La idea más difundida sobre la realidad del Chatelperroniense es que corresponde a una manifestación cultural con las características propias del Paleolítico Superior. Se encuentra en el centro-oeste y sur de Francia, y con menor desarrollo por el norte de la Península Ibérica, lo que indica una extensión geográfica relativamente limitada dentro del área de extensión del Neandertal. Su cronología se sitúa entre el 38/36-33/30.000 BP, aunque otros autores le dan fechas más antiguas (llegando hasta el 40.000 BP) y anteriores que las del Auriñaciense, por lo que sus creadores serían los neandertales sin la influencia de los HAM (d´Errico et al. 1998). El descubrimiento de restos fósiles neandertales en los yacimientos de Arcy-sur-Cure y Saint Césaire aportan veracidad a la vinculación de estos humanos con la industria en la que se encontraron.
Sobre su origen se aprecia una importante relación tecnológica con el Musteriense de tradición Achelense B (MTA B), pues en general suele aparecer donde previamente existía un Musteriense de este tipo o de denticulados, considerándose como una evolución del mismo hacia patrones propios del Paleolítico Superior (Baffier, 1999; Mellars, 1989, Pelegrin y Soressi, 2007). Efectivamente, en niveles musterienses recientes (sobre el 45.000 BP) encontramos una importante evolución laminar y de piezas de dorso, que van progresivamente aumentando. La tecnología para la producción de puntas de Chatelperron se hace predominante, posiblemente por la gran utilidad de tales puntas (uso como cuchillo o puntas de lanzas), de tal manera que parecen ser el centro de toda la talla lítica, usando los subproductos de tallado como base para el resto de los útiles propios de esta cultura (Pelegrin y Soressi, 2007).
Su industria lítica siempre muestra una proporción importante de útiles musterienses (raederas, denticulados, puntas, piezas de dorso y bifaces), que disminuyen al proliferar los propios del Paleolítico Superior (raspadores, buriles, perforadores, puntas de dorso curvo o de Chatelperron, etc.). La industria ósea y de asta es muy escasa, pero cuando se encuentra es sencilla y cuidadosamente tallada, estando formada por punzones con cabeza, alisadores y alfileres (Pelegrin y Soressi, 2007). Sin embargo, no se observa la producción de puntas óseas para enmangar y utilizar como armas arrojadizas (Mellars, 1989), lo que puede significar una forma de caza menos efectiva. Un dato importante es la rareza y poca variedad del uso de las materias orgánicas, con la excepción de la Grotte du Renne (Pelegrin y Soressi, 2007). Tanto es así que sólo se ha encontrado en siete yacimientos (Brassempouy, Châtelperron, Grotte du Renne, Laussel, Roc-de-Combe, Roche-au-Loup y Trou de la Chèvre) (d´Errico et al. 1998).
Las materias primas líticas se obtienen de las cercanías, pues las que tienen su origen en una distancia superior a los 16 Km no superan el 6% de la totalidad, aunque las distancias medias aumentan ligeramente en este período. Este moderado aumento del uso del sílex importado refleja una mayor organización social y la elaboración de mejores estrategias logísticas (Baffier, 1999; Gamble, 2001). Es muy frecuente encontrar los yacimientos de este período sobre otros musterienses más antiguos, dando lugar a una sucesión de ocupaciones e indicando la perduración de la estructura social en sus aspectos logísticos (Baffier, 1999; Pelegrin y Soressi, 2007).
El simbolismo en el Chatelperroniense está geográficamente muy restringido, pues los adornos sólo aparecen en ciertas áreas de Francia, no existiendo en la mayoría de los yacimientos (Gamble, 2001). Los adornos sólo se encontraron en seis lugares (Cauna de Belvis, Châtelperron, Grotte du Renne, Roc de Combe, Roche-au-Loup y Roche de Quinçay) (d´Errico et al. 1998). Se han realizado sobre los dientes de carnívoros (lobo, hiena, zorro, marmota y de oso) y de herbívoros (bóvidos, caballos, renos y ciervos), estando ranurados o perforados con el aparente fin de servir como colgantes. También han utilizado pequeños fósiles con una ranura en un extremo para poder colgarse, como se puede apreciarse en la Rynchonelle de Arcy-sur-Cure. Son abundantes en Arcy-sur-Cure (Grotte du Renne) con un total de un total de 142 objetos óseos y 36 adornos, constituyendo el principal yacimiento con este tipo de producción (Baffier, 1999; d´Errico et alii., 1998). Es de resaltar la falta de conchas marinas (salvo el caso aislado de Cauna de Belvis sin perforar), cercano a los yacimientos protoauriñacienses del Mediterráneo que tanto las usaban (Mellars, 2005).
Adornos Chatelperonienses
Se aprecia un uso intensivo del ocre que suele cubrir de color todo el hábitat donde se encuentra, mientras que en el Musteriense se encuentra de una forma mucho más aislada (Baffier, 1999). Diversos autores (d´Errico et al. 1998) atribuyen un alto simbolismo al Neandertal, tanto en el Paleolítico Medio como en el Superior. Durante el Musteriense se basan en la interpretación de ciertos hechos que pueden tener tal significado, destacando los enterramientos de La Ferrassie y las pinturas (lapiceros de manganeso) documentados en el MTA de Pech de l´Azé I (Soressi et al. 2002).
En general, sus yacimientos presentan conjuntos tecnológicos pequeños, lo mismo que el tamaño de los grupos sociales que los crearon en comparación con lo apreciado en el Auriñaciense (Gamble, 2001). Estos grupos parecen tener un movimiento continuo dentro de un amplio territorio, persistiendo en las formas conductuales de los musterienses. Sus redes sociales, salvo en el Périgord, son limitadas en su extensión, aunque más estructuradas que durante el Musteriense. Esta situación puede explicar los lentos avances de todo tipo que se producen en el Paleolítico Medio (Gamble, 2001), y los cambios observados en el período de transición (Baena y Carrión, 2006).
Con todo lo expuesto se tiene la impresión de que el Chatelperroniense es una cultura del Paleolítico Superior con un comportamiento moderno (tecnológico, social y simbólico). Perfectamente localizado en una concreta área geográfica, y una evolución cultural más o menos conocida y aceptada. Sin embargo, todo este panorama cultural de desarrollo tecnológico, social y simbólico del Chatelperroniense no es homogéneo, pues no se presenta con la misma intensidad ni características en sus áreas de distribución geográfica. Muchos de sus yacimientos presentan pobres aspectos en los materiales líticos (faltan producciones o están en muy escasa proporción), óseos y los adornos (pues no existen en su mayoría), pareciendo una limitación tecnológica (Gamble, 2001). Este fenómeno es más llamativo en los yacimientos de la Península Ibérica.
Aparecen diversas preguntas:
¿Conocemos la realidad del Chatelperroniense?
¿Cómo podemos estudiarlo con la mayor objetividad posible?
¿Cómo encaja en la realidad conductual del Neandertal en la Europa de la transición? La respuesta no parecer ser fácil con los métodos arqueológicos tradicionales, lo que implica el uso de nuevos métodos de mayor poder heurístico.
* Baena, J.; Carrión, E. (2006): “Problemas acerca del final del Musteriense”. Zephyrus. LIX: 51-66.
* Baffier, D. (1999): Les deniers Néandertaliens. Le Châtelperronien. La maison des Roches. Paris.
* D'Errico, F.; Zilhao, J.; Julien, M.; Baffier, D. y Pelegrin, J. (1998): “Neanderthal acculturation in western Europe? A critical review of the evidence and its interpretation”. Current Anthropology, 39 (supl.): 1-44.
* Gamble, C. (2001): Las sociedades paleolíticas de Europa. Ariel. Barcelona.
* Mellars, P.A. (1989): “Major issues in the emergence of modern humans”. Current Anthropology 30: 349-385.
* Mellars, P. A. (2005): “The Impossible Coincidence. A Single-Species Model for the Origins of Modern Human Behaviour in Europe”. Evolutionary Anthropology 14: 12-27.
* Pelegrin, J. y Soressi, M. (2007): “Le Châtelperronien et ses rapports avec le Moustérien”. En Les Néandertaliens. Biologie et cultures. Documents préhistoriques, 23: 283-29.6 Paris, Éditions du CTHS.
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