Actualmente, el Chatelperroniense es considerado como una manifestación cultural con las características propias del Paleolítico Superior. Se encuentra en el centro-oeste y sur de Francia, y con menor desarrollo por el norte de la Península Ibérica. Su cronología se sitúa entre el 38/36-33/30.000 BP, aunque otros autores le dan fechas más antiguas (llegando hasta el 40.000 BP) y anteriores que las del Auriñaciense, por lo que sus creadores serían los neandertales sin la influencia de los HAM. Representa la comprobación arqueológica de las capacidades cognitivas y culturales de los neandertales, que sería iguales o muy parecidas a las de los HAM (D´Errico et al., 1998, 2003; Pelegrin y Soressi, 2007).
Sobre su origen se aprecia una importante relación tecnológica con el Musteriense de tradición Achelense B (MTA B). Es muy frecuente encontrar los yacimientos de este período sobre otros musterienses más antiguos, dando lugar a una sucesión de ocupaciones e indicando la perduración de la estructura social en sus aspectos logísticos, considerándose como una evolución del mismo hacia patrones propios del Paleolítico Superior. La tecnología para la producción de puntas de Chatelperron se hace predominante, posiblemente por la gran utilidad de tales puntas (uso como cuchillo o puntas de lanzas), de tal manera que parecen ser el centro de toda la talla lítica, usando los subproductos de tallado como base para el resto de los útiles propios de esta cultura (Pelegrin y Soressi, 2007). Lo que no cabe duda es que este útil se extiende por gran parte del oeste de Europa, no sólo en los yacimientos Chatelperronienses, sino en los Musterienses sin tecnología laminar (Musteriense con puntas de Chatelperron), incluso en algunos del Auriñaciense arcaico (La Viña, El Castillo, Reclau Viver y L´Arbreda).
La industria ósea y de asta es muy escasa, pero cuando se encuentra es sencilla y cuidadosamente tallada, estando formada por punzones con cabeza, alisadores y alfileres. Un dato importante es la rareza y poca variedad del uso de las materias orgánicas. Tanto es así que sólo se ha encontrado en siete yacimientos (Brassempouy, Châtelperron, Grotte du Renne, Laussel, Roc-de-Combe, Roche-au-Loup y Trou de la Chèvre) (D´Errico et al., 1998, 2003; Pelegrin y Soressi, 2007).
El simbolismo en el Chatelperroniense está geográficamente muy restringido, pues los adornos sólo aparecen en ciertas áreas de Francia, no existiendo en la mayoría de los yacimientos. Los adornos sólo se encontraron en seis lugares (Cauna de Belvis, Châtelperron, Grotte du Renne, Roc de Combe, Roche-au-Loup y Roche de Quinçay). Se han realizado sobre los dientes de carnívoros (lobo, hiena, zorro, marmota y de oso) y de herbívoros (bóvidos, caballos, renos y ciervos), estando ranurados o perforados con el aparente fin de servir como colgantes. También han utilizado pequeños fósiles con una ranura en un extremo para poder colgarse, como se puede apreciarse en la Rynchonelle de Arcy-sur-Cure. Son abundantes en Arcy-sur-Cure (Grotte du Renne) con un total de un total de 142 objetos óseos y 36 adornos, constituyendo el principal yacimiento con este tipo de producción (D´Errico et al., 1998, 2003).
Se aprecia un uso intensivo del ocre que suele cubrir de color todo el hábitat donde se encuentra, mientras que en el Musteriense se encuentra de una forma mucho más aislada. Diversos autores (D´Errico et al., 1998, 2003) atribuyen un alto simbolismo al Neandertal, tanto en el Paleolítico Medio como en el Superior. Durante el Musteriense se basan en la interpretación de ciertos hechos que pueden tener tal significado, destacando los enterramientos de La Ferrassie y las pinturas (lapiceros de manganeso) documentados en el MTA de Pech de l´Azé I (Soressi et al., 2002; Zilhäo, 2007).
Con todo lo expuesto se tiene la impresión de que el Chatelperroniense es una cultura del Paleolítico Superior con un comportamiento moderno (tecnológico, social y simbólico). Perfectamente localizado en una concreta área geográfica, y una evolución cultural más o menos conocida y aceptada. Sin embargo, todo este panorama cultural de desarrollo tecnológico, social y simbólico del Chatelperroniense no es homogéneo, pues no se presenta con la misma intensidad ni características en sus áreas de hábitat. Muchos de sus yacimientos presentan pobres aspectos en los materiales líticos (faltan producciones o están en muy escasa proporción), óseos y los adornos (pues no existen en su mayoría), pareciendo una limitación tecnológica.
Los datos aportados por los yacimientos arqueológicos son a veces escasos y parciales, siendo muy difíciles apreciar muchas de las características anteriormente señaladas. Diversos autores (Maroto et al., 2005) opinan que, además de encontrar algún fósil director (punta de Chatelperron), debe existir una tecnología claramente laminar para ser atribuido a una cultura moderna (Chatelperroniense). Parece lógico pensar que para asumir una plena modernidad, además de lo ya mencionado, debería haber una tecnología ósea, pues sería un claro índice de la existencia de sus dos principales cualidades (reflexividad y flexibilidad conductual). El uso de otras materias primas, la creación de nuevas formas de trabajo y la creación de herramientas más idóneas para mejorar su adaptabilidad, es un claro exponente de un pensamiento y conducta moderna.
Conocemos unos 125 yacimientos en Francia y la Península Ibérica (D´Errico et al., 1998), lo que sin duda supone una amplia muestra poblacional de tal tecnología. No obstante, el carácter moderno de su conducta (reflexividad y flexibilidad manifestados por la tecnología ósea y la creación se adornos) presenta unas características peculiares, pues los adornos quedan restringidos a seis escasos yacimientos, la mayoría de ellos situados en la periferia del núcleo principal de yacimientos chatelperronienses. Además, los yacimientos de Châtelperron, Grotte du Renne y Roche-au-Loup se sitúan a 450 Km de los yacimientos Auriñacienses de Alemania (Vogelherd o Geisseklöosterle), precisamente con el mismo tipo de adornos y en periodos similares (Harald, 2003; Mellars et al., 2007). Por su parte, Cauna de Belvis se sitúa muy cerca del Mediterráneo donde los protoauriñacienses usaban frecuentemente las conchas como adornos (Mellars, 2005). Los otros dos yacimientos con adornos (Roc de Combe y Roche de Quinçay) si se encuentran en pleno núcleo de mayor densidad poblacional de los neandertales. Las dataciones de estos yacimientos, en relación con el nivel en él que se encontraron los adornos, tampoco son muy definitorios respecto de su primacía sobre los creados por los HAM.
¿Es esta escasa representación simbólica y de tecnología ósea una característica cultural de los chatelperronienses y, por extensión, de todos los neandertales? Evidentemente, en conceptos de representatividad estadística la respuesta sólo puede ser negativa. Su existencia es más una rareza que una generalidad, y como tal debe ser entendida y estudiada, al menos hasta que nuevos descubrimientos indiquen otra cosa.
Sin embargo, algunos neandertales sí fueron capaces de elaborar, con tecnología propia, tales adornos y útiles óseos. Ambos procesos, la creación de estos objetos por parte de algunos neandertales y su ausencia en la mayoría de los yacimientos chatelperronienses y en todos los demás atribuidos al Neandertal, deben ser explicados. En general, su conducta no es la misma que la que presentaban los HAM con el Auriñaciense, lo que también hay que tratar de explicar. En este punto, se hecha en falta un modelo de desarrollo cognitivo, cultural y simbólico coherente que pueda explicar satisfactoriamente todas estas particularidades. Tal modelo, basado en todos los fundamentos teóricos analizados en este blog en su primera parte, nos puede ofrecer una explicación con un nivel de certeza aceptable.
La industria ósea y de asta es muy escasa, pero cuando se encuentra es sencilla y cuidadosamente tallada, estando formada por punzones con cabeza, alisadores y alfileres. Un dato importante es la rareza y poca variedad del uso de las materias orgánicas. Tanto es así que sólo se ha encontrado en siete yacimientos (Brassempouy, Châtelperron, Grotte du Renne, Laussel, Roc-de-Combe, Roche-au-Loup y Trou de la Chèvre) (D´Errico et al., 1998, 2003; Pelegrin y Soressi, 2007).
El simbolismo en el Chatelperroniense está geográficamente muy restringido, pues los adornos sólo aparecen en ciertas áreas de Francia, no existiendo en la mayoría de los yacimientos. Los adornos sólo se encontraron en seis lugares (Cauna de Belvis, Châtelperron, Grotte du Renne, Roc de Combe, Roche-au-Loup y Roche de Quinçay). Se han realizado sobre los dientes de carnívoros (lobo, hiena, zorro, marmota y de oso) y de herbívoros (bóvidos, caballos, renos y ciervos), estando ranurados o perforados con el aparente fin de servir como colgantes. También han utilizado pequeños fósiles con una ranura en un extremo para poder colgarse, como se puede apreciarse en la Rynchonelle de Arcy-sur-Cure. Son abundantes en Arcy-sur-Cure (Grotte du Renne) con un total de un total de 142 objetos óseos y 36 adornos, constituyendo el principal yacimiento con este tipo de producción (D´Errico et al., 1998, 2003).
Se aprecia un uso intensivo del ocre que suele cubrir de color todo el hábitat donde se encuentra, mientras que en el Musteriense se encuentra de una forma mucho más aislada. Diversos autores (D´Errico et al., 1998, 2003) atribuyen un alto simbolismo al Neandertal, tanto en el Paleolítico Medio como en el Superior. Durante el Musteriense se basan en la interpretación de ciertos hechos que pueden tener tal significado, destacando los enterramientos de La Ferrassie y las pinturas (lapiceros de manganeso) documentados en el MTA de Pech de l´Azé I (Soressi et al., 2002; Zilhäo, 2007).
Con todo lo expuesto se tiene la impresión de que el Chatelperroniense es una cultura del Paleolítico Superior con un comportamiento moderno (tecnológico, social y simbólico). Perfectamente localizado en una concreta área geográfica, y una evolución cultural más o menos conocida y aceptada. Sin embargo, todo este panorama cultural de desarrollo tecnológico, social y simbólico del Chatelperroniense no es homogéneo, pues no se presenta con la misma intensidad ni características en sus áreas de hábitat. Muchos de sus yacimientos presentan pobres aspectos en los materiales líticos (faltan producciones o están en muy escasa proporción), óseos y los adornos (pues no existen en su mayoría), pareciendo una limitación tecnológica.
Los datos aportados por los yacimientos arqueológicos son a veces escasos y parciales, siendo muy difíciles apreciar muchas de las características anteriormente señaladas. Diversos autores (Maroto et al., 2005) opinan que, además de encontrar algún fósil director (punta de Chatelperron), debe existir una tecnología claramente laminar para ser atribuido a una cultura moderna (Chatelperroniense). Parece lógico pensar que para asumir una plena modernidad, además de lo ya mencionado, debería haber una tecnología ósea, pues sería un claro índice de la existencia de sus dos principales cualidades (reflexividad y flexibilidad conductual). El uso de otras materias primas, la creación de nuevas formas de trabajo y la creación de herramientas más idóneas para mejorar su adaptabilidad, es un claro exponente de un pensamiento y conducta moderna.
Conocemos unos 125 yacimientos en Francia y la Península Ibérica (D´Errico et al., 1998), lo que sin duda supone una amplia muestra poblacional de tal tecnología. No obstante, el carácter moderno de su conducta (reflexividad y flexibilidad manifestados por la tecnología ósea y la creación se adornos) presenta unas características peculiares, pues los adornos quedan restringidos a seis escasos yacimientos, la mayoría de ellos situados en la periferia del núcleo principal de yacimientos chatelperronienses. Además, los yacimientos de Châtelperron, Grotte du Renne y Roche-au-Loup se sitúan a 450 Km de los yacimientos Auriñacienses de Alemania (Vogelherd o Geisseklöosterle), precisamente con el mismo tipo de adornos y en periodos similares (Harald, 2003; Mellars et al., 2007). Por su parte, Cauna de Belvis se sitúa muy cerca del Mediterráneo donde los protoauriñacienses usaban frecuentemente las conchas como adornos (Mellars, 2005). Los otros dos yacimientos con adornos (Roc de Combe y Roche de Quinçay) si se encuentran en pleno núcleo de mayor densidad poblacional de los neandertales. Las dataciones de estos yacimientos, en relación con el nivel en él que se encontraron los adornos, tampoco son muy definitorios respecto de su primacía sobre los creados por los HAM.
¿Es esta escasa representación simbólica y de tecnología ósea una característica cultural de los chatelperronienses y, por extensión, de todos los neandertales? Evidentemente, en conceptos de representatividad estadística la respuesta sólo puede ser negativa. Su existencia es más una rareza que una generalidad, y como tal debe ser entendida y estudiada, al menos hasta que nuevos descubrimientos indiquen otra cosa.
Sin embargo, algunos neandertales sí fueron capaces de elaborar, con tecnología propia, tales adornos y útiles óseos. Ambos procesos, la creación de estos objetos por parte de algunos neandertales y su ausencia en la mayoría de los yacimientos chatelperronienses y en todos los demás atribuidos al Neandertal, deben ser explicados. En general, su conducta no es la misma que la que presentaban los HAM con el Auriñaciense, lo que también hay que tratar de explicar. En este punto, se hecha en falta un modelo de desarrollo cognitivo, cultural y simbólico coherente que pueda explicar satisfactoriamente todas estas particularidades. Tal modelo, basado en todos los fundamentos teóricos analizados en este blog en su primera parte, nos puede ofrecer una explicación con un nivel de certeza aceptable.
- D'Errico, F.; Zilhao, J.; Julien, M.; Baffier, D. y Pelegrin, J. (1998): “Neanderthal acculturation in western Europe? A critical review of the evidence and its interpretation”. Current Anthropology, 39 (supl.): 1-44.
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