La estructura metodológica de la Prehistoria, como el de todas las demás ciencias, es un fiel reflejo de la realidad científica de nuestra sociedad, tanto en su ordenación académica como en el desarrollo de sus contenidos teóricos y prácticos. En este sentido, su marco teórico, al estar enclavado en el grupo de estudios denominados como Humanísticos, presenta un déficit de información importante en materias que tienen una estrecha relación con el tema principal de su doctrina, es decir, del estudio de la conducta de los seres humanos en el transcurso de su compleja, larga y aún no bien conocida evolución morfológica y cultural.
No obstante, podemos estar de acuerdo sobre la necesidad de elaborar trabajos interdisciplinares encaminados a estudiar la conducta humana en la Prehistoria. Pero la utilización de las disciplinas (Biología evolutiva, Genética, Neurología, Psicología y Sociología) que tratan estos problemas en profundidad no es una tarea fácil de realizar. Sus contenidos teóricos no se encuentran directamente relacionadas con los aparentemente propios de la teoría Arqueológica. Así, cuando se han utilizado aspectos teóricos relacionados con la Neurología, Psicología y Sociología siempre se ha tenido cierta prevención sobre la utilidad de los mismos, debido fundamentalmente a la complejidad de su compresión y, posiblemente, a la falta de interés por su utilización, en la creencia de que poco o nada puede aportar a una mejor compresión del tema que nos ocupa. Sin embargo, hay que resaltar el importante interés que ha despertado la genética (ADN mitocondrial, genética de poblaciones, ADN de los Neandertales, etc.) en relación con la prehistoria, y su siempre relación con la teoría de la evolución.
Que los marcos teóricos de todas estas disciplinas pocas veces se han visto reunidas en la explicación de la conducta humana en la prehistoria, es una realidad conocida por todos, aunque muy mal explicada. Puede que la primera dificultad que se nos presenta en su elaboración es que seguir una pauta fundamental en toda síntesis multidisciplinar: todas las ciencias que se utilicen en su realización deben, inexcusablemente, tener unos componentes teóricos que no sean antagónicos. Si en esta confluencia de explicaciones científicas se apreciasen contradicciones teóricas, habría que pensar que alguna teoría, de las disciplinas usadas, pudiera no ser correcta, pues en la explicación de la realidad humana no pueden coexistir conceptos claramente opuestos. Tal vez el problema sea la falta de articulación de tan dispar información.
Un ejemplo lo constituye cierta disparidad entre la explicación teórica de la evolución humana y los datos que el registro arqueológico nos ofrece. En Europa y el Próximo Oriente, los neandertales durante el Paleolítico Medio estaban relacionados con el Musteriense y sus distintas variantes regionales, sin que ninguna de ellas ofreciera una aparente mejoría adaptativa o de supervivencia. En el inicio del Paleolítico Superior se produce una diversidad cultural con aspecto de mosaico. En algunas zonas existen conductas más elaboradas y con un claro aspecto simbólico, como puede observarse en el Chatelperroniense y Uluzziense, mientras que en otros lugares perduran las formas tradicionales del Musteriense, como puede comprobarse en diversas lugares de la Península Ibérica, tanto en el sur (Zilhäo y d'Errico, 1999) como en el norte (Maroto et al., 2005). Respecto a los humanos anatómicamente modernos conocemos que en África están asociados a diversas culturas englobadas en el MSA, con un desarrollo cultural que se parece más al Paleolítico Superior que al Musteriense (McBrearty y Brooks, 2000; Mellars, 2005), continuando su evolución cultural de carácter simbólico en el LSA. Con aparente independencia de este desarrollo cultural, durante el Paleolítico Medio del Próximo Oriente estaban asociados a un Musteriense levantino, exactamente igual que el desarrollado por los neandertales en las mismas zonas y sin ninguna ventaja conductual (Torre y Domínguez-Rodrigo, 2001). Es en el inicio del Paleolítico Superior cuando observamos unas formas culturales (Auriñaciense arcaico) plenamente simbólicas o modernas.
Estos ejemplos nos indican la coexistencia de diversas formas conductuales, entre las poblaciones humanas del momento, con una gran diferencia en su configuración (simbólicas o no simbólicas). Igualmente, queda claro que la evolución cultural de base simbólica puede aparecer en diferentes lugares con grandes desfases cronológicos entre ellas. El registro arqueológico nos muestra que este desarrollo cultural de base simbólica aparece después de la evolución neurológica en las poblaciones que la originaron. Indicando que la aparición de las capacidades cognitivas humanas fue anterior a su manifestación arqueológica, necesitando un periodo de desarrollo cultural para poder materializarse. La inicial aparición de un cambio neurológico, sin aparente mejora adaptativa, es difícil de explicar con los conceptos evolutivos que ofrece la expresión clásica de la teoría sintética, pues las ventajas selectivas de supervivencia aparecieron con el logro de formas de conducta simbólicas o modernas, lo que tuvo lugar en periodos posteriores al cambio morfológico.
Sin embargo, a pesar de conocer el desfase entre la evolución física y la cultural, en su explicación sobre el desarrollo cognitivo humano no se suele profundizar en las causas evolutivas que justificasen tan peculiar forma de desarrollo cultural, ni su correlación lógica con las remodelaciones neurológicas. Este problema se encuentra corrientemente en la explicación sobre la formación de nuestra cultura simbólica. Se explica la teoría sintética de la evolución y, sin casi conexión práctica, se pasa a exponer los cambios culturales ocurridos a lo largo del desarrollo de nuestro linaje. No se aclara la forma en que estos cambios conductuales se producen, dando por seguro que siempre son consecuencia de las características que la evolución ofrece en sus cambios anatómicos. Tal afirmación no deja, de una forma muy genérica, de ser cierta, pero hay que explicar los mecanismos evolutivos, psicobiológicos, socioculturales y medioambientales) que fueron necesarios para su producción, tal y como nos muestra los datos arqueológicos obtenidos en los yacimientos.
Podemos usar todas las ciencias anteriormente señaladas, pero no cabe duda de que es imprescindible el establecer lazos de unión entre todas ellas, pues todas tienen un único fin: conocer la conducta humana en su origen, desarrollo y modificación. Nuestra tarea no es inhibirnos de tal problema, sino afrontarlo con las herramientas que la ciencia actual nos ofrece. Otro problema es ¿realmente conocemos lo que la ciencia en general nos ofrece?
El siguiente esquema ofrece una estructura teórica sobre tal concordancia.
* Maroto, J.; Vaquero, M.; Arrizabalaga, A.; Baena, J.; Carrión, E.; Jordá, J. F.; Martinón, M.; Menéndez, M.; Montes, R. y Rosell, J. (2005): “Problemática cronológica del final del Paleolítico Medio en el Norte Peninsular”. Neandertales cantábricos. Estado de la Cuestión. El Paleolítico Medio cantábrico: hacia una revisión actualizada de su problemática Museo de Altamira. Monografías, 20: 101-114. Santander.No obstante, podemos estar de acuerdo sobre la necesidad de elaborar trabajos interdisciplinares encaminados a estudiar la conducta humana en la Prehistoria. Pero la utilización de las disciplinas (Biología evolutiva, Genética, Neurología, Psicología y Sociología) que tratan estos problemas en profundidad no es una tarea fácil de realizar. Sus contenidos teóricos no se encuentran directamente relacionadas con los aparentemente propios de la teoría Arqueológica. Así, cuando se han utilizado aspectos teóricos relacionados con la Neurología, Psicología y Sociología siempre se ha tenido cierta prevención sobre la utilidad de los mismos, debido fundamentalmente a la complejidad de su compresión y, posiblemente, a la falta de interés por su utilización, en la creencia de que poco o nada puede aportar a una mejor compresión del tema que nos ocupa. Sin embargo, hay que resaltar el importante interés que ha despertado la genética (ADN mitocondrial, genética de poblaciones, ADN de los Neandertales, etc.) en relación con la prehistoria, y su siempre relación con la teoría de la evolución.
Que los marcos teóricos de todas estas disciplinas pocas veces se han visto reunidas en la explicación de la conducta humana en la prehistoria, es una realidad conocida por todos, aunque muy mal explicada. Puede que la primera dificultad que se nos presenta en su elaboración es que seguir una pauta fundamental en toda síntesis multidisciplinar: todas las ciencias que se utilicen en su realización deben, inexcusablemente, tener unos componentes teóricos que no sean antagónicos. Si en esta confluencia de explicaciones científicas se apreciasen contradicciones teóricas, habría que pensar que alguna teoría, de las disciplinas usadas, pudiera no ser correcta, pues en la explicación de la realidad humana no pueden coexistir conceptos claramente opuestos. Tal vez el problema sea la falta de articulación de tan dispar información.
Un ejemplo lo constituye cierta disparidad entre la explicación teórica de la evolución humana y los datos que el registro arqueológico nos ofrece. En Europa y el Próximo Oriente, los neandertales durante el Paleolítico Medio estaban relacionados con el Musteriense y sus distintas variantes regionales, sin que ninguna de ellas ofreciera una aparente mejoría adaptativa o de supervivencia. En el inicio del Paleolítico Superior se produce una diversidad cultural con aspecto de mosaico. En algunas zonas existen conductas más elaboradas y con un claro aspecto simbólico, como puede observarse en el Chatelperroniense y Uluzziense, mientras que en otros lugares perduran las formas tradicionales del Musteriense, como puede comprobarse en diversas lugares de la Península Ibérica, tanto en el sur (Zilhäo y d'Errico, 1999) como en el norte (Maroto et al., 2005). Respecto a los humanos anatómicamente modernos conocemos que en África están asociados a diversas culturas englobadas en el MSA, con un desarrollo cultural que se parece más al Paleolítico Superior que al Musteriense (McBrearty y Brooks, 2000; Mellars, 2005), continuando su evolución cultural de carácter simbólico en el LSA. Con aparente independencia de este desarrollo cultural, durante el Paleolítico Medio del Próximo Oriente estaban asociados a un Musteriense levantino, exactamente igual que el desarrollado por los neandertales en las mismas zonas y sin ninguna ventaja conductual (Torre y Domínguez-Rodrigo, 2001). Es en el inicio del Paleolítico Superior cuando observamos unas formas culturales (Auriñaciense arcaico) plenamente simbólicas o modernas.
Estos ejemplos nos indican la coexistencia de diversas formas conductuales, entre las poblaciones humanas del momento, con una gran diferencia en su configuración (simbólicas o no simbólicas). Igualmente, queda claro que la evolución cultural de base simbólica puede aparecer en diferentes lugares con grandes desfases cronológicos entre ellas. El registro arqueológico nos muestra que este desarrollo cultural de base simbólica aparece después de la evolución neurológica en las poblaciones que la originaron. Indicando que la aparición de las capacidades cognitivas humanas fue anterior a su manifestación arqueológica, necesitando un periodo de desarrollo cultural para poder materializarse. La inicial aparición de un cambio neurológico, sin aparente mejora adaptativa, es difícil de explicar con los conceptos evolutivos que ofrece la expresión clásica de la teoría sintética, pues las ventajas selectivas de supervivencia aparecieron con el logro de formas de conducta simbólicas o modernas, lo que tuvo lugar en periodos posteriores al cambio morfológico.
Sin embargo, a pesar de conocer el desfase entre la evolución física y la cultural, en su explicación sobre el desarrollo cognitivo humano no se suele profundizar en las causas evolutivas que justificasen tan peculiar forma de desarrollo cultural, ni su correlación lógica con las remodelaciones neurológicas. Este problema se encuentra corrientemente en la explicación sobre la formación de nuestra cultura simbólica. Se explica la teoría sintética de la evolución y, sin casi conexión práctica, se pasa a exponer los cambios culturales ocurridos a lo largo del desarrollo de nuestro linaje. No se aclara la forma en que estos cambios conductuales se producen, dando por seguro que siempre son consecuencia de las características que la evolución ofrece en sus cambios anatómicos. Tal afirmación no deja, de una forma muy genérica, de ser cierta, pero hay que explicar los mecanismos evolutivos, psicobiológicos, socioculturales y medioambientales) que fueron necesarios para su producción, tal y como nos muestra los datos arqueológicos obtenidos en los yacimientos.
Podemos usar todas las ciencias anteriormente señaladas, pero no cabe duda de que es imprescindible el establecer lazos de unión entre todas ellas, pues todas tienen un único fin: conocer la conducta humana en su origen, desarrollo y modificación. Nuestra tarea no es inhibirnos de tal problema, sino afrontarlo con las herramientas que la ciencia actual nos ofrece. Otro problema es ¿realmente conocemos lo que la ciencia en general nos ofrece?
El siguiente esquema ofrece una estructura teórica sobre tal concordancia.
* McBrearty, S. y Brooks, A. (2000): “The revolution that wasn’t: a new interpretation of the origin of modern human behaviour”. Journal of Human Evolution 39: 453-563.
* Mellars, P. A. (2005): “The Impossible Coincidence. A Single-Species Model for the Origins of Modern Human Behaviour in Europe”. Evolutionary Anthropology 14: 12-27.
* Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el paleolítico. Akal. Madrid.
* Torre, I. de la y Domínguez-Rodrigo, M. (2001): “¿Diferencias conductuales entre neandertales y humanos modernos?: El caso del Paleolítico medio en el Próximo Oriente”. Trabajos de Prehistoria, 58(1): 29-50.
* Zilhao, J. y d'Errico, F. (1999): “The chronology and taphonomy of the earliest Aurignacian and its implications for the understanding of Neandertal extintion”. Journal of World Prehistory 13 (1): 1-68.
2 comentarios:
Salut y enorabuena por emprender tan magna tarea!
son temas que siempre me han llamado la atención.
Partiendo de la base de ke la objetividad es imposible, estoy de acuerdo en tu intención de ampliar la perspectiva de una manera más holística.
nuestra cultura es de raiz patriarcal y este es un filtro que nos impide imaginar culturas antagonistas, porque desde nuestra propia experiencia son imposibles y eso afecta profundamente nuestra visión ¿podemos imaginar entonces una cultura antagonista, basada en la libertad, apoyo mutuo...? ¿cómo podemos hacerlo si pensamos que el poder, la violencia, la propiedad... son inherentes al ser humano?
y aun voy a incar más el diente, ¿como podemos pensar que el lenguaje verbal, el simbolismo... nos hace más inteligentes?
¿podemos ser objetivos si no conocemos que es no ser simbólico?
para mi otro campo a tener en cuenta, conflictivo por lo que implica a nivel racional, pero importantísimo para entender el otro aspecto, negado o subestimado, de los humanos primitivos, sería el espiritual, cada vez más interesante por el caracter holístico que está tomando en la cantidad, de disciplinas que lo nutren (desde la física cuantica, psicoterapias humanistas, bioenergética...)
y éste lo enlazo con los chamanismos y religiones antiguas que parece tienen la misma raiz: somos todos lo mismo, todo está interconectado...
a mi parecer surgen del intento de rescatar los conicimientos que se van perdiendo por el cambio de vida-visión. y éste cambio para mí empieza en el simbolismo: el acto de separa el todo en partes. y es aquí como en miles de miles de años que nuestra percepión fue a menos... todo lo contrario de lo que se suele afirmar.
una lectura interesante que me hizo escarbar en estas ideas: Futuro Primitivo de John Zerzan.
si te escribo es para aprender-comprender más, con ganas de generar debate, aunque sea poco a poco, que con lo que te he expuesto hay para rato.
salut!
juanito, sólo un autodidáctico
Efectivamente la objetividad es un objetivo, una meta, pero su alcance absoluto es una utopia. Pero este obstáculo no debe impedirnos que hagamos lo necesario para tender a su logro, en el camino algo se logrará.
Nuestra cultura, o la cultura que adquiere todo recien nacido de la sociedad en la que nace, puede parecerte un obstáculo para visualizar culturas alternativas. Creo que en un principio puede que veamos todo desde la perspectiva de la sociedad que nos ha educado, pero a al vez nos ofrece la posibilidad de avanzar en los conocimientos que la humanidad va alcanzando y, a la vez, intuir, como es tu caso, la posiblidad de nuevos y diferentes horizontes culturales.
En el estudio de las primeras poblaciones humanas el problema se acentúa, pues como bien dices ¿podemos ser objetivos si no conocemos que es no ser simbólico¿
Puede que el único camino para poder intuir algo sobre tan dificil problema es analizar la manera en que se ha adquirido, creado y desarrollado el simbolismo en nuestro linaje, siendo para ello la necesidad de realizar un modelo multidisciplinar de tal avance cultural.
Un cordial saludo
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