El útil más característico del Chatelperroniense es el cuchillo o punta de Chatelperron. Por definición corresponde a una lámina (a veces ancha) con una punta aguda y desviada. Uno de sus lados tiene un dorso curvo obtenido por retoque abrupto por lo general sobre una sola cara. Mientras que el otro lado tiene corte natural no retocado. Es una particularidad de los llamados cuchillos de dorso realizado tanto en lasca como el lámina, y caracterizado por un lado con filo no retocado y con huellas de uso y el otro con retoque abrupto (Eiroa et al. 1999: 72).
Al tener unos componentes tecnológicos fáciles de apreciar ha adquirido el criterio de fósil director, fósil guía o fósil característico. Tal denominación se aplica a los restos paleontológicos o arqueológicos cuya presencia puede servir para diagnosticar la unidad estratigráfica en la que se encuentra, debido a que son particulares o exclusivos de una determinada época de la historia geológica, o de la Prehistoria. Como muchos aspectos de la Arqueología, lo que parece simple y es ampliamente admitido pueden plantear problemas interpretativos que se superan los conceptos a tribuidos a la denominación de fósil guía. Los fósiles directores son, como mínimo, buenos indicadores de la tecnología lítica del nivel estratigráfico donde se encuentren, pero a veces no lo son tanto del desarrollo cultural en general de los humanos que generaron tal estrato.
El Chatelperroniense corresponde con una industria laminar que evoluciona a partir del Musteriense de tradición Achelense tipo B, (MTA B), pues en general suele aparecer donde previamente existía un Musteriense de este tipo o de denticulados, considerándose como una evolución del mismo hacia patrones propios del Paleolítico Superior (Pelegrin y Soressi, 2007). Efectivamente, en niveles musterienses recientes (sobre el 45.000 BP) encontramos una importante evolución laminar y de piezas de dorso, que van progresivamente aumentando. La tecnología para la producción de puntas de Chatelperron se hace predominante, posiblemente por la gran utilidad de tales puntas (uso como cuchillo o puntas de lanzas), de tal manera que parecen ser el centro de toda la talla lítica, usando los subproductos de tallado como base para el resto de los útiles propios de esta cultura (Pelegrin y Soressi, 2007). Lo que no cabe duda es que este útil se extiende por gran parte del oeste de Europa, no sólo en los yacimientos Chatelperronienses, sino en los Musterienses sin tecnología laminar (Musteriense con puntas de Chatelperron), incluso en algunos yacimientos del Auriñaciense arcaico (La Viña, El Castillo, Reclau Viver y L´Arbreda).
Paralelamente, se entiende que el Chatelperroniense es una cultura que participa plenamente de las características del Paleolítico Superior, al menos las más características de su inicio (tecnología laminar y ósea, producción de adornos). El gran peligro que entraña el usar la punta de Chatelperron como fósil guía, es que cuando en un yacimiento encontramos en algunos de sus estratos con material arqueológico tal punta pueda atribuirse culturalmente al Chatelperroniense, cuando la realidad cultural de los creadores de este estrato pudo ser muy diferente.
El ejemplo más claro lo tenemos en el estudio del Chatelperroniense de la Península Ibérica. En esta zona geográfica la mayoría de las secuencias chatelperronienses son atribuidas a este conjunto industrial a raíz de la aparición de puntas de Chatelperron en mayor o menor número. Sin embargo, las puntas de Chatelperron adolecen de estudios experimentales y de huellas de uso sobre su funcionalidad. La hipótesis, ya clásica, es la propuesta por Leroi-Gourhan para Arcy-sur-Cure por la que dichas piezas serían cuchillos que se emplearían enmangados en su tercio proximal. En los ejemplares del nivel 10 de Cueva Morín se han encontrado que la mayoría de estas piezas presentan retoques de uso en el filo opuesto al dorso, pero no hemos distinguido ninguna muesca en el tercio proximal. Por el contrario, sí hemos visto como algunas puntas de Chatelperron presentan fractura en lengüeta en su parte proximal, lo que nos podría acercar a una posible utilización de este tipo de piezas como verdaderas puntas y no como cuchillos. Además, los ejemplares con este tipo de fractura son los más típicos y estandarizados Maíllo, 2005).
Se está observando la pervivencia del Musteriense en fechas más recientes del 40.000 BP, y la existencia de un Musteriense con puntas de Chatelperron (Maroto et al. 2005), en vez de un Musteriense o Chatelperroniense en el sentido estricto. Puede ser la realidad de un Musteriense Final con sus propias características tipológicas, y no simplemente el final del Musteriense (Arrizabalaga e Iriarte, 2006), aunque es evidente que es imprescindible continuar estudiando el proceso y constatar más dataciones. Los datos aportados por los yacimientos arqueológicos son a veces escasos y parciales, siendo muy difíciles apreciar muchas de las características anteriormente señaladas. Diversos autores (Maroto et al. 2005) opinan que, además de encontrar algún fósil director (punta de Chatelperron), debe existir una tecnología claramente laminar para ser atribuido a una cultura moderna (Chatelperroniense). Parece lógico pensar que para asumir una plena modernidad, además de lo ya mencionado, debería haber una tecnología ósea, pues sería un claro índice de la existencia de sus dos principales cualidades (reflexividad y flexibilidad conductual). Esto referente a la industria laminar y ósea, lo que a su vez puede ser independiente de la producción de los elementos simbólicos (adornos) que ofrecen el aspecto más desarrollado de tal cultura, y que ya comente en anteriores comunicados.
Debemos estudiar las conductas (origen y producción) de los seres humanos del paleolítico, considerando los útiles de los yacimientos como consecuencia de la actividad cognitiva, cultural y social de los grupos humanos (neandertales y HAM), pero la meta prioritaria sería el análisis de la conducta en conjunto, no el útil en sí mismo. Creo que hay que intentar cambiar el sistema de análisis; no del útil a la conducta, sino de las formas conductuales (analizadas dentro de sus características cognitivas, sociales, lingüísticas y simbólicas) llegar a explicar la producción de tales útiles y desarrollo tecnológico (el porqué de su producción en ese momento, causas de su desarrollo, consecuencias sociales, demográficas y económicas de su producción, relaciones simbólicas, etc.). Sin duda, es un trabajo a realizar desde la visión que desarrolla la Arqueología Cognitiva.
El Chatelperroniense corresponde con una industria laminar que evoluciona a partir del Musteriense de tradición Achelense tipo B, (MTA B), pues en general suele aparecer donde previamente existía un Musteriense de este tipo o de denticulados, considerándose como una evolución del mismo hacia patrones propios del Paleolítico Superior (Pelegrin y Soressi, 2007). Efectivamente, en niveles musterienses recientes (sobre el 45.000 BP) encontramos una importante evolución laminar y de piezas de dorso, que van progresivamente aumentando. La tecnología para la producción de puntas de Chatelperron se hace predominante, posiblemente por la gran utilidad de tales puntas (uso como cuchillo o puntas de lanzas), de tal manera que parecen ser el centro de toda la talla lítica, usando los subproductos de tallado como base para el resto de los útiles propios de esta cultura (Pelegrin y Soressi, 2007). Lo que no cabe duda es que este útil se extiende por gran parte del oeste de Europa, no sólo en los yacimientos Chatelperronienses, sino en los Musterienses sin tecnología laminar (Musteriense con puntas de Chatelperron), incluso en algunos yacimientos del Auriñaciense arcaico (La Viña, El Castillo, Reclau Viver y L´Arbreda).
El ejemplo más claro lo tenemos en el estudio del Chatelperroniense de la Península Ibérica. En esta zona geográfica la mayoría de las secuencias chatelperronienses son atribuidas a este conjunto industrial a raíz de la aparición de puntas de Chatelperron en mayor o menor número. Sin embargo, las puntas de Chatelperron adolecen de estudios experimentales y de huellas de uso sobre su funcionalidad. La hipótesis, ya clásica, es la propuesta por Leroi-Gourhan para Arcy-sur-Cure por la que dichas piezas serían cuchillos que se emplearían enmangados en su tercio proximal. En los ejemplares del nivel 10 de Cueva Morín se han encontrado que la mayoría de estas piezas presentan retoques de uso en el filo opuesto al dorso, pero no hemos distinguido ninguna muesca en el tercio proximal. Por el contrario, sí hemos visto como algunas puntas de Chatelperron presentan fractura en lengüeta en su parte proximal, lo que nos podría acercar a una posible utilización de este tipo de piezas como verdaderas puntas y no como cuchillos. Además, los ejemplares con este tipo de fractura son los más típicos y estandarizados Maíllo, 2005).
Se está observando la pervivencia del Musteriense en fechas más recientes del 40.000 BP, y la existencia de un Musteriense con puntas de Chatelperron (Maroto et al. 2005), en vez de un Musteriense o Chatelperroniense en el sentido estricto. Puede ser la realidad de un Musteriense Final con sus propias características tipológicas, y no simplemente el final del Musteriense (Arrizabalaga e Iriarte, 2006), aunque es evidente que es imprescindible continuar estudiando el proceso y constatar más dataciones. Los datos aportados por los yacimientos arqueológicos son a veces escasos y parciales, siendo muy difíciles apreciar muchas de las características anteriormente señaladas. Diversos autores (Maroto et al. 2005) opinan que, además de encontrar algún fósil director (punta de Chatelperron), debe existir una tecnología claramente laminar para ser atribuido a una cultura moderna (Chatelperroniense). Parece lógico pensar que para asumir una plena modernidad, además de lo ya mencionado, debería haber una tecnología ósea, pues sería un claro índice de la existencia de sus dos principales cualidades (reflexividad y flexibilidad conductual). Esto referente a la industria laminar y ósea, lo que a su vez puede ser independiente de la producción de los elementos simbólicos (adornos) que ofrecen el aspecto más desarrollado de tal cultura, y que ya comente en anteriores comunicados.
Debemos estudiar las conductas (origen y producción) de los seres humanos del paleolítico, considerando los útiles de los yacimientos como consecuencia de la actividad cognitiva, cultural y social de los grupos humanos (neandertales y HAM), pero la meta prioritaria sería el análisis de la conducta en conjunto, no el útil en sí mismo. Creo que hay que intentar cambiar el sistema de análisis; no del útil a la conducta, sino de las formas conductuales (analizadas dentro de sus características cognitivas, sociales, lingüísticas y simbólicas) llegar a explicar la producción de tales útiles y desarrollo tecnológico (el porqué de su producción en ese momento, causas de su desarrollo, consecuencias sociales, demográficas y económicas de su producción, relaciones simbólicas, etc.). Sin duda, es un trabajo a realizar desde la visión que desarrolla la Arqueología Cognitiva.
* Arrizabalaga, A. e Iriarte M. J. (2006): “El Castelperroniense y otros complejos de transición entre el Paleolítico medio y el superior en la Cornisa Cantábrica: algunas reflexiones”. Zona arqueológica, 7, (1): 359-370.
* Eiroa, J. J.; Bachiller Gil, J. A.; Castro Pérez, L. y Lomba Maurandi, J. (1999): Nociones de tecnología y tipología en Prehistoria. Ariel Historia. Barcelona.
* José Manuel Maíllo Fernández (2005): “La producción laminar en el Chatelperroniense de Cueva Morín: Modalidades, intenciones y objetivos”. Trabajos de Prehistoria, 62, 1:47-64.
* Maroto, J.; Vaquero, M.; Arrizabalaga, A.; Baena, J.; Carrión, E.; Jordá, J. F.; Martinón, M.; Menéndez, M.; Montes, R. y Rosell, J. (2005): “Problemática cronológica del final del Paleolítico Medio en el Norte Peninsular”. Neandertales cantábricos. Estado de la Cuestión. El Paleolítico Medio cantábrico: hacia una revisión actualizada de su problemática Museo de Altamira. Monografías, 20: 101-114. Santander.
* Pelegrin, J. y Soressi, M. (2007): “Le Châtelperronien et ses rapports avec le Moustérien”. En Les Néandertaliens. Biologie et cultures. Documents préhistoriques, 23: 283-29.6 Paris, Éditions du CTHS.
* Eiroa, J. J.; Bachiller Gil, J. A.; Castro Pérez, L. y Lomba Maurandi, J. (1999): Nociones de tecnología y tipología en Prehistoria. Ariel Historia. Barcelona.
* José Manuel Maíllo Fernández (2005): “La producción laminar en el Chatelperroniense de Cueva Morín: Modalidades, intenciones y objetivos”. Trabajos de Prehistoria, 62, 1:47-64.
* Maroto, J.; Vaquero, M.; Arrizabalaga, A.; Baena, J.; Carrión, E.; Jordá, J. F.; Martinón, M.; Menéndez, M.; Montes, R. y Rosell, J. (2005): “Problemática cronológica del final del Paleolítico Medio en el Norte Peninsular”. Neandertales cantábricos. Estado de la Cuestión. El Paleolítico Medio cantábrico: hacia una revisión actualizada de su problemática Museo de Altamira. Monografías, 20: 101-114. Santander.
* Pelegrin, J. y Soressi, M. (2007): “Le Châtelperronien et ses rapports avec le Moustérien”. En Les Néandertaliens. Biologie et cultures. Documents préhistoriques, 23: 283-29.6 Paris, Éditions du CTHS.
2 comentarios:
Me gusta aprender sobre temas diversos sobre todo aquellos que traten sobre cosas del pasado y poder seguir entiendo un poco el mundo de siglos atrás. Es por eso que me gusta tener imágenes de fosiles e imaginar como era el mundo de antes. Ademas me gusta ir con mis camaras digitales tomando imágenes del mundo de hoy
Que viva Maria soledad Corchón, me cago en todo !!!!!!!!!!
Publicar un comentario