La complejidad de los estudios paleolíticos, donde la evolución cognitiva y cultural del género Homo es una constante irregular en el tiempo y en el espacio, requiere el apoyo de todas las ciencias que puedan aportar algo en su análisis. Pero lo que parece fácil de decir es muy difícil de realizar. En la actualidad, los estudios de carácter multidisciplinar parecen tener aceptación en el campo de la Arqueología, pues la comprensión de cualquier yacimiento requiere unos métodos y conocimientos que se escapan de los que tal ciencia puede ofrecer en solitario. Así lo han visto la mayoría de los que se dedican a estas tareas, siendo una constante la unión de los criterios arqueológicos junto con los propios de la Paleontología, Paleoclimatología, Paleoneurología, Biología evolutiva, Genética, Geología, aplicaciones de la propia Física y Química (dataciones), Biología en general, y de todo aquello que pueda aclarar en algo los datos obtenidos en los registros arqueológicos. Sin embargo, el fin primordial (conocimiento profundo de la conducta humana) de la propia investigación hace que las relaciones entre las diversas ciencias aplicadas sean complejas.
Cuando el fin es la propia documentación científica del yacimiento, la relación de las ciencias utilizadas (Arqueología, Paleontología, Paleoclimatología, Geología, Traceología, etc.) adquiere un tipo de enfoque científico que podemos definir como multidisciplinar. Una definición de tal proceso lo podemos ver en la Wikipedia: La multidisciplinariedad es una mezcla no integradora de varias disciplinas en la que cada una de ellas conserva sus métodos y suposiciones sin cambio o desarrollo de otras disciplinas en tal relación científica.
Los profesionales implicados en una tarea multidisciplinar adoptan relaciones de colaboración con objetivos comunes, pero su fin no incluye una correcta adaptación de todas ellas. El problema es estudiado desde varias disciplinas, pero las conclusiones de cada una de ellas pueden o no conectar con los logros obtenidos por las demás. Un buen ejemplo lo tenemos en diversos libros en los que diversos autores exponen sus teorías y estudios sobre un tema (p. e. evolución del simbolismo humano) sin que exista una coordinación articulada en busca de unas conclusiones comunes. Todos los estudios son multidisciplinarios, pero las conclusiones son independientes. Esto nos indica la necesidad de avanzar en el desarrollo y utilización de nuevas formas de trabajo que nos permitan alcanzar resultados mínimamente coordinados, pues todas las ciencias tienen un mismo fin (el estudio de la conducta humana).
En este sentido, aparece el concepto de la interdisciplinariedad que se entiende como la búsqueda sistemática de integración de las teorías, métodos, instrumentos, y, en general, fórmulas de acción científica de diferentes disciplinas, a partir de una concepción multidimensional de los fenómenos, y del reconocimiento del carácter relativo de los enfoques científicos por separado. Como es lógico, este segundo método de análisis científico es mucho más difícil de obtener que el multidisciplinar. Parece necesario pasar antes por la etapa multidisciplinar, pues presupone tomar correctamente las nociones pertenecientes a otros ámbitos para que sean realmente operativas en ellos. Sin embargo, la intromisión de una ciencia en un ámbito específico no implica el conocimiento de las diversas teorías que sobre tal u otro asunto de esta disciplina puede haber podido desarrollar. Esto ocurre en todas las ciencias aplicadas, siendo uno de los casos más llamativos, por explicar la evolución de la conducta de formas totalmente diferentes, el de la Psicología, donde existen diferentes tendencias usadas por la Arqueología (p. e. Psicología evolutiva; Psicología cognitiva por procesamiento de la información).
Actualmente, se ha desarrollado un nuevo concepto sobre interdisciplinariedad de las ciencias, denominado como la transdisciplinariedad y concebido como un principio para la unidad del conocimiento más allá de las disciplinas. La transdisciplinariedad es radicalmente distinta de la interdisciplinariedad. La interdisciplinariedad desborda las disciplinas pero sus objetivos aún permanecen en el seno de la trama de las investigaciones disciplinares. Sin embargo, la transdisciplinariedad implica aquello que está al mismo tiempo entre las disciplinas, a través de las diferentes disciplinas, y más allá de cada disciplina individual. La transdisciplinariedad implica la dinámica engendrada por la acción de varios niveles de la realidad a un mismo tiempo. Con este enfoque todo objeto de estudio o actividad humana no se compartimenta dentro de una disciplina determinada, sino que se asume su naturaleza plural que abarca a diferentes ramas científicas, siendo necesaria la exploración de todas ellas, con la intención de vencer todas las trabas convencionales y alcanzar un mejor conocimiento de nuestro mundo.
Problemas de realización
Si la interdisciplinariedad era difícil de lograr, esta tercera vía de estudio supone un grado de dificultad mucho mayor, así como una concepción científica poco desarrollada en nuestros medios académicos. Dentro del campo de la Prehistoria la utilización de estas formas de enfocar en estudio de la conducta humana en el pasado presenta un desarrollo escaso, prácticamente limitado los conceptos multidisciplinarios. La causa de este limitado desarrollo se debe a las complejas particularidades de su realización, organización y difusión, lo que hace que la mayoría de las veces se quede simplemente en unas buenas intenciones.
A. Creación. La interdisciplinariedad debe de estar formada por aquellas ciencias que más se relacionen con el tema de estudio y que, en conjunto coordinado, mejor puedan explicarlo. Lo que parece lógico pronto plantea los primeros problemas de su realización: ¿Quién la forma y que ciencias utilizaría?
Los problemas de su realización comienzan con la propia creación y dirección de estos equipos interdisciplinares. En los medios arqueológicos como es natural recae en el arqueólogo que vaya a dirigir la excavación (Arrizabalaga e Iriarte, 2006), prevaleciendo en su elaboración y organización el criterio de su formación académica y tradición arqueológica, lo que ya indica unos límites y costumbres.
La Prehistoria ha tenido un importante avance en las últimas décadas, en gran parte debido a la aportación de métodos analíticos por parte de ciencias ajenas a la Arqueología. Sin embargo, las disciplinas que tradicionalmente analizan el comportamiento humano en su origen, desarrollo y evolución en general han sido muy poco utilizadas, casi siempre dentro del marco de la multidisciplinariedad y casi nunca dentro de una plena interdisciplinariedad y transdisciplinariedad.
La simple aceptación de ciencias como la Neurología, Psicología, Sociología, Demografía, Lingüística y Biología evolutiva como parte fundamental de los estudios sobre el comportamiento humano es el inicio de los problemas de la propia interdisciplinariedad y, muchas veces, la causa de la elaboración de unas buenas intenciones pero escasos logros integradores. Hay que tener en cuenta que la integración teórica y práctica de estas disciplinas es el camino para indagar en el cómo y porqué del cambio y evolución cultural y cognitiva.
B. Organización. La organización de un equipo interdisciplinario supone un importante reto, pues los métodos, objetivos y elementos de estudio de las disciplinas que lo vayan a constituir al ser diferentes hacen muy compleja su interrelación doctrinal. Ni el prehistoriador suele conocer los fundamentos psicobiológicos del ser humano relacionados con la conducta, ni los psicobiólogos conocen la realidad conductual de los homínidos del paleolítico. Sin un mínimo conocimiento de estas disciplinas es muy difícil la armonización de sus contenidos, hecho que facilitaría el desarrollo de teorías mejor fundamentadas. Esto nos lleva muy lejos, pues implicaría la necesidad de cierto conocimiento sobre las ciencias que van a formar la interdisciplinariedad científica, lo que muy pocas veces se cumple por la enorme complejidad académica que conlleva.
Parece claro que toda interpretación realizada bajo una amplia y adecuada coordinación científica tendría más posibilidades de disminuir la subjetividad que impregna muchos de los trabajos principalmente humanísticos. Pero debe existir un requisito fundamental en toda síntesis interdisciplinar, pues inexcusablemente todas las ciencias que se utilicen deben tener unos fundamentos teóricos que no sean antagónicos. Si en esta confluencia de ciencias existiesen contradicciones teóricas, habría que pensar que alguna o varias teorías de las disciplinas usadas pudiera no ser correcta, pues en la explicación de la conducta humana no pueden coexistir conceptos generales claramente opuestos. Por supuesto, los datos arqueológicos no sólo deberían estar de acuerdo con las tales conclusiones teóricas, sino que la mayoría de las veces serían una guía del camino que la evolución cultural y cognitiva desarrolló en cada periodo y lugar histórico.
C. Difusión. Otro peligro que dificultaría su realización radica en la propia división (muchas veces con un grado enorme de aislamiento científico) metodológica que existe, pues impide comprender con detenimiento las conclusiones de tales estudios interdisciplinares. Quién no tenga el mínimo conocimiento sobre las ciencias que forman esta interdisciplinariedad tendrá grandes dificultades para entender sus conclusiones, por lo que las ignoraría o les prestaría poca atención. Si los centros académicos tampoco ponen los medios para que todos los que pasen por sus competencias científicas tengan la capacidad doctrinal para comprender la utilidad de su uso, es muy difícil que los autores que componen cualquier comunidad científica se interesen por los problemas tratados por una interdisciplinariedad que no entienden. Consecuentemente, si no hay demanda social y académica, es muy difícil que exista interés en superar las importantes dificultades que supone ponerse a la altura de tales estudios interdisciplinarios y más aún realizarlos.
Utilidad
Sobre su utilidad poco hay que añadir, pues creo que actualmente constituye un método imprescindible por dos aspectos fundamentales, aparentemente independientes, pero que en la práctica están totalmente interrelacionados:
- Académico o científico. Constituye la utilidad más conocida pues mejora sustancialmente el análisis de los datos analizados. Ofrece una visión mucho más amplia sobre los problemas a estudiar, con mayor flexibilidad y racionalidad en la forma de tratarlos. Estas mejoras facilitan una mayor seguridad en las conclusiones y, por consiguiente, una disminución de la subjetividad inconsciente.
- Personal. Todas las mejoras que he comentado en el apartado anterior son posibles al producirse en la mente de cada uno de los autores que componen la interdisciplinariedad, pues el abrir la mente a conocimientos dispares, pero confluentes en determinados problemas, facilita cierto desarrollo cognitivo que sólo puede entenderse ampliamente cuando se experimenta.
Por todo, creo que la interdisciplinariedad académica es un método científico imprescindible en la actualidad, por lo que debe expandirse y facilitarse en los medios académicos, no sólo para su realización sino para su comprensión por parte de la propia sociedad en general.
Realización práctica en Arqueología
La Arqueología cognitiva sólo puede tener un desarrollo si sigue los preceptos de la interdisciplinariedad. En este sentido, las ciencias que deben de ser tenidas en cuenta serían aquellas que presentan una importante relación con el estudio de la conducta humana, como serían la Neurología, Psicología, Sociología, Demografía, Lingüística y Biología evolutiva (componentes teóricos de la Arqueología cognitiva: orientación psicobiológica), pero con una coordinación que no excluya a ninguna de ellas.
* ANDREW, L. y CHARLES, R. P. (Ed.) (1996): Editorial introduction to Part III: “Ontogeny: symbolic development and symbolic evolution”. En Handbook of Human Symbolic Evolution. Clarendon Press. Oxford.
* ARRIZABALAGA,
A. e IRIARTE, M. J. (2006): “El Castelperroniense y otros complejos de
transición entre el Paleolítico medio y el superior en la Cornisa Cantábrica:
algunas reflexiones”. Zona arqueológica,
7, (1): 359-370.
* RIVERA, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
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