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Enterramiento Neandertal Chapelle Aux-Saints (Francia) |
La Arqueología, como todas las ciencias,
en su lejano origen anterior al siglo XX partió de un enorme desconocimiento del
significado de muchas de los objetos y conductas que se iban encontrando en los
diversos yacimientos de la época. Los primeros historiadores y/o arqueólogos intentaron
crear una disciplina que con sus propios contenidos teóricos se pudiera avanzar
en el entendimiento de la evolución conductual del género Homo. Realmente hicieron lo mismo que todas las demás ciencias,
crear metodologías de estudio exclusivas a cada ciencia. Esta situación tubo
una doble consecuencia de signo opuesto, pues con la propia parcelación
del tema a estudiar se pudo avanzar notablemente en todas las ciencias (por
supuesto incluida la Arqueología). Sin embargo, se perdió en gran parte la integración
científica en aras de estos desarrollos doctrinales, al producirse importantes ausencias de comunicación entre ellos. Es decir, la Ciencia avanzó
en gran medida, pero con grande dosis de individualidad metodológica que
hicieron perder la noción del bosque (la naturaleza integral del
ser humano en todas sus facetas), que debería de ser la reunión de los diversos
árboles
(Arqueología, Biología evolutiva, Psicobiología, Neurología, Paleoantropología
social, Lingüística, Genética, Demografía, Paleontología, etc.).
No obstante, ya desde sus primeros estudios
arqueológicos se adquirió la necesidad y el interés por avanzar en todos los
campos posibles, obligando a realizar diversas intromisiones en otras ciencias
que también trataban sobre tales problemas, aunque fuera con otro punto de
vista o solo de una forma aparentemente tangencial. Los estudios multidisciplinares
siempre han tenido cierto desarrollo, pero muchas veces se ha realizado
como para fundamentar problemas concretos y limitados. Es decir, se utilizaba
cierta teoría u orientación metodológica de otras ciencias para reafirmar
nuestro trabajo, muchas veces sin conocer a fondo el nivel de incertidumbre que
tal teoría podía contener o su fundamento teórico. Si ha habido una parcela
científica que más ha sufrido estas circunstancias, sin duda ha sido las
llamadas ciencias sociales, entre otras cosas por la gran dificultad que
su desarrollo conllevan.
Por otro lado, los científicos solo pueden
utilizar los conocimientos propios de su época y que mayoritariamente utiliza
la disciplina en la que se han formado. En este contexto, aparece lo que se
llama deformación profesional, proceso socio-académico que afecta a
la mayoría de los componentes de cualquier disciplina. Así, se ven los
problemas a tratar desde un punto muy semejante, tanto en la exposición de los
problemas como en la forma de poder estudiarlos. Muchos avances teóricos han
surgido de gente que ha querido romper estas tendencias y ha elaborado nuevos
caminos, lo que ni es fácil ni está al alcance de todos.
Así, conocemos dos hechos que muchas veces
van juntos: la necesidad de una interdisciplina teórica que
supere la simple multidisciplina; y cierta tendencia a romper los moldes
académicos establecidos. La interdisciplina o la observación y
aceptación de los que dicen otras ciencias o científicos es un proceso que
muchos teóricos han resaltado desde hace muchos años. Un ejemplo lo tenemos en
las palabras del Dr. Gregorio Marañón escritas en el prologo de un libro ya en
1952:
Los hallazgos definitivos no han surgido
de una verdad nueva, sino de una ordenación racional de una serie de verdades
conocidas y dispersas: racional o causal, porque en este juego de
estructuración de datos no sistematizados ocurre como en la solución de los
rompecabezas, que unas veces surge del ingenio y otras del puro azar. Lo que no
puede faltar nunca es la atención. La atención es en la Ciencia lo que la luz
en el cuarto oscuro, que de repente se ilumina y parece que crea lo que, sin
embargo, estaba allí y no alcanzábamos a ver.
La cita del Dr. Marañón expresa una
realidad que muchas veces no es tenida en cuenta con su verdadera
trascendencia. Si seguimos su consejo, tras haber leído numerosa información
relativa a diversas ciencias que estudian al ser humano desde puntos de vista
diferentes, es el momento de prestar la atención debida a cada
una de ellas, con el propósito de analizar su interconexión e intentar
agruparlos en un proyecto común. Es decir de elaborar síntesis
interdisciplinarias en todos los aspectos que conciernen a su estudio.
Por mucho que sean diferentes en sus respectivos enfoques, debe existir un común
punto de encuentro, pues no hay que olvidar todas ellas tienen como fin
principal al ser humano y a sus manifestaciones socioculturales. Un mismo fin,
aunque visto desde parcelas teóricas diferentes. Si en esta confluencia de
intereses se apreciasen importantes contradicciones, habría que pensar que
alguna determinada teoría, de las disciplinas usadas en estos asuntos, pudiera
no ser correcta, pues en la explicación de la realidad humana no pueden
coexistir conceptos claramente antagónicos. Tal vez el problema radica en la
falta de puntos de enlace, que puedan articular tal disparidad de información.
Articulación de datos y coordinación de
todas las ciencias que traten del problema, es fácil de decir y muy complejo de
resolver. Quizás este sea el verdadero éxito de Darwin cuando realizó su teoría
de la evolución. El inicio de tal andadura científica tuvo sus raíces en
diversos autores del siglo XVIII, aunque el arranque definitivo se logró con la
publicación de El origen de las especies en 1859 por Charles Darwin
(1809-1882), donde pudo explicar su teoría sobre el origen de las diferentes
especies que conocemos. En el ambiente cultural de su época ya existían ideas
semejantes que intentaban explicar el origen y diversificación de las especies
de seres vivos, por medios diferentes a los que la religión hegemónicamente
había mantenido durante siglos. Tal es el caso del conde de Bufón, Georges
Louis Leclerc (1707-1788); del propio abuelo de Darwin, el médico Erasmus
Darwin (1731-1802), y del caballero de Lamarck, Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de
Monet (1744-1829). Estos autores, junto con otros menos conocidos, crearon una
atmósfera científica que favorecía el conocimiento y el desarrollo de estas
nuevas vías explicativas sobre la realidad viviente.
La teoría de la evolución rompió el
estancamiento científico que presidía su entorno, siendo el comienzo de una
nueva y mejor forma de comprender la propia existencia biológica, que de otra
manera sería imposible conocer. Las elocuentes ideas de Darwin estaban en su
origen limitadas por el precario desarrollo científico de su tiempo, pues todas
sus conclusiones debían adecuarse a los datos que en ese momento tenía a su
alcance. La escasez de conocimientos sobre genética y desarrollo embrionario,
tenían que limitar forzosamente sus deducciones sobre la forma de producción
del cambio morfológico, presentando a la selección natural como la principal
guía de los cambios anatómicos que se fueran produciendo. Con estas
circunstancias desarrolló su axioma más característico o que más fama ha
tenido: La supervivencia del mejor
adaptado o menos malo. No obstante, admite que existen otros
factores en la modificación de las especies (Darwin, 1988), los cuales pueden
dar lugar a cambios poco adaptativos. Estos conceptos antagónicos los
complementa mediante la idea de que los seres vivos se consideren como sistemas
integrales, por lo que una modificación adaptativa puede
producir otra no adaptativa por sí sola, pero compensada por la
adaptabilidad global del ser vivo. Igualmente, un órgano seleccionado
para una función determinada, puede realizar otras funciones para las que no
fue seleccionado. Tal proceso, fundamental en la evolución humana, es conocido
con el nombre de exaptación.
Sin duda, su trabajo tuvo un amplio
carácter interdisciplinario (Biología, Geografía, Demografía,
Geología, etc.) como no podía ser de otra manera, limitado por las condiciones
teóricas de la ciencia en su época. Su gran merito científico es que supo
coordinar todos los datos que se conocían, que obtuvo con su propia experiencia
del largo viaje en el HMS Beagle, y realizar una teoría coherente con toda la
información (interdisciplinaria) que superaba todas las conocidas hasta
entonces.
Origen
de la Arqueología cognitiva
Todos estaremos de acuerdo de que el fin primordial de la
Prehistoria, Arqueología y Paleoantropología es el estudio de la conducta del
género Homo. Donde no estaremos tan de acuerdo es en la forma en que hay
que realizar este interés común. Los aspectos generales de toda conducta humana
y por tanto, las líneas de análisis de tal conducta deben agruparse en cinco
apartados: en qué consiste, cuándo se creó, dónde tuvo lugar su inicio y desarrollo, porqué apareció en ese lugar y momento, y cómo se crearon.
De tales cuestiones las tres primeras son las que más
ampliamente se ha ocupado el trabajo arqueológico desde su inicio. Prueba de
ello es el amplio conocimiento (aunque limitado en numerosos aspectos) que
tenemos de las diferentes culturas prehistóricas, lo que nos permite tener un
mínimo conocimiento de tan lejanos tiempos. Su manifestación cultural queda
reflejada en la gran cantidad de útiles (líticos, óseos, cerámicos, metálicos,
etc.) y conductas (cazadores-recolectores, agricultores, ganaderos,
metalúrgicos, etc.) que variaran según sean los periodos de estudio. Se sitúan
cronológicamente en unos anagramas temporales que cada vez son más exactos,
gracias a la constante mejora de los medios de datación actuales. Igualmente,
se describen posibles áreas de inicio, de expansión, de influencia, e incluso
de regresión de tales culturas. Toda esta información constituye un registro
arqueológico enorme, dando la impresión de tener un importante conocimiento
sobre el inicio de la Humanidad.
Pero la apreciación de un proceso es una cosa y, por
desgracia, la realidad de su conocimiento otra. De todo este inmenso acumulo de
información los aspectos del cómo y porqué apenas
han iniciado su andadura. En este punto, es cuando hay que indicar la
existencia de cierto desajuste metodológico, relacionado con los contenidos
históricos y académicos de la Prehistoria, que dificulta el desarrollo de estos
aspectos analíticos.
- Históricos, pues cuando se inició el estudio
de la Prehistoria se realizó en un momento en el que las ciencias encargadas de
analizar el cómo y el porqué la conducta humana
(Neurología y Psicología) estaban poco desarrolladas, teniendo metas propias y
diferentes a las de estos incipientes estudios prehistóricos.
- Académicos, pues la parcelación académica
siempre ha sido una realidad que ha dificultado la creación de estudios interdisciplinarios
y transdisciplinarios, los cuales con un adecuado y extensivo uso
facilitarían mucho la comprensión de tan complejos procesos.
Recientemente está aumentando el interés por conocer las
profundas causas de los cambios culturales detectados en nuestra prehistoria.
Así, cada vez se habla más de la cognición humana, de las variaciones
neurológicas con las que se relaciona, y de las ciencias que más se dedican a
su estudio (Neurología y Psicología, de cuya íntima unión nace la
Psicobiología). Cada vez más, se mencionan en diversos trabajos las capacidades
cognitivas de los humanos que crearon los restos que vemos en los yacimientos,
del simbolismo que puede estar relacionado en ellos y, en definitiva, de
intentar explicar las causas que motivaron la aparición y desarrollo de tales
restos arqueológicos (serían el cómo y el porqué del
cambio cultural).
Este campo es el que corresponde a la Arqueología
cognitiva, cuya definición conceptual ha sufrido ha sufrido diversas interpretaciones, quedando algunas muy poco
desarrolladas y explicadas. En principio, no puede simplemente limitarse al
intento de conocer los pensamientos que tuvieron los seres
humanos en épocas pasadas o, de una forma más genérica, del análisis de la forma
de pensar de los mismos. Actualmente se ha situado como la ciencia que trata
de adquirir el mejor conocimiento posible de cómo, durante el curso de la
evolución humana, fueron creándose y desarrollándose las capacidades cognitivas
que, a la larga, dieron lugar a un comportamiento tan complejo y significativo.
Es decir, trataría de analizar y comprender la evolución cognitiva del género Homo.
Se está hablando mucho de los estudios multidisciplinares
e interdisciplinarios como necesarios para el estudio de la conducta
humana. Sin embargo, aparecen nuevos problemas, como la propia composición de
tales formas de estudios, es decir, que ciencias deben tratar de analizar la
conducta en el lejano pasado prehistórico. Si nos centramos en los yacimientos
arqueológicos, como fuente directa de la conducta paleolítica, la elaboración
de estos equipos multidisciplinares debe recaer en el arqueólogo que vaya a
dirigir la excavación y realizar su posterior análisis. Así, siempre estarían
compuestos por los criterios que su formación académica y tradición
arqueológica le indiquen, es decir, por arqueólogos, paleontólogos, y en
general de todos los pertenecientes a disciplinas que puedan aportan datos
sobre las características geológicas, biológicas y físico-químicas del
yacimiento, del medio ambiental existente durante su periodo de formación, y de
su ubicación temporal y espacial. Pero, ¿estamos seguros que tal composición
cumple todas las posibilidades teóricas para estudiar la conducta de las
primitivas poblaciones paleolíticas?, ¿no tendrían algo que decir aquellas
disciplinas que tradicionalmente estudian el comportamiento humano en
su origen, desarrollo y evolución en general?
Pero tales preocupaciones sólo se producen en los países que tienen interés en relacionar la Arqueología prehistórica con la Antropología física y cultural, así como por las relaciones biológicas que conlleva. Mientras que en otros se omiten del bagaje académico actual, siendo escaso el interés de muchos de los que se dedican al estudio de la prehistoria, pues se carece de métodos y formas que faciliten su análisis y comprensión. Por si esto fuera poco, hay que añadir el continuo aumento de la complejidad que su estudio conlleva, así como su gran dificultad expositiva y divulgativa.
La comprensión de la realidad humana en
todas las épocas pasa inexcusablemente por la utilización y desarrollo de tales
ideas y disciplinas (Arqueología cognitiva interdisciplinar).
Podemos ignorarlas por un tiempo, pero tarde o temprano se impondrán como
formas imprescindibles en el estudio de nuestra conducta, sólo hay que esperar
o, lo que sería mucho mejor, empezar a trabajar en esta línea teórica.
- MARAÑÓN, G. (1952): Prólogo del libro de E. Muñoz y A. Mundo: El bazo y sus funciones. Universidad de Granada.