viernes, 27 de mayo de 2016

Ecos del pasado remoto ¿Una historia inverosímil?

En esta entrada voy a analizar un proceso un tanto extraño, que se escapa totalmente de los ortodoxos caminos de la Prehistoria y Arqueología, pero que, sin darles una veracidad absoluta, puede que nos hagan pensar en una realidad aún poco conocida, como sería el desarrollo de nuestra propia cognición (teoría de la mente, autoconciencia, metacognición, etc.) en el tiempo y las secuelas que pudo tener en las poblaciones humanas.

Quién ha estudiado Historia antigua estará acostumbrado a trabajar con las fuentes orales y escritas sobre los orígenes de la conducta humana en ese periodo. Las leyendas sobre el inicio de los primeros pueblos históricos (egipcios, fenicios. griegos, romanos, etc.) son difíciles de asumir, y más aún de encajarlas en un contexto histórico mínimamente contrastado por los datos arqueológicos. Sin embargo, es tradicional que se hagan referencia a ellos como un versión muy distorsionada de una realidad, no tan fantástica como indican esas fuentes, pero que “algo de verdad” entrañarían. Lo cierto es que se citan muchas veces, pero que pocos datos reveladores aportan.

El desarrollo de la humanidad en el Paleolítico fue un complejo proceso del que poco a poco estamos conociendo su realidad en el tiempo (cronología) y en el espacio (áreas geográficas donde se produjeron los cambios evolutivos, anatómicos y culturales). Aunque del cómo y el porqué de su producción en esos periodos y espacios determinados aún no estemos muy avanzados en su compresión. Estas cuestiones serían el fundamento principal de la Arqueología cognitiva, especialidad que aún estaría en sus comienzos teóricos y, desde luego, con una aceptación académica y profesional muy poco desarrollada. En este largo periodo nos podemos preguntar:

¿Existen leyendas o historias sobre los hechos de los humanos en la Prehistoria?

Aunque la pregunta puede extrañar a muchos, la respuesta es que sí. Todas las explicaciones sobre nuestro origen que las diferentes religiones han establecido no dejan de ser tradiciones orales que, perdurando en el tiempo, acabaron por ser reunidas en algún texto sagrado, y como tal nos ha llegado a nosotros. En principio podemos pensar que poco valor histórico tiene tales historias o leyendas, pues la gran mayoría de las mismas reflejan unas ideas totalmente inverosímiles, pero ¿eso afecta a todas?  Aunque muchos dirían que efectivamente afecta a todas, puede que no estemos totalmente de acuerdo, por lo menos desde el punto de vista de la Arqueología cognitiva.

Adán y Eva (Tiziano)
Hay que analizar lo que al respeto nos cuenta la Biblia, en su primer libro del Génesis, donde se narra la creación del mundo y de la humanidad. Todos conocemos la historia de Adán y Eva, de su relación con la serpiente que les engaña y les hace comer la manzana del árbol prohibido. Lo interesante se produce después de este hecho:

….la mujer toma del árbol dando también al hombre y se les abren los ojos, pero se dan cuenta de su desnudez sintiendo temor y vergüenza….

Aunque la narración desde un punto de vista cognitivo es muy contradictoria, como no podía ser de otra forma en estos asuntos relacionados con la autoconciencia, lo cierto es que se describen muy bien las primeras consecuencias conductuales de la adquisición de la conciencia de sí mismo. Es decir:

- Se dan cuenta de su propia situación y realidad física (estaban desnudos).
- Sienten vergüenza y temor de su situación (emociones autoconscientes). 

La posterior narración descrita en el Génesis parece indicar, en las poblaciones humanas paleolíticas, cierto conocimiento de un antes y después sobre la adquisición de la capacidad de plantearse a sí mismo las situaciones y consecuencias de sus acciones (autoconciencia). Estos hechos y posibles conocimientos se pueden englobar en las leyendas o historias orales y escritas desde muy antiguo sobre el inicio del desarrollo de la humanidad. Es muy posible que se queden en este contexto religioso y narrativo, sin que podamos profundizar más en este problema. Pero nos puede quedar una duda:

¿Existió en el Paleolítico superior cierto conocimiento sobre el progreso cognitivo humano y el desarrollo de la autoconciencia, dando lugar a un antes y un después?

Evidentemente no hay una respuesta adecuada, solo razonamientos llenos de subjetividad que aparentemente no nos llevan a ningún sitio. Arqueológicamente solo podemos vislumbrar tal proceso con dos hechos:

- Las diferencias conductuales que se ven en los mismos grupos humanos (HN y HAM) entre el Paleolítico medio y el superior. Aunque hay claros antecedentes simbólicos y conductuales en el Musteriense es en el inicio del Paleolítico superior cuando vemos conductas que solo pueden realizarse con un desarrollo de la autoconciencia avanzado, dentro de su complejo y heterogéneo continuum. Efectivamente, en unos relativamente pocos milenios la conducta cambia radicalmente en su simbolismo, en su flexibilidad y racionabilidad conductual, consecuencia de su desarrollo social y cognitivo.



- La relación con los animales. Actualmente se piensa y se analiza que la relación de las poblaciones paleolíticas con los animales debió de ser muy diferente a la que podemos tener en la actualidad. Diversos autores opinan que los humanos del Paleolítico, sobre todo los del superior, verían a los animales como sujetos con características propias (más o menos parecidas a las de los humanos), y no solo como objetos de cazar y comer (Hill, 2013). Igualmente, se está mostrando que, en la creación del “universo” particular de cada población humana, los animales, o algunos de ellos, jugaron un papel importante. Los animales ayudaron a la creación de cada mundo espiritual, pues formaron parte de él, constituyendo una "ecología relacional" (Betts et al., 2015), «epistemología relacional" (Bird-David, 1999), o "ontología relacional" (Hill, 2011, 2013). Naturalmente, esta recreación conjunta comenzaría cuando el desarrollo cognitivo alcanzase el nivel adecuado para su formación (niveles de autoconciencia considerados como modernos), por lo que pudo pasar tanto en los HN como en los HAM, que tuvieran un desarrollo cognitivo adecuado.

¿Porqué los animales formaron parte importante del universo simbólico humano?

Aunque las respuestas no pueden dejar de tener un componente subjetivo ante la falta de testimonios arqueológicos claros, parece obvio que desde siempre todos los seres vivos (animales y humanos) formaban una unidad de características semejantes, cada uno de ellos con sus peculiaridades propias de su especie y cultura. No existía la diferenciación cognitiva que llegaron a tener las poblaciones humanas a partir del Paleolítico superior.  
  


En este complejo contexto, es posible que existiera un conocimiento ancestral de dos humanidades. Una hermanada con los animales (humanos con un nivel de autoconciencia bajo) a los que considera como iguales, pero que aún no son capaces de generar un mundo simbólico. Otra, de manifestación de su nueva realidad consciente con el resto de los animales (nivel de autoconciencia considerado como moderno). Esta nueva relación no puede ser igual que la anterior, pues las condiciones cognitivas han cambiado sustancialmente (autoconciencia).

Sería la propia percepción humana de su realidad consciente y de la existencia de otros animales (con los que ha vivido desde siempre y son parte de su mundo) la que les obligaría a intentar establecer una relación compleja y desconocida, que sería de base simbólica. Es decir, se forma un nuevo mundo simbólico  con aquellos con los que siempre había convivido: los animales de su entorno (p. e. arte paleolítico), pero bajo las formas simbólicas de la autoconciencia.    

El mundo del arte paleolítico en el oeste de Europa en el Paleolítico superior parece seguir estas consideraciones. Se pintan muchos animales (no los más consumidos como alimento), aunque las preferencia son notables (bisontes,  caballos, toros, etc.); se interacciona con ellos en formas propias de conductas espirituales (ubicaciones ocultas, oscuras y de difícil acceso; existencia de los teriántropos), y cuando el clima cambia y estos animales desaparecen en estos lugares por emigrar al norte o simplemente desaparecen, el mundo simbólico creado desaparece totalmente y para siempre, por lo menos en las formas propias del Paleolítico superior.

¿Perduró el conocimiento de este cambio cognitivo entre las poblaciones humanas posteriores al paleolítico, creando una huella en las diversas historias sobre la creación de la humanidad desarrolladas a lo largo de la Historia antigua? Pueden existir múltiples respuestas, pero ninguna puede tener una respuesta válida científicamente, aunque todo es posible…..

- Betts, M. W., Hardenberg, M., & Stirling, I. (2015): “How animals create human history: Relational ecology and the Dorset-Polar Bear connection”. American Antiquity, 80(1), 89-112.
- Bird-David, N. (1999): “Animism revisited: Personhood, environment, and relational epistemology”. Current Anthropology, 40, 67-91.
- Hill, E. (2011): “Animals as agents: Hunting ritual and relational ontologies in Prehistoric Alaska and Chukotka”. Cambridge Archaeological Journal, 21(3), 407-426.
- Hill, E. (2013): “Archaeology and animal persons: Towards a prehistory of human-animal relations”. Environment and Society: Advances in Research, 4, 117-136.

1 comentario:

JoseAngel dijo...

Los mitos pueden ser muy informativos y sugerentes, pero nunca literales, siempre interpretables y sujeto a debate su sentido y origen. Sobre una cuestión parecida especulaba yo en este artículo sobre los cíclopes: https://www.academia.edu/31794030