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Vulvas de Tito Bustillo (España) |
Sin embargo, el estudio de la autoconciencia es un tema que prácticamente se ha
mantenido alejado del trabajo arqueológico tradicional, explicando los avances socioculturales en todos los periodos como
mecanismos adaptativos que realizan los seres humanos por medio de las
capacidades cognitivas adquiridas por la evolución (d’Errico y Stringer, 2011;
Banks, d´Errico y Zilhão, 2013). Pero dejan sin aclarar por qué se produjo en ese momento y no antes, cuando la evolución
neurológica ya se había producido, produciendo una sapient paradox
(Renfrew, 2008). La Arqueología cognitiva (Estructuralismo funcional) de
carácter interdisciplinario ha incorporado al estudio de la evolución
conductual humana este proceso cognitivo, por medio de la aplicación de su
metodología de estudio al análisis de los datos del registro arqueológico.
Cognición y arte paleolítico
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Teriántropo de Chauvet (Francia) |
Creación de nuevos
simbolismos autoconscientes
El método que vamos a utilizar en su estudio es el Estructuralismo
funcional, el cual nos muestra tres premisas en su desarrollo.
- El desarrollo de la autoconciencia dentro de los
conceptos temporales y espaciales (desarrollo cognitivo).
-
Todo avance conductual-cultural se realiza a partir del conocimiento de hechos
que se ven en la propia naturaleza o están ya asimilados en el acervo cultural.
- En su estudio hay que limitarse a los datos aportados por
el registro arqueológico.
Con el desarrollo de la autoconciencia hasta niveles adecuados
se producirían mejores interpretaciones de diversos procesos que hasta ahora no
se podían realizar, o se hicieron de forma muy básica y con escasas
consecuencias conductuales. Me refiero a múltiples procesos naturales que a
partir de este momento comenzaron a generar preguntas a los humanos que las
vivieron. Las más trascendentes o las que más parece que influyeron en el
principio de este periodo fueron las referentes al nacimiento de nuevos
componentes del grupo, la muerte en general y las percepciones consecuentes de
los estados de conciencia
diferentes a la vigilia (sueños, pesadillas) o alterados respecto de la
conciencia normal (alucinaciones por enfermedades, ingesta de drogas, etc.).
Todos ellos, que con anterioridad se percibirían de una forma más o menos
confusa e inevitable, ahora adquieren formas de realidad inexplicable (Rivera y
Menéndez, 2011). Las preguntas que pudieron surgir solo pueden ser contestadas
con los conocimientos del momento, lo que limita mucho el abanico de
posibilidades de las mismas, incluso es muy posible que las respuestas
estuvieran entrelazadas. Pueden destacarse tres por su trascendencia en el
comportamiento humano del momento y por que pueden ser rastradas, hasta cierto
límite, por medio de los datos del registro arqueológico.
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Venus de Willendorf |
La percepción
consciente de la gran diferenciación sexual entre los humanos y los animales
que vivían en su entorno (ausencia de celo y posibilidad de continuas
relaciones), plantearía ciertos problemas con la concepción de la fecundación,
pudiendo separarse en algunos casos ambos procesos. Es decir, se podría usar la
sexualidad para fines diferentes de la fecundación, como serían el placer y
diferentes rituales desconocidos para nosotros.
- Percepciones en los estados de conciencia
alterados. Con la emergencia del nivel de autoconciencia
adecuado, los sueños o alucinaciones pasan a ser conscientes, propios, reales
y sociales al poder
compartir la experiencia. Estos siempre habían existido, pero no podían
aflorar al plano consciente sin el desarrollo de la autoconciencia. Sería una emergencia onírica que había que
interpretar, comunicar y explicar, siendo necesario buscar nuevas formas y
métodos de los conocidos en el inicio del Paleolítico superior. La existencia consciente de estos estados
oníricos de alguna manera favoreciera la concepción de un mundo
diferente al cotidiano, y que, aunque sea de naturaleza inmaterial, se percibiría como real, pues en el mundo
paleolítico serían considerados como normales y reales, y como tales se utilizarían.
Para su realización es imprescindible un buen desarrollo de los conceptos del yo-otros, del espacio amplio y diverso,
dentro de un tiempo pasado,
presente y futuro, pues son características básicas de toda experiencia
cognitiva de carácter simbólico, ya sea material o inmaterial (Bueno 1996; Alvargonzález
2005). En este mundo onírico pueden entrar todo aquello que los humanos
tuvieran en su memoria (animales, otros humanos, acciones de la naturaleza,
objetos, emociones, recuerdos de complejas conductas, etc.). Sin embargo,
serían los animales los que, con gran diferencia, adquirirían la principal meta
de sus ensoñaciones y/o alucinaciones. Su abundancia, tendencia a la perfección
iconográfica y sus múltiples relaciones entre sí y con otros conceptos más o
menos abstractos (p. e. sexo, muerte) u otras figuras en mucho menos número
(antropoides, manos, caretas) hacen de ellos que adquieran una categoría
especial dentro de este mundo espiritual, pues se convierten en númenes o
divinidades relacionadas con la naturaleza y los humanos que en ella viven
(Alvargonzález 2005), en este particular caso en númenes paleolíticos.
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Teriántropo de El Castillo (España) |
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Escena del pozo. Lascaux (Francia) |
Estas experiencias vivenciales (reproducción/sexualidad,
conciencia alterada y muerte) solo pueden explicarse mediante los conocimientos
adquiridos por medio de la observación del medio ambiente en el que se vive, o de las
propias experiencias conscientes que los seres humanos puedan desarrollar en su
quehacer cotidiano, cumpliendo así el
requisito del Estructuralismo funcional. Este sería el fundamento psicobiológico de porqué
todas las poblaciones humanas anatómicamente modernas han desarrollado conductas
relacionadas con estas creencias, pero a su vez también explica que su inicio y
posterior desarrollo no sea homogéneo, pues es una consecuencia de las
características socioculturales de cada población, cuyo desarrollo e
interacción es heterogéneo y de diferente evolución en el tiempo y en el
espacio.
Experiencias y
soluciones que genera
La existencia
consciente de estas tres preguntas exigiría soluciones conductuales que
facilitasen la vida cotidiana de los grupos humanos. Pero la producción de
tales respuestas no fue fácil, pues necesitaron un complejo entramado de ideas
y conductas que al final pudieron desemboca en las manifestaciones gráficas de
gran carga simbólica que todos conocemos. No conocemos el grado de
interrelación que las tres preguntas pudieron tener, aunque la prolongación de
cierta vida después de la muerte en ese mundo onírico parece fácil de entender, al soñar o alucinar con seres humanos o
animales de los que se sabía que habían muerto y desaparecido de la comunidad.
El problema de la fecundidad selectiva tras el apareamiento sería más difícil
de comprender y explicar, a no ser que se creasen entidades o ritos ajenos a la
propia fecundación, pero que tuvieran la facultad de favorecer la gestación
(posible origen de las venus gravetienses).
Con la creencia
del mundo
onírico e inmaterial aparece la necesidad de explicar su existencia, así
como de intentar interaccionar con él, pues es una parte del mundo en el que se
vive. Estas necesidades de relación e interacción pueden más o menos
controlarse mediante el uso de drogas o conductas que favorezcan la producción
de los estados alterados de conciencia. Pero no todos los componentes del grupo
pueden realizar ni controlar tales prácticas, pues sin duda producirían
consecuencias no deseables en varios de sus miembros, llegando incluso a la
muerte de quienes lo practicasen sin demasiado conocimiento. Era necesario que
sus prácticas recayesen en ciertas personas que, con la experiencia asumida de
sus antepasados y la suya propia, pudieran sortear los peligros de su realización
y desarrollo. Sobre estos personajes (intermediarios paleolíticos) recaería
el trabajo de la explicación del mundo onírico que en teoría controlaban, y
para su desarrollo social en Europa occidental se eligió un ambiente que se
pareciera al experimentado en los sueños, como es el mundo subterráneo de las
cuevas en donde vivían o no. Estos hechos sabemos que se produjeron desde el
mismo inicio de las manifestaciones gráficas (Auriñaciense), pero la exacta
forma de su realización es algo que es muy difícil de poder conocer con
exactitud.
El mundo de los
sueños y/o alucinaciones (onírico) al que pueden llegar los mediadores paleolíticos,
tiene unas características muy especiales, las cuales son difíciles de explicar
y trasladar al resto de la comunidad. Había que recrear el simbolismo del
mundo onírico. Para tal fin se relacionaron sus características con las del
mundo subterráneo, pues ambos ambientes tienen importantes
semejanzas. Destacan la propia oscuridad, el silencio, la dificultad en la
movilidad, el frio y la humedad y, desde luego, cierto deseo de acrecentar las
semejanzas y minimizar las diferencias. Si se trataba de representar ese mundo
onírico ante el resto de la población, la profundidad de las cuevas o lugares
oscuros y aislados cumplen perfectamente el papel. Sin embargo, la finalidad de
las ceremonias que pudieran realizarse en estos apartados lugares se nos escapa
y cualquier explicación, aunque parezca razonable y lógica, constituye una
hipótesis de muy difícil demostración. Pero tal dificultad no debe impedir que,
aunque de una forma genérica y limitada, se intente analizar el papel que
pudieron tener tales figuras, entre las que destacan los teriántropos como
muestras claves en su interpretación.
Al reconocer en
ese otro mundo a los humanos y animales muertos, es fácil asociar la idea de
que era un lugar a donde se iría después de la muerte, tanto los
humanos como el resto de los animales. El interés que despertaría su existencia
y conocimiento, así como la presencia de otras emocionas de mayor repercusión
social (miedo, desasosiego, angustia, etc.) motivaría la necesidad de comunicación
para su conocimiento y un posible control. El papel de las emociones en este
contexto es fundamental, por lo que la influencia de las emociones primarias, entre
las que destaca el miedo, fue uno de los principales motivos que impulsaría la
creación de las respuestas simbólicas que significaría el arte paleolítico en
el interior de las cavidades (Rivera, 2015).
Pero para
comunicarse habría que ir allí y establecer la relación.
Como la mayoría de las representaciones gráficas de las cuevas son de animales,
parece que el interés se centraba más en comunicarse con los animales que con
los humanos. Para su logro se necesitaba superar un gran problema, pues en la vida
cotidiana la comunicación entre animales y humanos no existía. Se tenía que
realizar una transformación del elegido (intermediario paleolítico) para
controlar estos procesos de forma que, al semejarse a los animales, podría
comunicarse con ellos. La inversión antropológica, o formas
análogas de conducta humana (p. e. personificación), pudieron ser un
intento de relacionarse con tales seres utilizando los medios conocidos, como
es la comunicación natural entre los miembros de una misma especie (comunicación
verbal o simbólica entre humanos).
El viaje
hacia ese mundo onírico significaba morir o algo parecido de lo que se podría
retroceder, lo que se podría lograr por medio de mecanismos relativamente controlables. Serían las alucinaciones
inducidas por drogas de la naturaleza, junto con rituales frenéticos de
carácter repetitivo. En estos casos, se puede establecer una causa-efecto y un
cierto control. No se conocen el uso de alucinógenos en el paleolítico, pero no
sería nada raro que, en su permanente búsqueda de vegetales comestibles, de una
forma accidental encontraran algunos de ellos con estas propiedades. La
interpretación o explicación de lo sucedido tras su ingesta les llevaría a una
respuesta de carácter espiritual, claramente diferente con su conducta
simbólica hasta este momento, siendo muy difícil de definir para ellos, de
explicar al resto de la sociedad, y de comprender por nuestra parte.
La
actuación de estos intermediarios paleolíticos, desde una visión externa a ellos,
parecería como una muerte aparente, pasajera y reversible,
lo que se ha querido relacionar con el trance visto en muchas sociedades
primitivas y realizados por personajes determinados (chamanes, brujos,
hechiceros, etc.). Sin embargo, la experiencia personal de este intermediario paleolítico
no sería de muerte aparente y renacimiento (conceptos aún no bien
desarrollados), sino de traslación a ese otro mundo para comunicarse con los
animales allí presentes.
Humanización o Antropomorfización de la naturaleza
Puede asumirse que
los intermediarios
paleolíticos serían los teriántropos representados en el
arte paleolítico de las cavidades, aunque siempre existirán dudes sobre tal
aseveración. Si se quería establecer algún contacto con los animales
representados en el mundo onírico habría que encontrar formas que lo
permitieran. Este complejo proceso puede realizarse conceptualmente de dos
formas: O los humanos adquieren formas y características de los animales con
los que se quiere relacionarse (inversión antropológica y/o personificación),
o los númenes de ese mundo onírico se humanizan (humanización),
adquiriendo cualidades humanas y facilitando la comunicación. Con los datos
iconográficos de los teriántropos parece que la primera solución debió de ser
la más usada. Solo la cabeza de bisonte de Peña
de Candamo parece corresponder a la segunda hipótesis, pero su gran
semejanza con el bisonte de La Pasiega (cabeza
menos humanizada) nos hace dudar de su realidad como teriántropo. Esta forma de
actuación es la base teórica sobre la que se asienta el origen de las entidades
espirituales que con el tiempo se denominaron dioses y, con los rituales
de relación y explicación de su poder, desarrollaron las conductas
religiosas.
Este
razonamiento es igualmente aplicable al origen de las venus gravetienses. El
problema de la fecundidad selectiva tras el apareamiento sería más difícil de
comprender y explicar, a no ser que se creasen entidades o ritos ajenos a la
propia fecundación, pero que tuvieran la facultad de favorecer la gestación.
Naturalmente, el concepto de esta entidad tendría que surgir de las vivencias y
experiencias humanas. Toda nueva vida aparece a partir de algo o de alguien,
las plantas de la tierra y los animales de sus madres, ambos son los que
producen nuevas formas de vida, y por tanto, las entidades que se podrían
elegir como entes que favorecen el
renacer de la vida serían la tierra (Madre tierra, concepto
personificado) y una mujer (Venus con atributos femeninos
maternales y sin o con un rostro anodino) con capacidad para favorecer aquello
de lo que estaría preparada para realizar, la fecundación. La primera parece
que hasta los tiempos de la agricultura no tiene un buen desarrollo, pero el
segundo tuvo plena desarrollo ya en el Paleolítico superior.
Conclusiones
La aceptación del desarrollo de la autoconciencia como capacidad
cognitiva emergente, tras el desarrollo del lenguaje, creación de la
memoria autobiográfica y en desarrollo de las funciones ejecutivas del lóbulo
frontal, es un hecho que hay que admitir. Su desarrollo con características de
modernidad conductual, dentro de su heterogéneo continuum en el tiempo y
en el espacio, es la explicación más coherente y mejor fundamentada sobre los
cambios conductuales acaecidos desde el inicio del paleolítico superior. La explicación
de las complejas conductas simbólicas que desde entonces se produjeron, no deja
de ser una adecuada aplicación de este desarrollo cognitivo a los conocimientos
de cada momento y lugar. Pero su utilización no depende de su explicación
teórica, sino de su aceptación académica, lo que por ser un complejo estudio
interdisciplinar, parece que hay que esperar largo tiempo, aunque tarde o
temprano llegará.
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- Menéndez, M. (1994): “Arte rupestre y arte mueble paleolítico: Relaciones”. Complutum 5: 343-355.
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