lunes, 9 de enero de 2012

Arte paleolítico. Consideraciones sobre su estudio


El arte paleolítico siempre ha tenido un significado y tratamiento especial en los estudios prehistóricos, siendo uno de los temas de la conducta paleolítica sobre el que más se ha escrito, analizado y discutido. Sin embargo, no se han conseguido unas conclusiones consensuadas y fundamentadas sobre su origen, motivos de desarrollo y, sobre todo, significado. Es posible que las causas que han generado tal situación sean de múltiple origen, dificultando enormemente su realización. Se pueden destacar los siguientes problemas que más que ayudar han impedido el desarrollo de sus conclusiones:

I - Enfocar su estudio como una conducta excesivamente independiente de la conducta simbólica humana. Su estudio suele realizarse con una importante independencia del común desarrollo simbólico de cada población paleolítica. Se ha estudiado de forma aislada de los posibles y variados grupos humanos que lo creó, usó y desarrolló, posiblemente porque muchas veces los estudios prehistóricos se han limitado al análisis de los restos arqueológicos, obviando el estudio de las capacidades cognitivas y simbólicas de sus creadores. Tanto es así, que ha formado una estructura doctrinal independiente, como asignatura, ciencia o simplemente “arte”, siendo analizado desde los aspectos puramente artísticos (estilo, cronología, artistas, técnicas, pinturas, etc.). Pocas veces ha sido estudiado como una manifestación más del simbolismo humano en general, propio de una sociedad en un tiempo y espacio determinado. Tendría que estar relacionado con el simbolismo que vemos en otras manifestaciones, o la falta de ellos (adornos, tumbas, ajuares, cambios socioeconómicos, tecnología más flexible y razonada, etc.). Constituye una parte del simbolismo humano, por lo que su origen y desarrollo estaría en consonancia con el origen y desarrollo del simbolismo humano en general.

II - No establecer una correlación cognitiva y conductual entre el desarrollo del simbolismo y la conducta social, tecnológica y económica de los grupos humanos que la crearon. El desarrollo cognitivo que favorece uno de estos aspectos estaría íntimamente ligado al que es capaz de evolucionar el otro. Una constante en la Neurología actual es que las funciones neurológicas están siempre funcionando constantemente e interrelacionadas entre sí, pues no existen núcleos o zonas neurológicos especializados en una sola función. La funcionalidad psicobiológica y sus consecuencias (conducta) es una realidad que siempre hay que tener en cuenta. Es decir, el desarrollo simbólico siempre se produce con cierto desarrollo tecnológico y socioeconómico, consecuencia de la existencia de una mayor flexibilidad conductual y racionabilidad en el pensamiento (Hernando, 1999). Es muy difícil admitir un simbolismo religioso en el Paleolítico medio (tumbas, ajuares, conceptos de otros mundos espirituales, etc.) cuando su desarrollo socioeconómico y tecnológico está mucho más cerca de las formas primitivas del la humanidad que del desarrollo visto en el mismo inicio del Paleolítico superior (Rivera, 2010).

III - Intentar explicarlo como si fuera un proceso de causa única en todo el tiempo y espacio paleolítico, mostrando una gran falta de flexibilidad explicativa y teórica. Se utilizan enfoques dogmáticos e inamovibles, casi siempre expresando una única causa de todo el arte paleolítico. Los recientes descubrimientos (manifestaciones al aire libre, mejores cronologías, estudios estilísticos y técnicos más detallados y mejor comprensión del contexto arqueológico) van ofreciendo un panorama de clara manifestación social (de tipo o tipos aún no determinado), una múltiple causalidad en su origen y desarrollo y la posibilidad de diversas funciones en su uso. Incluso hay que comprobar que tales procesos fueron o no los mismos en los diversos periodos en los que tradicionalmente subdividimos al Paleolítico superior. La idea de que tales manifestaciones gráficas formen parte de un sistema de comunicación social específico, se conoce desde el último tercio del siglo pasado. Su significado, más que en las características de las propias pinturas, puede estar en las particularidades sociales de sus autores, fenómeno que poco a poco se va imponiendo. Igualmente, su relación con conductas espirituales y/o religiosas parece un concepto que tampoco puede obviarse. Así, las motivaciones que las crearos serían con toda seguridad de diverso origen, siendo además heterogéneas en su desarrollo espacial y temporal desde su mismo origen. Estas connotaciones sólo pueden aclararse dentro de cada contexto arqueológico determinado y con el uso de una metodología arqueológica apropiada.

IV - Pretender que las motivaciones actuales podrían ser las mismas que las del pasado, naturalmente sin aportar absolutamente nada que corrobore mínimamente tal suposición. Resulta extraño que se estén volviendo a usar las comparaciones etnológicas para analizar sus significados, sin tener detrás de tales estudios unos supuestos científicos que puedan avalar tal suposición. En el estudio de las poblaciones actuales, pero con unas formas culturales calificadas como primitivas, se ha podido comprobar que presentan un pensamiento diferente al considerado como moderno o actual, a pesar de que no existan diferencias anatómicas ni cognitivas entre ellos y nosotros. Estas poblaciones tienen una clara base simbólica en su estructuración lingüística y cognitiva, pero manifiestan unas características distintas y propias. Deben existir unas estructuras de percepción y procesamiento de la realidad común a todos los grupos humanos (capacidades cognitivas innatas), lo que implicaría que existe una relación material de la realidad con cierta percepción de ella. Sin embargo, la forma en que esta percepción y procesamiento de la realidad va a dar lugar a la construcción social es distinta en grupos humanos con diferente complejidad socioeconómica y cultural (desarrollo cognitivo dependiendo del medio ambiente) (Hernando, 1999; Rivera, 2010).

V – Sin embargo, creo que la causa principal de la dificultad del estudio del arte paleolítico es la falta de un método adecuado para estudiar la conducta humana en conjunto, y no sólo en este aspecto simbólico, pues todo estaría relacionado. Siempre tenemos que tener en cuenta que en el análisis de la conducta humana durante el Paleolítico es imposible adquirir una certeza absoluta en las conclusiones que alcancemos. El hecho de que sólo podamos obtener información de procesos indirectos, escasos y de difícil interpretación, son motivos suficientes para entender tal afirmación. Sin embargo, cualquier conclusión que esté fundamentada en una serie de evidencias arqueológicas bien documentadas, que se expliquen con una metodología basada en un estudio interdisciplinar con el suficiente poder explicativo como para formar una tesis razonada, puede ofrecernos un nivel de certeza aceptable. Este estudio interdisciplinar debe tener siempre en cuenta que entre las ciencias psicobiológicas se tiene claro que no es lo mismo tener unas capacidades cognitivas que desarrollarlas, las primeras son una consecuencia evolutiva y anatómica y lo segundo un desarrollo de tales facultades innatas en función del medio ambiente en el que se ha nacido y desarrollado. Se nace con capacidades y éstas se desarrollan con su constante interacción con el medio ambiente. Por tanto, debe articularse entre las ciencias que estén en relación con el análisis de la conducta humana (Psicología, Neurología, Biología evolutiva, Ciencias sociales, Lingüística, Demografía, etc.). La subjetividad, en estos estudios, es nuestro mayor enemigo siendo muy difícil de superar, o por lo menos mitigar su influencia. Con esta visión la única manera de estudiar los valores cognitivos (donde la conducta simbólica es la mayor manifestación) es creando un modelo teórico que escape de los aspectos particulares de la cultura, centrándose en los factores comunes o estructurales de nuestra especie que se aplica a los humanos actuales y del paleolítico, es decir, usando el estructuralismo funcional (neurológico y cognitivo) común en todos los humanos.

VI - El estudio del desarrollo simbólico debe de guiarse por los datos que nos ofrece el registro arqueológico en cada momento y lugar. El momento histórico en el que la conducta humana va a comenzar a presentar una clara y notoria diferenciación cultural corresponde con el inicio del Paleolítico superior (lo que no excluye que en periodos más antiguos no existieran diferencia culturales o de manifestación cognitivas, pues existieron aunque con mucha menor significación arqueológica). El arte es, sin duda, una manifestación simbólica más de las muchas que se van a producir en ese momento, y que por sus características artísticas (en el concepto actual) ha tenido una repercusión especial. Los diversos caminos, que tal simbolismo pudo desarrollar, sólo podemos intuirlos con los datos del registro arqueológico, pero deben ser interpretados por un modelo explicativo de la realidad cognitiva humana. La realidad es que en Prehistoria casi siempre se ha obviado el estudio del ser humano como un ser biológico dotado de una características cognitivas o psicológicas, que van a ser, en todo momento, las que van a conformar su conducta, útiles, pinturas, grabados y todas las manifestaciones que encontramos en los yacimientos. El estudio de la aparición de los conceptos de la individualidad, tiempo y espacio son imprescindibles para cualquier análisis del simbolismo humano. Esto, junto con un estudio arqueológico y social más detallado de las manifestaciones gráficas, pueden ser las claves para que podamos elaborar una teoría sobre el origen del arte prehistórico con un nivel de certeza aceptable, aunque con un carácter general difícil de superar.


Conclusiones: Su análisis debe pasar inexorablemente por un mejor conocimiento del contexto arqueológico en donde se crearon (emplazamientos territoriales y en contextos temporales), pues las manifestaciones gráficas son parte de un sistema de comunicación sobre las formas de vida y organización social de los seres humanos, cuyo significado sólo puede ser interpretado por los componentes sociales instruidos en tal sistema comunicativo. Esto, junto con un nuevo y mejor tratamiento arqueológico (metodología) sobre estas manifestaciones puede ofrecernos unos resultados más coherentes y fundamentados que los realizados con anterioridad.

La Arqueología cognitiva (Orientación psicobiológica) que propongo, va encaminada a entender las pautas generales de la formación del pensamiento humano en la prehistoria, no en qué pensaban los humanos de entonces. La estructuración del pensamiento basada en la individualidad, tiempo y espacio son procesos ampliamente aceptados por la neurología y psicología actuales, pero que, por causas de aislamiento doctrinal, no ha llegado aún a introducirse en el mundo de la prehistoria, tiempo y lugar donde se iniciaron y desarrollaron tales conceptos.

Estas consideraciones metodológicas ya se han usado en la interpretación del posible simbolismo de los enterramientos y antropofagia del Paleolítico medio (Rivera, 2010), donde se especifica el método interdisciplinario que puede usarse en el análisis de las manifestaciones gráficas. 
En el contexto simbólico de la transición e inicio del Paleolítico superior, he realizado un trabajo sobre tales manifestaciones usando el método anteriormente reseñado. Para su realización ha colaborado alguien que conoce perfectamente el registro arqueológico de tal periodo, como es el caso del profesor de la UNED Mario Menéndez. El trabajo está ya realizado, y publicado en el número 4 (Nueva temporada) de la revista Tiempo, Espacio y Forma de la UNED.


* HERNANDO, A. (1999): “Percepción de la realidad y Prehistoria, relación entre la construcción de la identidad y la complejidad socio-económica en los grupos humanos”. Trabajos de Prehistoria. 56 (2), p. 19-35.