En general, se define a la creatividad como la
capacidad de producir nuevas conclusiones y resolver problemas determinados en una forma original. Durante
toda la prehistoria se han producido numerosos avances en todos los aspectos de
la vida humana (tecnológico, social, cultural, simbólico, etc.), los cuales han
sido denominados por los arqueólogos como auténticos procesos creativos de las
diferentes especies humanas de nuestro género Homo. Sin embargo, no todos los avances pueden englobarse en esta
definición, pues muchas veces se producen de forma fortuita o no intencionada cuando se está buscando otra cosa distinta o simplemente observando
la realidad cotidiana, admitiendo la existencia de un descubrimiento
importante. En este último caso se define como otra forma de avance conductual
no intencionado o buscado (casualidades, coincidencias o accidentes)
denominándose serendipia. Constituye una forma conductual de encontrar
verdaderos enfoques o procesos de importancia en la conducta humana de todos
los tiempos, sin que se los haya buscado. El desarrollo y funcionalidad de la creatividad
depende de múltiples factores que, debidamente articulados, son capaces de
producir soluciones que definimos como creativas (Creatividad humana).
Sin embargo, el
origen y desarrollo de la conducta humana en el Paleolítico no
siempre pueden atribuirse a procesos creativos. Dentro de la
multifuncionalidad cognitiva, social y ambiental de los que depende la
creatividad, se reconoce que debe de existir una intencionalidad consciente
en todo proceso creativo, para lo que es necesario un desarrollo de la autoconciencia,
lo que en la evolución humana no siempre ha existido con el nivel adecuado. El
origen de algunos avances conductuales reconocidos en el Paleolítico deben de
ser calificados como casualidades, coincidencias
o accidentes, que los humanos del momento reconocieron su utilidad con su uso
continuado (serendipia). Solo, tras el desarrollo de un importante nivel de
autoconciencia
(inicio del Paleolítico superior en Europa), puede comenzarse a hablar de
conductas creativas según la definición anteriormente expuesta, las cuales se
manifiestan en todas las realizaciones humanas (tecnológicas, alimentarias, logísticas, sociales,
simbólicas, etc.).
La necesidad de la autoconciencia
en la conducta
La influencia
de la autoconciencia en la conducta humana (racional y emocional)
estaría condicionada a su propia creación y evolución, lo que no ocurrió hasta
que las circunstancias neuroevolutivas, socioeconómicas, demográficas,
tecnológicas y lingüísticas lo hicieron posible. Su desarrollo sería un continuum
heterogéneo en el tiempo y en el espacio, por lo que existen numerosos estadios
intermedios en su progreso a lo largo de la evolución cognitiva humana
(Rivera, 2009). Su acción produciría modificaciones en todas las formas de
conducta humana. Por tanto, creatividad y autoconciencia son proceso
cognitivos complejos que están asociados a otras variables cognitivas
(abstracción, simbolización, lenguaje, etc.), estableciéndose una variada coevolución
de todas ellas.
Podría partir de una evolución básica (aumento de
las áreas asociativas secundarias y terciarias de la corteza cerebral) que,
desde el nacimiento, se fueron estructurando en función de dos parámetros: la influencia
del medio ambiente (aferencias sensoriales), y la sinergia de diversos
componentes del sistema nervioso central, produciendo emergencias cognitivas nuevas
(p. e. abstracción—simbolización—lenguaje—autoconciencia--creatividad).
Su
desarrollo en el Paleolítico durante más de 2,5 millones de años es un hecho
que no puede ser asumido desde una simple unidad evolutiva, pues sin duda
pasaron muchas cosas dentro de ese continuum heterogéneo en el tiempo y en el
espacio que supuso nuestra evolución cognitiva. En
todo estudio sobre hechos de estas características es obligado realizar una
estructuración temporal que refleje, aunque sea de forma general y algo
forzada, los sucesivos cambios que se fueron produciendo en todos los factores
relacionados con el desarrollo conductual, y sea por medio de serendipias,
procesos creativos o la mezcla de ambos. Las propiedades acumulativas y emergentes de la
cognición humana hacen que su conducta sea una construcción progresiva que
permite su estructuración histórico-evolutiva en diferentes niveles. Se expone la hipótesis
de cuatro grandes estadios evolutivos que estén fundamentados en los datos del
registro arqueológico en relación con nuestra evolución cognitiva y conductual (Rivera y Menéndez, 2011). No
obstante, siempre hay que tener en cuenta que su desarrollo casi nunca es
lineal, pues en cada región y tiempo su evolución tiene sus propios ritmos,
dependiente de las características cognitivas de sus creadores y del
medioambiente sociocultural que hayan podido elaborar.
-
Conducta arcaica o básica. Se formó en el inicio del género Homo con el desarrollo de conductas
relacionadas con la convivencia social y la supervivencia del grupo, pero
siempre realizadas dentro de las características del aquí y ahora.
Concretamente conocemos datos arqueológicos sobre la creación de diversas
acciones de elaboración social (tecnología, logística alimentaria, técnicas de
consumo y perduración de los alimentos, etc.), lo que desarrollaría el concepto
y unión social del grupo. Inicialmente se origina con el Homo habilis y su cultura del Olduvaiense en África, continuando
cierto tiempo con el inicio evolutivo del Homo
ergaster en este mismo continente. Pudo incluir en Europa a una parte de
los H.heidelbergensis de cultura Achelense
y a tipos humanos anteriores en el resto del mundo habitado (Homo erectus).
-
Conducta primitiva. Al desarrollo anterior se fueron sumando los
avances en los conceptos de individualidad social y personal, así como de un
mayor concepto temporal y espacial (mayor desarrollo del aquí y ahora). Se
mostraría en la aparición de conductas más complejas (áreas diferenciadas en el
hábitat, enterramientos intencionados, tipología y tecnología lítica con
referentes culturales, logística previsora, etc.). Incluye a tipos heidelbergensis, a una parte de los Humanos
Neandertales (HN) de cultura musteriense y a los primeros Humanos
Anatómicamente Modernos (HAM) en África y el Próximo Oriente.
-
Conducta moderna básica. Se
alcanza con un importante desarrollo del estadio anterior, es decir, del
incremento de la individualidad social y personal, junto con un uso del tiempo
y del espacio más desarrollado, lo que impulsaría un pensamiento y lenguaje que
pudo alcanzar cierto nivel argumentativo. Sería el inicio de una conducta consciente y social (marcar
las diferencias sociales o individuales, gestionar conductas complejas de
logística alimentaria, relaciones comerciales y propiciar formas de
conservación alimentaria), al ser usado con la intención expresa de funcionalidad
y argumentación (discusión
crítica y razonada sobre las vivencias ocurridas). Se comienzan a elaborar
los fundamentos para el desarrollo de la creatividad (autoconciencia, lenguaje
adecuado, amplios conceptos temporales y espaciales, etc.). Se produce con el
HAM de cultura auriñaciense y
con algunas poblaciones de HN musterienses o de las llamadas culturas
transicionales (p. e. Chatelperroniense). El simbolismo de su conducta pudo
limitarse a las manifestaciones socioeconómicas y personales de la vida
cotidiana. Con el desarrollo de este nivel de
conciencia se inician las conductas creativas o intencionadas, aunque siempre
han existido los hallazgos causales (serendipias) pero que desde ahora son
asimilados y generalizados con mayor rapidez.
- Conducta
moderna elaborada. Tras el
desarrollo anterior, y como premisa necesaria, se comienza a crear una conducta
más compleja y con gran capacidad de simbolización. Se caracteriza por el
desarrollo de una conducta social,
espiritual y religiosa progresivamente
compleja, que emerge en etapas sucesivas. Esta conducta tendría
un lenguaje no sólo argumentativo, sino también metafórico (uso simbólico de
figuras o signos. Inicio de formas básicas de escritura), siendo consciente,
intencionada y utilizada para explicar muchos aspectos conductuales de la vida
individual y social, así como dar una explicación de lo metafísico o
sobrenatural. Se asientan las bases adecuadas para realizar conductas creativas
en todos los aspectos de la vida conocidas, o para crear otras facetas aún no
exploradas. Este nivel se desarrolla de forma progresiva y heterogénea
exclusivamente con los HAM durante el Auriñaciense, generaliza en las etapas
posteriores (Paleolítico superior, Mesolítico, Neolítico, etc.).
Serendipia
y creatividad en el Paleolítico
Este tema es crucial para la compresión
de la conducta humana en el Paleolítico, pues es el logro de niveles adecuados
de autoconciencia
lo que facilitarían el inicio de otras conductas más complejas. Sería la
consecuencia de un desarrollo de la reflexividad cognitiva que se adquiere (p. e. adecuar las
respuestas a las vivencias del momento mediante el uso de los datos de la
memoria, teniendo en cuenta la realidad personal y social en un tiempo y
espacio determinado) y de la flexibilidad conductual (posibilidad de
cambiar de conducta con mayor facilidad y rapidez). Pero tales ideas sólo se
pueden adquirir por medio de una mínima compresión de la información que la
Neurología y Psicología nos aportan en la actualidad. De ahí la necesaria
utilización de formas metodológicas de corte interdisciplinario.
En los periodos en los que la autoconciencia
estaría limitada, serían los procesos de serendipia
los que realizarían los avances conductuales que conocemos en el Paleolítico
inferior y medio. Se suelen dar siempre cuando en la naturaleza se observa un
fenómeno que puede ser utilizado en provecho de la sociedad. Un ejemplo lo
tenemos en el uso y control del fuego. Su conocimiento en pequeña escala (p. e.
pequeños fuegos residuales tras un incendio natural) debió de enseñar a los humanos
las cualidades y ventajas de su mantenimiento y/o primitivo control, lo que una
vez aprendido se sumó al acervo cultural y se trasmitió constantemente de
generación en generación en todos nuestro género. Ante la utilidad de su
existencia se intentaría mantenerlo de forma permanente (fuego o ascuas) a
partir de un fuego natural. Su control o producción sin que exista con
anterioridad se produce por otras serendipias. De los descubrimientos de
producción de fuego más factibles sería el de la producción de chispas al
golpear piedras adecuadas (pedernal, pirita o marcasita), lo que se pudo
aprender del frecuente trabajo del tallado lítico y la relativa variedad de
piedras que para tal fin se utilizaron (serendipia). Igualmente, por medio del uso de maderas con una constante y
rápida frotación se produce un sobrecalentamiento que acaba por prender
material altamente inflamable (hojas, yesca y madera finas muy secas). No
obstante, tal procedimiento solo está registrado a partir del Paleolítico
superior, aunque sí tenemos datos del abundante trabajo de las herramientas
líticas con la madera. Es
posible que de esta interacción (herramientas líticas trabajando intensamente
sobre madera) se adquiriera el concepto de su calentamiento por el roce
intensivo y continuado.
Cuando las sociedades logran mantenerse con un nivel demográfico adecuado (desarrollo de la
sociabilidad y del lenguaje), de forma que se necesitaba una relación interior y exterior algo
organizada (reconocimiento del parentesco, organización social en tareas
comunes, relaciones con otras poblaciones, etc.) se iría desarrollando la memoria autobiográfica, complicando el
lenguaje en los conceptos de la individualidad
personal y social ubicados en las abstracciones del tiempo y del espacio, se irían desarrollando las conductas
relacionadas con la autoconciencia. Su manifestación en la conducta puede valorarse por los grandes avances de la flexibilidad
conductual y reflexividad
cognitiva ya comentadas anteriormente.
Tradicionalmente las causas del cambio
cultural que se observa en las primeras etapas del Auriñaciense
(Protoauriñaciense y Auriñaciense temprano) estarían relacionadas con una
expansión de nicho ecológico en respuesta o adaptación al deterioro
de las condiciones ambientales (Banks,
d´Errico y Zilhão, 2013), sin tener en cuenta ninguna consideración cognitiva,
pues la Arqueología cognitiva aún no ha calado entre los autores más
“clásicos”. Recientemente algunos arqueólogos han
propuesto que más que una adaptación medioambiental, que siempre existe, la
causa primordial del desarrollo cultural en ese momento y lugar se debe al
aumento y desarrollo de la flexibilidad conductual (Kandel et al.2015), la cual es consecuencia del desarrollo
cognitivo de sus creadores.
El ejemplo de la tecnología ósea
En el
Paleolítico medio (Europa y el Próximo Oriente) las poblaciones humanas se
encuentran sumergidas en la cultura Musteriense, con una tecnología ósea muy
escasa y realizada con técnicas propias de la talla lítica. Últimamente se ha
documentado el uso de huesos alargados y planos (p. e. costillas de tamaño
idóneo), con un mínimo de adaptación tecnológica, como alisadores (Soressi et al. 2013). Los neandertales del Paleolítico
medio tenían cierto nivel de autoconciencia que les permitía la emergencia
de niveles
intermedios reflexividad y flexibilidad conductual, por lo menos lo
suficiente como para usar y transformar esos huesos, y usarlos en el trabajo de
las pieles. La forma apropiada de los huesos para la función de alisador daría
lugar a una serendipia, con muy poca adaptación tecnológica que podría
considerarse como un inicio intencionado de creatividad. Este sería
el camino empleado por los humanos del Paleolítico superior (con limitados pero
reales antecedentes en el Paleolítico medio. Todo es un continuum) en la
elaboración de sus creaciones conductuales de todo tipo. Cierta mezcla
de serendipia
mejorada con procesos creativos, los cuales irían
supliendo cada vez más a las simples serendipias.
Alisador hallado en Abri Peyrony (Soressi et al. 2013) |
La reflexividad
y flexibilidad aplicada a la industria ósea se muestra después de
alcanzar altos niveles de autoconciencia con una importante innovación
tecnológica en su producción, pues se dejan de utilizar las formas de
producción usadas en la industria lítica (inviable con los huesos). Se usa lo
inicialmente utilizado para la madera (p. e. buriles) en un claro ejemplo de serendipia
mejorado por formas creativas de flexibilidad (cambio de técnicas de
un material a otro), tras reflexionar que se podría utilizar
esa materia prima tan abundante de alguna manera, en definitiva crear
una nueva forma de producción tecnológica. En estos niveles de autoconciencia
estos hechos se producen con relativa rapidez, mostrando los aspectos de generalización
y continuo
desarrollo característicos a partir del paleolítico superior.
Conclusiones
Con el
inicio del Paleolítico superior la complejidad social, tecnológica y simbólica
adquieren un importante progreso, a la que hay que añadir una generalización
y persistencia generacional que nunca se había visto antes. El ser
humano razona mejor y es más flexible en sus
decisiones y cambios de conducta, de una forma mucho más rápida de
cómo lo había realizado hasta este momento. Es decir, se está volviendo creativo,
aunque sin abandonar los necesarios episodios de serendipia que siempre
irán, en mayor o menor intensidad, asociados a los procesos creativos.
Esta
general visión arqueológica de la evolución de la conducta humana en la
transición paleolítica se ajusta muy bien a las condiciones de producción de la
autoconciencia
humana, y sirve de ejemplo de cómo los trabajos interdisciplinares
ofrecen mejores respuestas a las preguntas que podamos tener sobre nuestro
pasado.
- Banks, W. E.; d´Errico, F. y Zilhão, J.
(2013): Corrigendum to “Human-climate interaction during the Early Upper
Palaeolithic: Testing the hypothesis of an adaptive shift between the
Proto-Aurignacian and the Early Aurignacian” Journal of Human Evolution, Volume 64, Issue 1: 39-55
- Kandel, A.; Bolus, M. ; Bretzke, K.;
Bruch, A.; Haidle, M.; Hertler, Ch. y Märker, M. (2015): “Increasing Behavioral
Flexibility? An Integrative Macro-Scale Approach to Understanding the Middle
Stone Age of Southern Africa”. J Archaeol Method Theory.
- Rivera, A (2009): Arqueología del
lenguaje. Akal. Madrid.
- Rivera, A. y Menéndez, M. (2011): “Las conductas
simbólicas en el paleolítico. Un intento de comprensión y análisis desde el
estructuralismo funcional”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I Prehistoria
y arqueología. Nueva época n 4.
-
Soressi, M.; McPherron, S. P.; Lenoir, M.; Dogandzi,
T.; Goldberg, P.; Jacobs, Z.; Maigrot, Y.; Martisius, N.; Miller, CH.; Rendu,
W.; Richards, M.; Skinner, M.; Steele, T.; Talamo, S. y Texier, J-P (2013):
“Neandertals made the first specialized bone tools in Europe”. PNAS.
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