Que la Arqueología cognitiva es
muy desconocida, es una conclusión que asumen todos los interesados por el
estudio de época pasadas. Pero que dentro de ella existen diversas tendencias
metodológicas y distintas formas de realizar sus estudios, no es tan conocido,
aunque posiblemente sí sospechado. Mi propósito consiste en realizar una serie
de posts en los que de forma individual iría mostrando las diversas teorías y
métodos que en la actualidad se están desarrollando la Arqueología cognitiva.
Elegiría aquellos autores más representativos de las formas metodológicas
desarrolladas a lo largo de la historia de la Arqueología (Procesualismo,
Postprocesualismo, Estructuralismo), exponiendo sus teorías y problemas que
presentan. El fin
principal sería la propia difusión de esta especialidad arqueológica, así como
una mayor comprensión de una metodología muy poco difundida, usada y aceptada
en muchos medios arqueológicos. Un programa de tal exposición sería:
I.- Procesualismo o Nueva Arqueología.
- Merlin Donald (1991).
- Andrew Colin Renfrew (1982, 1993,
2008).
- Willian Noble y Iain Davidson (1996).
- Steven Mithen (1996).
- Thomas Wynn (1977, 1981, 1989) y Frederick L. Coolidge (2011).
II.-
Arqueología Postprocesual o Interpretativa.
- Ian Hodder (1991).
III.-
Estructuralismo
- André
Leroi-Gourhan (1965).
- Almudena Hernando (1999).
- Ángel Rivera (2004, 2009).
Líneas generales de metodología en
Arqueología cognitiva
La
metodología es la parcela de la Arqueología que menos interés suscita entre los
que se dedican a esta disciplina. Normalmente, se siguen criterios generales de
actuación práctica, dando por hecho que se está en la línea correcta o por lo
menos en la más aceptada, pero tal práctica limita mucho el espíritu crítico del
trabajo arqueológico y facilita la permanencia de tendencias teóricas ya
superadas por otras disciplinas académicas con relación arqueológica. En el
caso de la Arqueología cognitiva el problema es aún mayor, pues todos los
problemas enunciados anteriormente se ven incrementados. Por tanto, creo
necesario recordar los aspectos más generales de las principales teorías
arqueológicas, y de relacionarlas con los problemas arqueológicos, para después
y en próximas entradas ir explicando las ideas de los autores que se han
dedicado al estudio cognitivo del pasado.
PROCESUALISMO O NUEVA
ARQUEOLOGÍA
Es la
primera metodología arqueológica que se plantea la posibilidad de conocer las
mentes de los seres humanos de otras épocas a partir de los datos arqueológicos.
En su inicio ya consideraron que lo cognitivo era un subsistema cultural
similar a los económicos o políticos estudiados por la Nueva Arqueología,
algunos autores propondrán que la comprensión de lo tecnológico y económico se
mejora con el estudio de una perspectiva cognitiva (Flannery y Marcus 1976), al
considerar que el pensamiento y la acción son procesos indisociables. Los
objetos son el resultado del pensamiento, por lo tanto la ideología
es fundamental en los procesos sociales y debe relacionarse (Renfrew y
Bahn, 2007). Con este fundamente se
crearon teorías generales sobre el origen y desarrollo del
pensamiento humano, asumiendo que los símbolos de cualquier grupo humano tienen
siempre el mismo orden de racionalidad. Se dio prioridad a la existencia de una
Razón Universal en los procesos cognitivos y al positivismo
de sus conclusiones. Se intentaron realizar estudios objetivos del fenómeno
de la cognición, con el fin de analizar cómo se conoce la
realidad en la que se vive (Hernando 1999).
En este contexto, la mayoría de los procesualistas han desarrollado amplias teorías generales sobre la conducta humana (Colin Renfrew, Merlin Donald, Davidson y Noble, Mithen, Wynn y Coolidge, etc.) con criterios interdisciplinarios, pero no lo suficiente como para evitar los problemas que se les achacan. Se les critica la falta de objetividad de sus estudios, pues reflejan conceptos y formas de pensar actuales, como las del propio investigador, lo que únicamente puede corregirse, hasta cierto punto, con un método interdisciplinar amplio y adecuado. Igualmente, tienen problemas para aplicar sus conceptos generales a las particularidades contextuales de cada yacimiento. Su principal causa es la falta de un método básico y práctico sobre la forma en que las características psicobiológicas humanas adquieren y procesan la información del medio ambiente y la transmiten generacionalmente, lo que en definitiva es el germen de todo origen y desarrollo conductual (Rivera 2009 y 2010).
En este contexto, la mayoría de los procesualistas han desarrollado amplias teorías generales sobre la conducta humana (Colin Renfrew, Merlin Donald, Davidson y Noble, Mithen, Wynn y Coolidge, etc.) con criterios interdisciplinarios, pero no lo suficiente como para evitar los problemas que se les achacan. Se les critica la falta de objetividad de sus estudios, pues reflejan conceptos y formas de pensar actuales, como las del propio investigador, lo que únicamente puede corregirse, hasta cierto punto, con un método interdisciplinar amplio y adecuado. Igualmente, tienen problemas para aplicar sus conceptos generales a las particularidades contextuales de cada yacimiento. Su principal causa es la falta de un método básico y práctico sobre la forma en que las características psicobiológicas humanas adquieren y procesan la información del medio ambiente y la transmiten generacionalmente, lo que en definitiva es el germen de todo origen y desarrollo conductual (Rivera 2009 y 2010).
ARQUEOLOGÍA POSTPROCESUAL O INTERPRETATIVA
Este término reúne a una gran diversidad de puntos de vista y de
tradiciones, por lo que muchos prefieren su denominación de interpretativa que recoge mejor su
concepto de diversidad. En ella se incluyen paradigmas como el neomarxismo, el
feminismo, el estructuralismo, la arqueología contextual, etc., con el intento
de superar las limitaciones positivistas y materialistas de la Nueva
Arqueología. Ante la imposibilidad de evitar la subjetividad de la mente del
investigador, se cambia radicalmente de rumbo. Se abandonan los intentos de
comprensión sobre la percepción de la realidad que pudieron tener los seres
humanos en otras épocas, por la gran dificultad que entraña. El tener que
utilizar nuestra propia mente para analizar las características de la cognición
de nuestros antepasados, culturalmente determinada por nuestra lógica y
realidad actual, hace muy difícil que podamos acceder objetivamente a la forma
en que los humanos del pasado hubieran percibido la realidad de su entorno y
creado sus propios símbolos. Los fracasos en la creación de leyes generales
para el comportamiento humano hacen que la interpretación del mismo recaiga en
el análisis detallado y particular de cada determinado contexto, aunque en su
estudio siempre aparecen las ideas actuales y las propias preconcepciones del
arqueólogo.
La Arqueología Interpretativa expresa claramente subjetividad de cada
individuo sobre su percepción de la realidad. No se puede generalizar, sino
analizar cada yacimiento con precisión, pues sólo con sus particulares datos
podemos intuir algo de la génesis de su formación. Lo importante es el contexto
(arqueología contextual), donde cada objeto arqueológico es producido por un individuo o grupo
de ellos, no por un sistema social (Hodder, 1991).
Estos criterios hacen difícil el estudio de la cognición humana en la
prehistoria. A los postprocesuales les es muy difícil realizar trabajos generales a
partir de sus estudios contextuales, pues les falta una metodología que pueda
compaginar ambos campos de aplicación. Igualmente, cualquier tipo de análisis
realizado sin un mínimo conocimiento de la funcionalidad psicobiológica humana,
que controle y limite las posibilidades de explicación, hace que se caiga en
una subjetividad parecida a la que se atribuyó a los procesualistas.
ESTRUCTURALISMO
Aunque en principio puede estar comprendido dentro de la variedad de los
enfoques postprocesualistas, sus propias características metodológicas hacen
que posea aspectos tanto de esta corriente como de la procesual, por lo que en
conjunto adquiere unas formas teóricas que la hacen independiente de ambas. El Estructuralismo siempre intentó
realizar valoraciones generales (características procesuales) que poder aplicar
a los datos particulares de cada yacimiento (valores postprocesuales), por
medio de las propias características formales de su teoría, lo que es muy
interesante en el intento de estudiar objetivamente las realidades conductuales
del pasado. Esta corriente teórica tradicionalmente está fundamentada en la
aceptación de unas estructuras o modelos genéricos, aparentemente no
visibles, sobre el funcionamiento que rige la conducta humana (Lévi-Strauss,
1964). En relación con la conducta deben existir unas reglas ocultas
consecuencia de nuestras propias características psicobiológicas, que usamos
constantemente, pero que no somos conscientes de ellas. Así, las estructuras de
percepción (sentidos) y procesamiento (cerebro) de la realidad serían similares
en todos los grupos humanos, lo que implicaría que tenemos una forma básica de
conocer e interpretar la realidad material del mundo en el que vivimos, y que
sería común a todos los pertenecientes a nuestra especie. Habría que volver a
desarrollar leyes generales sobre la forma de crear y desarrollar la conducta
humana, pero con la suficiente flexibilidad como para que se adaptasen a
las particularidades, sociales y personales, de cada contexto arqueológico, es
decir, explicar la diversidad cultural y de pensamiento como característica
esencial de la conducta humana.
El fin primordial del Estructuralismo
es el de realizar una interpretación lo más objetiva posible. Para él, el
sujeto que se analiza (seres humanos de la prehistoria o actuales) no es
importante, dado que ambos están determinados por esas características comunes
que encauzan las acciones de la sociedad, y tampoco el que lo estudia
(antropólogo, arqueólogo, etc.), pues sólo intenta descubrir los códigos
comunes para entender la percepción de la realidad del grupo observado
(Hernando, 1999). Sin embargo, el estructuralismo, como corriente metodológica,
pocas veces ha constituido una gran alternativa coherente y duradera en
Arqueología. Se ha achacado a que estudia temas muy variados sobre lingüística,
gramática, psicología, etc., con una compleja relación entre sí, y de todos con
la Arqueología (Leroi-Gourhan, 1965). Pero su principal problema ha sido el
desconocimiento de las estructuras básicas y generales (psicológicas y
neurológicas) que van a regular la conducta humana, así como las
características que la evolución les ha dado. Con su conocimiento se podría
desarrollar un modelo teórico común a todos los seres humanos,
pero independiente de los aspectos particulares de la cultura que pueden tener
diferentes poblaciones humanas en un preciso tiempo y espacio. Así, lo único
común a todos los humanos serían los factores estructurales
propios de nuestra especie, que pueden aplicarse tanto a los seres humanos
actuales como a los que desarrollaron las culturas del paleolítico. Las
características de la conducta humana relacionadas con la Biología evolutiva,
Neurología, Antropología social, Psicología, Lingüística y Sociología,
debidamente interrelacionadas, ofrecen un panorama fácilmente identificable con
un estructuralismo funcional, es decir, con la base
funcional sobre la que se va ha desarrollar nuestro pensamiento y conducta,
teniendo una base común en el género Homo. No obstante, la forma en que
esta percepción y procesamiento de la realidad va a dar lugar a la construcción
cultural (económica, tecnológica, social y simbólica), sería distinta en los
diferentes grupos humanos que conocemos. Su realización, sobre la común base
psicobiológica, depende de la interacción de múltiples factores, los cuales a
su vez actúan con diferentes formas e intensidad.
En definitiva, la
percepción de la naturaleza (sentidos) y su procesamiento (sistema nervioso)
son iguales para todos los componentes la misma especie, pero cada grupo humano
iría creando una estructura social y personal diferente, dependiente de su
propia complejidad socioeconómica, cultural, tecnológica, simbólica, etc. Lo
que en un principio es común, en su desarrollo se iría diversificando, pero
siempre dentro de nuestras limitaciones funcionales.
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