Siempre
que se habla de la evolución humana casi siempre nos referimos a nuestra evolución
biológica, es decir, a los cambios anatómicos que se han producido
dentro del género Homo. Sin embargo, la evolución morfológica por
sí sola no puede explicar las características y propiedades de los órganos que
van cambiando. Sobre todo en lo referente al cerebro, que en definitiva es el
causante de la conducta y de sus cambios. El conocer la forma de evolución
neurológica (ver: interdisciplina en la evoluciónneurológica) es fundamental para comprender sus características
funcionales y, por tanto, las formas de producción de los cambios culturales
humanos. La mayoría de los arqueólogos piensan
que la evolución biológica es la responsable de todo desarrollo cultural y, por
tanto, de la evolución cognitiva. Según fue evolucionando el cerebro fueron
aumentando las capacidades cognitivas y la cultura se fue desarrollando. Sin
embargo, la Arqueología nos ha enseñado en múltiples ocasiones que la evolución
biológica no fue paralela a la cultural, sino que se produjeron
avances culturales después del desarrollo biológico y de una
forma heterogénea en el tiempo y en el espacio. Las explicaciones
de lo que pasó tendrán que adaptarse a estas conclusiones arqueológicas.
La evolución cognitiva humana es la que va a crear todos los aspectos de nuestra cultura, de su transmisión, perduración y desarrollo y, en definitiva, la que nos hace personas con una importante diferenciación entre todos los componentes de la sociedad. Su estudio recae en una especialidad arqueológica denominada como Arqueología cognitiva. Pero su desarrollo metodológico y expansión académica está muy limitado. Una de las principales causas sería la gran dificultad que su estudio conlleva, al tener que utilizar diversas ciencias muy ajenas al tradicional proceder de la Arqueología. El uso de las disciplinas relacionadas con la conducta humana (Neurología, Psicología, Biología evolutiva, Lingüística, Sociología, etc.) requiere metodologías interdisciplinarias, de cuya complejidad y dificultad ya se habló en otra entrada del blog (Interdisciplina. Necesidadmetodológica o simple intención teórica). El estudio completo de la Arqueología requiere la aplicación de una interdisciplina amplia y compleja, como ya expliqué en otra entrada (Interdisciplina que hay que aplicar al estudio de laArqueología).
La evolución cognitiva humana es la que va a crear todos los aspectos de nuestra cultura, de su transmisión, perduración y desarrollo y, en definitiva, la que nos hace personas con una importante diferenciación entre todos los componentes de la sociedad. Su estudio recae en una especialidad arqueológica denominada como Arqueología cognitiva. Pero su desarrollo metodológico y expansión académica está muy limitado. Una de las principales causas sería la gran dificultad que su estudio conlleva, al tener que utilizar diversas ciencias muy ajenas al tradicional proceder de la Arqueología. El uso de las disciplinas relacionadas con la conducta humana (Neurología, Psicología, Biología evolutiva, Lingüística, Sociología, etc.) requiere metodologías interdisciplinarias, de cuya complejidad y dificultad ya se habló en otra entrada del blog (Interdisciplina. Necesidadmetodológica o simple intención teórica). El estudio completo de la Arqueología requiere la aplicación de una interdisciplina amplia y compleja, como ya expliqué en otra entrada (Interdisciplina que hay que aplicar al estudio de laArqueología).
El lenguaje en la evolución cognitiva humana
El lenguaje humano puede definirse como la transmisión voluntaria de todo pensamiento, concepto o sentimiento por medio de un sistema de representación simbólico socialmente consensuado (en principio sonoro y/o gestual), con la intención de interferir en la conciencia o atención del oyente, es decir, que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se dirige tal mensaje, con algún fin determinado (simple información, relación social y/o la posibilidad de realizar tareas en común) (Rivera, 2009).
Es
decir, es un complejo proceso cognitivo en el que intervienen diversas
capacidades cognitivas (simbolización, abstracción, atención,
conciencia, memoria en todas sus variantes, comprensión sonora y/o visual, coordinación motora del aparato fonador etc.)
las cuales al actuar en adecuada conjunción dan lugar al lenguaje. El
lenguaje tiene diversas funciones dentro de las poblaciones humanas, pero su
papel ha sido desigual a lo largo de la evolución de nuestro género.
- Función comunicativa (formas de expresión). Corresponde al sistema de
representación formado por signos (articulados y socialmente consensuados), que
estarían organizados por medio de unos elementos formales de combinación
(gramática). Permite compartir la experiencia personal, la acumulada por la
especie y la expresión emocional. Por tanto, su uso facilitaría un mejor y
permanente conocimiento de la realidad. Su estudio entra en el terreno de la
Lingüística. Sin embargo, las estructuras anatómicas y fisiológicas que
participan en la producción y comprensión de estos signos, serán estudiadas por
las disciplinas biológicas que analizan la anatomía y fisiología humana.
Permitió una mejor logística en la búsqueda y adquisición de alimentos
(vegetales y animales) dando lugar al desarrollo de la hipótesis sobre el
desarrollo del lenguaje denominada como forrajeo extractiva (Parker,
2015).
- Función social (comunicación
externa). Forma una conducta voluntaria que regula la acción conjunta de los
componentes de una comunidad. Facilita la interacción social, al desarrollar
las conductas personales y sociales. Relaciona la conversación con la conducta
simultánea o posterior a la misma, donde pueden valorarse los antecedentes,
posibles respuestas y consecuencias de tal acción. Destaca la voluntariedad e
intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico, donde entraría en
juego el concepto de teoría de la mente. Entra en los cometidos doctrinales de
la Sociología (Antropología social) y Psicología. Su desarrollo puede
asimilarse a la hipótesis del cerebro social (Dunbar, 2005).
- Función cognitiva (comunicación interna). Sería una interacción cognitiva entre el
lenguaje y el pensamiento, facilitando el pensamiento racional por medio de
diversos procesos internos, como son el lenguaje interno, el pensamiento
verbalizado, el lenguaje intelectualizado, el procesamiento computacional de la
información, el desarrollo de las capacidades de abstracción, la simbolización,
la conciencia reflexiva, el aprendizaje, etc. Su estudio estaría a cargo de la
Neurología y Psicología (Psicobiología). Sería la hipótesis cognitiva-conductual
(Vygotsky, 1020; Luria, 1979; Bruner, 1984; Rivera, 2009).
De las tres funciones, la tercera es sin duda la menos
conocida y, sin embargo, puede ser la que más ha colaborado en el desarrollo de
nuestra cultura simbólica, a pesar de que no parece deducirse de la definición
del principio. Es pues necesario añadir cierta referencia a esta importante
función, podría ser: Sirviendo a su vez como mecanismo de ordenamiento y
estructuración del pensamiento y parte imprescindible de la emergencia de otras
capacidades cognitivas (lenguaje elaborado y autoconciencia). De todas maneras las tres han actuado conjuntamente, aunque
con diferente nivel de desarrollo. Las dos primeras se puede considerar que
comenzaron a actuar más o menos juntas, ya dentro del desarrollo evolutivo de
los primates. Sin embargo, la tercera, aunque en cierto modo comenzaría a funcionar
junto a las otras, lo realizaría de una forma muy lenta en su comienzo, para ir
avanzando cada vez más rápido a medida que fuera aumentando la capacidad
funcional cerebral (aumento de la áreas terciarias del córtex cerebral por
medios evolutivos).
Origen
y evolución del lenguaje en el género Homo
Mucho se ha hablado sobre si las primitivas poblaciones
humanas tenían o no un lenguaje, pero poco se ha profundizado en las
características de tal lenguaje, si es que lo tuvieron. Se habla del lenguaje
de una forma muy genérica, sin matizar la gran complejidad que conlleva, ni
analizar las características de su formación. La definición que vimos
anteriormente nos indica que en un proceso cognitivo compuesto por la
utilización conjunta de diversas capacidades cognitivas que la evolución ha ido
desarrollando, pero que no fueron iguales en todos los homínidos. Por lo tanto,
no se puede hablar de los genes del lenguaje, sino de los genes
que propician estas capacidades cognitivas (utilizadas en diversos
proceso cognitivos relacionadas o no con el lenguaje). Naturalmente, si falla
uno o varios (mutaciones negativas en alguna de las capacidades cognitivas mencionadas)
el lenguaje se alterará.
La complejidad del lenguaje no estaría solo en la cantidad
de sonidos que se utilizan ni en la articulación de ellos, sino en los
significados que entrañan tales sonidos. Es decir, en las abstracciones que
han podido simbolizar las poblaciones que utilizan ese lenguaje. El principal
problema que tenemos en el estudio del desarrollo del lenguaje en nuestro
linaje es que las palabras no dejan huellas arqueológicas. Sin embargo, si
analizamos las últimas definiciones del lenguaje (Rivera, 2009; Arsuaga y
Martín-Loeches, 2013) vemos que el lenguaje se desenvuelve en la acción o
conducta de las poblaciones humanas. Nace dentro de las poblaciones humanas como
consecuencia del intento de comunicar las acciones, siendo por tanto la
simbolización de tales acciones. La
acción es la base de la
propia estructura inicial de lenguaje y de la universalidad de su sintaxis,
pues es igual en todos los lugares. Por tanto, el lenguaje parece estar organizado
alrededor de las circunstancias que rodean a la acción (verbo) (Bickerton,
1994; Bruner, 1988; Fillmore, 1968; Marina, 1998) lo que puede referirse con la
siguiente expresión básica:
Sujeto (quién hace la acción) – Verbo (acción) - Circunstancias
de la acción.
En este contexto, la conducta sí deja huellas arqueológicas
que pueden estudiarse, y seguirse a través del tiempo. Las abstracciones que
configuran nuestro pensamiento y lenguaje no han existido siempre, sino que ha
sido preciso crearlas, mantenerlas y trasmitirlas a las generaciones
siguientes, por medio del lenguaje de cada sociedad haya podido desarrollar. Y
no todas de estas abstracciones dejan huellas de su existencia, pero algunas
(posiblemente las más trascendentes) si lo hacen. Las abstracciones básicas y
más elementales que podemos intuir en los primeros lenguajes (comer, piedra,
cazar, hambre, peligro, miedo, etc.) son relativamente fáciles de realizar.
Solo se tienen que poner de acuerdo sobre que sonidos o gestos (las emociones
básicas o primarias ya tiene una representación innata de gestos) los pueden
representar, siendo admitidas y conocidas por todos los miembros del grupo.
Desde los primeros pasos de la socialización humana en el Homo
habilis la conducta observada en sus yacimientos nos indica que tales
simbolizaciones lingüísticas debieron de producirse aunque con muchas
limitaciones. Sin embargo, hay otra serie de conceptos mucho más difíciles de
crear y simbolizar, los cuales son fundamentales para la conducta humana
considerada como de tipo moderno. Me refiero a los conceptos sobre la individualidad
social y personal, el tiempo, el espacio, la negación,
el engaño
y la mentira
(todos ellos con un importante componente simbólico). De todos ellos solo se
han podido rastrear conductas relacionadas con los tres primeros
(individualidad social y personal, el tiempo, el espacio). Pero estos conceptos
son fundamentales para el desarrollo de la autoconciencia y de su
ubicación en el tiempo y en el espacio (desplazamiento cognitivo), lo que no
se consiguió con unas características que se pueden considerar como modernas
hasta la transición al Paleolítico superior. Si a alguien le interesa leer
trabajos pioneros al respecto puede hacerlo desde esta dirección (Rivera, 1998; 2003-2004).
Estas abstracciones necesitaban unas capacidades cognitivas
cada vez mayores, que la evolución proporcionó al desarrollar cerebros con unas
áreas de asociación (secundarias y terciarias) más grandes y con una
funcionalidad mejorada (menos densas con mayor poder de sinapsis). El desarrollo
de las funciones ejecutivas (lóbulo prefrontal) y del precúneo (lóbulo parietal), bien contrastado en el Homo sapiens,
parece que fue un gran y necesario avance evolutivo. Los factores generales que
intervienen en la evolución cognitiva (aumento de la áreas de asociación y
mejor capacidad sináptica; existencia de un protomapa; gran y duradera
inmadurez neurológica y existencia de un proceso de simbolización de
abstracciones o lenguaje) han interaccionado entre todos el mismo desde el
mismo inicio de nuestro linaje. El lenguaje en sus tres funciones, verdadero
motor de todo el proceso, es un proceso netamente social, pues solo se produce
dentro de las sociedades con la suficiente capacidad neurológica como para
interactuar en procesos comunes. Existen claros antecedentes den los grandes
primates, y desde luego en la conducta de los primeros homínidos (Homo
habilis y ergaster y/o erectus) ya
se manifiesta con elemental y desigual desarrollo de los conceptos básicos del
tiempo el espacio y la individualidad. Estas abstracciones se desarrollarían de
forma paralela a la paulatina creación de diversas palabras representantes de
objetos y acciones, que enriquecen la cultura del grupo y facilitan su
convivencia y supervivencia.
A.- El concepto de individualidad (social o
personal) se produce con la adquisición de la idea de diferencia social o
individual entre diversos grupos o elementos de los mismos (Elías, 1990). La autoconciencia
es una capacidad cognitiva emergente (desarrollo cognitivo), lograda
gracias a las capacidades cognitivas del cerebro y desarrollada por la
estimulación (dentro del periodo crítico o primeros años de su vida) de un
entorno social, cultural y lingüístico adecuado.
B.- El espacio se objetiva con la referencia
a objetos fácilmente observables, inmóviles y permanentes, características
constantes en el territorio donde se realiza o puede realizarse la acción
(Elías, 1992; Hernando, 1999).
C.- El tiempo se realiza con la referencia de sucesos
móviles de carácter no humano, pero con un tipo de movimiento
recurrente, como son el día/noche, estaciones, fases lunares, etc. (Elías,
1992; Hernando, 1999).
La realidad de la propia conducta humana indica que casi
siempre se producen con una gran interrelación entre estos dos elementos
básicos de ordenación de la acción. Así, con su unión, ofrecen al lenguaje una
capacidad interpretativa de gran poder explicativo. Sería el caso del cambio de
los lugares en función del tiempo (estaciones), la medición del espacio por el
tiempo en que se recorre y el concepto histórico de un lugar en un tiempo
preciso. La interacción social aumenta con el desarrollo tecnológico,
demográfico y cultural de las sociedades, por medio de un aumento del lenguaje
usado. Los mecanismos de feed back positivos estarían continuamente produciéndose. Es decir, la
compresión de que las capacidades cognitivas superiores tienen más de potencialidad
que de realizad manifiesta en el nacimiento, su desarrollo de estas capacidades
cognitivas (racionales y emocionales) por medio del lenguaje, el acervo
cultural, la tecnología, motivación, sociabilidad, desarrollo e interacción
demográfica, y las características medioambientales, interactuando
continuamente, son las que vas a ofrecer ese aspecto de heterogeneidad espacial
y temporal en el desarrollo conductual que vemos en el registro arqueológico.
Función cognitiva del lenguaje
La función cognitiva del lenguaje sería la
responsable de las características psicológicas que nos distinguen como seres
humanos (autoconciencia, conducta simbólica, abstracción conceptual, etc.). Se
puede establecer que la adquisición de un lenguaje desde pequeño (antes del periodo
crítico, pues después sus efectos están muy limitados) va a producir
una estructuración funcional del cerebro, logrando la creación, potenciación
o desarrollo de las capacidades cognitivas humanas (emergencias cognitivas). Es
decir, va a organizar funcionalmente las estructuras neurológicas
heredadas, pero con las características y formas que dependen de las
propiedades del lenguaje aprendido. Naturalmente, esta organización dependerá
de las capacidades neuronales adquiridas por la evolución en cada especie, y por
las propias cualidades (morfológicas, sintácticas, etc.) del lenguaje al que se
enfrentan los recién nacidos, lo que sería distinto en las diversas especies de
nuestro género. En este contexto, hay que resaltar que la
evolución neurológica proporciona capacidades funcionales, pero no realidades
cognitivas de carácter innato. Es la influencia del medio ambiente (social,
tecnológico, conductual, lingüístico, etc.) el responsable del desarrollo
cognitivo que pueda observarse en las poblaciones humanas de todo nuestro
género. Primero se produce un aumento de la capacidad neurológica, después se
produce el consecuente desarrollo conductual-cognitivo. Sería la expresión de la
sapient paradox de Renfrew
(2008).
Este proceso de organización neurológica
de base lingüística (diferente del realizado por el adulto en el estudio de
otra lengua) va a estructurar al pensamiento de una forma específica que
denominaremos pensamiento lingüístico o racional. Su desarrollo
se realiza y materializa cognitivamente por medio de diversos procesos
internos, como son el lenguaje interno, el pensamiento
verbalizado y el lenguaje intelectualizado. De esta
organización y estructuración funcional que se produce desde el mismo momento
del nacimiento hay que destacar las siguientes funciones cognitivas:
- Desplazamiento cognitivo en el tiempo y
el espacio.
- Desarrollo de las capacidadesde abstracción y simbolización.
- Creación del pensamiento racional
abstracto.
- Base de la memoria autobiográfica.
Inicio de la conciencia reflexiva. Autoconciencia.
- Aumento de la capacidad del aprendizaje
de tipo humano moderno con la enseñanza intencionada.
Todas ellas se producen mediante el
desarrollo sociocultural del medio en el que se nace (desarrollo social,
político, religioso, tecnológico, artístico, etc.), al ser simbolizadas por
medio del lenguaje en abstracciones sonoras o gesticulares, y aprendidas desde
que nacemos. Nuestro cerebro se torna lingüístico y autoconsciente (racional
y emocional), lo que serían en última instancia los mecanismos responsables de
nuestra conducta.
I.- Comunicación interna (cerebro
lingüístico). El pensamiento es la
actividad cerebral en el plano psicológico, siendo el resultado de procesar la
información que nos llega del exterior y el uso de la almacenada en la memoria
(ya sea en forma de imágenes compuestas, experiencias sensoriales simples o
elaboradas, y/o simbolizadas por el lenguaje), de forma que se puedan elaborar
conductas adecuadas. Para tal fin el cerebro utiliza todas las capacidades
cognitivas que posea (memoria, abstracción, simbolización, funciones
ejecutivas, etc.), las cuales se potenciaran y organizaran por medio del
lenguaje.
El cerebro al nacer solo contiene un protomapa
de organización funcional poco definido sobre el futuro funcionamiento
neurológico, su inmadurez permite que puedan estructurarse en redes neuronales
efectivas en función de la información que les llega de fuera (Rakic, 1995). El aprendizaje del
lenguaje en nuestros primeros años de vida es el resultado de una interacción
cognitiva entre el lenguaje que constantemente estamos escuchando y el
pensamiento no verbal que posee el niño, aunque éste estaría muy limitado por
la pequeña cantidad de recuerdos que procesar y su limitado desarrollo
cognitivo. Según va aprendiendo el niño el lenguaje su pensamiento se va
haciendo lingüístico, es decir, cada vez utiliza más un pensamiento lingüístico
para realizar sus acciones, recordar, planificar, imaginar, etc. Así, hasta
llegar a pensar constantemente como si estuviera hablando consigo mismo, ha
desarrollado un lenguaje interno. Este lenguaje es el mismo que
usamos normalmente con las mismas directrices léxico / gramaticales, aunque con
pequeñas variaciones.
Efectivamente, el lenguaje interno es
responsable de las funciones mentales superiores, pues transforma la
percepción del sujeto, transforma su memoria, y permite
la planificación y regulación de la acción, haciendo posible la actividad
voluntaria. Nuestro pensamiento está ahora plenamente verbalizado,
siendo más fácil pensar, relacionar y expresar todo tipo de situaciones y
hechos, con mucha mayor rapidez y claridad. Aparece como una nueva función
cognitiva, que facilita el control y regulación de los propios procesos
cognitivos, con lo que nuestras acciones, consecutivas a nuestro pensamiento,
estarán mejor guiadas y estructuradas (Belinchón et al. 1992; Damasio,
2010; Luria, 1979, Mercier, 2001; Vygotsky, 1920).
A través del lenguaje se aprende
rápidamente el desplazamiento cognitivo (en el tiempo y en el espacio),
así como el desarrollo de la abstracción y del simbolismo, pues
con él se produce la transmisión de pensamientos abstractos simbolizados por
los mecanismos sonoros o los gestos del lenguaje oral o de gestos.
II.- Inicio de la conciencia reflexiva.
Autoconciencia. La relación del lenguaje con la conciencia
reflexiva o autoconciencia parece ser un hecho ampliamente demostrado, o por lo
menos todo lo demostrado que estos procesos cognitivos nos permiten. Tal
aseveración estaría fundamentada en varios hechos neurológicos bien
documentados.
- Cerebro dividido. Por motivos de
problemas neurológicos (formas de epilepsia global refractaria al tratamiento)
se realizaron desde mediados del siglo pasado diversas operaciones en las que
se separaban los dos hemisferios cerebrales cortando el cuerpo calloso (enorme
haz de fibras nerviosas que los conecta). Los resultados fueron mucho más que
curiosos y no precisamente por la mejoría en algunos pacientes de su epilepsia.
Las acciones del cerebro dividido pueden ayudarnos a comprender la realidad del
nuestro funcionamiento cerebral, aunque para ello es necesario tener una mente
abierta a realidades contrastadas con la ciencia pero no asumidas
interdisciplinariamente por todos los científicos que estudian la conducta como
el resultado de la activación cerebral en todos sus facetas (racionales y
emocionales).
Conocemos que cada hemisferio cerebral
recibe información (somatosensorial, motora, visual y auditiva) de la mitad
opuesta del cuerpo, aunque la visual y auditiva tiene algunas diferencias con
el restos de las sensaciones. Cuando se realiza un corte del cuerpo calloso las
dos mitades (hemisferios) actúan como dos cerebros independientes y cada uno
controla la información de la mano contralateral y gran parte del ojo
homolateral. Mientras el hemisferio izquierdo, donde se asienta el lenguaje,
podía comunicar lo que veía el ojo derecho, el cerebro derecho podía mover el
brazo izquierdo como si viera pero no comunicarlo (Gazzaniga, 2015: 49-50).
Parece como si el cerebro izquierdo con lenguaje tenía conciencia de
lo que veía y así lo manifestaba (no lo comunica porque tiene lenguaje, sino
que lo expresa por tener autoconciencia del hecho y poder comunicarlo).
Mientras que el derecho actuaba como si lo viera (movía el brazo izquierdo y lo
señalaba) pero no era autoconsciente de tal hecho. Podría ser una comprobación
de la relación de necesidad que existe entre el desarrollo de un lenguaje
y la autoconciencia humana. Así, la base neurológica de la
autoconciencia sería el hemisferio con lenguaje, mientras que el inconsciente (compleja
actividad cerebral descubierta por Sigmund Freud)
se localizaría en el otro hemisferio cerebral que siempre actúa pero no se es
consciente de su actividad.
- Ubicación hemisférica del lenguaje. Un
ejemplo de especialización cognitiva de áreas corticales lo tenemos en el área
de Broca y de Wernicke, muy relacionados con la producción del lenguaje. La
mayoría de las veces el área de Broca relacionada con el control de la
articulación sonora se sitúa en el hemisferio izquierdo, pero su ubicación
parece depender más a la convergencia sobre la misma de dos o más proyecciones
de modalidades sensoriales diferentes (Geschwind, 1965), que a una
determinación genética dominante y preestablecida desde el nacimiento. Ambas
áreas de Broca (izquierda y derecha) son en equipotenciales y su especificación
y desarrollo funcional se realiza en función de las aferencias que le llagan y
que aún no conocemos bien. Así, se ha podido ver como en el caso de lesiones
del área de Broca del hemisferio izquierdo, en las que es precisa su
extirpación quirúrgica, las funciones cognitivas que debían de desarrollarse en
esta zona cortical izquierda, son fácilmente desarrolladas en el área simétrica
del hemisferio derecho, adquiriendo de igual forma la capacidad del lenguaje.
Esto será siempre que ocurra en una edad temprana del desarrollo, sobre todo en
la infancia, pues la plasticidad neural que permite este proceso va
desapareciendo paulatinamente con el crecimiento del niño (Changeux, 1985;
Flórez, et al.1999; Miller, 1985, Springer y Deutsch, 1994). En este
sentido, parece que la simple presencia de una impronta del área Broca, sólo
indicaría la creación evolutiva de una nueva área de asociación cortical, que
se va a manifestar eficaz en la regulación de movimientos musculares complejos,
pero que sólo va a ser efectiva si se desarrolla con un aprendizaje en un
medio ambiente adecuado y dentro del período crítico (Changeux,
1985; Lenneberg, 1976; Springer y Deutsch, 1994).
En la mayoría de las personas esta
activación del área de Broca relacionada con el lenguaje se produce en el
hemisferio izquierdo. Así, una lesión en esta área y hemisferio produciría un trastorno
del lenguaje (afasia de Broca), mientras que la misma lesión en el otro
hemisferio tendría una repercusión lingüística muy pequeña o nula.
- Sin lenguaje (abstracción y
simbolización del pensamiento) la autoconciencia o no existe o estaría muy alterada.
Las aferencias sensoriales desde el medio ambiente externo (lenguaje) son
fundamentales para la definitiva estructuración funcional del cerebro, si éstas
no son las adecuadas (p. e. aislamiento sensorial y emocional, ausencia de
lenguaje) se producirá igualmente una estructuración neurológica, con formas
anatómicas iguales, pero con una gran diferencia respecto a la capacidad
conductual de su poseedor, que en casos extremos llegaría a graves alteraciones
cognitivas donde se encontraría autoconciencia (Curtiss, 1977; Tomasello,
2007).
- Las características neurológicas del
cerebro (inmadurez y muerte neuronal desde el nacimiento, tardía mielinización,
periodo crítico) y su inmadurez funcional indican la gran disposición neurológica
al nacer para que su definitiva configuración dependa de los estímulos
externos. En este contexto, el lenguaje implica un sistema de organización del
pensamiento estructurado a la simbolización de las abstracciones que se deducen
de la experiencia cotidiana: el lenguaje es una simbolización de la acción.
Conclusiones
El pensamiento y su expresión externa o
conducta se logra por medio de un procesamiento computacional de la
información adquirida y procesada por medio del lenguaje (interno y
externo). El lenguaje es una tecnología cognitiva. El idioma es
la caja de herramientas que ha desarrollado cada cultura para imaginar el
mundo. En este sentido habría que admitir la hipótesis Sapir-Whorf, pues nuestro pensamiento al ser
básicamente lingüístico, depende de las características de cada lenguaje. Sin
embargo, hay otra serie de procesos cognitivos que también influyen en nuestro
pensamiento, como son las emociones, sobre todo las primarias de
carácter innato. Éstas, al crear sentimientos emocionales dan una apreciación
especial y propia a las abstracciones que se asocian a tales emociones. La
variedad lingüística, emocional y racional en una característica básica de
nuestra propia esencia como seres humanos.
Quien esté interesado en un trabajo sobre el origen interdisciplinario del lenguaje puede leerlo en la siguiente dirección: Origen del lenguaje: un enfoque multidisciplinar
Quien esté interesado en un trabajo sobre el origen interdisciplinario del lenguaje puede leerlo en la siguiente dirección: Origen del lenguaje: un enfoque multidisciplinar
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