Los humanos del Paleolítico superior tenían
una compleja relación con los animales en general, y en particular con
determinadas especies. Tal concepto se deduce de los hechos que marcan su
conducta simbólica en este periodo:
- Los animales serán la principal meta de sus manifestaciones gráficas, que se producen
a lo largo del paleolítico superior.
- Con el comienzo del Holoceno y se produce un cambio
climático, muchos de los animales del final del Pleistoceno desaparecen (emigrando
a zonas con climatología más afín a su biología) en las áreas geográficas donde
se desarrollo el Arte paleolítico. El mundo simbólico creado desaparece
totalmente y para siempre, por lo menos en las formas propias del Paleolítico
superior.
- En general, los animales representados no son especies habitualmente elegidas
para la caza.
- Existe una reiteración importante en los temas usados, pues aunque el
abanico de animales es amplio, hay especies representadas reiteradamente: caballos
(28,7%), bisontes (22,2%), cabras (9,5%), uros (6,1%), ciervos (5,8%), ciervas
(7,3%), mamuts (7,8%), renos (3,7%), osos (1,4%), leones (1,2%), humanos (3,5%)
(Sauvet y Wlodarczyk, 1995).
Hay que destacar que las manifestaciones gráficas
realizadas en cuevas, abrigos o simples rocas están lleno de
animales realizados con notables esfuerzos de naturalidad, aunque no
faltan ciertas abstracciones y la producción de numerosos signos de simbolismo
desconocido. Debieron de tener una
gran importancia para las sociedades paleolíticas, mayor incluso que la
presencia humana en este mundo del arte paleolítico. Sin duda, la relación entre
los seres humanos y animales tendría unas particularidades muy diferentes a las
actuales, de las que solo podemos intuir hechos de imposible explicación.
Características
de la relación humanos-animales
En líneas generales podemos asumir que
comprenderían tres formas básicas de relación:
- Biológica,
pues todos vivían en el mismo entorno físico (clima, geología y geografía)
y biológico
(vegetal y animal), lo que les haría partícipes de compartir el mismo entorno
o nicho ecológico.
- Emocional,
al tener las mismas preocupaciones como fuente de gran parte de su vida
emocional: necesidad de alimento, miedo a los depredadores, relaciones entre
diferentes especies.
- Cognitiva,
donde mayor diferencia se produjo entre las dos comunidades (hu
Actualmente se piensa y se analiza que la relación de las
poblaciones paleolíticas con los animales debió de ser muy diferente a la que
podemos tener en la actualidad. Diversos autores opinan que los humanos del
Paleolítico, sobre todo los del superior, verían a los animales como sujetos
con características propias (más o menos parecidas a las de los humanos,
posiblemente fruto del continuum desarrollo cognitivo que
partía de esa igualdad), y no solo como objetos de cazar y comer (Hill, 2013),
pues son conceptos muy modernos.
Se está mostrando que, en la creación del universo
particular de cada población humana, los animales, o algunos de ellos,
jugaron un papel importante. Los animales ayudaron a la creación de cada mundo
espiritual, pues formaron parte de él, aunque la forma de relación difiere
según los autores.
- Ecología
relacional (Betts et al. 2015). El mundo de los
animales y humanos es el mismo, comparten sus características ecológicas. Las
pinturas reafirman su identidad y el lugar en el universo conocido de las dos
poblaciones (ecología simbólica). Son conclusiones basadas en comparaciones
etnográficas basadas en poblaciones del Ártico y los osos polares.
- Epistemología relacional
(Bird-David, 1999). Trata del mundo centrándose en los actores (humanos y
animales) y el medioambiente. Estos actores mantienen relaciones sociales entre
sí, porque al interaccionar con ese medioambiente común crean relaciones humanizadas
de reciprocidad, lo que confiere a los animales aspectos de personas. Es decir,
se antropomorfiza
y sociomorfiza
en las interacciones con el medio ambiente. Igualmente se basa en comparaciones
etnográficas de poblaciones en Mesoamérica.
- Ontología relacional (Hill, 2011,
2013). Intenta analizar que hay en esta relación, partiendo a participar de manera sistemática con los animales como sujetos. Arqueológicamente
se tienen pruebas sobre las relaciones
en el pasado de humanos y animales, como son los
enterramientos de animales y los depósitos
estructurados de huesos de animales. Estos elementos arqueológicos proporcionan
evidencia material para ontologías relacionales en que los animales, que como los humanos, fueron investidos de sensibilidad y de agencia (como
organismos con cierta autonomía). En algunas
sociedades, los seres humanos reconocen ciertos animales como personas que
poseen la sensibilidad, la intencionalidad, y la agencia. Las interacciones
entre algunas poblaciones humanas y diversas sociedades animales presentaron
ciertas formas de relación; serían de naturaleza social, con intercambios
recíprocos que se adhieren a reglas para la vida o códigos de conducta. Las
relaciones entre humanos y animales tienen una historia. Los datos
arqueológicos complementados con relatos indígenas y etnohistorias, nos permite
escribir una etnografía-prehistórica.
¿Por qué los animales formaron parte importante del universo
simbólico humano?
Todas las experiencias
vivenciales (conciencia alterada, reproducción, sexualidad, muerte y relación
con animales) solo pueden explicarse mediante los conocimientos adquiridos por
medio de la observación
del medio ambiente en el que se vive, o de las propias experiencias
conscientes que los seres humanos puedan desarrollar en su quehacer
cotidiano, cumpliendo así el requisito del Estructuralismo
funcional. Este sería el fundamento
psicobiológico de porqué todas las poblaciones humanas anatómicamente modernas han
desarrollado conductas relacionadas con estas creencias, pero a su vez también
explica que su inicio y posterior desarrollo no sea homogéneo, pues es una
consecuencia de las características socioculturales de cada población, cuyo
desarrollo e interacción es heterogéneo y de diferente evolución
en el tiempo y en el espacio.
Aunque las respuestas no pueden dejar de tener un componente
subjetivo ante la falta de testimonios arqueológicos claros, parece obvio que debió
de existir un conocimiento ancestral de que todos los seres vivos (animales y
humanos) formaban una unidad de características semejantes, cada uno de ellos
con sus peculiaridades propias de su especie y cultura. No existía la diferenciación
cognitiva que llegaron a tener las poblaciones humanas a partir del
Paleolítico superior. Sería la propia percepción humana de su realidad
consciente y de la existencia de otros animales (con los que ha vivido
desde siempre y son parte de su mundo) la que les obligaría a intentar
establecer una relación compleja y desconocida, que sería de base
simbólica. Es decir, se forma un nuevo mundo simbólico con aquellos con
los que siempre había convivido: los animales de su entorno (p. e. arte
paleolítico), pero bajo las formas simbólicas de la autoconciencia.
No todas las personas en el pasado interactuaron con animales en las formas
que he intentado aclarar anteriormente, y no todos los animales eran considerados
como personas. Parece necesario intentar una prehistoria que valore más las
relaciones entre animales y humanos, reconozca la naturaleza contingente de
nuestro compromiso con animales y abrace las posibilidades interpretativas de
la personalidad de animales (Hill, 2013).
Las muestras del arte paleolítico nos dan pistas sobre las formas y medios de relación que pudieron establecerse en la Europa occidental del Paleolítico superior. Los teriántropos son claros indicadores de tal relación, y del interés de los seres humanos en contactar con ciertos animales. Sin duda, la explicación del Arte paleolítico pasa por el uso del métodos interdisciplinarios, donde una mejor compresión de la realidad zoológica del momento puede aportar datos de gran interés.
- Betts, M. W.; Hardenberg, M. y Stirling,
I. (2015): “How animals create human history: Relational ecology and the
Dorset-Polar Bear connection”. American Antiquity, 80(1), 89-112.
- Bird-David,
N. (1999): “Animism revisited: Personhood, environment, and relational
epistemology”. Current Anthropology, 40, 67-91.
- Hill, E.
(2011). “Animals as agents: Hunting ritual and relational ontologies in
Prehistoric Alaska and Chukotka”. Cambridge
Archaeological Journal, 21(3), 407-426.
- Hill, E (2013): “Archaeology and Animal Persons. Toward a Prehistory of Human-Animal Relations”. Environment and Society: Advances in Research 4: 117–136.
- Sauvet, G. and A. Wlodarczyk 1995. Eléments d’une
grammaire formelle de I’art pariétal paléolithique. L’Anthropologie 99: 193-211.
2 comentarios:
Una cuestión fascinante. Hay que observar que son muy pocos los animales representados o favorecidos con este status de iguales-diferentes o de "númenes" como diría Gustavo Bueno en 'El animal divino". Los hombres primitivos reconocían al parecer de modo intuitivo la proximidad evolutiva (morfológia, etológica, etc.) entre los mamíferos y el hombre. Hay toda una prototeoría zoológica, o de la Gran Cadena del Ser, allí al acecho.
Que interesante.
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