nos caracteriza. Lo que en principio es común, en su desarrollo se iría diversificando. La forma de desarrollo depende en mucho de las características medioambientales (culturales, sociales, demográficas, lingüísticas, etc.), lo que explica el enorme abanico de conductas humanas que vemos en la historia.

Por tanto, podemos definir a la Arqueología cognitiva (orientación psicobiológica) como el estudio arqueológico que, apoyado por diversas ciencias relacionadas con la conducta humana (Psicología, Neurología, Biología evolutiva, Sociología, lingüística), intenta comprender el origen y desarrollo de la conducta simbólica humana a lo largo de su proceso evolutivo. Esta visión metodológica de la  Arqueología cognitiva tiene como meta el desarrollo un método, lo más objetivo posible, de interpretación de los elementos arqueológicos pasados. Sólo con una estructura metodológica preestablecida, basada en un mejor conocimiento sobre las estructuras psicobiológicas del ser humano, es como podremos intentar comprender los hechos prehistóricos con la mayor imparcialidad posible. El siguiente esquema puede aclarar los cometidos metodológicos de la Arqueología cognitiva que expongo.


* BINFORD, L.R. (1965): Archaeological systematies and the study of culture process. American Antiquity. 31 (2): 203-210.
* HERNANDO, A. (1999): Percepción de la realidad y Prehistoria, relación entre la construcción de la identidad y la complejidad socio-económica en los grupos humanos. Trabajos de Prehistoria, 56 (2): 19-35.
* MITHEN, S. (1998): Arqueología de la mente. Crítica. Barcelona.
* RENFREW, C. (1993): Cognitive Achaeology: some thoughts on the Archaeology of Thought. What is Cognitive Archaeology?. Cambridge Archaeological Journal, 3: 248-250.
* RIVERA, A. (2002): “Arqueología cognitiva. Elaboración sobre un modelo psicobiológico sobre el origen y desarrollo de la conducta simbólica humana. Su aplicación en la transición del Paleolítico medio al superior”. Tesis doctoral inédita. Departamento de Prehistoria de la UNED, Madrid.

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