viernes, 30 de octubre de 2020

Estudio de la conducta humana desde la Arqueología cognitiva

La Arqueología es una disciplina que se ocupa del conocimiento conductual de las poblaciones humanas en la prehistoria. Los aspectos generales de las líneas de análisis de tal conducta deben agruparse en cinco apartados: en qué consiste, cuándo se creó, dónde tuvo lugar su inicio y desarrollo, y el porqué y el cómo se crearon en ese lugar y periodo histórico. La Arqueología cognitiva se centra principalmente en las dos últimas cuestiones, precisamente las menos conocidas de la Arqueología en general.

Para su logro se necesitan unos conocimientos que la Arqueología tradicional no puede ofrecer, pero que si queremos desarrollar la ciencia arqueológica en todas sus facetas, tenemos la obligación de usar los métodos y formas que sean capaces de ofrecer soluciones a tan compleja tarea. Sin embargo, apenas conocemos que es la Arqueología cognitiva, sus métodos, formas, limitaciones y desarrollo en los escasos centros donde en la actualidad se está desarrollando. El principal problema es, sin duda, la necesidad de utilizar otras ciencias ajenas a la Arqueología, pero muy relacionadas con el estudio de la conducta humana en general. Estas ciencias deben estructurarse mediante metodologías interdisciplinarias (La interdisciplina como método de análisis científico.).


Cuadro 1. Muestra las ciencias que se pueden utilizar en el desarrollo de la Arqueología cognitiva


Existe una gran dificultad en la realización de una síntesis interdisciplinar, pues hay que utilizar todos los datos recientes que nos aportan las ciencias relacionadas con la conducta humana. Este reto nos plantea la cuestión de que hay que estar abiertos a todo aquello que suponga un aporte a estos estudios, siempre y cuando no presente formas teóricas contradictorias entre sí. En el desarrollo actual de la Arqueología cognitiva podemos resaltar una serie de trabajos que destacan por su adecuación al estudio de la conducta humana en el pasado:

- Estructuralismo funcional o la relación entre evolución neuroanatómica, sociocultural y cognitiva (coevolución), como causa del desarrollo cognitivo (emergencia) y cultural (Rivera y Menéndez, 2011; Rivera y Rivera, 2019) (Cuadro 1).

- Desarrollo de la cognición causal (Haidle, 2015; Stuart-Fox, 2014; Lombardy Gärdenfors, 2017). Construyendo puentes de unión entre los diversos procesos de razonamiento causal referentes al origen y desarrollo de cualquier conducta humana, dentro del estudio del desarrollo cognitivo-conductual.

- La Teoría del compromiso material (Material Engagement Theory) sobre la relación del medio ambiente y la creación de la mente (Malafouris, 2013).

- Estudios de la evolución cognitiva relacionada con el desarrollo del lóbulo parietal humano (Bruner y Gleeson, 2019), del área de Wernicke y la importante evolución del fascículo arqueado, que llega tanto al área de Broca como al Lóbulo Prefrontal (Rilling, et al. 2008). O desde un mejor conocimiento de la realidad psicobiológica del cerebro humano en relación con otros primates (Martín-Loeches et al. 2008).

Pautas generales de actuación del Estructuralismo funcional

La visión general que tenemos sobre el uso del Estructuralismo funcional y social nos indica que las conductas de cualquier tipo se producen cuando la combinación de las cogniciones sociales, emocionales y tecnológicas presentan unas características que hacen posible su aparición y desarrollo (Cuadro 2).


Cuadro 2. Refleja las diferentes formas de cognición (social, emocional y tecnológica), su relación entre ellas y su dependencia de la cognición causal como motor de su creación

La manifestación de estas cogniciones no se produce de forma aislada, sino que dependen cada una de ellas de la adecuada formación de las otras dos. La coevolución, como proceso de producción en el más amplio sentido, se presenta tanto en el plano social como en el emocional y tecnológico. En este contexto, no se deben inferir conductas de ningún tipo si cualquiera de estas formas cognitivas no presenta el desarrollo necesario para su formación. Esta conclusión nos obliga a indagar, en cada trabajo de Arqueología cognitiva, cuál sería el desarrollo de las tres cogniciones en el inicio de la conducta a analizar, o lo que es lo mismo, hay que aplicar su inicio en el periodo cognitivo-cultural que corresponde en función de los parámetros cognitivos y conductuales y no solo temporales (dataciones cronológicas)

Teniendo en cuenta todas estas dificultades es necesario elaborar una metodología que permita analizar los datos arqueológicos con la mayor objetividad posible. Para ello es preciso elaborar una serie de pasos que nos servirían de guía en cualquier estudio sobre los cambios cognitivo-culturales. Serían:

- Determinar con la mayor precisión posible el tema a estudiar, a pesar de su segura interconexión con otras formas culturales.

- Asumir que, en muchos casos, solo podremos ahondar en nuestro estudio hasta cierto límite explicativo, y que ir más allá del mismo supondría entrar en un ámbito de gran subjetividad que no aportaría información científica aprovechable.

- Situar el inicio de la conducta a estudiar en un periodo prehistórico lo mejor posible, lo que siempre debe de realizarse mediante la información que el registro arqueológico nos aporte. Tal ubicación no debe ser exclusivamente temporal, sino teniendo en cuenta el desarrollo cognitivo-conductual observado.

- Con la información arqueológica y su ubicación dentro de un general periodo cognitivo-cultural por determinar, tendremos los antecedentes necesarios para iniciar nuestro estudio. Sin embargo, el seguimiento arqueológico de la evolución de las conductas sociales, tecnológicas y emocionales es muy difícil y complejo, pues estos factores cognitivos tienen unas características formales muy diferentes. Mientras que los hechos tecnológicos casi siempre dejan una huella fácilmente de analizar directamente, los factores sociales y emocionales siempre tienen un carácter indirecto y ubicado en los restos materiales, lo que dificulta enormemente su análisis. Podemos establecer una serie de conductas en las que predomina unas formas cognitivas las otras, pero que siempre presentan un componente común que hay que evaluar (Cuadro 1)

* Cognición social. Relaciones sociales, lenguaje, teoría de la mente, diferenciación autobiográfica, logística alimentaria en general, autoconciencia, enterramientos, espiritualidad, religiosidad y toda forma de conducta simbólica.

* Cognición emocional. Sociabilidad, empatía, motivación general, cuidados de miembros de la sociedad, tratamiento mortuorio, espiritualidad, religiosidad, relaciones sociales interpersonales e intergrupales y todas las formas conductuales humanas

* Cognición tecnológica. Tecnología lítica y ósea, tratamiento de pieles, evolución culinaria, conservación de alimentos, desarrollo gráfico, cerámica, metalurgia, etc.

- La producción de una constante alteración de la materialidad existente en la naturaleza (ya sea con formas puramente materiales, tecnológicas, emocionales o sociales), cambiando las características de la permanente interacción de la mente, el cuerpo y el medio (Malafouris, 2013), con el fin de facilitar la creación de abstracciones cognitivas que no pueden adquirirse directamente de la naturaleza (p. e. cocción alimentaria, tecnología de la cerámica, metales, numerosidad, conductas religiosas, etc.), pero si con una materialidad adecuadamente transformada.

- Desarrollo del razonamiento causal como mecanismo de producción de los cambios conductuales. Es preciso que en los procesos de causa-efecto contemplen, en su adecuada medida, la unión conductual de las cogniciones sociales, tecnológicas y emocionales, indicando con la mayor precisión posible cuáles son sus componentes.

- Establecer una serie de pequeños avances (sociales, tecnológico y emocionales), arqueológicamente observados, que estaría interconectados uno detrás de otros como vía del desarrollo conductual. En nuestro estudio es fácil de apreciar un progresivo desarrollo conductual, de lo elemental a mayor complejidad, aunque su desarrollo tendría una gran heterogeneidad productiva en el tiempo y espacio. Esta evolución de la complejidad conductual puede analizarse mediante la creación de una larga serie de argumentos o razonamientos causales entrelazados, vinculados o puenteados uno detrás de otro (Haidle, 2015), que pueden rastrearse en los datos arqueológicos (d’Errico et al. 2017; Rivera y Rivera, 2019). La estructura de estos razonamientos causales tienen siempre una composición mixta y compleja, pues en cada parte del binomio causa-efecto siempre actúan los componentes sociales, tecnológicos y emocionales, ya sean como contribuyentes a la producción del cambio o como características formales de los hechos causantes. 

- La realización de estos razonamientos causales es muy variable, pues depende de las características de los grados de cognición causal utilizados. Así, puedes ir desde el establecimiento de una relación de causa y efecto entre los signos naturales del medio ambiente ya sean observables (e. g. filo de piedras con cortes en los pies) o inobservables (e. g. el viento con caída de los frutos) hasta todo lo que retengamos en la memoria (construcciones mentales racionales y/o emocionales). En grados avanzados se manejarían conceptos plenamente simbólicos y/o abstractos, posibilitando que con conductas deducidas de la naturaleza o del quehacer humano (causa) puedan crearse otras de naturaleza abstracta, no presentes en la naturaleza, pero sí en nuestro mundo simbólico (efecto). Con los diversos los estímulos sensoriales externos (sociales, tecnológicos y emocionales) se irían produciendo una serie de mecanismos causales entrelazados dando lugar a procesos de coevolución y emergencia cognitiva, logrando crear redes neurológicas complejas como base de las capacidades cognitivas observadas en los diferentes homínidos del género Homo (Lombard and Gärdenfors, 2017; Lotem et al. 2017; Stuart-Fox, 2015; Rivera y Rivera, 2019). 

- Un aspecto importante en esta forma conductual sería la intencionalidad de su producción, pues muchos cambios conductuales se realizan de forma fortuita o no intencionada (casualidades, accidentes), cuando se está buscando otra cosa o simplemente ninguna, valorando la importancia de lo observado. Sería la consecuencia de un descubrimiento de la relación entre dos procesos de forma fortuita y no buscada, concluyendo que uno de ellos es el origen (causa) de la producción del otro (efecto). Esta forma de razonamiento causal se denomina serendipia

Por otro lado, puede existir la intención de cambiar y/o mejorar la conducta, lo que producirá la creatividad, siendo su acción fundamental para la comprensión de la compleja naturaleza biosocial de la mente (Malafouris et al. 2014). La creatividad sería un logro buscado (intencionado y autoconsciente), donde hay que añadir en determinados casos que puede estar impulsada o favorecida por formas de serendipias. En este caso se altera el proceso del razonamiento causal, pues se buscan efectos diferentes y mejores mediante el cambio de las características causales, con la presunción de que el efecto sería el diferente más acorde con lo deseado. La mayoría de los cambios en la prehistoria serían en principio serendipias, mientras que los procesos creativos de mejora se irían produciendo poco a poco en función del aumento de los grados de cognición causal y de sus necesidades cognitivas sociales (memoria de trabajo, teoría de la mente, lenguaje, autoconciencia), emocionales (emociones autoconscientes, motivación, necesidad, etc.) y tecnológicas (control de la manifestación material de cada proceso).

Conclusión

Aparentemente el método indicado parece confuso y complejo, pero las pautas a seguir nos llevan a una realización práctica. No obstante, si parece necesario su inicio mediante una guía adecuada, lo que por desgracia no es factible en a actualidad. De todas maneras dejo la dirección de algunos de mis trabajos que pueden aclarar su elaboración:


Estructuralismo funcional como método de interpretaciónarqueológico

De la teoría a la práctica de la Arqueología cognitiva


Bruner, E. and Gleeson, B. T. (2019). Body Cognition and Self-Domestication in Human Evolution. Front. Psychol. 21.

d´Errico, F.; Banksa, W. E.; Warrend, D. L.; Sgubine, G.; Niekerkb, K.; Henshilwoodb, Ch.; Daniaue, A-L. and Sánchez Goñie, M. F. (2017). Identifying Early modern human ecological niche expansions and associated cultural dynamics in the South African Middle Stone Age. PNAS, vol. 114, no. 30: 7869–7876.

Haidle, M. N. (2014). Building a bridge-an archeologist's perspective on the evolution of causal cognition. Front. Psychol. 17

Lombard, M. and Gärdenfors, P. (2017). Tracking the evolution of causal cognition in humans. Journal of Anthropological Sciences. Vol. 95, pp. 1-16. 

Lotem, A., Halpern, J. Y., Edelman, S., Kolodny, O. (2017). The evolution of cognitive mechanisms in response to cultural innovations. PNAS | vol. 114 | no. 30 | 7915–7922.

Malafouris, L. (2013). How Things Shape the Mind: a Theory of Material Engagement. MIT Press, Cambridge.

Malafouris, L., Gosden, C., Overmann, K.A., (Eds) 2014. Creativity, cognition and material culture. Pragmatics and Cognition, 22 (1).

Martín-Loeches, M.; Casado, P. y Sel, A. (2008). La evolución del cerebro en el género Homo: la neurobiología que nos hace diferentes. Rev Neurol, 46 (12), 731-741.

Rilling, J. K., Glasser, M. F., Preuss, T. M., Ma, X., Zhao, T., Hu, X. and Behrens, T. E. (2008). The evolution of the arcuate fasciculus revealed with comparative DTI. Nature Neuroscience, 11 (4), 426-428.

Rivera, A. y Menéndez, M. (2011). Las conductas simbólicas en el paleolítico. Un intento de comprensión y análisis desde el estructuralismo funcional. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I Prehistoria y Arqueología. Nueva época, 4.

Rivera, A. and Rivera, S. (2019). Mechanisms of cognitive evolution of the Homo genus. Ludus Vitalis. Vol. 27, Núm. 51 pp. 1-22. Stuart-Fox, M., (2015). The origins of causal cognition in early hominins. Biology and Philosophy 30 (2). 

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