Todas las denominaciones (Auriñaciense de transición, Correziense, Auriñaciense 0, arcaico, Fumaniense, Protoauriñaciense, inicial antiguo, etc.) utilizadas a lo largo de estos últimos años sobre el inicio del Auriñaciense vienen a corroborar la dificultad del estudio del inicio del Paleolítico Superior en Europa. Efectivamente, con los medios que nos ofrece la Arqueología y la Paleontología y los escasos datos que tenemos es muy difícil llegar a conclusiones que puedan ser aceptados por la mayoría de la comunidad científica. Un importante defecto que adolecen estas ciencias es que no tienen en cuenta las características psicobiológicas de los seres humanos que crearon los restos que con tanto interés estudian. Con estas condiciones se utilizan conceptos culturales y simbólicos con escasa base científica, presuponiendo que todas las posibilidades conductuales pueden ser posibles, pues no hay nada (desde el punto de vista arqueológico y paleontológico) que lo impida. Se atribuyen capacidades cognitivas con un carácter casi innato, obtenidas por medio de procesos evolutivos adaptativos (selección natural) que muchas veces no encajan en los datos que tenemos en el registro arqueológico. Los conceptos como el simbolismo, el lenguaje moderno, conductas metafísicas son usados sin ninguna limitación psicobiológica. Así, cualquier ser humano (moderno o neandertal) pudo haber tenido conductas con estas características, con una amplia extensión y en cualquier periodo (p e. Los enterramientos musterienses considerados con ajuar, y por tanto con creencias de otra vida espiritual o metafísica, con la única base de nuestra objetiva interpretación). Hay que resaltar el profundo desconociendo sobre las causas que motivan su desarrollo y la forma en que nuestro sistema nervioso es capaz de producirlas (capacidades cognitivas emergentes, continuum evolutivo, nicho cultural y cognitivo, etc.).
Aunque parezca obvio, siempre hay que tener presente que todas las complejas conductas modernas no pueden ser posibles en todos los periodos históricos. Si logramos encontrar características humanas y ambientales que limiten o favorezcan su producción, no cabe duda que la interpretación de los hechos prehistóricos adquiriría otra dimensión y un mayor nivel de certeza.
¿Qué nos ofrece la Arqueología cognitiva? Precisamente unos patrones de adquisición y desarrollo de la conducta humana, conocidos por medio de nuestras propiedades psicobiológicas, es decir, por medio de la unión interdisciplinar de las ciencias que estudian o están muy relacionadas con la conducta humana (Psicología, Neurología, Sociología, Biología evolutiva y Lingüística). De todo ello sacamos las siguientes conclusiones sobre la conducta de los seres humanos:
- La conducta es la consecuencia del desarrollo cognitivo de sus creadores.
- El desarrollo cognitivo depende de las propias capacidades cognitivas de la especie y del medioambiente que las puede desarrollar, considerado como nicho cultural (Bickerton, 2009) y cognitivo (Rivera, 2004).
- El desarrollo cognitivo favorece el proceso de emergencia de otras cualidades cognitivas de carácter evolutivo exaptativo (simbolismo, autoconciencia, lenguaje simbólico moderno, etc.).
- Toda cultura se produce por medio de un continuum cultural. Nada aparece de repente sino que depende de unos antecedentes culturales y cognitivos que posibilitan tal desarrollo, sólo hay que encontrar las características ambientales que las favorezcan (ambiente cognitivo).
Un importante problema metodológico puede ser la propia definición del Paleolítico Superior. Aunque sepamos que el cambio fue de muy amplias características (tecnológicas, sociales, simbólicas, lingüísticas, etc.), la tradición nos lleva a seguir considerando el inicio del cambio dentro de los parámetros tecnológicos. Sin embargo, la verdadera trascendencia conductual que supuso el mayor cambio para la Humanidad fue el desarrollo de una conducta de características plenamente simbólicas, de las que son una simple consecuencia los cambios tecnológicos que vemos en los yacimientos. En este sentido, creo que el desarrollo de ciertas capacidades emergentes constituye un proceso clave en la explicación de tal cambio, lo que evidentemente no ha sido ni siquiera considerado.
De en este periodo transicional conocemos con certeza una serie de hechos:
- El cambio fue muy importante en la conducta, naturalmente sin tener que acudir a nuevos cambios evolutivos, que con toda certeza no se pudieron producir en tan corto número de años (transición paleolítica: 45-35000 BP).
- Los grupos humanos (neandertales y HAM) que desarrollaron formas conductuales con claros componentes simbólicos (adornos) existían hacia muchos milenios sin que se produjeran, al menos no con la claridad que vemos en este periodo, tales conductas.
- Las capacidades cognitivas existían, pero las características medioambientales no, al menos con la intensidad requerida para producir estos cambios cognitivos y culturales que van a configurar al Paleolítico Superior (nicho cultural y cognitivo adecuado).
- La forma de aparición cultural de este periodo de transición fue como un mosaico conductual (Straus, 2005), lo que es un claro exponente de las características necesarias mencionadas anteriormente. Donde alcanzaron tales mínimos, allí tendría lugar un proceso de desarrollo cognitivo que configuro la emergencia cognitiva necesaria pare crear y desarrollar los componentes que van a producir un nuevo y diferente modo de entender el mundo (autoconciencia, simbolismo moderno, y una conducta reflexiva y flexible). Naturalmente, dentro de un característico proceso de evolución cultural y conductual (continuum), pues la única otra explicación sería un proceso de dispersión cultural y/o humana a partir de un lugar donde se pudo producir el inicial continuum cultural que vaya a formar la cultura a expandir, lo que sin duda hay que comprobar arqueológicamente.
La conducta reflexiva y flexible (principal característica humana) se desarrolla a partir de alcanzar cierto nivel de autoconciencia con una ubicación temporal y espacial adecuada. Con la autoconciencia se adquiere una mayor capacidad de reflexión, pues se utiliza la información que nos ofrece la naturaleza dentro de unos parámetros temporales y espaciales desarrollados. La reflexión lleva a la flexibilidad conductual, y esta al desarrollo tecnológico de tipos, materias primas, cadenas operativas, tecnología. Todo esto se plasma en los yacimientos por medio de las características tecnológicas del periodo, los adornos y desarrollo social. Pero para su desarrollo es necesario cierto ambiente cognitivo que actuando sobre unos antecedentes adecuados pueda favorecer la evolución cognitiva.
Cuando estudiemos la transición europea, habrá que aplicar los anteriores conceptos a las poblaciones humanas que habitaron el continente, y las conclusiones que obtengamos sobre sus pobladores deben inexcusablemente adaptarse a las características conductuales señaladas y, por supuesto, evitar un antagonismo conductual inexplicable entre ellos. Así, la conducta en un mismo espacio (Europa) y tiempo (transición paleolítica) de diversos grupos humanos debe de extenderse a todos los seres humanos sin obviar a unos en favor de la explicación de otros.
Hay que evitar, en lo posible, las sencillas e imprecisas explicaciones etnográficas conocidas en la actualidad a las poblaciones de este periodo de cambio. Lo que ocurrió sólo podemos intuirlos por medio del registro arqueológico, y los modelos de trabajo deben de nacer del estudio del mismo, no de las comparaciones etnográficas, pues con ello nunca tendremos un mínimo de certeza de que fueron así o de otra manera. La aplicación del modelo psicobiológico debe realizarse exclusivamente sobre los datos extraídos de los yacimientos, pero de todos o al menos de una mayoría representativa de los mismos, no de unos pocos que nos puedan interesar. Sólo a partir de amplios estudios conductuales de una población, es de donde podemos obtener conclusiones más adecuadas y de mayor poder explicativo.
Todo esto nos lleva a poder estudiar tan complejo periodo con un método razonablemente sustentado por otras ciencias (modelo psicobiológico), lo que sin duda nos ofrece una mayor seguridad (por supuesto nunca absoluta) en las conclusiones que obtengamos. Lo iremos viendo poco a poco.
* Bickerton, A. (2009): Adam´s Tongue: How Humans Made Language, How Language Made Humans (New York: Hill and Wang.
* Straus, L. G. (2005): “A mosaic of change: the Middle–Upper Paleolithic transition as viewed from New Mexico and Iberia”. Quaternary International. 137, (1): 47-67.
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