De vez en cuando aparecen noticias sobre nuevos descubrimientos
relativos a los Humanos Neandertales (HN) que, por sus características,
implican la existencia de una conducta simbólica de naturaleza desconocida. Una
vez publicada surgen los tradicionales comentarios sobre las capacidades
cognitivas (en estos casos sobre el simbolismo) que estos homínidos pudieron
tener a lo largo de su existencia, así como su comparación con las capacidades
simbólicas de los Humanos Anatómicamente Modernos (HAM). Todo este proceso se
repine una y otra vez con los mismos patrones y los mismos resultados, es
decir, se vuelve a repetir que los HN tenían las mismas capacidades cognitivas
(simbolismo, razonamiento, lenguaje, etc.) que los HAM. Su fundamento sin estos
descubrimientos con una aparente base simbólica que igualas a estos humanos y
aleja el concepto de inferioridad cognitiva de los HN.
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Grras de águila de cola blanca de Kaprina.
Luka
Mjeda/CC-BY
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La última noticia que en este sentido tenemos ha sido el
descubrimiento en el yacimiento de Kaprina (Croacia), por parte de
investigadores del Museo de Historia Natural de Croacia y de la Universidad de
Kansas, de unas garras de águila de cola blanca con rastros de haber sido
parcialmente manipuladas en estratos musterienses, y por tanto asimilables a la
actividad de los HN. Su antigüedad se sitúa en unos 130.000 BP. Tal hallazgo ha
sido publicado en la revista PLOS One, donde se describen ocho garras de esta
ave en un estado de conservación muy bueno.
Naturalmente, una de las primeras reacciones de los autores del
trabajo ha consistido en resaltar su importancia por su posible significado
simbólico que pudieran representar.
El tema es reiterativo como podemos recordar en otros descubrimientos:
Simade las Palomas (enterramientos), Grotta Fumane
(plumas de aves), Cueva de Skhül (pigmentos). Sin embargo, el problema del simbolismo no puede limitarse
a la aceptación o no de un simbolismo indefinido entre estas poblaciones
humanas, sino que debe de ampliarse al estudio de conductas simbólicas en el
género Homo, pues todos sus componentes son susceptibles
de haber poseído algún grado o forma de simbolismo en su conducta. Este
mismo tema ya ha sido tratado en otra entrada (Simbolismo entre el Neandertal yHumanos Modernos), por lo que los interesados en profundizar en este tema
pueden acudir a ella.
Comentarios
El estudio del simbolismo entre los humanos debe de
partir de una compresión muy clara, es decir, hay que saber de qué estamos hablando.
Pera ello es necesario formar un método de estudio que nos permita avanzar en
vez de divagar constantemente bajos las mismas premisas limitadas a nuestro
razonamiento, y no a la compresión de la realidad cognitiva del género Homo (Arqueología cognitiva:Estructuralismo funcional). Para su estudio lo primero que hay que realizar es
una definición de simbolismo, que nos sirva de límite y marque el camino a
seguir.
La conducta simbólica humana es la consecuencia de
un complejo proceso cognitivo en el que se relacionan las abstracciones e ideas
desarrolladas o aprendidas con símbolos, los cuales pueden ser muy varados:
sonidos y gestos (lenguaje), objetos (elementos simbólicos) o conductas (usos,
costumbres), siendo necesario aplicar un consenso social a todo el proceso. De tal modo que, en la
sociedad en la que se desarrolle este proceso cognitivo, la percepción de tal
símbolo revive en las personas la idea, concepto o sentimiento que le dio
origen.
Esta definición nos conduce a las primeras
manifestaciones simbólicas, las cuales debieron de ser cualquier forma
de lenguaje existente en nuestro linaje, donde una intención, deseo o
expresión se simbolizaría por unos sonidos, los cuales eran entendidos por los
demás miembros del grupo. Tal comunicación era básica para poder realizar las
tareas logísticas, sociales y tecnológicas que se aprecian en el registro
arqueológico de todos los pertenecientes
al género Homo. Por tanto, todos
los homínidos de nuestro linaje tuvieron algún grado de simbolismo en su
pensamiento y conducta. Lo que hay que estudiar es cómo se fue creando y desarrollando,
siendo este en principal cometido de la Arqueología cognitiva. Una conclusión
importante que se sacas de estas ideas es que el ser humano de todas las épocas
fue desarrollando su conducta gracias a su capacidad de abstracción y simbolización
que la evolución le proporcionó con la evolución neurológica. Siendo el
lenguaje el principal vehículo en su producción, almacenamiento y trasmisión
entre todas las generaciones humanas.
La Arqueología cognitiva (Estructuralismo funcional)
indica que, en base a las características evolutivas y anatómico-fisiológicas de
nuestro cerebro, el origen y desarrollo de nuestra conducta se realiza en función
de una serie de premisas que podemos ver en otra entrada del blog (Genética dela evolución neurológica. Consecuencias arqueológicas). De ellas hay que
destacar una especialmente por su claro significado en la evolución conductual.
Los conceptos que van a configurar la
conducta humana en todos sus niveles deben adquirirse de la observación
del medio ambiente en el que viven. Su realización se
produce de la propia naturaleza, de las características sociales de los grupos
humanos, del acervo cultural que se pueda transmitir de generación en
generación y de las propias conclusiones que, partiendo de los anteriores
presupuestos, pudieron adquirir los humanos de ese periodo. En este aspecto
destaca sobre todo el lenguaje, al que hay que
añadir cualquier otro soporte de información (manifestaciones gráficas, ritos,
mitos, escritura, etc.).
El simbolismo en el Paleolítico medio es claramente
lingüístico, pero en algunos aspectos también es conductual. Si nos fijamos
todos los ejemplos que han sido asimilados a cierto simbolismo entre los HN son
elementos naturales que pueden observarse sin necesidad de elaboración, aunque después
hayan sido más o menos manipulados (enterramientos, plumas, minerales
colorantes, garras de ave, etc.). Por sus características todos ellos llaman la
atención de quien los encuentra y de todos los que luego los observan,
adquiriendo cierto valor relacionado con la curiosidad que despierta, uso o
manejo que se realice y por último significado que pueda otorgárseles. El simbolismo
es una consecuencia de las características evolutivas del cerebro de los
homínidos (de todos ellos).
Origen
y desarrollo del simbolismo humano
La evolución proporcionas capacidades cognitivas,
pero su desarrollo depende de las características del medio ambiente en el que
se vive. Si en este ambiente no es posible desarrollar adecuadamente las
condiciones para crear las abstracciones necesarias para la elaboración de un
simbolismo complejo (p.e. conductas religiosas), pues éste no se produce.
Mientras que en otros lugares, y posiblemente de forma coetánea, el simbolismo
complejo empieza a manifestarse gracias a que las condiciones medioambientales en
ese lugar si reúnen los requisitos necesarios para su desarrollo.
¿Cuáles serían estas condiciones necesarias?
Son varias y en general serían las siguientes:
-
La existencia de las capacidades cognitivas necesarias
para el desarrollo de conductas simbólicas. Evolutivamente cada especie del
género Homo tendría cierto nivel
cognitivo, que en general sería superior al que se necesitaría para el
desarrollo de la cultura que en su momento pudieron desarrollar, como pasa a
todos los primates que en cautividad (medio ambiente más estimulante)
desarrollan conductas más complejas que en libertad.
-
Existencia de cierto lenguaje que permitiera la
comunicación social, y la rápida adquisición de los nuevos conceptos o ideas
simbolizados por el lenguaje existente. El lenguaje permitiría, una vez
interiorizado (lenguaje interno), el mejoramiento del pensamiento, la mayor
facilidad de lograr nuevas abstracciones, su simbolización lingüística, su
almacenamiento y transmisión social, y mejoras en la conducta de supervivencia
y social.
- La
existencia de un acervo cultural previo que pueda facilitar el
desarrollo (tecnología, sociabilidad, relaciones externas con otros grupos,
etc.).
-
Las necesidades sociales y ambientales del grupo, que actuarán
como estímulo o motivación consciente para superar
los problemas sociales y de supervivencia del momento.
- Condiciones
socioeconómicas, familiares y tecnológicas que favorezcan los criterios de
individualización personal (aumento poblacional, separación de tareas,
diversidad social de todo tipo, aumento de la complejidad tecnológica y
logística, etc.) y social (la necesidad de actuaciones complejas entre varios
componentes del grupo en el tiempo y en el espacio). En definitiva, todo aquello
que por su misma existencia marque la diferencia entre los
miembros de la sociedad y de ésta con otras poblaciones.
Las características medioambientales (contexto
arqueológico) solo pueden conocerse por medio de la actuación arqueológica en
los yacimientos, así como de la agrupación coordenada de los mismos. Como es
lógico, estas premisas afectarían a todas las poblaciones humanas del género Homo. Así, es posible comprobar la
existencia de poblaciones de HN y de HAM que carezcan de simbolismo elaborado por
no haber alcanzado el nivel de complejidad sociocultural adecuado.
Sobre el simbolismo humano ya publiqué una entrada
(conductas simbólicas en el paleolítico) donde se especificaban las diversas
formas de simbolismo que se aprecian en el Paleolítico y los restos materiales
o conductuales que los justifican en los diversos periodos del mismo. Este
texto es una introducción a un trabajo que sobre este asunto realicé, junto al
Prof. Mario Menéndez de la UNED, y que se ha publicado en la revista Espacio, Tiempo y Forma (Rivera y Menéndez,2011).
Puede apreciarse en el siguiente cuadro un esquema de la evolución conductual y simbólica del género Homo.