La aplicación de la Genética a la Arqueología ha experimentado un enorme auge en los últimos años. La causa no es otra que los numerosos estudios que se han realizado sobre el origen de las especies humanas a lo largo de su evolución, en base al seguimiento poblacional del ADN mt (ADN que se encuentra en las mitocondrias). Igualmente, el conocimiento sobre la secuencia del genoma humano, tanto del nuestro como el del neandertal, está mostrando unos datos muy interesantes, pero que siempre hay que matizar su significado en relación con la conducta de los seres humanos.
Cuando en la actualidad se habla del descubrimiento de genes relacionados con alguna propiedad cognitiva (como en el caso del lenguaje con gen FOXP2), los genetistas entienden perfectamente que lo que puede ofrecer tal gen es la producción o regulación (dependiendo si es estructural o regulador) de algunas estructuras neurológicas que facilitan (total o parcialmente) la capacidad de producir el lenguaje, pero que su manifestación o fenotipo depende de otros muchos factores y de las características del medio ambiente (Enard et al., 2002).
El gen FOXP2 se ha relacionado con la regulación del desarrollo de una parte de la estructura anatómica del lenguaje (Lai et al., 2001). Este gen saltó a la fama con el caso de una familia británica (KE) algunos de cuyos miembros estaban dotados tan sólo de copias defectuosas del mismo, presentando cierto grado de agramaticalidad. La expresión del gen y de la proteína que codifica influye en el desarrollo de los pulmones, el esófago y el corazón, pero lo más interesante es su relación con el cerebro de los humanos y otras especies. Experimentos con animales revelan que FOXP2 desempeña un importante papel en la coordinación motora de los ratones, y se sabe que la inhibición del mismo gen en pinzones afecta drásticamente a sus cantos y a su capacidad para el aprendizaje, de un modo bastante similar a los desórdenes observados en el habla de la familia KE. Por eso los estudios con aves canoras podrían tener un impacto en la comprensión del mismo lenguaje humano, sobre todo en lo referente a la articulación sonora.
Sin embargo, estamos aún lejos de superar la dificultad de identificar fenotípicamente el problema de los afectados por una variante defectuosa del gen (Vargha-Khadem, et al., 2005). Además, la actual localización de dos nuevos genes implicados en el trastorno relacionado con el FOXP2, evidenciaría el carácter poligénico del lenguaje (Camacho, 2005; The SLI Consortium, 2002), lo que concuerda con el carácter multifactorial del lenguaje.
El gen FOXP2 ha sido caracterizado como un gen regulador. Esto significa que no es responsable del desarrollo de ningún tipo de tejido en particular, sino del control de la actividad de otros genes aún poco conocidos. Se sabe que el gen se manifiesta en el desarrollo de una estructura neuroanatómica que comprende los ganglios basales, una estructura subcortical relacionada con la ejecución de tareas secuenciales (Lieberman 2002), y partes del córtex frontal ya relacionadas con el aspecto motor del lenguaje.
La última noticia que tenemos relacionada con FOXP2 se acaba de publicar en la revista Nature, gracias a un trabajo de Genevieve Konopka y su equipo, que ayuda a localizar las pequeñas pero significativas diferencias que median entre las versiones humana y chimpancé del gen. La principal consecuencia fue conocer que el gen FOXP2 cumple funciones distintas en el ser humano y en el chimpancé.
Con él se ha vuelto a comentar las capacidades lingüísticas del Neandertal. Se ha realizado con los fósiles de Sidrón (Asturias), obtenidos con técnicas de aislamiento muy precisas, conociendo que los neandertales compartían con los humanos modernos las mutaciones del gen FOXP2. Esto viene a indicar que los neandertales y los humanos modernos poseían la habilidad para desarrollar su propio lenguaje, es decir, que los neandertales compartieron con los humanos modernos la capacidad del habla.
Pero una cosa es la capacidad de articular sonidos y otra tener un lenguaje de características humanas (cognitivo, simbólico, intencional, social y regulador de la conducta). Si hablamos de articulación sonora, no parece adecuado establecer una relación simple entre la presencia del gen y la capacidad gramatical de carácter plenamente simbólica, ni relacionar la capacidad de articulación sonora con la cognición y simbolismo humano. El lenguaje es un complejo proceso en el que intervienen muchas variantes de diverso origen (anatómicos, neurológicos, psicológicos, sociales, demográficos, culturales, etc.). Del adecuado desarrollo de ellos y de su buena coordinación, se producirá la conducta humana en general, destacando su lenguaje simbólico como conducta clave del proceso de desarrollo cognitivo y cultural humano.
Cuando hablamos de que si el Neandertal podía hablar, nos referimos a una capacidad lingüística que en el periodo de estudio estaría o no desarrollada. Es decir, hay que separar entre capacidad y desarrollo conductual. Naturalmente esta matización se aplica igualmente a los Humanos modernos como a los neandertales. Cada unos de ellos, en función de sus propias capacidades cognitivas y características del medio ambiente, iría desarrollando un lenguaje que quedaría plasmado en la complejidad de la conducta observada en los yacimientos (Rivera 1998, 2003-2004).
Un reciente estudio sobre el origen del lenguaje lo he publicado en la revista Ludus Vitalis 31(2009), donde se intenta hacer un estudio multidisciplinar de tan complejo proceso. Igualmente existe una página web donde se exponen recientes trabajos sobre biolingüística, los cuales creo que pueden ser interesantes para los que les gusten estios temas (Proyecto "Biolingüística: fundamento genético, desarrollo y evolución del lenguaje").
* Camacho, V. (2005): "Nueva aproximación minimalista al estudio filogenético del lenguaje". Actas del IX Simposio Internacional de Comunicación Social. Santiago de Cuba: Centro de Lingüística Aplicada.
*Enard , W.; Przeworski, M.; Fisher, S. E.; Lai, C. S. L.; Wiebe, V.; Kitano, T.; Monaco, A. P. y Pääbo, S. (2002): Molecular evolution of FOXP2, a gene involved in speech and language. Nature 418, 869-872.
* Lai, C. S; Fisher, S. E.; Hurst, J. A., Vargha-Khadem, F. y Monaco, A. P. (2001): “A Forkhead-Domain Gene is Mutated in a Severe Speed and Language Disorder” Nature 413: 519.
* Lieberman P. (2002): On the nature and evolution of the neural bases of human language. American Journal of Physical Anthropology, 119(S35):36-62.
* The SLI Consortium, (2002): “A genome-wide scan identifies two novel loci involved in Specific Language Impairment (SLI)”. Am. J. Hum. Genet. 70: 348-398.
* Vargha-Khadem, F.; Gadian, D. G.; Copp, A. y Mishkin, M. (2005): “FOXP2 and the neuroanatomy of speech and language”. Nature Reviews Neuroscience, 6: 131-138.
No hay comentarios:
Publicar un comentario