domingo, 19 de junio de 2016

Creatividad y serendipia en el Paleolítico

En general, se define a la creatividad como la capacidad de producir nuevas conclusiones y resolver problemas determinados en una forma original. Durante toda la prehistoria se han producido numerosos avances en todos los aspectos de la vida humana (tecnológico, social, cultural, simbólico, etc.), los cuales han sido denominados por los arqueólogos como auténticos procesos creativos de las diferentes especies humanas de nuestro género Homo. Sin embargo, no todos los avances pueden englobarse en esta definición, pues muchas veces se producen de forma fortuita o no intencionada cuando se está buscando otra cosa distinta o simplemente observando la realidad cotidiana, admitiendo la existencia de un descubrimiento importante. En este último caso se define como otra forma de avance conductual no intencionado o buscado (casualidades, coincidencias o accidentes) denominándose serendipia. Constituye una forma conductual de encontrar verdaderos enfoques o procesos de importancia en la conducta humana de todos los tiempos, sin que se los haya buscado. El desarrollo y funcionalidad de la creatividad depende de múltiples factores que, debidamente articulados, son capaces de producir soluciones que definimos como creativas (Creatividad humana).


Sin embargo, el origen y desarrollo de la conducta humana en el Paleolítico no siempre pueden atribuirse a procesos creativos. Dentro de la multifuncionalidad cognitiva, social y ambiental de los que depende la creatividad, se reconoce que debe de existir una intencionalidad consciente en todo proceso creativo, para lo que es necesario un desarrollo de la autoconciencia, lo que en la evolución humana no siempre ha existido con el nivel adecuado. El origen de algunos avances conductuales reconocidos en el Paleolítico deben de ser calificados como casualidades, coincidencias o accidentes, que los humanos del momento reconocieron su utilidad con su uso continuado (serendipia). Solo, tras el desarrollo de un importante nivel de autoconciencia (inicio del Paleolítico superior en Europa), puede comenzarse a hablar de conductas creativas según la definición anteriormente expuesta, las cuales se manifiestan en todas las realizaciones humanas (tecnológicas, alimentarias, logísticas, sociales, simbólicas, etc.). 

La necesidad de la autoconciencia en la conducta

La influencia de la autoconciencia en la conducta humana (racional y emocional) estaría condicionada a su propia creación y evolución, lo que no ocurrió hasta que las circunstancias neuroevolutivas, socioeconómicas, demográficas, tecnológicas y lingüísticas lo hicieron posible. Su desarrollo sería un continuum heterogéneo en el tiempo y en el espacio, por lo que existen numerosos estadios intermedios en su progreso a lo largo de la evolución cognitiva humana (Rivera, 2009). Su acción produciría modificaciones en todas las formas de conducta humana. Por tanto, creatividad y autoconciencia son proceso cognitivos complejos que están asociados a otras variables cognitivas (abstracción, simbolización, lenguaje, etc.), estableciéndose una variada coevolución de todas ellas. 

Podría partir de una evolución básica (aumento de las áreas asociativas secundarias y terciarias de la corteza cerebral) que, desde el nacimiento, se fueron estructurando en función de dos parámetros: la influencia del medio ambiente (aferencias sensoriales), y la sinergia de diversos componentes del sistema nervioso central, produciendo emergencias cognitivas nuevas (p. e. abstracción—simbolización—lenguaje—autoconciencia--creatividad).

Su desarrollo en el Paleolítico durante más de 2,5 millones de años es un hecho que no puede ser asumido desde una simple unidad evolutiva, pues sin duda pasaron muchas cosas dentro de ese continuum heterogéneo en el tiempo y en el espacio que supuso nuestra evolución cognitiva. En todo estudio sobre hechos de estas características es obligado realizar una estructuración temporal que refleje, aunque sea de forma general y algo forzada, los sucesivos cambios que se fueron produciendo en todos los factores relacionados con el desarrollo conductual, y sea por medio de serendipias, procesos creativos o la mezcla de ambos. Las propiedades acumulativas y emergentes de la cognición humana hacen que su conducta sea una construcción progresiva que permite su estructuración histórico-evolutiva en diferentes niveles. Se expone la hipótesis de cuatro grandes estadios evolutivos que estén fundamentados en los datos del registro arqueológico en relación con nuestra evolución cognitiva y conductual (Rivera y Menéndez, 2011). No obstante, siempre hay que tener en cuenta que su desarrollo casi nunca es lineal, pues en cada región y tiempo su evolución tiene sus propios ritmos, dependiente de las características cognitivas de sus creadores y del medioambiente sociocultural que hayan podido elaborar.

- Conducta arcaica o básica. Se formó en el inicio del género Homo con el desarrollo de conductas relacionadas con la convivencia social y la supervivencia del grupo, pero siempre realizadas dentro de las características del aquí y ahora. Concretamente conocemos datos arqueológicos sobre la creación de diversas acciones de elaboración social (tecnología, logística alimentaria, técnicas de consumo y perduración de los alimentos, etc.), lo que desarrollaría el concepto y unión social del grupo. Inicialmente se origina con el Homo habilis y su cultura del Olduvaiense en África, continuando cierto tiempo con el inicio evolutivo del Homo ergaster en este mismo continente. Pudo incluir en Europa a una parte de los H.heidelbergensis de cultura Achelense y a tipos humanos anteriores en el resto del mundo habitado (Homo erectus).

- Conducta primitiva. Al desarrollo anterior se fueron sumando los avances en los conceptos de individualidad social y personal, así como de un mayor concepto temporal y espacial (mayor desarrollo del aquí y ahora). Se mostraría en la aparición de conductas más complejas (áreas diferenciadas en el hábitat, enterramientos intencionados, tipología y tecnología lítica con referentes culturales, logística previsora, etc.). Incluye a tipos heidelbergensis, a una parte de los Humanos Neandertales (HN) de cultura musteriense y a los primeros Humanos Anatómicamente Modernos (HAM) en África y el Próximo Oriente.

- Conducta moderna básica. Se alcanza con un importante desarrollo del estadio anterior, es decir, del incremento de la individualidad social y personal, junto con un uso del tiempo y del espacio más desarrollado, lo que impulsaría un pensamiento y lenguaje que pudo alcanzar cierto nivel argumentativo. Sería el inicio de una conducta consciente y social (marcar las diferencias sociales o individuales, gestionar conductas complejas de logística alimentaria, relaciones comerciales y propiciar formas de conservación alimentaria), al ser usado con la intención expresa de funcionalidad y argumentación (discusión crítica y razonada sobre las vivencias ocurridas). Se comienzan a elaborar los fundamentos para el desarrollo de la creatividad (autoconciencia, lenguaje adecuado, amplios conceptos temporales y espaciales, etc.). Se produce con el HAM de cultura auriñaciense y con algunas poblaciones de HN musterienses o de las llamadas culturas transicionales (p. e. Chatelperroniense). El simbolismo de su conducta pudo limitarse a las manifestaciones socioeconómicas y personales de la vida cotidiana. Con el desarrollo de este nivel de conciencia se inician las conductas creativas o intencionadas, aunque siempre han existido los hallazgos causales (serendipias) pero que desde ahora son asimilados y generalizados con mayor rapidez.

- Conducta moderna elaborada. Tras el desarrollo anterior, y como premisa necesaria, se comienza a crear una conducta más compleja y con gran capacidad de simbolización. Se caracteriza por el desarrollo de una conducta social, espiritual y religiosa progresivamente compleja, que emerge en etapas sucesivas. Esta conducta tendría un lenguaje no sólo argumentativo, sino también metafórico (uso simbólico de figuras o signos. Inicio de formas básicas de escritura), siendo consciente, intencionada y utilizada para explicar muchos aspectos conductuales de la vida individual y social, así como dar una explicación de lo metafísico o sobrenatural. Se asientan las bases adecuadas para realizar conductas creativas en todos los aspectos de la vida conocidas, o para crear otras facetas aún no exploradas. Este nivel se desarrolla de forma progresiva y heterogénea exclusivamente con los HAM durante el Auriñaciense, generaliza en las etapas posteriores (Paleolítico superior, Mesolítico, Neolítico, etc.).

Serendipia y creatividad en el Paleolítico

Este tema es crucial para la compresión de la conducta humana en el Paleolítico, pues es el logro de niveles adecuados de autoconciencia lo que facilitarían el inicio de otras conductas más complejas. Sería la consecuencia de un desarrollo de la reflexividad cognitiva que se adquiere (p. e. adecuar las respuestas a las vivencias del momento mediante el uso de los datos de la memoria, teniendo en cuenta la realidad personal y social en un tiempo y espacio determinado) y de la flexibilidad conductual (posibilidad de cambiar de conducta con mayor facilidad y rapidez). Pero tales ideas sólo se pueden adquirir por medio de una mínima compresión de la información que la Neurología y Psicología nos aportan en la actualidad. De ahí la necesaria utilización de formas metodológicas de corte interdisciplinario.


En los periodos en los que la autoconciencia estaría limitada, serían los procesos de serendipia los que realizarían los avances conductuales que conocemos en el Paleolítico inferior y medio. Se suelen dar siempre cuando en la naturaleza se observa un fenómeno que puede ser utilizado en provecho de la sociedad. Un ejemplo lo tenemos en el uso y control del fuego. Su conocimiento en pequeña escala (p. e. pequeños fuegos residuales tras un incendio natural) debió de enseñar a los humanos las cualidades y ventajas de su mantenimiento y/o primitivo control, lo que una vez aprendido se sumó al acervo cultural y se trasmitió constantemente de generación en generación en todos nuestro género. Ante la utilidad de su existencia se intentaría mantenerlo de forma permanente (fuego o ascuas) a partir de un fuego natural. Su control o producción sin que exista con anterioridad se produce por otras serendipias. De los descubrimientos de producción de fuego más factibles sería el de la producción de chispas al golpear piedras adecuadas (pedernal, pirita o marcasita), lo que se pudo aprender del frecuente trabajo del tallado lítico y la relativa variedad de piedras que para tal fin se utilizaron (serendipia). Igualmente, por medio del uso de maderas con una constante y rápida frotación se produce un sobrecalentamiento que acaba por prender material altamente inflamable (hojas, yesca y madera finas muy secas). No obstante, tal procedimiento solo está registrado a partir del Paleolítico superior, aunque sí tenemos datos del abundante trabajo de las herramientas líticas con la madera. Es posible que de esta interacción (herramientas líticas trabajando intensamente sobre madera) se adquiriera el concepto de su calentamiento por el roce intensivo y continuado.

Cuando las sociedades logran mantenerse con un nivel demográfico adecuado (desarrollo de la sociabilidad y del lenguaje), de forma que se necesitaba una relación interior y exterior algo organizada (reconocimiento del parentesco, organización social en tareas comunes, relaciones con otras poblaciones, etc.) se iría desarrollando la memoria autobiográfica, complicando el lenguaje en los conceptos de la individualidad personal y social ubicados en las abstracciones del tiempo y del espacio, se irían desarrollando las conductas relacionadas con la autoconciencia. Su manifestación en la conducta puede valorarse por los grandes avances de la flexibilidad conductual y reflexividad cognitiva ya comentadas anteriormente.


Tradicionalmente las causas del cambio cultural que se observa en las primeras etapas del Auriñaciense (Protoauriñaciense y Auriñaciense temprano) estarían relacionadas con una expansión de nicho ecológico en respuesta o adaptación al deterioro de las condiciones ambientales (Banks, d´Errico y Zilhão, 2013), sin tener en cuenta ninguna consideración cognitiva, pues la Arqueología cognitiva aún no ha calado entre los autores más “clásicos”. Recientemente algunos arqueólogos han propuesto que más que una adaptación medioambiental, que siempre existe, la causa primordial del desarrollo cultural en ese momento y lugar se debe al aumento y desarrollo de la flexibilidad conductual (Kandel et al.2015), la cual es consecuencia del desarrollo cognitivo de sus creadores.

El ejemplo de la tecnología ósea

En el Paleolítico medio (Europa y el Próximo Oriente) las poblaciones humanas se encuentran sumergidas en la cultura Musteriense, con una tecnología ósea muy escasa y realizada con técnicas propias de la talla lítica. Últimamente se ha documentado el uso de huesos alargados y planos (p. e. costillas de tamaño idóneo), con un mínimo de adaptación tecnológica, como alisadores (Soressi et al. 2013). Los neandertales del Paleolítico medio tenían cierto nivel de autoconciencia que les permitía la emergencia de niveles intermedios reflexividad y flexibilidad conductual, por lo menos lo suficiente como para usar y transformar esos huesos, y usarlos en el trabajo de las pieles. La forma apropiada de los huesos para la función de alisador daría lugar a una serendipia, con muy poca adaptación tecnológica que podría considerarse como un inicio intencionado de creatividad. Este sería el camino empleado por los humanos del Paleolítico superior (con limitados pero reales antecedentes en el Paleolítico medio. Todo es un continuum) en la elaboración de sus creaciones conductuales de todo tipo. Cierta mezcla de serendipia mejorada con procesos creativos, los cuales irían supliendo cada vez más a las simples serendipias.

Alisador hallado en Abri Peyrony (Soressi et al. 2013)

La reflexividad y flexibilidad aplicada a la industria ósea se muestra después de alcanzar altos niveles de autoconciencia con una importante innovación tecnológica en su producción, pues se dejan de utilizar las formas de producción usadas en la industria lítica (inviable con los huesos). Se usa lo inicialmente utilizado para la madera (p. e. buriles) en un claro ejemplo de serendipia mejorado por formas creativas de flexibilidad (cambio de técnicas de un material a otro), tras reflexionar que se podría utilizar esa materia prima tan abundante de alguna manera, en definitiva crear una nueva forma de producción tecnológica. En estos niveles de autoconciencia estos hechos se producen con relativa rapidez, mostrando los aspectos de generalización y continuo desarrollo característicos a partir del paleolítico superior.

Conclusiones

Con el inicio del Paleolítico superior la complejidad social, tecnológica y simbólica adquieren un importante progreso, a la que hay que añadir una generalización y persistencia generacional que nunca se había visto antes. El ser humano razona mejor y es más flexible en sus decisiones y cambios de conducta, de una forma mucho más rápida de cómo lo había realizado hasta este momento. Es decir, se está volviendo creativo, aunque sin abandonar los necesarios episodios de serendipia que siempre irán, en mayor o menor intensidad, asociados a los procesos creativos.

Esta general visión arqueológica de la evolución de la conducta humana en la transición paleolítica se ajusta muy bien a las condiciones de producción de la autoconciencia humana, y sirve de ejemplo de cómo los trabajos interdisciplinares ofrecen mejores respuestas a las preguntas que podamos tener sobre nuestro pasado.


- Banks, W. E.; d´Errico, F. y Zilhão, J. (2013): Corrigendum to “Human-climate interaction during the Early Upper Palaeolithic: Testing the hypothesis of an adaptive shift between the Proto-Aurignacian and the Early Aurignacian” Journal of Human Evolution, Volume 64, Issue 1: 39-55
- Kandel, A.; Bolus, M. ; Bretzke, K.; Bruch, A.; Haidle, M.; Hertler, Ch. y Märker, M. (2015): “Increasing Behavioral Flexibility? An Integrative Macro-Scale Approach to Understanding the Middle Stone Age of Southern Africa”. J Archaeol Method Theory.
- Rivera, A (2009): Arqueología del lenguaje. Akal. Madrid.
- Rivera, A. y Menéndez, M. (2011): “Las conductas simbólicas en el paleolítico. Un intento de comprensión y análisis desde el estructuralismo funcional”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I Prehistoria y arqueología. Nueva época n 4.
- Soressi, M.; McPherron, S. P.; Lenoir, M.; Dogandzi, T.; Goldberg, P.; Jacobs, Z.; Maigrot, Y.; Martisius, N.; Miller, CH.; Rendu, W.; Richards, M.; Skinner, M.; Steele, T.; Talamo, S. y Texier, J-P (2013): “Neandertals made the rst specialized bone tools in Europe”. PNAS.

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