domingo, 12 de octubre de 2014

Los inicios del “arte paleolítico”

Una de las representaciones simbólicas del Paleolítico que más interés despierta en todos los ámbitos sociales y culturales son sus manifestaciones gráficas o el discutido y posiblemente mal llamado “arte rupestre”. Tal interés abarca todas sus facetas (simbolismo, cronología, autores, aspectos gráficos de todo tipo, etc.), pero siempre existen los mismos inconvenientes, la falta de datos o la incertidumbre sobre los pocos que poseemos. Uno de ellos corresponde a la gran dificultad que existe en la datación de las pinturas y gravados rupestres. Sin embargo, las características geológicas de las cuevas a aportado una forma de datación bastante precisa que ha sido utilizada en estos últimos años. Me refiero a la datación de la costra calcárea que recubre algunas de las pinturas y grabados paleolíticos, lo que se ha conseguido por medio de controlada degradación de las series de Uranio (234U/230Th), cuya precisión es mayor que la lograda por los métodos del 14C AMS.

Mano estarcida de Maros (publicado en Nature)
Recientemente se ha podido aplicar este método a unas pinturas rupestres situadas en unas cuevas kársticas de Maros, en la isla de Sulawesi en Indonesia, las cuales ya eran conocidas desde hace unos 50 años. La sorpresa apareció cuando algunas dataciones realizadas sobre una serie de doce impresiones de manos estarcidas y dos figuras de animales (un babirusa y posiblemente un cerdo) dieron una antigüedad de 39.000 y 35.400 años. El descubrimiento fue publicado en la revista Nature.

Babirusa y mano de Maros (publicado en Nature)
Cierto revuelo se movió en el mundo de la arqueología, pues estas dataciones las sitúan contemporáneamente con las dataciones más antiguas del arte parietal europeo. Concretamente con el disco rojo de El Castillo (unos 40.000 años) y las pinturas de Chauvet (37.000 años). Sin embargo, en Australia se conoce una muestra de arte rupestre con la pintura de un ave extinta desde hace más de 40.000 años. Se trata de aves Genyomis localizadas en la meseta de Arnhem, al norte de Australia. También, de los primeros pobladores de Australia conocemos evidencias de arte rupestre en NawarlaGabarnmang con una antigüedad que puede llegar a los 45.000 años.

Aves Genyornis de la meseta de Arnhem
Interior de Nawarla Gabarnmang (foto Jean.Jacques Delannoy)

Interpretaciones

Actualmente conocemos que la colonización de Homo sapiens de Indonesia y de Australia se produjo antes que la colonización de Europa, por lo que es posible que en Australasia existieran pinturas rupestres tanto o más antiguas que las europeas. Las conclusiones ante estos nuevos datos no se han dejado esperar, y en general tienden a manifestar que la capacidad de creación artística fue un patrimonio de toda la humanidad que salió de África hace 50.000 años. Históricamente, los arqueólogos han pensado que el “arte rupestre” surgió por primera vez en Europa, con una edad mínima de unos 41.000 años para el más antiguo fechado hasta ahora, un disco rojo de El Castillo. Pero la evidencia parece indicar que no fue así.

Siempre se ha asociado la creación de manifestaciones gráficas con la posesión de mentes abstractas y simbólicas, que pueden crear abstracciones de realidades conocidas y poder simbolizarlas en un dibujo, grabado o escultura. Para los autores de la investigación, el arte rupestre podría haber surgido de forma independiente más o menos al mismo tiempo en las primeras poblaciones humanas modernas de Europa y del sudeste asiático, o podría haber sido ampliamente practicado por los primeros humanos modernos que salieron de África decenas de miles de años antes. Si es así, entonces este tipo de arte podría tener orígenes más profundos.

Sin poder utilizar más datos o matizar los obtenidos por métodos de análisis más adecuados en los problemas de la cognición humana, todas las posibilidades pueden ser ciertas, aunque se limitan a las dos señaladas. Sin embargo, a pesar de introducir términos cognitivos como causa de su origen (abstracción y simbolismo), no pueden entrar en una explicación más acorde con la realidad cognitiva de los seres humanos del momento. El papel de la Arqueología cognitiva se hace necesario para lograr explicaciones más adecuadas, amplias y con mejor base.

Visión desde la Arqueología cognitiva

La Arqueología cognitiva debe ser la encargada de analizar el origen y desarrollo de la conducta simbólica humana. En este contexto, lo primero que hay que tener en cuenta es que la simbolización es el proceso que nos hizo humanos, pues toda la conducta humana tiene un componente simbólico. El simbolismo va aumentando en progresión geométrica según vayan evolucionando nuestras capacidades cognitivas, y se desarrollen los métodos de almacenaje, procesamiento y transmisión de la información lograda (lenguaje). En este sentido invito a los lectores a escuchar el audio de la UNED realizado por Mario Menéndez (De cómo la simbolización noshizo humanos - 07/10/11).

Las capacidades cognitivas humanas (simbolismo, abstracción, lenguaje, funciones ejecutivas, etc.) no son entidades cognitivas aisladas que pueden aparecer independientemente de otras capacidades que lo posibilitan. La Neurología y Psicología actuales (grandes desconocidas en el mundo de la Arqueología, a pesar de realizar constantes inferencias teóricas y metodológicas) indican la gran interconexión existente entre las diversas capacidades humanas, así como un funcionamiento complejo y altamente generalizado entre los diversos componentes de nuestro cerebro. Las capacidades cognitivas que posibilitan la creación de las pinturas parietales son diversas (abstracción, funciones ejecutivas, autoconciencia, etc.), siendo su acción conjunta la que posibilita la producción de tales manifestaciones gráficas. En conjunto forman lo que se llama un contexto cognitivo, cultural y simbólico, que posibilitan tal creación pictórica. Pero tal contexto cognitivo no ha existido siempre sino que ha sido necesario crearlo, simbolizarlo, trasmitirlo y conservarlo. Así, para entender la creación de tales pinturas es necesario tener en cuenta las siguientes condiciones:

- La evolución biológica nos dota de unas capacidades funcionales innatas (capacidades cognitivas elementales o básicas) como son ciertos niveles de memoria, funciones ejecutivas, atención, motivación, creatividad, razonamiento, percepción, etc. Su repercusión en la conducta depende de su potencialidad efectiva y de su desarrollo (desarrollo cognitivo) (Vygotsky, 1920; Rivera, 2009).


- Cuando la evolución neurológica sea suficiente y las características ambientales adquieran un nivel adecuado, pueden producirse nuevas capacidades de naturaleza sociocultural, las cuales sólo existían como potencialidad. Son las capacidades cognitivas emergentes o superiores (p. e. la conducta simbólica, la autoconciencia, lenguaje simbólico, escritura, etc.) (Vygotsky, 1920; Edelman y Tononi, 2000; Searle 2000; Mora, 2001; Álvarez Munárriz, 2005; Tomasello, 2007; Ardila y Ostrosky-Solís, 2008; Renfrew, 2008).

- Nuestras características neurológicas y psicológicas muestran la necesidad de un medio ambiente adecuado que hay que crear (social, económico, tecnológico, lingüístico, etc.) para que las capacidades cognitivas básicas se desarrollen adecuadamente. Podría definirse como un nicho cultural o cognitivo que posibilite tal desarrollo (Tomasello, 2007; Bickerton, 2009).
Todos los humanos anatómicamente modernos tenían la capacidad cognitiva para crear tales pinturas, pero para lograr un desarrollo cognitivo adecuado había que crear un ambiente social, económico, tecnológico, y lingüístico adecuado, lo que en el principio de la dispersión del Homo sapiens por el Viejo Mundo llevaría su tiempo y adquiriría un aspecto de heterogeneidad en el tiempo y en el espacio. Cuando el contexto cognitivo fue el adecuado, permitiendo el desarrollo de nuestras capacidadescognitivas, se producirían las pinturas en Indonesia, en Australia y en Europa.

Es curioso como múltiples ciencias (incluso la Arqueología cognitiva) se han dado cuenta de que la evolución ofrece unas capacidades cognitivas que necesitan de un medio ambiente adecuado para su desarrollo, pero en la interpretación puntual de hechos arqueológicos prácticamente se ignora, especulando con ideas opuestas y prácticamente sin fundamento. Se pueden mostrar algunas ciencias y autores que corroboran tal hecho:

- Arqueología. La sapient paradox expuesta por Renfrew (1993, 2008), donde la evolución ofrece posibilidades cognitivas a desarrollar en función de las características medioambientales. Implica el concepto de emergencia y de exaptación evolutiva.
- Etnología y Antropología. La apreciación etnológica de que otras poblaciones humanas actuales presentan concepciones sobre el tiempo, espacio y la realidad personal y social muy diferentes a las nuestras. Se adapta a las características generales del anterior (emergencia e influencia del medio ambiente) (Hernando, 1999). Muchos antropólogos creen que las características del medio ambiente en el que se vive tienen una influencia fundamental en el origen y desarrollo de las formas culturales observadas (Ramírez Goicoechea, 2009).
- Psicología. Todo aislamiento o déficit social produce un gran deterioro cognitivo en sus aspectos emocionales, racionales y lingüísticos, lo que no puede corregirse bien si ya se ha pasado el periodo crítico (Belinchón et al. 1992; Vygotsky, 1920; Bruner, 1984; Luria, 1987).
- Neurología. La formación de las redes neuronales depende de la cantidad y calidad de los estímulos sensoriales que el cerebro recibe desde el nacimiento hasta el fin del periodo crítico. La plasticidad neuronal continúa funcionando después de dicho periodo aunque de forma más restringida (Rakic, 1995; Nieto Sampedro, 1996; Flórez et al. 1999; Damasio, 2010).
- Biología evolutiva. La evolución neurológica presenta un importante desarrollo de las áreas de asociación corticales. Éstas al nacer casi no tienen funciones conductuales, pues necesitan estímulos externos para desarrollar su función. Su estructuración definitiva dependerá de las características medioambientales (Rakic, 1995).

El uso de la interdisciplinariedad, con una buena adaptación teórica de las ciencias relacionadas con la conducta, lleva a esta conclusión como la más verosímil y que mejor explica los datos arqueológicos (Rivera, 2009), entre los que se encuentra la posibilidad de que las pinturas rupestres se creen en diversos lugares y diferentes periodos.

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