viernes, 24 de abril de 2009

¿Qué es el Chatelperroniense? Chatelperronian

La idea más difundida sobre la realidad del Chatelperroniense es que corresponde a una manifestación cultural con las características propias del Paleolítico Superior. Se encuentra en el centro-oeste y sur de Francia, y con menor desarrollo por el norte de la Península Ibérica, lo que indica una extensión geográfica relativamente limitada dentro del área de extensión del Neandertal. Su cronología se sitúa entre el 38/36-33/30.000 BP, aunque otros autores le dan fechas más antiguas (llegando hasta el 40.000 BP) y anteriores que las del Auriñaciense, por lo que sus creadores serían los neandertales sin la influencia de los HAM (d´Errico et al. 1998). El descubrimiento de restos fósiles neandertales en los yacimientos de Arcy-sur-Cure y Saint Césaire aportan veracidad a la vinculación de estos humanos con la industria en la que se encontraron.

Sobre su origen se aprecia una importante relación tecnológica con el Musteriense de tradición Achelense B (MTA B), pues en general suele aparecer donde previamente existía un Musteriense de este tipo o de denticulados, considerándose como una evolución del mismo hacia patrones propios del Paleolítico Superior (Baffier, 1999; Mellars, 1989, Pelegrin y Soressi, 2007). Efectivamente, en niveles musterienses recientes (sobre el 45.000 BP) encontramos una importante evolución laminar y de piezas de dorso, que van progresivamente aumentando. La tecnología para la producción de puntas de Chatelperron se hace predominante, posiblemente por la gran utilidad de tales puntas (uso como cuchillo o puntas de lanzas), de tal manera que parecen ser el centro de toda la talla lítica, usando los subproductos de tallado como base para el resto de los útiles propios de esta cultura (Pelegrin y Soressi, 2007).

Su industria lítica siempre muestra una proporción importante de útiles musterienses (raederas, denticulados, puntas, piezas de dorso y bifaces), que disminuyen al proliferar los propios del Paleolítico Superior (raspadores, buriles, perforadores, puntas de dorso curvo o de Chatelperron, etc.). La industria ósea y de asta es muy escasa, pero cuando se encuentra es sencilla y cuidadosamente tallada, estando formada por punzones con cabeza, alisadores y alfileres (Pelegrin y Soressi, 2007). Sin embargo, no se observa la producción de puntas óseas para enmangar y utilizar como armas arrojadizas (Mellars, 1989), lo que puede significar una forma de caza menos efectiva. Un dato importante es la rareza y poca variedad del uso de las materias orgánicas, con la excepción de la Grotte du Renne (Pelegrin y Soressi, 2007). Tanto es así que sólo se ha encontrado en siete yacimientos (Brassempouy, Châtelperron, Grotte du Renne, Laussel, Roc-de-Combe, Roche-au-Loup y Trou de la Chèvre) (d´Errico et al. 1998).

Las materias primas líticas se obtienen de las cercanías, pues las que tienen su origen en una distancia superior a los 16 Km no superan el 6% de la totalidad, aunque las distancias medias aumentan ligeramente en este período. Este moderado aumento del uso del sílex importado refleja una mayor organización social y la elaboración de mejores estrategias logísticas (Baffier, 1999; Gamble, 2001). Es muy frecuente encontrar los yacimientos de este período sobre otros musterienses más antiguos, dando lugar a una sucesión de ocupaciones e indicando la perduración de la estructura social en sus aspectos logísticos (Baffier, 1999; Pelegrin y Soressi, 2007).

El simbolismo en el Chatelperroniense está geográficamente muy restringido, pues los adornos sólo aparecen en ciertas áreas de Francia, no existiendo en la mayoría de los yacimientos (Gamble, 2001). Los adornos sólo se encontraron en seis lugares (Cauna de Belvis, Châtelperron, Grotte du Renne, Roc de Combe, Roche-au-Loup y Roche de Quinçay) (d´Errico et al. 1998). Se han realizado sobre los dientes de carnívoros (lobo, hiena, zorro, marmota y de oso) y de herbívoros (bóvidos, caballos, renos y ciervos), estando ranurados o perforados con el aparente fin de servir como colgantes. También han utilizado pequeños fósiles con una ranura en un extremo para poder colgarse, como se puede apreciarse en la Rynchonelle de Arcy-sur-Cure. Son abundantes en Arcy-sur-Cure (Grotte du Renne) con un total de un total de 142 objetos óseos y 36 adornos, constituyendo el principal yacimiento con este tipo de producción (Baffier, 1999; d´Errico et alii., 1998). Es de resaltar la falta de conchas marinas (salvo el caso aislado de Cauna de Belvis sin perforar), cercano a los yacimientos protoauriñacienses del Mediterráneo que tanto las usaban (Mellars, 2005).

Adornos Chatelperonienses

Se aprecia un uso intensivo del ocre que suele cubrir de color todo el hábitat donde se encuentra, mientras que en el Musteriense se encuentra de una forma mucho más aislada (Baffier, 1999). Diversos autores (d´Errico et al. 1998) atribuyen un alto simbolismo al Neandertal, tanto en el Paleolítico Medio como en el Superior. Durante el Musteriense se basan en la interpretación de ciertos hechos que pueden tener tal significado, destacando los enterramientos de La Ferrassie y las pinturas (lapiceros de manganeso) documentados en el MTA de Pech de l´Azé I (Soressi et al. 2002).

En general, sus yacimientos presentan conjuntos tecnológicos pequeños, lo mismo que el tamaño de los grupos sociales que los crearon en comparación con lo apreciado en el Auriñaciense (Gamble, 2001). Estos grupos parecen tener un movimiento continuo dentro de un amplio territorio, persistiendo en las formas conductuales de los musterienses. Sus redes sociales, salvo en el Périgord, son limitadas en su extensión, aunque más estructuradas que durante el Musteriense. Esta situación puede explicar los lentos avances de todo tipo que se producen en el Paleolítico Medio (Gamble, 2001), y los cambios observados en el período de transición (Baena y Carrión, 2006).


Con todo lo expuesto se tiene la impresión de que el Chatelperroniense es una cultura del Paleolítico Superior con un comportamiento moderno (tecnológico, social y simbólico). Perfectamente localizado en una concreta área geográfica, y una evolución cultural más o menos conocida y aceptada. Sin embargo, todo este panorama cultural de desarrollo tecnológico, social y simbólico del Chatelperroniense no es homogéneo, pues no se presenta con la misma intensidad ni características en sus áreas de distribución geográfica. Muchos de sus yacimientos presentan pobres aspectos en los materiales líticos (faltan producciones o están en muy escasa proporción), óseos y los adornos (pues no existen en su mayoría), pareciendo una limitación tecnológica (Gamble, 2001). Este fenómeno es más llamativo en los yacimientos de la Península Ibérica.


Aparecen diversas preguntas:
¿Conocemos la realidad del Chatelperroniense?
¿Cómo podemos estudiarlo con la mayor objetividad posible?
¿Cómo encaja en la realidad conductual del Neandertal en la Europa de la transición?
La respuesta no parecer ser fácil con los métodos arqueológicos tradicionales, lo que implica el uso de nuevos métodos de mayor poder heurístico.


* Baena, J.; Carrión, E. (2006): “Problemas acerca del final del Musteriense”. Zephyrus. LIX: 51-66.
* Baffier, D. (1999): Les deniers Néandertaliens. Le Châtelperronien. La maison des Roches. Paris.
* D'Errico, F.; Zilhao, J.; Julien, M.; Baffier, D. y Pelegrin, J. (1998): “Neanderthal acculturation in western Europe? A critical review of the evidence and its interpretation”. Current Anthropology, 39 (supl.): 1-44.
* Gamble, C. (2001): Las sociedades paleolíticas de Europa. Ariel. Barcelona.
* Mellars, P.A. (1989): “Major issues in the emergence of modern humans”. Current Anthropology 30: 349-385.
* Mellars, P. A. (2005): “The Impossible Coincidence. A Single-Species Model for the Origins of Modern Human Behaviour in Europe”. Evolutionary Anthropology 14: 12-27.
* Pelegrin, J. y Soressi, M. (2007): “Le Châtelperronien et ses rapports avec le Moustérien”. En Les Néandertaliens. Biologie et cultures. Documents préhistoriques, 23: 283-29.6 Paris, Éditions du CTHS.

sábado, 18 de abril de 2009

Conducta del Neandertal II

De las culturas tradicionalmente atribuidas al Neandertal durante el periodo de transición (50-30000 BP: Musteriense tradicional, Musteriense tradicional pero con puntas de Chatelperron, Neroniense, Szeletiense, Bohuniciense, Complejo Lincombien-Ranisien-Jerzmanowiciense, Uluzziense, Chatelperroniense, y otras locales poco conocidas) la mayoría no tienen adornos ni elementos susceptibles de ser considerados como simbólicos (p. e: uso de ocre, huesos gravados, etc.). Igualmente, la mayoría carecen de una tecnología ósea elaborada, al menos con la técnica usada en el Paleolítico Superior. Sólo en dos de ellas (Uluzziense Chatelperroniense) tenemos pruebas totalmente fiables de la producción de adornos, uso de elementos susceptibles de formas simbólicas (ocre) y una tecnología ósea con las características del Paleolítico Superior. Indudablemente, el desarrollo cognitivo que facilitó la producción de estos elementos simbólicos no tuvo lugar en la mayoría de los Neandertales. Las causas no pueden ser una diferenciación cognitiva entre los distintos grupos de neandertales que poblaban el continente, sino diferencias importantes en el medioambiente de las diversas zonas europeas, lo que naturalmente habrá que analizar.


Independientemente de los avances simbólicos en todas ellas predomina el interés en la producción de puntas, siendo un elemento tecnológico donde se observa cierta innovación, pues persisten muchos modelos del Paleolítico Medio, aunque el aumento de los soportes laminares también es muy común. Pero lo que es común y generalizado en todas ellas, se diferencia en aquellas que presentan estos avances simbólicos (desarrollo cognitivo). Se producen una serie de novedades caracterizadas por los cambios en las materias primas, tecnología y tipología lítica adecuada a estas nuevas materiales, junto con nuevas y variadas formas de elaboración tecnológica, que contrastan notablemente con lo visto en el Musteriense.

La industria del hueso, con las formas del Paleolítico Superior, requiere un cambio de mentalidad (flexibilidad conductual), consecuencia de una reflexividad elevada. Los avances en el uso de diversas materias primas y la creación de nuevos útiles, parece corresponder a un progreso técnico único, sobre todo si observamos su aparición sincrónica durante este período de tiempo que significa la transición paleolítica. Por tanto, podemos decir que existe una estrecha relación entre el desarrollo tecnológico de los útiles líticos y la utilización de diferentes materias orgánicas, existiendo cierto paralelismo en la evolución técnica del uso de ambas materias primas (Beaure, 1999; Camps, 1979). Podemos argumentar algunos aspectos fundamentales:

- Existen una serie de herramientas líticas que están muy relacionadas con el trabajo del hueso, como son los buriles y raspadores (Eiroa, et al., 1989, 1999; Semenov, 1957).

- Conocemos los claros antecedentes del Paleolítico Medio y del MSA, en los que existen ya tipos líticos que después serán muy usados en el Paleolítico Superior. Nos referimos a los buriles y raspadores que pudieron usarse para diversos trabajos en estos períodos antiguos, como el trabajo de madera y pieles, pudiendo incluso ser usados en una incipiente y poco manifiesta industria ósea, de características técnicas limitadas y poco elaboradas.

- Lo que es característico del período transicional y del Paleolítico Superior, no es la aparición de estos tipos de útiles sino el aumento de densidad de los mismos y su aplicación más frecuente a hojas (Leroi-Gourhan, 1978). Es decir, se produce una intensificación importante de estos tipos de útiles, conocidos con anterioridad pero con un uso muy limitado, lo que parece indicar que no serían muy necesarios para las necesidades del momento.

El trabajo de los adornos y de las materias orgánicas requiere una adecuación de las herramientas líticas. Esto sólo se aprecia en aquellas culturas en las que se usan este tipo de materiales (Chatelperroniense y Uluzziense). Así, a pesar de que las cualidades del terreno no sean las adecuadas para la conservación de estas materias biológicas (p.e: Szeletiense), su distribución porcentual de útiles no indica un apreciable desarrollo de la tecnología ósea.
Un aspecto importante de la evolución tecnológica de estas culturas es la progresiva utilización de láminas, que ya se conocía en el Paleolítico Medio, que en todas ellas se utilizan para la producción de puntas. Parece que existe un interés especial en su producción, lo que es lógico pues constituye una pieza fundamental en la caza.

La tecnología para la producción de puntas de Chatelperron se hace predominante en grandes áreas geográficas del oeste europeo, posiblemente por la gran utilidad de tales puntas (uso como cuchillo o puntas de lanzas). Así, parecen ser el centro de toda la talla lítica, usando los subproductos de tallado como base para el resto de los útiles propios de esta cultura (Pelegrin y Soressi, 2007). Lo que no cabe duda es que este útil se extiende por gran parte del oeste de Europa, no sólo en los yacimientos Chatelperronienses, sino en algunos Musterienses sin tecnología laminar (Musteriense con puntas de Chatelperron del norte de la Península Ibérica). Esta circunstancia parece expresar que en medio de una tecnología fundamentalmente no laminar existen unos útiles con este soporte, indicando una posible conexión con las poblaciones que sí la producían. Se copia o se adquiere la punta, pero no es desarrollo tecnológico que su producción implica (aislamiento social y de desarrollo cognitivo entre poblaciones próximas de neandertales).


El posible éxito de esta punta se extiende a otros yacimientos atribuidos a los HAM o del Auriñaciense, pero dentro de una tecnología laminar y con sus útiles característicos (Auriñaciense arcaico de la Viña, El Castillo, Reclau Viver y L´Arbreda), por supuesto la presencia de este clásico útil guía, no es capaz de clasificar la tecnología del yacimiento, ignorando el contexto donde se encuentra. Es decir, en los yacimientos musterienses con esta punta, su sola presencia no puede indicar que estamos ante un Chatelperroniense. Igualmente, en los yacimientos atribuidos al Auriñaciense con este útil junto a herramientas musterienses y auriñacienses, tampoco indica una presencia del Chatelperroniense. Es el contexto en general, con la conducta observada en sus niveles de reflexividad y flexibilidad, la que en realidad indica la atribución poblacional y cultural del yacimiento.

Estas ideas, con la premisa del continuum que significa toda evolución cultural, junto con los peligros de etiquetar los yacimientos con excesiva rapidez y de generalizar todas las atribuciones culturales de unos pocos yacimientos a la totalidad de la población que se engloba en sus características tecnológicas en exclusiva, son los problemas con los que tenemos que afrontar todas las culturas atribuidas a los neandertales. El mayor ejemplo de estos problemas lo forma el Chatelperroniense, lo que comenzaremos a estudiar próximamente.


* Beaure, S. (1999): “De la pierre à l´os: ou comment reconstituer des chaînes techniques opératoires impliquant l´os et la pierre”. En Camps-Fabrer, H. Préhistoire D´os: recueil d´études sur l´industrie osseuse préhistorique. Université de Provence.
* Camps, G. (1979): Manuel de Recherche Préhistorique. Doin, Paris
* Eiroa, J. J.; Bachiller Gil, J. A.; Castro Pérez, L. y Lomba Maurandi, J. (1999): Nociones de tecnología y tipología en Prehistoria. Ariel Historia. Barcelona.
* Leroi-Gourhan, A. (1978): La Prehistoria. Labor. Barcelona.
* Pelegrin, J. y Soressi, M. (2007): “Le Châtelperronien et ses rapports avec le Moustérien”. En Les Néandertaliens. Biologie et cultures. Documents préhistoriques, 23: 283-29.6 Paris, Éditions du CTHS.
* Semenov, S.A. (1957): Tecnología Prehistórica. Estudio de las herramientas y objetos antiguos a través de las huellas de huso. Akal, (1981). Madrid.

martes, 7 de abril de 2009

La conducta del Neandertal

Ya comentaba que la comparación conductual de las dos poblaciones sería la piedra angular de todo estudio sobre sus respectivas capacidades cognitivas. En su estudio aplicaré el método explicado en los anteriores pots.


- Primero, establecer un tiempo y espacio de estudio bien delimitado. Sería la Europa de la última transición paleolítica (50-30000 BP).

- Segundo, considerar a la mayoría de las culturas relacionadas con los neandertales en ese tiempo y espacio.
- Tercero, considerar a las culturas estudiadas con los datos arqueológicos que nos ofrece el registro, evitando toda generalización no demostrada.
- Cuarto, analizar su posible simbolismo en función de las características conductuales de sus poblaciones, teniendo en cuenta un criterio mínimamente estadístico. Se realizaría con la comprobación del desarrollo cognitivo necesario para su creación, en función del concepto multidisciplinar sobre el origen y desarrollo de la conducta.


Del primer punto no hay problema, pues es ampliamente conocido la extensión y duración de estas poblaciones en Europa. Del segundo, tampoco, pues en teoría todas las culturas que observan en este periodo y lugar que no sean asimilables al Auriñaciense (en cualquiera de sus denominaciones: arcaico, 0, primitivo, Protoauriñaciense, etc.) sería atribuible a los neandertales, lo que algunos autores ponen en duda como veremos más adelante. Esto significa una amplia gama de manifestaciones culturales repartidas por toda Europa. En la actualidad se están viendo que pueden ser más de las que tradicionalmente se conocían. Repasaremos las conductas más representativas del Neandertal europeo:

- Perduración de un Musteriense tradicional, como en la Península Ibérica hasta la desaparición de sus creadores.
- En el norte de la Península Ibérica tenemos un mosaico de conductas que entrañan cierta confusión, pues se producen muy próximas entre sí (en tiempo y en espacio):
· Musteriense clásico con perduración hasta su desaparición.
· Musteriense tradicional pero con puntas de Chatelperron, esto sin ninguna tecnología clara de hojas y ósea. ¿Musteriense final?
· Chatelperroniense tecnológico, con láminas y producción ósea.
En el resto de Europa destacan las siguientes tecnologías
· Chatelperroniense tecnológico y simbólico, sólo en unos pocos yacimientos franceses, más cercanos a Centroeuropa que a España.
· Neroniense, tecnología con láminas y puntas de retoque convergente inverso o puntas de Soyons, en Bélgica y la Renania (Alemania).
· Uluzziense en Italia con producción laminar y de adornos.
· Szeletiense. con puntas bifaciales con retoque plano denominadas Blattspitzen, acompañadas de escasas láminas
· Bohuniciense, con puntas foliáceas bifaciales.
· Complejo Lincombien-Ranisien-Jerzmanowiciense con predominancia de una técnica laminar. Tenemos como elemento técnico más característico la producción de puntas foliáceas unifaciales.

En general, salvo los casos del Chatelperroniense y del Uluzziense, todas las demás culturas (que son la gran mayoría de las vistas en toda Europa) carecen de componentes simbólicos y tecnología ósea. En ellas predomina el interés en la producción de puntas, siendo el único elemento tecnológico con cierta innovación, pues el resto de sus útiles persisten en los modelos del Paleolítico Medio. Es necesario ir analizando cada una de ellas en función de su desarrollo cognitivo, siguiendo las pautas conductuales relativas a la individualidad social y personal, así como del uso de los conceptos temporales y espaciales. 

sábado, 21 de marzo de 2009

Modelo multidisciplinar de evolución conductual y simbólica.

Constituyen el fundamento de todo estudio conductual, tanto del presente como del pasado, pues en definitiva es la común base estructural de todas las especies que componen el género Homo. Incluso tiene muchos aspectos comunes con todos los mamíferos, pues todos estamos relacionados por la propia evolución biológica. Se pueden establecer una serie de principios que van a regir la forma de desarrollo conductual:

- La evolución biológica ofrece unas capacidades funcionales de carácter innato (capacidades cognitivas básicas). Las características neurológicas y psicológicas del sistema nervioso humano indican la necesidad de un medio ambiente adecuado (que hay que crear), para que su repercusión en la conducta sea real (desarrollo cognitivo).
- Para el desarrollo de la conducta simbólica es necesario un ambiente complejo y preciso, pues tiene que alcanzar unas determinadas metas socioeconómicas, demográficas y tecnológicas. Se incluye la existencia de un básico lenguaje (primera conducta simbólica), pues es un proceso básico en la formación, desarrollo y transmisión de todas las conductas simbólicas más complejas.
- Cuando de den estas características, con un nivel adecuado, se producirán el desarrollo de otras capacidades, que sólo existían como posibilidad a desarrollar dependiendo de las cualidades medioambientales (capacidades cognitivas emergentes; p.e. conducta simbólica).

La conducta no depende sólo de las capacidades cognitivas que se posean, sino de su propio desarrollo, lo que a su vez depende de las características medioambientales (socioeconómicas, demográficas, lingüísticas, tecnológicas, etc.).

Las capacidades cognitivas que pueden producir conductas simbólicas estarían presentes, aunque con diferente potencialidad, en los grupos humanos de nuestro linaje. Pero, sin un medio ambiente adecuado (influenciado por el desarrollo tecnológico, sociabilidad, demografía y evolución lingüística) esta capacidad cognitiva o no se desarrolla o lo realiza en menor medida.

Con estas premisas es fácil ver que el desarrollo cognitivo y su manifestación conductual no tuvieron porqué ser ni homogéneas ni paralelas en los logros culturales, al depender de la evolución psicobiológica y del medio en el que se vive. Es la explicación del hecho de que los seres humanos tuvieran diferentes desarrollos conductuales en el mismo tiempo y en diferentes lugares (evolución cultural en mosaico). Si hay algo que merece la pena destacar son dos condicionantes fundamentales:

I.- La evolución ofrece capacidades cognitivas (básicas y emergentes), pero como potencialidades a desarrollar, por lo que su simple posesión evolutiva no significa su plasmación automática en la conducta. Es imprescindible su desarrollo en un medio ambiente adecuado para su desarrollo o su simple aparición en la conducta.
Las capacidades básicas (memoria, funciones ejecutivas, atención, motivación, creatividad, razonamiento, percepción, etc.) pueden alcanzar niveles de desarrollo más o menos elaborados. Estas capacidades siempre existen en los seres humanos que vivan en un ambiente cualquiera, salvo extremos no naturales (p.e: incomunicación más o menos absoluta en las primeras etapas de la vida).
Las emergentes (autoconciencia, simbolismo, abstracción, pensamiento verbalizado, lenguaje simbólico, escritura, etc.) sólo aparecen si el medio en el que se viven es el adecuado, pues de no ser así no se manifiestan en la conducta.

II.- El carácter emergente de estas capacidades es fundamental en la explicación de la conducta humana, pero a la vez es difícil de explicar y comprender, pues no son conceptos psicológicos que hayan difundido mucho en los medios culturales actuales. Este concepto se relaciona con el de exaptación evolutiva del que ya hablé en otro pots, al que remito para su lectura.

sábado, 14 de marzo de 2009

La conducta humana. Método de estudio

En todo análisis sobre la conducta humana en el paleolítico siempre habrá que tener en cuenta nuestro propio subjetivismo de naturaleza inconsciente, pues nuestro razonamiento siempre está limitado y encauzado por nuestra formación académica y experiencia personal. Es necesario elaborar un método de análisis que evite en lo posible tales objeciones y nos aporte un camino a seguir con cierto rigor científico. En este sentido, algunos autores opinan que el Estructuralismo puede ser una posición interesante en el intento de estudiar objetivamente las realidades sociales o colectivas de la Prehistoria. Esta corriente teórica se fundamenta en la aceptación de unas estructuras o modelos genéricos, aparentemente no visibles, sobre el funcionamiento que rige la conducta humana (Lévi-Strauss, 1964). En relación con la conducta (social, lingüística y simbólica) deben existir unas reglas ocultas que usamos constantemente pero que no somos conscientes de ellas. Por tanto, las estructuras de percepción (sentidos) y procesamiento (cerebro) de la realidad serían similares en todos los grupos humanos, lo que implicaría que tenemos una forma básica, común a todos los pertenecientes a nuestra especie, de conocer e interpretar la realidad material del mundo en el que vivimos. Así, el Estructuralismo intenta realizar una interpretación objetiva, pues para él, el sujeto que se analiza (seres humanos de la prehistoria o actuales) no es importante, dado que ambos están determinados por esas características comunes que encauzan las acciones de la sociedad, y tampoco el que lo estudia (antropólogo, arqueólogo, etc.), pues sólo intenta descubrir los códigos comunes para entender la percepción de la realidad del grupo observado. No obstante, su principal problema ha sido el desconocimiento de las características de esas estructuras psicobiológicas comunes de percepción e interpretación, por lo que el estudio de su desarrollo se ha realizado sin ninguna guía teórica que lo encauce.

Con esta visión, la única manera de tener un mínimo de objetividad en el estudio de los avances simbólicos de la prehistoria es creando un modelo teórico común a todos los seres humanos, pero independiente de los aspectos particulares de la cultura que pueden tener diferentes poblaciones humanas en un preciso tiempo y espacio। Por tanto, su utilidad queda limitada a aquellos factores comunes o estructurales propios de nuestra especie, que pueden aplicarse a los seres humanos actuales y a los que desarrollaron las culturas del Paleolítico. Las características relacionadas con la Biología Evolutiva, Neurología, Psicología, Lingüística y Sociología ofrecen un panorama fácilmente identificable con un estructuralismo funcional, es decir, con la base funcional sobre la que se va ha desarrollar nuestro pensamiento y conducta, siendo común en todos los seres humanos. No obstante, la forma en que esta percepción y procesamiento de la realidad va a dar lugar a la construcción cultural (socioeconómica, tecnológica y social), sería distinta en los diferentes grupos humanos que conocemos. En definitiva, lo que se quiere dar a entender es que los sentidos de percepción de la naturaleza y su procesamiento en el sistema nervioso de los seres humanos, son iguales para todos los de la misma especie. Por tanto, cada grupo social de una misma especie humana puede, independiente unos de otros, ir creando una estructura social y personal diferente. Lo que en un principio es común, en su desarrollo se iría diversificando. Naturalmente, los componentes de cada una de las diversas especies de nuestro linaje tendrían unas características funcionales propias, que limitarían la forma de adquirir y procesar la información del medio ambiente.

El método propuesto consta de tres apartados generales, aunque en su aplicación practica deben ser usados como un unidad teórica de carácter unitario.




I. Modelo multidisciplinar de evolución conductual y simbólica. Constituyen el fundamento de todo estudio conductual, tanto del presente como del pasado, pues indica las pautas generales de ese estructuralismo general anteriormente citado.


II. Características del simbolismo humano. Nos ofrece aspectos básicos sobre las características del simbolismo en nuestro género. Hay que tener en cuenta que la conducta humana, en todos los periodos de su evolución, siempre tuvo un componente simbólico que le diferenciaba de las demás especies de primates (el lenguaje fue la primera conducta simbólica humana) .


III. Condiciones de estudio. La forma de encauzar la gran cantidad de información que sobre este problema existe en el registro arqueológico es de gran importancia, pues siempre debemos de tener presente ciertas condiciones básicas।Aunque ahora parezca poco claro este modelo, se irá ampliando poco a poco. En mi bibliografía se habla ampliamente de estos temas:

* RIVERA ARRIZABALAGA, A. (2007): “Evolución y conducta”. Arqueoweb 9 (1). UCM. URL http://www.ucm.es/info/arqueoweb/numero9_1/conjunto9_1.htm
* RIVERA ARRIZABALAGA, A. (2005): Arqueología cognitiva. El origen del simbolismo humano. Arco/Libros. Madrid.
* RIVERA ARRIZABALAGA, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.

lunes, 2 de marzo de 2009

Simbolismo del Neandertal (Chatelperroniense)

Actualmente, el Chatelperroniense es considerado como una manifestación cultural con las características propias del Paleolítico Superior. Se encuentra en el centro-oeste y sur de Francia, y con menor desarrollo por el norte de la Península Ibérica. Su cronología se sitúa entre el 38/36-33/30.000 BP, aunque otros autores le dan fechas más antiguas (llegando hasta el 40.000 BP) y anteriores que las del Auriñaciense, por lo que sus creadores serían los neandertales sin la influencia de los HAM. Representa la comprobación arqueológica de las capacidades cognitivas y culturales de los neandertales, que sería iguales o muy parecidas a las de los HAM (D´Errico et al., 1998, 2003; Pelegrin y Soressi, 2007).

Sobre su origen se aprecia una importante relación tecnológica con el Musteriense de tradición Achelense B (MTA B). Es muy frecuente encontrar los yacimientos de este período sobre otros musterienses más antiguos, dando lugar a una sucesión de ocupaciones e indicando la perduración de la estructura social en sus aspectos logísticos, considerándose como una evolución del mismo hacia patrones propios del Paleolítico Superior. La tecnología para la producción de puntas de Chatelperron se hace predominante, posiblemente por la gran utilidad de tales puntas (uso como cuchillo o puntas de lanzas), de tal manera que parecen ser el centro de toda la talla lítica, usando los subproductos de tallado como base para el resto de los útiles propios de esta cultura (Pelegrin y Soressi, 2007). Lo que no cabe duda es que este útil se extiende por gran parte del oeste de Europa, no sólo en los yacimientos Chatelperronienses, sino en los Musterienses sin tecnología laminar (Musteriense con puntas de Chatelperron), incluso en algunos del Auriñaciense arcaico (La Viña, El Castillo, Reclau Viver y L´Arbreda).   

La industria ósea y de asta es muy escasa, pero cuando se encuentra es sencilla y cuidadosamente tallada, estando formada por punzones con cabeza, alisadores y alfileres. Un dato importante es la rareza y poca variedad del uso de las materias orgánicas. Tanto es así que sólo se ha encontrado en siete yacimientos (Brassempouy, Châtelperron, Grotte du Renne, Laussel, Roc-de-Combe, Roche-au-Loup y Trou de la Chèvre) (D´Errico et al., 1998, 2003; Pelegrin y Soressi, 2007).  

El simbolismo en el Chatelperroniense está geográficamente muy restringido, pues los adornos sólo aparecen en ciertas áreas de Francia, no existiendo en la mayoría de los yacimientos. Los adornos sólo se encontraron en seis lugares (Cauna de Belvis, Châtelperron, Grotte du Renne, Roc de Combe, Roche-au-Loup y Roche de Quinçay). Se han realizado sobre los dientes de carnívoros (lobo, hiena, zorro, marmota y de oso) y de herbívoros (bóvidos, caballos, renos y ciervos), estando ranurados o perforados con el aparente fin de servir como colgantes. También han utilizado pequeños fósiles con una ranura en un extremo para poder colgarse, como se puede apreciarse en la Rynchonelle de Arcy-sur-Cure. Son abundantes en Arcy-sur-Cure (Grotte du Renne) con un total de un total de 142 objetos óseos y 36 adornos, constituyendo el principal yacimiento con este tipo de producción (D´Errico et al., 1998, 2003).  

Se aprecia un uso intensivo del ocre que suele cubrir de color todo el hábitat donde se encuentra, mientras que en el Musteriense se encuentra de una forma mucho más aislada. Diversos autores (D´Errico et al., 1998, 2003) atribuyen un alto simbolismo al Neandertal, tanto en el Paleolítico Medio como en el Superior. Durante el Musteriense se basan en la interpretación de ciertos hechos que pueden tener tal significado, destacando los enterramientos de La Ferrassie y las pinturas (lapiceros de manganeso) documentados en el MTA de Pech de l´Azé I (Soressi et al., 2002; Zilhäo, 2007).   

Con todo lo expuesto se tiene la impresión de que el Chatelperroniense es una cultura del Paleolítico Superior con un comportamiento moderno (tecnológico, social y simbólico). Perfectamente localizado en una concreta área geográfica, y una evolución cultural más o menos conocida y aceptada. Sin embargo, todo este panorama cultural de desarrollo tecnológico, social y simbólico del Chatelperroniense no es homogéneo, pues no se presenta con la misma intensidad ni características en sus áreas de hábitat. Muchos de sus yacimientos presentan pobres aspectos en los materiales líticos (faltan producciones o están en muy escasa proporción), óseos y los adornos (pues no existen en su mayoría), pareciendo una limitación tecnológica.   

Los datos aportados por los yacimientos arqueológicos son a veces escasos y parciales, siendo muy difíciles apreciar muchas de las características anteriormente señaladas. Diversos autores (Maroto et al., 2005) opinan que, además de encontrar algún fósil director (punta de Chatelperron), debe existir una tecnología claramente laminar para ser atribuido a una cultura moderna (Chatelperroniense). Parece lógico pensar que para asumir una plena modernidad, además de lo ya mencionado, debería haber una tecnología ósea, pues sería un claro índice de la existencia de sus dos principales cualidades (reflexividad y flexibilidad conductual). El uso de otras materias primas, la creación de nuevas formas de trabajo y la creación de herramientas más idóneas para mejorar su adaptabilidad, es un claro exponente de un pensamiento y conducta moderna.   

Conocemos unos 125 yacimientos en Francia y la Península Ibérica (D´Errico et al., 1998), lo que sin duda supone una amplia muestra poblacional de tal tecnología. No obstante, el carácter moderno de su conducta (reflexividad y flexibilidad manifestados por la tecnología ósea y la creación se adornos) presenta unas características peculiares, pues los adornos quedan restringidos a seis escasos yacimientos, la mayoría de ellos situados en la periferia del núcleo principal de yacimientos chatelperronienses. Además, los yacimientos de Châtelperron, Grotte du Renne y Roche-au-Loup se sitúan a 450 Km de los yacimientos Auriñacienses de Alemania (Vogelherd o Geisseklöosterle), precisamente con el mismo tipo de adornos y en periodos similares (Harald, 2003; Mellars et al., 2007). Por su parte, Cauna de Belvis se sitúa muy cerca del Mediterráneo donde los protoauriñacienses usaban frecuentemente las conchas como adornos (Mellars, 2005). Los otros dos yacimientos con adornos (Roc de Combe y Roche de Quinçay) si se encuentran en pleno núcleo de mayor densidad poblacional de los neandertales. Las dataciones de estos yacimientos, en relación con el nivel en él que se encontraron los adornos, tampoco son muy definitorios respecto de su primacía sobre los creados por los HAM.   

¿Es esta escasa representación simbólica y de tecnología ósea una característica cultural de los chatelperronienses y, por extensión, de todos los neandertales? Evidentemente, en conceptos de representatividad estadística la respuesta sólo puede ser negativa. Su existencia es más una rareza que una generalidad, y como tal debe ser entendida y estudiada, al menos hasta que nuevos descubrimientos indiquen otra cosa.   

Sin embargo, algunos neandertales sí fueron capaces de elaborar, con tecnología propia, tales adornos y útiles óseos. Ambos procesos, la creación de estos objetos por parte de algunos neandertales y su ausencia en la mayoría de los yacimientos chatelperronienses y en todos los demás atribuidos al Neandertal, deben ser explicados. En general, su conducta no es la misma que la que presentaban los HAM con el Auriñaciense, lo que también hay que tratar de explicar. En este punto, se hecha en falta un modelo de desarrollo cognitivo, cultural y simbólico coherente que pueda explicar satisfactoriamente todas estas particularidades. Tal modelo, basado en todos los fundamentos teóricos analizados en este blog en su primera parte, nos puede ofrecer una explicación con un nivel de certeza aceptable.


- D'Errico, F.; Zilhao, J.; Julien, M.; Baffier, D. y Pelegrin, J. (1998): “Neanderthal acculturation in western Europe? A critical review of the evidence and its interpretation”. Current Anthropology, 39 (supl.): 1-44.
- D´Errico, F.; Henshilwood, CH.; Lawson G.; Vanhaeren, M.; Tillier, A. M.; Suressi, M.; Bresson, F.; Maureille, B.; Nowell, A.; Lakarra, J.; Backwell, L. y Julien. M. (2003): “Archaeological Evidence for the Emergence of Language, Symbolism, and Music–An Alternative Multidisciplinary Perspective”. Journal of World Prehistory, 17 (1): 1-70.

domingo, 22 de febrero de 2009

El enigma neandertal (Un poco de historia)

El estudio del Neandertal siempre ha supuesto un gran problema, pues realmente no conocemos una forma idónea de realizarlo. De lo dicho en el anterior post se puede deducir que realmente son una vía evolutiva diferente de la nuestra, con diferente anatomía, neuroanatomía, y posiblemente capacidades cognitivas. La comparación conductual de las dos poblaciones sería la piedra angular de todo estudio sobre sus respectivas conductas, por lo que la forma de realizarla es fundamental. Pero, al desconocer su realidad cognitiva y las bases de su conducta, se le ha analizado con los mismos parámetros que los usados para los humanos modernos con los que convivieron en el inicio del Paleolítico Superior. Es posible que se estén comparando dos procesos evolutivos diferentes, cuyo funcionamiento cognitivo no sea el mismo.  

Los avances arqueológicos han ido cambiando la percepción que de ellos tenemos. A finales del s. XX se postulaba la posibilidad de que fuera nuestro más próximo antecesor en la escala evolutiva, pero nada estaba demostrado. El descubrimiento del “reloj molecular” que significaba ADNmt, junto con la presencia de fósiles de humanos modernos en África con fechas antiguas (100000-200000 BP), cambió todo lo que se creía hasta ese momento. En teoría su origen fue el continente africano, siendo independientes de los Neandertales. Sin embargo, todos sabemos que otras teorías (multirregional, Wolpoff) siguieron compitiendo con estos descubrimientos.  

De los datos del ADNmt surgió una teoría sobre la expansión de los humanos modernos y de su relación con los neandertales. Los esquemas generales de la teoría "Out of Africa" indican que el Musteriense desapareció con la llegada de los HAM portadores de un mayor desarrollo tecnológico y simbólico (Auriñaciense). Coincidiendo con su llegada aparecieron otras culturas coetáneas con cierto simbolismo (Chatelperroniense y Uluzziense) entre los neandertales, como consecuencia de su influencia cultural. Esta simplicidad expositiva, basada en una concepción muy generalizada y con fundamentos teóricos poco justificados, pasaba por alto otras posibilidades que el registro arqueológico parece indicarnos en la actualidad. El problema era múltiple, pues se desconocía dónde se pudo originar la conducta moderna de los HAM (Auriñaciense), cómo eran cognitivamente los neandertales y cómo fue su relación. Ideas hubo muchas, pero con fundamento científico puede que ninguna. Entre todas destaca la ”invasión agresiva de los HAM", que exterminaron a los neandertales en una competencia directa, violenta e intencionada, comparándola con otras invasiones históricas, cómo si hechos que en la Historia de dieron en 30-50 años se pudieran comparar con 10.000 años de segura relación geográfica y posible social.   

Lo cierto es que tal teoría propició, supongo que inconcientemente, una mayor atención a los yacimientos del Auriñaciense y Chatelperroniense en el oeste europeo, como exponentes culturales más representativas del inicio del Paleolítico Superior, dejando a los yacimientos musterienses del mismo periodo un tanto al margen de la investigación arqueológica, aunque por suerte para todos algunos siguieron trabajando en este restringido campo.   

Ya desde fechas muy tempranas se conocían datos sobre la posible perduración del Musteriense en la Península Ibérica, tanto que sería una cultura coetánea con las otras dos. Efectivamente, en Grota Nova de Columbeira existe un Musteriense de talla y facies Levallois, y sin ninguna interferencia del Paleolítico Superior. Sus dataciones, radiométricas realizadas en los años 60, ofrecían unas cronologías de 26.400±750 y 28.990±950 bp, que por su anomalía teórica no se llagaron a publicar (Raposo y Cardoso, 1998). Tendrían que conocerse nuevas dataciones en este mismo sentido y en otros lugares para que se tuvieran en cuenta. Serían los casos del Boquete de Zafarraya en Alcaucin (Málaga) con una persistencia Musteriense que llegaría al 27.000-29.800 bp (Hublin et al., 1995), de Cova Negra en Játiva (Valencia) donde hay industrias musterienses muy estables y de Gorham´s Cave con cronología del 32-28.000 bp (Barton et al., 1999; Jiménez-Espejo, 2007).

La toma de conciencia de estos datos indicaba la existencia de cierta marginación cultural y/o geográfica entre los dos grupos humanos del momento. Así, en el oeste de Europa se promovió la idea de diferentes conductas separadas por medio de una teórica línea divisoria llamada frontera del Ebro (Zilhäo y d´ Errico, 1999). En el inicio del Paleolítico Superior, al sur de tal frontera, sólo se conoce la perduración del Musteriense desarrollado hasta ese momento, mientras que en el norte se producen los procesos de interacción cultural que darían lugar al Chatelperroniense. Tal teoría, rechazada por algunos autores por simplista (Vega Toscano, 2005), seguía sin prestar la atención necesaria a los yacimientos neandertales del norte y centro peninsular, pues el protagonismo de las culturas modernas seguían predominando. La existencia de diferentes teorías, frecuentemente contradictorias, favorece la omisión de ciertos aspectos que no son tenidos en cuenta hasta la reevaluación de los datos obtenidos (Maroto et al., 2005). Es el caso del Musteriense, que parece desaparecer con rapidez en la zona de influencia del Auriñaciense o Chatelperroniense, quedando restringido a zonas marginales como las del sur de la Península Ibérica (p. e. Hublin et al., 1995; Zilhäo y d´Errico, 1999).  

En la reunión científica celebrada en el Museo de Altamira (2004) sobre los “Neandertales cantábricos, estado de la cuestión”, se volvió a tener en cuenta el papel que pudieron tener los neandertales en ese complejo inicio del Paleolítico Superior (Maroto et al., 2005). Efectivamente, en este período las formas culturales de los neandertales no pueden limitarse exclusivamente al Uluzziense o al Chatelperroniense, sino que el Musteriense adquiere cierto protagonismo aún no cualificado. A la luz de estos estudios están apareciendo nuevos paradigmas sobre la interpretación arqueológica en la región cantábrica y gran parte de la Península Ibérica (Baena y Carrión, 2005). Así, se está observando la pervivencia del Musteriense en fechas más recientes del 40.000 bp, y la existencia de un Musteriense con puntas de Chatelperron (Maroto et al., 2005), en vez de un Musteriense o Chatelperroniense en el sentido estricto. Puede ser la realidad de un Musteriense Final con sus propias características tipológicas, y no simplemente el final del Musteriense (Arrizabalaga e Iriarte, 2006), aunque es evidente que, tal como se expuso esta reunión, es imprescindible continuar estudiando el proceso y constatar más dataciones.   

Sin embargo, la perduración del Musteriense muchas veces no fue una prolongación de su tradicional marco cultural, sino que, sin llegar a un aspecto moderno, presenta una serie de avances que lo diferencian de otros períodos más antiguos. Así, observamos transformaciones tecnológicas, tipología realizada por distinta tecnología, diferentes adaptaciones a nuevos ecosistemas y cambios climáticos (cambios en la técnica de caza, nuevos modelos de explotación de recursos abióticos), una rudimentaria pero mayor existencia en el utillaje de hueso, menor estabilidad de los asentamientos y tendencia al aislamiento. Se aprecia un aspecto de gran variabilidad y/o diversidad cultural, cuyo origen no sabemos si se debe en exclusiva a la propia capacidad de adaptación del Neandertal en este período, o tiene un importante peso la coexistencia con poblaciones modernas, con diferente cultura, cerca de ellos y durante varios milenios (Baena y Carrión, 2006). Incluso en zonas europeas muy cercanas a las áreas geográficas asociadas al Chatelperroniense se conoce la pervivencia del Musteriense en zonas del centro-sur de Francia, así como la existencia de un Musteriense con láminas y puntas de retoque convergente inverso o puntas de Soyons (Neroniense) en Bélgica y la Renania (Alemania) (Pelegrin y Soressi, 2007), así como en el valle del Ródano donde el Chatelperroniense nunca ha sido registrado (Slimak, 2007). Igualmente, en las áreas adyacentes italianas (p.e. Lacio) persiste el Musteriense, con dataciones posteriores del 40.000 bp (Kuhn y Bietti, 2000).   

Todos estos datos nos confirman la coexistencia de importantes diferencias culturales en el mundo del Neandertal (Musteriense más o menos evolucionado intercalado ente el Chatelperroniense y Uluzziense), las cuales convivieron varios milenios en lugares geográficos muy próximos. Este hecho parece corresponder a una particular conducta de intercambio cultural y sociabilidad intergrupal, lo que siempre habrá que tener en cuenta al estudiar las características culturales del Neandertal, tanto en sus propias poblaciones como en su comparación con las pautas conductuales desarrolladas por los HAM. No hay que olvidar que la conducta general de los HAM fue mucho más homogénea en el tiempo, espacio y desarrollo cultural.   

En este punto nos encontramos con el dilema actual. El Chatelperroniense (cultura con un componente simbólico y tecnológico importante) fue anterior a la llegada de los HAM (D´Errico et al., 2003) y los verdaderos creadores de la cultura moderna en Europa. Otros autores no opinan lo mismo (Mellars, 2005) con lo que la discusión, en base de datos arqueológicos, está en plena efervescencia en la actualidad. Incluso se postula que todos los yacimientos anteriores al 36000 BP, son originarios de los neandertales, con lo que curiosamente, todo el mosaico de culturas (Musteriense, Musteriense final, Auriñaciense arcaico, Chatelperroniense, Uluciense, etc.) son creaciones de los neandertales del momento.   

La base fundamental de las capacidades cognitivas y culturales de los neandertales es sin duda las características modernas que presenta el Chatelperroniense (D´Errico et al., 2003), siendo donde la subjetividad y un interés especial han tenido un protagonismo importante. 


- Arrizabalaga, A. e Iriarte M. J. (2006): “El Castelperroniense y otros complejos de transición entre el Paleolítico medio y el superior en la Cornisa Cantábrica: algunas reflexiones”. Zona arqueológica, 7, (1): 359-370.
- Baena, J.; Carrión, E.; Ruiz, B.; Ellwood, B.; Sesé, C.; Yravedra, J.; Jordá, J.; Uzquiano, P.; Velásquez, R.; Manzano, I.; Sánchez, A. y Hernández, F. (2005): “Paleoecología y comportamiento humano durante el Pleistoceno Superior en la comarca de Liébana: la secuencia de la Cueva de El Esquilleu (Occidente de Cantabria, España)”. Neandertales cantábricos. Estado de la Cuestión. El Paleolítico Medio cantábrico: hacia una revisión actualizada de su problemática. Museo de Altamira. Monografías, 20:461-487. Santander.
- Barton, R. N. E. et alii., (1999): “Gibraltar Neanderthals and results of recent excavations in Gorham´s, Vanguard and Ibex Caves”. Antiquity 73: 13-23.
- D´Errico, F.; Henshilwood, CH.; Lawson G.; Vanhaeren, M.; Tillier, A. M.; Suressi, M.; Bresson, F.; Maureille, B.; Nowell, A.; Lakarra, J.; Backwell, L. y Julien. M. (2003): “Archaeological Evidence for the Emergence of Language, Symbolism, and Music–An Alternative Multidisciplinary Perspective”. Journal of World Prehistory, 17 (1): 1-70.
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- Jiménez-Espejo, F. J.; Martínez-Ruiz, M.; Finlayson, C.; Paytan, A.; Sakamoto, T.; Ortega-Huertas, M.; Finlayson, G.; Iijima, K.; Gallego-Torres; D. y Darren Fa (2007): “Climate forcing and Neanderthal extinction in Southern Iberia: insights from a multiproxy marine record”. Quaternary Science Reviews. Vol. 26, (7-8): 836-852.
- Kuhn, S. L. y Bietti, A. (2000): “The Late Middle and Early Upper Paleolithic in Italy”. En The Geography of Neandertals and Modern Humans in Europe and Greater Mediterranean. Bar-Yosef, O. y Plibeam, D. (eds.) .49-75. Cambridge, Massachusetts: Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University.
- Maroto, J.; Vaquero, M.; Arrizabalaga, A.; Baena, J.; Carrión, E.; Jordá, J. F.; Martinón, M.; Menéndez, M.; Montes, R. y Rosell, J. (2005): “Problemática cronológica del final del Paleolítico Medio en el Norte Peninsular”. Neandertales cantábricos. Estado de la Cuestión. El Paleolítico Medio cantábrico: hacia una revisión actualizada de su problemática Museo de Altamira. Monografías, 20: 101-114. Santander.
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- Slimak, L. (2007): “Le Néronien et la structure historique du basculement du Paléolithique moyen au Paléolithique supérieur en France méditerranéenne. Comptes Rendus Palevol. Volume 6, (4): 301-309.
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- Zilhao, J. y d'Errico, F. (1999): “The chronology and taphonomy of the earliest Aurignacian and its implications for the understanding of Neandertal extintion”. Journal of World Prehistory 13 (1): 1-68.