Una de las principales causas de la subjetividad científica que siempre está presente en el estudio de la conducta de las poblaciones humanas durante la transición paleolítica, sería la presencia de un proceso del que muchas veces ni siquiera conocemos su existencia. Me refiero a la comprensión del desarrollo cognitivo (no biológico ni evolutivo) que tuvieron las poblaciones humanas (neandertales y HAM) en este periodo.
Tal desarrollo estaría caracterizado por un continuum desarrollo cultural y cognitivo, donde constantemente se irían produciendo y variando una serie de estados cognitivos que podríamos considerar como intermedios. Estos estados podrían definirse como los paulatinos, aunque heterogéneos en el espacio geográfico y en el tiempo histórico, avances de los conceptos de individualidad, del espacio y del tiempo, así como de su integración conceptual. A su vez, esta integración favorecería el desarrollo de las emergencias cognitivas, las cuales posibilitarían nuevos desarrollos cognitivos y culturales. Con el tiempo (continuum evolutivo de los contextos cultural y cognitivo) facilitarían el inicio de las conductas consideradas como modernas y su posterior grado desarrollo de geométrica expansión.
Es muy difícil poder esquematizar o definir las características cognitivas de estos estados intermedios, que sin embargo serían los responsables de las conductas intermedias o poco claras respecto del simbolismo y conducta modernas. El estructuralismo funcional propio de nuestro género sólo nos permite conocer y analizar con nuestra mente racional aquello de lo que tengamos referencias, conozcamos o recordemos. Lo que no se conoce es como si no existiera, y esto ocurre en todas las actividades humanas. Es un axioma clásico en la medicina: ninguna enfermedad puede diagnosticarse si se desconoce su existencia, por mucho que haya sido estudiada, analizada y tratada por otros.
El conocimiento sobre estos estados intermedios es prácticamente nulo. Tanto es su desconocimiento que ni siquiera han sido definidos, ni tenidos en cuenta a la hora de explicar el registro arqueológico. De su desconocimiento se produce una actuación científica en la que parece que todo parece ser posible dentro del registro arqueológico. Con estas actuaciones se mantienen ciertos aspectos relacionados con las ideas sobre la antigua relación directa de cultura-especie, aunque posiblemente de una manera más inconsciente que intencionada.
Todos conocemos que tanto el Neandertal como los HAM no siempre tuvieron el mismo nivel de desarrollo cognitivo, cultural y simbólico, pero el descubrimiento de indicios con cierto desarrollo simbólico en algunos de ellos, favorece una excesiva generalización a toda la población. Es el caso de los neandertales, de los que algunos de ellos se relacionan con el simbolismo del Chatelperroniense, esto, y las dudas lanzadas sobre los antiguos yacimientos atribuidos a los HAM, hace que se atribuyan a esta población humana el inicio de todas las formas culturales que podamos conocer en el comienzo de la transición paleolítica, cuando la realidad arqueológica es que la inmensa mayoría de los neandertales perduraron con un clásico musteriense o simplemente desaparecieron.
Repetidamente se ha indicado la utilidad de la Etnografía como fuente de modelos de estudio, aunque la mayoría opina que estos modelos de conducta basados en los datos etnográficos no deben ser aplicados directamente, pero sirven para tomar conciencia de la variabilidad de la conducta humana y crear hipótesis de trabajo.
Efectivamente, la variabilidad conductual entre los mismos miembros de la especie es un hecho contrastado y debe tenerse en cuenta. Sin embargo, lo que aún no está claro es si los neandertales y HAM pertenecieran a la misma especie (es decir que pudieran tener descendencia fértil en su cruzamiento), ni que en el caso de que así fuese tuvieran las mismas capacidades cognitivas, pues 500000 años de evolución (morfológica y neurológica) los separan (Objetividad y subjetividad en Arqueología).
Además, no podemos comparar las conductas observadas por medio de la Etnografía actual con las que pudieron tener los humanos del periodo transicional, pues estos últimos son el resultado de dos hechos históricos claramente diferentes y consecutivos a lo largo de su historia (continuum cultural y simbólico):
- Primero y más antiguo, el desarrollo cognitivo de sus ancestros paleolíticos que facilitó la creación de conductas consideradas como modernas. Se iniciaron con el desarrollo de la individualidad social y personal ubicada en el tiempo y en el espacio; continuando con la evolución de tales conceptos simbólicos y la creación de un mundo simbólico de características metafísicas, propias de la religión, conductas mortuorias, simbolismo político y social, etc.
- Segundo, la evolución durante 40000 años de ese mundo simbólico y metafísico originado en el inicio del Paleolítico Superior.
Podrían compararse los datos etnográficos actuales (modelos comparativos de variabilidad conductual) con la situación del segundo apartado, pero no con los del primero o anteriores en el tiempo, donde lo que encontramos son los estados intermedios, camino hacia la conducta considerada como moderna, pero que con toda seguridad no tendrían ninguna semejanza con los desarrollos actuales. Las diferencias no son sólo de variabilidad conductual entre los miembros de una misma especie, sino diferencias de desarrollo cognitivo entre los miembros de un mismo grupo y entre los propios grupos humanos (neandertales y HAM).
¿Cómo encauzar el análisis de estos estados intermedios?
Considero que los indicios de una conducta moderna (reflexividad conceptual flexibilidad conductual) se producen cuando vemos en el registro arqueológico los signos del desarrollo cognitivo necesario para su producción (tecnología lítica y ósea complejas, adornos, conductas cada vez más relacionadas con los conceptos temporales y espaciales, etc.). Éstos, como ya mencioné anteriormente, serían los conceptos de individualidad, del espacio y del tiempo, los cuales al integrarse conceptualmente favorecerían el inicio de nuevas emergencias cognitivas (simbolismo, autoconciencia, conductas metafísicas, etc.), y el inicio de la conducta considerada como moderna.
Las limitaciones para el estudio de tales estadios intermedios son enormes, pues sólo contamos con esta escasa base doctrinal y los parcos datos que al respecto nos ofrece el registro arqueológico. Aún así, he tratado de racionalizar el proceso que, como siempre he mantenido, estaría basado en tres conceptos clave que siempre actúan juntos: conducta, pensamiento y lenguaje. El proceso sería analizar las conductas observadas en los yacimientos relacionadas con el desarrollo de la individualidad social y personal, así como de las que precisasen cierto desarrollo delos conceptos del tiempo y del espacio (Rivera, 1998, 2003-2004, 2005, 2009).
En el cuadro anterior podemos ver una posible racionalización de estos estados intermedios del continuum cultural y del desarrollo cognitivo. Presenta la ventaja de ofrecer las variaciones cognitivas de nuestro género por medio de unas características cognitivas que pueden seguirse en el registro arqueológico. Aunque las desventajas también existen, pues dan el aspecto equivoco de ser una evolución lineal, pautada e inequívocamente consecutiva, lo que sin duda no es cierto. La heterogeneidad de su producción y evolución en el tiempo y en el espacio (aspecto de mosaico cultural) sería una de sus principales características. Igualmente, la limitación de parámetros sobre los que analizar la evolución conductual parece excesiva (conceptos de individualidad, tiempo y espacio), pero posiblemente serían las características más importantes, aunque es muy posible que existieran otras.
La evolución de estos conceptos, con sus consecuentes repercusiones conductuales, sería los principales responsables de la conducta que vemos en los yacimientos. Este desarrollo cognitivo y conductual cuando alcance un nivel adecuado (contexto cultural y cognitivo) y una consecuente integración conceptual, darían lugar a las emergencias cognitivas que va a facilitar la conducta considerada como moderna.
Estas ideas son las que debemos tener en cuenta en el estudio de los continuum culturales y cognitivos de los neandertales y HAM durante la transición paleolítica, dentro de los parámetros geográficos (Europa y Próximo Oriente) y temporales (periodo de transición). Hay que intentar estudiar a las dos poblaciones con la máxima objetividad posible, lo que puede que nos impida llegar a conclusiones definitivas, limitándonos a contentarnos con la simple calificaciones teóricas del proceso de transición cultural como de posibilidades, más o menos razonas, o de simples hipótesis de trabajo.
* Rivera, A. (2005): Arqueología cognitiva: Origen del simbolismo humano. Arco/Libros. Madrid.
* Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
* Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
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