La relación entre Paleoneurología y Arqueología constituye
una continua fuente de nuevos trabajos sobre la conducta del género Homo. Su principal argumento es la
posible relación de las anatomía cerebral con diversas formas conductuales
apreciables en el registro arqueológico. La diferente neuroanatomía que se observa en la evolución
del género Homo podría influir en el
rendimiento cognitivo a causa de las relaciones entre las funciones de
organización espacial y el diferente desarrollo volumétrico de las áreas
corticales. En este contexto se ha comprobado que en el Neandertal (HN) existe una pauta de desarrollo cerebral definido
por diversos autores como arcaico, en el que gran parte
del cambio está basado en un simple crecimiento general. Mientras que en los Humanos
Anatómicamente Modernos (HAM) se observa un aumento vertical, dilatación del
lóbulo frontal y una relativa reducción de longitud y anchura del lóbulo
occipital. Es decir, se produce un aumento alométrico de la forma y
superficie de los lóbulos parietales y posiblemente frontales de nuestra
corteza cerebral (Bruner, Manzi y Arsuaga, 2003). Este menor volumen del
lóbulo parietal entre los HN ha propiciado un reciente trabajo por parte de
Emiliano Bruner y Marina Lozano que se ha publicado Journal of Anthropological Sciences. Simultáneamente
se ha celebrado un foro sobre este trabajo, en el que diversos autores
relacionados con la Arqueología cognitiva han expuesto sus criterios sobre lo
publicado.
Imágenes del lóbulo parietal. CNIEH |
Los autores exponen que la utilización de
los dientes para la manipulación de objetos por parte de los HN puede ser
resultado de una limitada capacidad de integración entre cuerpo y cerebro, en
particular para aquellas funciones de coordinación “visuo-espacial”
asociada a las áreas parietales. Esta limitación forzaría o facilitaría el uso
de los dientes, como una tercera pinza o mano en aquellas tareas en que era
necesaria para la manipulación de objetos. El estudio se basa en los datos de
varias ciencias, lo que aporta criterios de interdisciplinariedad.
- Paleoneurología. La propia diferencia
neuroanatómica de los cerebros de HN y de los HAM ya comentada.
- Antropología dental. Comprobación de la
existencia de estrías y desgaste en la superficie de los dientes de los HN y Homo heidelbergensis (Hh).
Dientes desgastados por uso |
- La evidencia arqueológica. Los dientes (sobre todo los anteriores) se utilizaban
para agarrar, sujetar, tirar, cortar. El uso de la boca para
manipular objetos era práctica habitual, y producía un desgaste que oscilaba
entre la casi desaparición de la corona dental hasta simples estrías más o
menos marcadas en la parte superior del diente. Estas señales de desgaste y uso
dental se han encontrado prácticamente en todos los individuos de HN y Hh.
También se encuentran en los HAM, pero
solo en un 46% de la muestras. Esta práctica se ha mantenido a lo largo de
nuestra historia, pues en los cazadores-recolectores modernos se encuentra este
comportamiento, pero con una frecuencia sensiblemente menor.
- Ciencias
cognitivas. Los fundamentos de la Arqueología cognitiva los que aportan datos
sobre tal hipótesis. Utiliza la teoría de la mente extendida (Malafouris, 2008, 2010), la cual
expone que la mente se genera a través de la
interacción entre cerebro y ambiente, mediada por una interfaz que es punto de
encuentro entre el mundo interior y exterior: el cuerpo. La mente
aparece cuando mundo exterior y mundo interior se integran a través de la
acción del cuerpo. La cultura material sería un ejemplo de tal actividad. Todos
los objetos que creamos contienen información que sería imposible grabar en
nuestros cerebros, activan procesos que de otra forma no ocurrirían, y cambian
nuestras capacidades de percepción y cálculo enseñándonos el mundo de otra
forma, y entrenando nuestras neuronas todos los días de una forma muy
especifica. Estamos empezando a descubrir que las redes neurales de nuestro
cerebro integran en sus esquemas los objetos en función de cómo los estamos
utilizando, y en función de la posibilidad de ser alcanzados y manipulados por
nuestros brazos. En esta interfaz hay dos componentes que hacen la mayor parte
del trabajo: el ojo y la mano. El ojo es la “puerta de entrada”, por donde
el mundo exterior entra en nuestro mundo interior. La mano es la “puerta de
salida” por donde nuestro mundo interior contacta e interacciona con el mundo
exterior.
El cerebro del Homo
sapiens se caracteriza por una clara ampliación de las áreas parietales,
que entre las muchas funciones atienden especialmente una: la integración visuo-espacial,
es decir la integración entre el espacio exterior y el espacio interior. Hay
áreas como el surco intraparietal que precisamente gestionan el sistema
ojo-mano, y otras como el precúneo que integran todo esto con
la memoria. Además estas áreas tienen muchas conexiones con las áreas
frontales, nudo fundamental de muchos procesos asociados a programación y
decisión.
El registro
paleoneurológico sugiere que los HN tenían áreas parietales más pequeñas que
las nuestras, y son éstas las áreas que precisamente atienden a estas
funciones. No sabemos si esta diferencia de geometría cerebral puede denotar
una diferencia también en otras capacidades cognitivas, pero parece existir una
relación peculiar en el hecho que tal diferencia de tamaño afecte a las áreas
estrictamente relacionadas con la integración visual y espacial, y que los HN y
Hh desarrollen mayoritariamente la tercera mano dental.
Comentarios
Las áreas
parietales implicadas en la coordinación
visuo-espacial tienen además otras funciones que, debido
a la diferencia de tamaño entre las especies humanas, ofrecen nuevos conceptos
a estudiar.
- Surco
intraparietal (área 7 de Brodmann.
De asociación secundaria) está situado sobre la superficie convexa del lóbulo parietal del cerebro y
entre las partes inferior y superior de los lóbulos parietales. Entre sus funciones
principales están relacionados con la coordinación perceptivo-motora y la
atención visual. Pero también se cree que desempeñan un
papel en otras funciones, incluyendo el procesamiento de la información numérica simbólica, la memoria
de trabajo visuo-espacial y la interpretación de la intención de los demás.
- Precúneo o precuña (área 7 de Brodmann. De asociación secundaria).
Una parte del cerebro en forma de cuña situada en el lóbulo parietal superior.
Está relacionado con la memoria
episódica o autobiográfica, procesamiento visuo-espacial, reflexiones sobre uno
mismo, y aspectos de la conciencia. Todas estas áreas tienen proyecciones hacia el lóbulo frontal
para el control ejecutivo.
Indiscutiblemente
la posibilidad de una relación del uso de los dientes en tareas manuales (visto
en la mayoría de los HN y Hh) con un déficit evolutivo de las regiones
cerebrales de control viso-espacial (menor volumen del lóbulo parietal) es
posible. Pero, tras esta aceptación hay que exponer los datos de todo tipo que
no apoyan tal hipótesis. En
el lóbulo parietal se localizan diversas funciones cognitivas (relacionadas con
otras áreas) importantes para la conducta, como así queda contrastado en los comentarios
de los autores en el foro.
*
Manuel Martín-Loeches precisa que las funciones interpretativas sobre el
aumento del lóbulo parietal son en la actualidad muy especulativas, debiendo de
ser tomadas de forma provisional.
*
Frederick l. Coolidge opina que el aumento del lóbulo parietal pudo ser un
proceso exaptativo que proporcionaría a los humanos mayor capacidad en
diversas funciones cognitivas, y no solo en el control viso-espacial. Expone el
caso de la numerosidad o el inicio del concepto de los números y de razonamiento
económico. También señala la relación del lóbulo con un mayor nivel en la capacidad de abstracción
y, lo que puede ser más interesante, con niveles superiores de autoconciencia.
Estas capacidades serían posiblemente la causa de la cultura de los HAM y de la
desaparición de los neandertales.
*
Lambros Malafouris ve el uso de la boca como una forma diferente de explorar el
cuerpo, y de extender la cognición humana. Pero que actualmente es muy
difícil poder conocer las causas del proceso.
*
Thomas Wynn opina que la integración visuo-espacial es uno de los dominios
cognitivos en que los seres humanos tienen un claro desarrollo evolutivo. Así
lo aprecia en la creación del Achelense o en la tecnología Levallois uno de los
procedimientos más difíciles de dominar por su complejidad dentro de la
tecnología lítica. El mismo enmangamiento de diversos útiles demuestra que la
integración visuo-espacial es un avance evolutivo muy antiguo.
*
Marco Langbrock también da importancia a la estructura mental o cognitiva que
se fija alrededor del “yo”, lo que estaría más limitado
entre los Neandertales.
Uso de los dientes en el trabajo de pieles |
Arqueológicamente
hay que admitir el uso mayoritario de los dientes en estos trabajos manuales
entre HN y Hh del 100% según el trabajo. Mientras que entre los HAM solo llega
al 46 %, porcentaje mucho menor pero que sigue siendo significativo. Un enfoque cultural nos indica que
muchos de los trabajos manuales, sobre todo con pieles que serían la materia
prima más usada, necesitan más de dos manos o puntos de manejo para su
realización. Las pieles para su corte en tiras y extensión para curtirlas se
hace mucho mejor si están tensas, fijas y accesibles para su trabajo.
Manualmente solo puede hacerse con dos sujeciones, que al tirar en sentido
opuesto tense y fije la piel, necesitando una tercera para su manejo. Las
soluciones pueden ser varias, la más sencilla sería tirar con una mano y con
los dientes, dejando la otra mano para el trabajo. Otra solución, más práctica
pero más compleja, sería la de fijar las pieles al suelo con estacas y/o
piedras. Parece lógico que la primera opción fue la seguida por los HN y Hh,
mientras que la segunda por muchos HAM. Este hecho podría ser la consecuencia
de una mayor capacidad cognitiva de racionalidad y flexibilidad conductual, lo que
también puede estar relacionado con la diferencia de evolución cerebral vista
en estas poblaciones humanas (Bruner, Manzi y Arsuaga, 2003).
Una vía que proponen los autores para la
comprobación de la hipótesis es la de analizar evidencias sobre otras funciones
asociadas a la integración viso-espacial en estas especies extintas. Otras
funciones asociadas con la integración viso-espacial serían los trabajos
líticos y óseos, tanto para útiles como para adornos (estos últimos mucho más
limitados), en este caso estos humanos parecen que tienen una adecuada función
viso-espacial, pues logran avanzados resultados líticos, que en el caso de los HN
son muy semejantes a los creados por los HAM durante el Musteriense (como es el
caso del Próximo Oriente).
Visión desde la
Arqueología cognitiva (Estructuralismo funcional)
El
desarrollo y difusión de la Arqueología cognitiva es muy limitado. No es de extrañar
que su aplicación a problemas concretos contenga aspectos de gran precariedad,
inseguridad y de ser casi más filosofía que la aplicación de una ciencia. Sin
embargo, existen modelos desarrollados, coherentes y aceptablemente
fundamentados. Un estudio sobre la Arqueología cognitiva en sus aspectos
teóricos y metodológicos, históricos y actuales, puede encontrarse en la
siguiente publicación (Rivera, 2013).
En
general, se aprecia una importante falta de compresión de la realidad cognitiva
del género Homo, pues se confunden capacidades cognitivas con realidades
conductuales observables e individuales. Toda capacidad cognitiva
necesita para su manifestación arqueológica de un desarrollo cognitivo mediado
por las características medioambientales (culturales, económicas, sociales,
lingüísticas, etc.). De igual forma, cada avance tecnológico, cultural y
simbólico no se produce de forma independiente como adaptación a cambios
medioambientales, sino que estaría asociado al desarrollo cognitivo que
posibilitase las adaptaciones a las nuevas condiciones medioambientales más
complejos.
Este
problema se ha estudiado desde el Estructuralismo funcional (orientación
metodológica de la Arqueología cognitiva basada en la interdisciplina de las
ciencias relacionadas con el estudio de la conducta humana), donde se ha
realizado un modelo psicobiológico de desarrollo cognitivo y cultural del género
Homo. En él, el desarrollo cognitivo que nos caracteriza es la
consecuencia de las características psicobiológicas adquiridas por la evolución
y desarrolladas por su interacción con el medio ambiente.
Modelo psicobiológico del Estructuralismo funcional |
¿Qué se
entiende por desarrollo cognitivo?
Las
capacidades cognitivas adquiridas por la evolución (funciones ejecutivas,
memoria, capacidad de abstracción y simbólica, racionabilidad y flexibilidad
conductual, etc.) no siempre han estado presentes con su máxima expresión en
las poblaciones humanas desde el inicio biológico de las especies humanas.
En esta
línea se sitúa Renfrew (2008) con su sapient paradox, en
referencia al desfase entre la creación evolutiva de nuestra especie y la muy
posterior aparición de la conducta simbólica. Comprende que las capacidades
cognitivas se establecieron evolutivamente hace más de 60.000 años (quizás
200.000 años), pero las conductas propias de nuestro cerebro sabio no se establecieron
hasta mucho después (hace 10.000 años, aunque ya se vislumbran claramente desde
el inicio del Paleolítico superior en Europa y con mayor antigüedad en África
del sur), por lo que su aparición tiene los aspectos de emergencia conductual. La
base neurológica de la evolución cognitiva humana no puede estar basada en una
especificación neurológica o de modulación mental innata, sino en una
modulación neurológica (plasticidad neuronal) dirigida sobre todo
después del nacimiento por las características medioambientales. Esto se debe a
las características plásticas de nuestro cerebro, que se adapta a las
condiciones en las que vive, sobre la base de la socialización de la
experiencia compartida. Los factores epigenéticos (ambiente) son
fundamentales en este proceso, pues actúan sobre las características innatas y
evolutivas del cerebro. La plasticidad neurológica y la socialización son
las que van a modular el cerebro de los niños por medio del aprendizaje
(conducta plenamente humana: enseñanza por otros miembros de la sociedad) y del
lenguaje.
Muy afín a Renfrew se encuentra un autor del foro Lambros Malafouris (2008), quien centra su pensamiento en el surgimiento de
la autoconciencia. El yo excede de los límites del
cerebro, situándose entre éste, los cuerpos y las cosas, siendo el resultado de
la persistente interacción de estos tres elementos. Esto nos lleva a una
conciencia especial que llama tectonoetic, que es como una
construcción continua e interactiva entre el sistema nervioso y el medio
extraneural (cuerpo y cosas). En este proceso la memoria es clave para la
constitución de un sí mismo como un
objeto histórico (memoria episódica o autobiográfica), y su formación a partir de
los datos externos conformando lo que llama memoria expandida (Malafouris
2010). La estructura funcional del cerebro es una construcción dinámica
que se remodela constantemente por medio de las experiencias importantes,
muchas veces creadas por objetos materiales (bastón de ciego, anillos, etc.),
que se relacionan con acontecimientos pasados, presentes y futuros, dependiendo
de su uso y propiedad. El yo es el resultado de la interacción
permanente de la mente, el cuerpo y el medio. Naturalmente, tales ideas
estarían en consonancia con la necesidad de una evolución neurológica adecuada,
tanto del lóbulo parietal como del frontal donde se asientan las funcionesejecutivas (memoria de trabajo, planificación, inhibición, flexibilidad,
monitorización), estando en consonancia con los postulados teóricos expuestos
por Coolidge y Wynn (2011).
La influencia cultural, o el medio en el que se vive, es crucial
en la configuración del desarrollo de las funciones cognitivas superiores del
cerebro. Igualmente, el estudio de la cognición humana no puede realizarse sin
conocer la funcionalidad cerebral, tanto neurológica como psicológicamente. En
este contexto, el lenguaje adquiere un papel predominante, tanto que sin él la
humanidad no hubiera podido alcanzar este desarrollo cultural y simbólico. Es
decir, el
desarrollo de las capacidades cognitivas (racionales y emocionales) por medio
del lenguaje, el acervo cultural, la tecnología, motivación, sociabilidad,
desarrollo e interacción demográfica, y las características medioambientales,
interactuando continuamente, son las que vas a ofrecer ese aspecto de
heterogeneidad espacial y temporal en el desarrollo conductual que vemos en el
registro arqueológico.
Se
necesita la creación y uso de un modelo de desarrollo psicobiológico para
el estudio de la cognición, conducta y simbolismo humano en el Paleolítico, lo
que solo puede realizarse dentro de una interdisciplinariedad adecuadamente
estructurada. Tal proceso se ha realizado dentro del Estructuralismo funcional,
como método interdisciplinario de estudio de la conducta humana en todos sus
periodos. De tal modelo se han deducido una serie de premisas que van a marcar
las características de desarrollo cognitivo y cultural del género Homo. Son las siguientes:
- La
evolución biológica nos va dotando de unas capacidades funcionales innatas (capacidades cognitivas elementales o básicas) de origen evolutivo como son ciertos
niveles de memoria, funciones ejecutivas, atención, motivación, creatividad,
razonamiento, percepción, etc. Su repercusión en la conducta no sólo
depende de su potencialidad efectiva, sino del desarrollo de las mismas (desarrollo cognitivo) (Rivera, 2010; Rivera y Menéndez, 2011; Vygotsky,
1979). Paralelamente, la evolución
nos proporciona las emociones primarias, las
cuales evolucionarían de forma muy relacionada con el desarrollo cognitivo
racional (autoconciencia).
- Las
características neurológicas y psicológicas (psicobiológicas) del sistema
nervioso humano muestran la necesidad de un medio
ambiente adecuado que hay que crear (social, económico, tecnológico,
lingüístico, etc.) para que las capacidades cognitivas básicas se desarrollen
adecuadamente. Podría definirse como un
nicho cultural o cognitivo que
posibilite su desarrollo (Bickerton, 2009; Tomasello, 2007).
-
Cuando la evolución neurológica sea adecuada y las características ambientales
adquieran el nivel suficiente puede producirse la manifestación de nuevas
capacidades de naturaleza sociocultural y demográfica, las cuales sólo existían
como potencialidad. Son las capacidades cognitivas emergentes o superiores (p. e. la conducta simbólica,
la autoconciencia, lenguaje simbólico, escritura, etc.) (Álvarez Munárriz, 2005; Ardila y Ostrosky-Solís, 2008; Edelman
y Tononi, 2000; Malafouris,
2008; Mora, 2001; Renfrew, 2008; Searle 2000; Tomasello, 2007; Vygotsky, 1979)
- Este
proceso es acumulativo, pues en su desarrollo siempre utiliza anteriores
conceptos (simbólicos o no) más elementales, pero imprescindibles para la
evolución conductual. Para su logro se necesita cierta estabilidad demográfica que facilite su perduración, transmisión
generacional y progreso.
-
Cualquier acción individual o social incluye un componente emocional (Ardila y
Ostrosky-Solís, 2008). Por tanto la conducta siempre tiene un carácter racional
y emocional, aunque su proporción varía mucho con las circunstancias de su
producción.
- La
existencia de un lenguaje (primera conducta simbólica) es condición
necesaria, aunque no suficiente, para la formación, desarrollo y transmisión de
todas las conductas simbólicas. El pensamiento, la conducta y el lenguaje son tres vertientes del mismo proceso psicobiológico que
va a caracterizar la conducta de los seres humanos, a los que hay que añadir
los componentes emocionales que siempre estaría presentes. De la información del registro arqueológico (conducta)
podemos realizar inferencias sobre las características del pensamiento,
lenguaje y, posiblemente, de los estados emocionales asociados (motivación, empatía,
pena, miedo, alegría, etc.). Las conductas básicas, con las que podemos
comprobar arqueológicamente los niveles de evolución del pensamiento y
lenguaje, son la individualidad social y personal, así como su relación con los
conceptos temporales y espaciales (Rivera, 2010, Rivera y Menéndez, 2011).
- La evolución cultural es un continuum que
adquiere un aspecto de heterogeneidad temporal y espacial, pues depende de
diversos factores (capacidades y desarrollo cognitivo, existencia de un
lenguaje previo, medioambiente sociocultural, condiciones demográficas, emotividad,
etc.) que no siempre actúan con la misma intensidad ni han adquirido el
adecuado desarrollo en todas las áreas geográficas.
- En este continuum se producen diversos estadios
intermedios, de los que desconocemos sus características precisas, pero que
podemos proponer hipotéticamente y contrastar con los datos conocidos del
registro arqueológico.
- Debe tenerse en cuenta que los conceptos, abstracciones
y emociones que van a configurar la conducta humana en todos sus niveles han de
adquirirse de la observación del medio ambiente en el que se vive, tanto de la
propia naturaleza como de las construcciones sociales que los grupos humanos
vayan creando.
La
principal conclusión que se produce es que el cerebro es muy plástico
desde el nacimiento, cuando las áreas solo están en forma de protomapa Rakic, 1995),
y que la acción del medioambiente es determinante en su definitiva
organización. Con estas características y los antecedentes de un manejo
viso-manual adecuado en el desarrollo de la tecnología lítica y ósea, no parece
adecuado pensar que el proceso conductual a estudio se deba a una necesidad de
suplir el déficit visuo-espacial. Además, sabiendo su antigua creación
evolutiva y la existencia de una evolución adecuada para otros usos, el aprendizaje
desde la más tierna infancia podría hipertrofiar las áreas parietales que
regulan tal función, naturalmente hasta cierto punto.
Creo
que, dentro de esa exaptación del lóbulo parietal que señala Frederick L.
Coolidge, más que un aumento de la integración visuo-espacial, encontramos un
aumento de otra capacidad cognitiva muy poco estudiada dentro de la
Arqueología, me refiero a la autoconciencia que se vería muy
potenciada con el desarrollo del lóbulo parietal y de las áreas que sabemos que
están relacionas con ella. La evolución de la autoconciencia a niveles
avanzados o modernos, dentro del continuum
temporal y espacial que significa su creación, se produce en todos los HAM y en
menor medida entre los HN. Su aparición facilita la reflexividad y flexibilidad
conductual que posibilitó el cambio conductual que vemos en el inicio
del Paleolítico superior, siendo menos evidente entre los HN. Este cambio
también se daría en la forma de tratamiento de las pieles, disminuyendo
notoriamente el uso de los dientes en las poblaciones modernas desde el inicio
del Auriñaciense, al poder realizar otros mecanismos mejores y más prácticos.
En el Próximo Oriente durante el
Musteriense convivieron las dos poblaciones e incluso tuvieron cierta
hibridación, sería muy interesante poder comprobar si entre los restos de
dientes de los HAM existen tales alteraciones producidas por esta forma de
trabajo, y poder compararlas con las más tardías muestras del Paleolítico
superior europeo, pues entre ambos periodos solo existe una evolución cognitivo
cultural, siendo la biológica igual. Estos datos podrían indicar una
correlación entre el menor uso de los dientes con un desarrollo cognitivo. Este hecho podría ser la
consecuencia de una mayor capacidad cognitiva de racionalidad y flexibilidad
conductual, lo que también podría estar relacionado con la diferencia de
evolución cerebral vista en estas poblaciones humanas (Bruner,
Manzi y Arsuaga, 2003).
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