viernes, 26 de junio de 2009

Estudio del comportamiento paleolítico.

La incertidumbre en la atribución de los yacimientos correspondientes al periodo de transición paleolítica (45-35.000 BP) es el principal enemigo de todos los interesados en este complejo periodo. Cada autor tiende a llevar los datos que aportan las excavaciones arqueológicas a su propia idea de cómo fue la transición. En esta subjetividad científica, muchas veces inconsciente, nos encontramos todos, pues es consustancial con la propia forma de razonar del ser humano, donde la emotividad y el interés siempre juegan un papel no siempre reconocido. Sólo existen dos formas de poder sortear este peligro, aunque únicamente para alcanzar un nivel de certeza simplemente razonable, y no de forma absoluta.


1.- La primera consiste en encontrar restos humanos claramente diagnosticables (HAM o neandertales), dentro de unos niveles estratigráficos igualmente bien definidos y sin muestras de alteraciones posdeposicionales. Pero tal posibilidad depende de la suerte, del mantener o incrementar el ritmo de excavaciones, y de encontrar nuevos métodos de identificación ósea. En este último sentido recientemente se han encontrado una nueva forma de conocer las diferencias morfológicas y estructurales en los fósiles pertenecientes a estos dos grupos humanos (Shara E. Bailey Timothy D. Weaver y Jean-Jacques Hublin, 2009). Pero su desarrollo en este campo aún está por realizarse. Se centra en la diferenciación de los dientes, lo que es bueno, pues estos restos óseos son los que más existen en los yacimientos, al ser más resistentes a la destrucción biológica. La noticia puede leeerse en el Mundo Neandertal.

2.- La segunda pasa por conocer la realidad psicobiológica de los dos grupos, es decir, ver su similitud o disparidad, y, si es posible, en qué son diferentes respecto de sus capacidades cognitivas. Sobre el papel esta última forma parece mucho más difícil, pero en realidad no lo es tanto, pues no depende del azar de los descubrimientos óseos, sino de la utilización coordinada de la información científica que aportan las ciencias que estudian el comportamiento humano (Psicología, Neurología, Sociología).


Su principal inconveniente es la diferente interpretación que de los datos arqueológicos ofrecen distintos autores. Efectivamente, al realizarse bajo hipótesis científicas diferentes, se llega a distintas conclusiones (por no decir opuestas), dependiendo de la atribución de tales datos a uno u otro grupo humano, o al desestimar información crítica por alteraciones diversas en la estratigrafía de los yacimientos, como ya vimos anteriormente.


Lo primero que hay que hacer es intentar llegar a normas generales de comportamiento, si es que existen, que nos permitan distinguir la clara atribución de un yacimiento a una u otra población humana. Para ello es necesario analizar el mayor número de yacimientos posible, para que sean una población estadísticamente representativa. El objetivo de este amplio y genérico estudio es el de intentar comprender las características generales del comportamiento de las dos poblaciones, para poder compararlas y atribuir (al menos como otro dato fundamentado) tal actividad a uno u otro grupo de población (HAM o Neandertales).


El estudio no se limita a los datos tecnológicos del yacimiento, sino que intenta abarcar toda la información que podamos extraer respecto de la conducta que indirectamente esté reflejada en el registro arqueológico (exportación de materias primas, relaciones con otros grupos más o menos próximos, materias primas usadas, cambios de comportamiento tecnológico, explotación logística del territorio, etc.).


A continuación hay que ver que capacidades cognitivas son necesarias para poder realizar los datos arqueológicos que hemos observado en los yacimientos, tanto de un grupo como en el otro. La conclusión sería intuir que diferentes grado de desarrollo cognitivo existe entre ellos, pero sólo en aquellas capacidades que puedan rastrearse por este complejo método. Aunque parece complejo, con una mínima, pero imprescindible conocimiento sobre las capacidades cognitivas humanas, es posible comenzar a realizarlo.


En este sentido, he publicado recientemente dos estudios (Rivera, 2008, 2008a) que intentan comenzar dicho análisis, aunque su difusión por Internet aún no es posible he colgado en mi página web (Arqueologia cognitiva: orientación psicobiológica. Noticias) unl texto similar al correspondiente del artículo de la Revista Portuguesa de Arqueología. No obstante, cierta información sobre estos problemas y su método de estudio si está reflejada el libro (Arqueología del lenguaje. Rivera, 2009).


* Bailey, S. E.; Weaver, T. D.; Hublin, J. J. (2009): “Who made the aurignacian and other early upper paleolithic industries?” Journal of Human Evolution.
* Rivera, A. (2008): “Relación entre Cromañones y Neandertales”. Un enfoque cognitivo. Zephyrus, LXI (1).
* Rivera, A. (2008a): “Cognición y conducta de neandertales y humanos modernos”. Revista Portuguesa de Arqueología, Vol. 11(1). * Rivera, A. (2009): Arqueología del Lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal, Madrid.

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