domingo, 2 de mayo de 2010

Demografía y desarrollo cultural

Parece que el concepto de que la densidad de población y la consecuente interacción social son componentes fundamentales en el desarrollo cultural, sobre todo en el inicio de la conducta moderna y simbólica, continúa interesando al mundo científico relacionado con la cultura paleolítica. Comento este dato, por otro lado asumido y difundido en el estudio de la conducta humana, porque con cierta asiduidad se publican trabajos referentes a este asunto. Hace casi un año en la revista Science ya se publico un artículo donde se indicaba tal apreciación, añadiendo un estudio donde se elaboró un modelo de simulación computacional, como nuevo mecanismo de búsqueda y ratificación de las observaciones y conclusiones preconcebidas. La noticia, que se hizo eco periodístico con rapidez, provocó en diversos foros de dialogo y comentarios sobre tal noticia, constatando la aceptación general de tal proceso. 
    
Recientemente se ha vuelto a incidir, en la misma revista pero con autores diferentes, la importancia que el aumento demográfico y la interacción social tienen en el desarrollo de la cultura humana, sobre todo en la conducta moderna y simbólica (Elizabeth Culotta. Science 2010)     

No deja de sorprender el interés que suscita tal proceso, aunque se aprecia un abordaje del mismo un tanto errático, es decir, aislado y no como parte integrante de un modelo sobre el desarrollo de la conducta simbólica humana. La Arqueología cognitiva tiene perfectamente asumido y constatado que el aumento demográfico de las poblaciones humanas es un elemento fundamental en el desarrollo de la conducta humana. La constatación arqueológica es evidente, pues a pesar de que los humanos modernos y de cierta forma aún no muy bien comprendida los neandertales tuvieran capacidades cognitivas adecuadas para generar este tipo de conductas, sólo cuando se produjo un aumento poblacional (aumento de yacimientos más amplios y de mayor duración) y una interacción social (intra e intergrupal) es cuando tuvo lugar el desarrollo cognitivo que produjo los cambios conductuales que caracterizarían al paleolítico Superior (Rivera, 2008, 2009). 

Las capacidades cognitivas (psicobiológicas) en un medio ambiente adecuado (por supuesto con una demografía que favoreciese la interacción social y su permanencia en el tiempo), junto con la existencia de un lenguaje (igualmente favorecido por la relaciones sociales y demográficas), van a constituir el contexto cognitivo y cultural necesario para el desarrollo de las capacidades cognitivas emergentes, que en su evolución darían lugar a las formas conductuales consideradas como modernas. 

Todo es un proceso de retroalimentación positivo, donde cada elemento es una pieza fundamental. La falta o deterioro de uno de ellos impediría una realización conductual adecuada. Un esquema del continuum que representa tal proceso lo podemos ver en el siguiente cuadro:


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