Una de las controversias que más artículos y libros ha suscitado entre
los autores que se dedican al estudio del Paleolítico ha sido, y seguramente
seguirá siendo, la capacidad simbólica de los neandertales. En este contexto, recientes
descubrimientos en yacimientos musterienses asociados a neandertales han
ofrecido datos que avalan la existencia de este tipo de conducta (Sima de lasPalomas, Grotta Fumane, Cueva de Skhül, etc.). Sin embargo, el problema del simbolismo
no puede limitarse a la aceptación o no de un simbolismo indefinido entre estas
poblaciones humanas, sino que debe de ampliarse al estudio de conductas
simbólicas en el género Homo, pues
todos sus componentes son susceptibles de haber poseído algún grado o forma de
simbolismo en su conducta.
¿Qué es el simbolismo y cómo estudiarlo?
Para su estudio lo primero que hay que realizar es una definición de
simbolismo, que nos sirva de límite y marque el camino a seguir.
La conducta simbólica humana es la consecuencia de
un complejo proceso cognitivo en el que se relacionan las abstracciones e ideas
desarrolladas o aprendidas con símbolos, los cuales pueden ser muy varados:
sonidos y gestos (lenguaje), objetos (elementos simbólicos) o conductas (usos, costumbres),
siendo necesario aplicar un consenso social a todo el proceso. De tal
modo que, en la sociedad en la que se desarrolle este proceso cognitivo, la
percepción de tal símbolo revive en las personas la idea, concepto o
sentimiento que le dio origen.
Esta definición nos conduce a las primeras manifestaciones simbólicas,
las cuales debieron de ser cualquier forma de lenguaje existente en
nuestro linaje, donde una intención, deseo o expresión se simbolizaría por unos
sonidos, los cuales eran entendidos por los demás miembros del grupo. Tal
comunicación era básica para poder realizar las tareas logísticas, sociales y
tecnológicas que se aprecian en el registro arqueológico de todos los
pertenecientes al género Homo. El lenguaje fue la primera manifestación del simbolismo en el
Paleolítico. Pero su uso se realizaba de una forma inconsciente, pues simplemente
se ejercían unas capacidades cognitivas (abstracción y simbolización), dentro
de los límites evolutivos para cada especie humana. Por tanto, el lenguaje es la
simbolización de los conceptos, ideas o deseos que los humanos tuvieron en su
momento, los cuales, en su complejidad, tuvieron que crearse y posteriormente
desarrollarse a lo largo del Paleolítico. Es decir, las abstracciones que se
simbolizan por medio del lenguaje (sonoro, gestual, pictórico, etc.) se tuvieron
que crear y eso llevaría su tiempo y su manifestación en la conducta, lo que
nos permite realizar cierto seguimiento arqueológico en el tiempo y en el
espacio (Rivera, 2009).
Sin embargo, estas primeras manifestaciones inconscientes del
simbolismo no pueden explicar por sí solas las características de la conducta
simbólica que se ve aprecia ya en el Paleolítico medio y con claridad a partir
del inicio del superior. Pondremos un ejemplo: conductas religiosas. ¿Qué
abstracciones son necesarias para crear y desarrollar este tipo de conductas?
Habría que definir las abstracciones básicas que posibilitan esta compleja
conducta. Así, para su realización sería necesario la creencia de la existencia
de “otro mundo, naturaleza o experiencia”
diferente a la vida cotidiana, pero real para el que la experimenta. Se podría
ir o comunicarse con ese “mundo” con
ciertos requisitos conductuales. Habría elementos “vivos” en esa otra realidad con los que comunicar o interaccionar.
Se diferenciaría claramente a los humanos de un mundo “real” y a los “seres vivos
del otro mundo”. Como pueden verse, se pueden establecer una serie de
relaciones muy amplia, que jamás podremos conocer con exactitud, pero que sin
duda existieron. De este complejo conductual ¿qué facetas son imprescindibles y
que no han existido siempre, por lo que han tenido que crearse? Serían los
criterios o abstracciones de la individualidad personal o social
(autoconciencia), y su ubicación en un espacio y tiempo
concreto y amplio a la vez (pasado, presente y futuro). Es decir, para crear un
mundo con conductas religiosas o espirituales de este tipo es imprescindible
haber desarrollado con un nivel adecuado las abstracciones del “yo”
como diferente del “tú o los otros” y los conceptos temporales y espaciales
(otro mundo, otro tiempo, traspaso de uno a otro, comunicación entre ellos,
etc.). Sin estos conceptos no pueden crearse conceptos espirituales como para
crear conductas como las que se expusieron al principio. Arqueológicamente, el
inicio de estas conductas si puede rastrearse por medio de los rastros que van
dejando la adquisición de las abstracciones necesarias: individualidad o
autoconciencia (adornos), concepto del tiempo y del espacio en las conductas
que requieran su creación (conocimiento y desplazamiento geográfico recurrente,
almacenaje, exportaciones, comercio, etc.).
La
secuencial adquisición de ciertas abstracciones imprescindibles para el
desarrollo de la conducta simbólica en creciente complejidad, hace que no
siempre pueden existir ciertas formas simbólicas, aunque existan otras
conductas simbólicas más elementales. El cuadro adjunto puede resumir el
desarrollo de las conductas simbólicas en el Paleolítico. Esta situación nos lleva a una cuestión importante: Si en ciertos
momentos ya existen las poblaciones humanas con las capacidades cognitivas
adquiridas evolutivamente ¿De qué depende que aparezcan las conductas
simbólicas en un momento y lugar heterogéneos en las poblaciones humanas?
La respuesta es sencilla, la evolución proporcionas capacidades
cognitivas, pero su desarrollo depende de las características del medio
ambiente en el que se vive. Si en este ambiente no es posible desarrollar
adecuadamente las condiciones para crear las abstracciones necesarias para la elaboración
de un simbolismo complejo (p. e. conductas religiosas), pues éste no se produce.
Mientras que en otros lugares, y posiblemente de forma coetánea, el simbolismo
complejo empieza a manifestarse gracias a que las condiciones medioambientales en
ese lugar si reúnen los requisitos necesarios para su desarrollo. ¿Cuáles serían estas condiciones necesarias? Son varias y en general serían las siguientes:
- La existencia de las capacidades cognitivas necesarias para el desarrollo de conductas
simbólicas. Evolutivamente cada especie del género Homo tendría cierto nivel cognitivo, que en general sería superior
al que se necesitaría para el desarrollo de la cultura que en su momento
pudieron desarrollar, como pasa a todos los primates que en cautividad (medio
ambiente más estimulante) desarrollan conductas más complejas que en libertad.
- Existencia de cierto lenguaje que permitiera la comunicación social, y la rápida
adquisición de los nuevos conceptos o ideas simbolizados por el lenguaje
existente. El lenguaje permitiría, una vez interiorizado (lenguaje interno), el
mejoramiento del pensamiento, la mayor facilidad de lograr nuevas
abstracciones, su simbolización lingüística, su almacenamiento y transmisión
social, y mejoras en la conducta de supervivencia y social.
- La
existencia de un acervo cultural previo que pueda facilitar el
desarrollo (tecnología, sociabilidad, relaciones externas con otros grupos,
etc.).
- Las necesidades sociales y
ambientales del grupo, que actuarán como estímulo o motivación
consciente para superar los problemas sociales y de supervivencia
del momento.
- Condiciones socioeconómicas,
familiares y tecnológicas que favorezcan los criterios de individualización
personal (aumento poblacional, separación de tareas, diversidad social de todo
tipo, aumento de la complejidad tecnológica y logística, etc.) y social (la
necesidad de actuaciones complejas entre varios componentes del grupo en el
tiempo y en el espacio). En definitiva, todo aquello que por su misma
existencia marque la diferencia entre los miembros de la sociedad y de
ésta con otras poblaciones.
Las características medioambientales (contexto arqueológico) solo pueden
conocerse por medio de la actuación arqueológica en los yacimientos, así como
de la agrupación coordenada de los mismos. Como es lógico, estas premisas
afectarían a todas las poblaciones humanas del género Homo. Así, es posible comprobar la existencia de poblaciones de HN
y de HAM que carezcan de simbolismo elaborado por no haber alcanzado el nivel
de complejidad sociocultural adecuado.
Sobre el simbolismo humano ya publiqué una entrada (conductas simbólicasen el paleolítico) donde se especificaban las diversas formas de simbolismo que
se aprecian en el Paleolítico y los restos materiales o conductuales que los
justifican en los diversos periodos del mismo. Este texto es una introducción a
un trabajo que sobre este asunto realicé, junto al Prof. Mario Menéndez de la
UNED, y que se ha publicado en la revista Espacio,
Tiempo y Forma (Rivera y Menéndez, 2011).
Criterios para pensar en diferencias entre los HN y
HAM
Pero ahora el tema es ahondar en el simbolismo que tuvieron los
neandertales (HN). Para ello partimos de la base de que efectivamente tuvieron
un simbolismo conductual elaborado, pero, al igual que el simbolismo de
los Humanos Anatómicamente Modernos (HAM), con unas características heterogéneas en el tiempo y en el
espacio. El gran problema es que, al ser coetáneas las dos poblaciones humanas
(HN y HAM) en varios milenios en Europa, aparece la discusión de que si las dos
poblaciones tuvieron o no una conducta simbólica igual y, por tanto, unas
capacidades cognitivas semejantes.
Siempre hay que tener en cuenta lo que nos dicen diversas ciencias
(Biología evolutiva, Genética, Paleoneurología, estudios ontogénicos, anatomía
comparada, etc.) sobre las diferencias visibles en estas dos poblaciones, pues
son índices claros de la realidad que se pretende analizar.
- Diferencias
genéticas. El genoma de los HN es casi idéntico al de los HAM, pues comparten
un 99.5%. Sin embargo
hay que valorar la proporción entre los HAM y los chimpancés es del 98.8%,
aunque en otros estudios solo llega al 94%. Estos
datos son conocidos por el estudio del ADN mitocondrial en diversos restos
óseos del Neandertal localizados en diferentes lugares (Lalueza Fox, 2005), y
por el reciente conocimiento de la secuencia completa del ADN de los HN (Pääbo,
2013).
-
Diferente proceso evolutivo. En tales análisis se ha
comprobado que existe una diferencia genética entre estas dos poblaciones, así
como la existencia de una importante diferencia temporal respecto de la
separación de las dos poblaciones a partir de un ancestro común, calculándose
en unos 500.000 años. Esta diferencia
de ADN y el conocimiento de que ambas
poblaciones se originaron en lugares lejanos (Europa y África), en distintos ambientes y con un
importante aislamiento geográfico, indican la coexistencia temporal
de dos formas evolutivas diferentes.
-
Diferencias anatómicas. Las diferencias morfológicas entre las dos
poblaciones son muy conocidas y están bien documentadas en el registro
arqueológico. Estas diferencias solo indican una diversificación biológica que
podrían significar la existencia de dos especies, pero con poca seguridad.
– Diferenciación
neuroanatómica. Profundizando en las diferencias anatómicas, se han efectuado
análisis paleoneurológicos que han comprobado que los HAM presentan una forma
de evolución neurológica diferente a la observada en los HN, comprobándose un
diferente patrón de desarrollo neurológico. En los HN existe una pauta de
desarrollo cerebral definido por diversos autores como arcaico, en el que gran
parte del cambio está basado en un simple crecimiento general. Mientras que en
los HAM se observa un aumento vertical, dilatación del lóbulo frontal y una
relativa reducción de longitud y anchura del lóbulo occipital. Se produce un aumento alométrico de la forma y
superficie de los lóbulos parietales y posiblemente frontales de nuestra
corteza cerebral (Bruner, Manzi y Arsuaga, 2003). Esta
diferenciación neuroanatómica indica diferencias de la superficie del córtex
cerebral en las áreas asociativas de los lóbulos parietales y frontales (donde
tienen lugar los procesos cognitivos claramente humanos). Si se acepta que son
dos líneas evolutivas y un desarrollo ontogénico diferentes, no sería raro
pensar en la existencia de diferencias neurofisiológicas en el funcionamiento
cerebral de los dos grupos. Estos datos pueden justificar la idea de unas
capacidades cognitivas parecidas, pero no iguales.
-
Diferente desarrollo ontogénico. Por medio del análisis
dentario como signo preciso del desarrollo ontogénico postnatal, se ha
comprobado que los neandertales tenían un desarrollo rápido, llegando a la
madurez biológica antes que los humanos actuales, indicando la presencia de un
desarrollo ontogénico distinto (Ramírez y Bermúdez de Castro, 2004).
Todos
estos datos parecen indicar la existencia de dos líneas evolutivas diferentes,
que pudieron acabar en dos especies independientes (Lieberman et al. 2002), aunque la
comprobación de una pequeña hibridación en el Próximo Oriente durante el
Paleolítico medio (Pääbo et al. 2010), dificulta tal atribución. Sin embargo, el concepto de especies
en el género Homo está actualmente
cuestionado tras el estudio de los cráneos de Dmanisi. No
obstante, todos estos datos asumidos por la comunidad científica y ampliamente
divulgados, no parecen significar mucho en lo que parece más importante para la
Arqueología, es decir, si tienen una respuesta significativa en la conducta de
las dos poblaciones. Poco aclaran sobre las capacidades cognitivas que pudieran
tener las dos poblaciones, pues solo indican la posibilidad de tal diferencia.
La conducta arqueológica como criterio
fundamental
El
estudio de la igualdad o desigualdad de las capacidades cognitivas solo puede
realizarse por medio de las manifestaciones culturales que el registro
arqueológico nos ofrece, pues tal conducta sería la manifestación del
desarrollo de las capacidades cognitivas de los humanos que la produjeron. En
definitiva, la comparación conductual de las dos poblaciones sería la piedra
angular de
todo estudio sobre sus respectivas conductas, por lo que la forma de realización es fundamental.
Aunque,
como ya se vio en el anterior apartado, hay diferencias (genéticas, evolutivas,
anatómicas y neuroanatómicas) que en conjunto pueden indicar una mayor
posibilidad de unas capacidades y conductas diferentes entre las dos
poblaciones, la comprobación arqueológica de tal diferencia es puesta en duda
por diversos autores (D´Errico et
al. 2003). La investigación realizada en estos últimos 20 años en
este aspecto ha aportado numerosos e importantes avances, cambiando varias
veces de paradigma, lo que en la actualidad aún no se ha podido concretar.
Creo
que lo que falta en el estudio del simbolismo humano es un método científico,
ampliamente contrastado por el mayor número de ciencias adecuadas (interdisciplinar),
que permita analizar estos problemas con mayor base científica. Sin él, todo es
darle vueltas a lo mismo, pues tradicionalmente el razonamiento de atribución
simbólica a un objeto o conducta era demasiado elemental: como no tiene
utilidad práctica o lógica de ser un objeto simbólico, pues ¿qué va a ser si
no? Se
habla del simbolismo como una entidad de existencia real que existe en los
humanos desde siempre, pero sin especificar sus características básicas, formas
de evolución, condiciones imprescindibles para su inicio y desarrollo y, lo que
es más grave, introducir en la interpretación de la conducta humana elementos
inexistentes como posibles, solo para completar una imagen de gran carga
simbólica (se pueden incluir todos los elementos perecederos: maderas, plumas,
materiales orgánicos, etc.).
En este
contexto, es donde la subjetividad científica más ha actuado, pues desde
siempre en el estudio de la conducta de los HN se han omitido aspectos
metodológicos importantes en los análisis encaminados a demostrar que su
conducta fue igual a la de los HAM. Así, aprecio la falta de formas científicas
elementales en todo estudio.
- La
comprensión y limitación teórica de lo que se quiere estudiar: el simbolismo
humano. Un estudio psicobiológico básico de esta capacidad humana
parece imprescindible, lo que se ha intentado resumir al principio del
artículo.
- Falta
de un método interdisciplinar que nos encauce el origen y desarrollo del simbolismo
y las capacidades cognitivas humanas.
- El
uso de una amplia muestra de la población en estudio para evitar los
posibles sesgos estadísticos que tan frecuentes son el los estudios
prehistóricos.
- La
aceptación de que no todo lo que no tiene una utilización práctica debe de ser
simbólico. Existen otros factores capaces de generar respuestas complejas, como
son el mundo de los sentimientos y de las emociones. A los aspectos racionales hay que añadir siempre un proceso
emocional íntimamente ligado de ellos. Cualquier proceso cognitivo tiene
asociada una correlación emocional (Ardila y Ostrosky-Solís, 2008).
Estudio de la cognición en el Paleolítico
En el análisis de la conducta humana
durante este período hay que admitir dos problemas de compleja solución.
Primero, la imposibilidad de adquirir una certeza absoluta
en las conclusiones que alcancemos. El hecho de que sólo podamos obtener
información de procesos indirectos, escasos y de difícil interpretación, son
motivos suficientes para entender tal afirmación. Segundo, la subjetividad
que empleemos en el estudio de los escasos datos, pues siempre se nos presentan
dos aspectos que lastran continuamente cualquier análisis: el efecto
humano, pues los razonamientos que realizamos están elaborados
subjetivamente; y el desconocimiento de las bases reales de la conducta
(Criado-Boado, 2006). De la primera sólo podemos tomar conciencia de su
problema, lo que nos obliga intentar mejorar en lo posible los fundamentos de
la segunda.
Existe una enorme dificultad en estudiar el
comportamiento de aquellos que son diferentes a nosotros, sin conocer, aunque
sea someramente, en qué radica tal diferencia. En la actualidad, sólo podemos
valorar la aparición y desarrollo de conductas observables en el registro
arqueológico, consecuencia de la acción conjunta de las capacidades
cognitivas (primarias y emergentes) que las posibilitaron. El objetivo
principal de estas conductas fue la supervivencia de sus creadores, por medio
de su adaptabilidad al medio ambiente en el cual vivieron. La adaptabilidad
es el resultante de la acción conjunta de todas las capacidades
cognitivas (primarias y emergentes) para la solución de diversos
problemas, pero no ha sido igual a lo largo de nuestra evolución.
¿Cómo podemos
estudiar este proceso en el Paleolítico? Sólo podemos hacer dos cosas,
establecer un esquema básico sobre el origen y desarrollo de la
conducta en nuestro linaje, e intentar analizar aquellos grupos de capacidades
cognitivas que, en su acción conjunta, van a producir unos procesos cognitivos
muy relacionados con la conducta (motivación, creatividad, funciones ejecutivas
y capacidades cognitivas emergentes), intentando realizar su rastreo a través
de la conducta que el registro arqueológico nos ofrece. Nunca hay que olvidar
la integración funcional del cerebro (p.e. la creatividad sería el resultado de
la interacción funcional de varias capacidades cognitivas: imaginación,
razonamiento, memoria, etc.).
A. Esquema básico de la conducta humana. Los
fundamentos generales del desarrollo cultural y cognitivo se basan en diversos
factores. Primero, en las capacidades cognitivas de origen
evolutivo, que posibiliten tal cambio. Segundo, en la existencia de un acervo
cultural previo que pueda facilitar este desarrollo (tecnología,
sociabilidad, alguna forma de lenguaje). Tercero, en las necesidades
sociales y ambientales del grupo, que actuarán como estímulo o
motivación consciente para superar los problemas sociales
y de supervivencia del momento. En este sentido, la conducta
simbólica nace de la propia interacción social, entre los mismos miembros del
grupo y de estos con otros (Shennan, 2001; Powell
et al. 2009), y del
propio desarrollo socioeconómico de estas poblaciones (Hernando, 2002, Rivera, 2008
y 2009), apareciendo nuevas necesidades que sólo pueden satisfacerse por medio
del desarrollo de elementos de identificación social y/o personal. Por tanto,
el simbolismo debe ir asociado a situaciones arqueológicas en las que se
observe un aumento demográfico de las poblaciones que convivan en una determinada
área geográfica; de cierto desarrollo socioeconómico y, por supuesto, de la
existencia de las capacidades cognitivas que lo posibilitan. Estas ideas nos
conducen a un lógico escalonamiento en la producción tecnológica y simbólica de
estas poblaciones. Primero tendría lugar cierto desarrollo tecnológico
(socioeconómico) que potenciaría, al mejorar la adaptabilidad, los aspectos
demográficos y sociales; posibilitando la nueva tecnología sobre las materias
primas orgánicas. Segundo, se produciría la necesidad de desarrollar cierto
simbolismo que facilitase la nueva complejidad socioeconómica, es decir, de
producir elementos socialmente diferenciadores (adornos).
B. Principales
capacidades cognitivas relacionadas con la evolución cultural. Se han elegido
cuatro procesos cognitivos, muy relacionados con la realización de la conducta,
y que pueden apreciarse en el registro arqueológico (Rivera, 2008).
* Motivación: Indica la
existencia de hechos que estimulen la necesidad o el interés (componente
afectivo, fundamental en la conducta humana) de elaborar mejores y más
complejas conductas de todo tipo (tecnológicas, sociales y simbólicas) para
alcanzar una solución (meta). Su única manifestación arqueológica radica en la
apreciación de tal necesidad (aumento demográfico y socioeconómico que necesite
alguna regulación social) y la propia comprobación del cambio de conducta
(adornos y conductas simbólicas).
* Creatividad: Supone la
capacidad de producir nuevas soluciones a situaciones determinadas. Para su
realización se utilizan los avances tecnológicos, sociales y simbólicos que la
sociedad haya podido crear. Su desarrollo puede comprobarse por medio de la
aparición en el registro arqueológico de nuevos aspectos tecnológicos (talla,
útiles, materias primas), sociales (conductas que regulan y marcan los aspectos
logísticos, organizativos y de convivencia), y simbólicos (manifestaciones
cargadas de simbolismo como el lenguaje, arte, religión, etc.), que con
anterioridad no se tenían conocimiento de su existencia o estaban poco desarrollados.
* Funciones
ejecutivas:
Conjunto de acciones muy relacionadas con el inicio, la planificación y el
desarrollo de la conducta, facilitando adecuadas secuencias de la acción en el
tiempo y en el espacio. Actúan en los cambios tecnológicos, sociales y
simbólicos, siendo imprescindibles para su realización. Su capacidad funcional
puede apreciarse por la rapidez y generalización del desarrollo cultural de los
humanos que las posean. Estos tres procesos
cognitivos siempre actúan en conjunto, representando las tres facetas de toda
realización cultural (motivación, creación y ejecución).
* Capacidades
cognitivas emergentes: Son la consecuencia de la acción conjunta de las
capacidades cognitivas primarias, dando lugar al desarrollo de nuevos procesos
cognitivos fundamentales para el logro de una conducta moderna. Así, aparecen
los conceptos de individualidad social y personal (observable por
los adornos corporales, pinturas, grabados, conductas religiosas y sociales),
desarrollo de los conceptos abstractos de tiempo y del espacio
(caza organizada, estructuración espacial del hábitat y logístico, pautas
de conservación y almacenaje, etc.). Son la base del lenguaje,
pensamiento y conductas simbólicas, (Rivera, 2008 y 2009).
* Datos
arqueológicos que valorar en la conducta de las dos poblaciones (HN y HAM).
- Diferencias poblacionales y densidad de
yacimientos. Podemos analizar un reciente estudio sobre este problema,
donde se constata que lo primeros asentamientos de
los HAM en Europa. En él se analiza las características de las poblaciones
humanas (NH y HAM) en la región de Aquitania (SW. de Francia) durante el periodo
de transición del Paleolítico medio al superior (55-35.000 BP). Se hace una
comparación del desarrollo de las tres industrias o culturas que de una forma u
otra estarían relacionadas en el tiempo y en el espacio: Musteriense de
tradición Achelense (MTA), Chatelperroniense y Auriñaciense. Las dos primeras
relacionadas con el HN y la última con los HAM. Así llegaron a analizar 26
yacimientos musterienses, 37 chatelperronienses, y 147 auriñacienses. El estudio
se realiza por medio de un análisis estadístico de tres parámetros
arqueológicos: número de yacimientos, intensidad de ocupación (tasas de
acumulación de los residuos líticos y óseos) y extensión del yacimiento
(superficie con material arqueológico en cada nivel de ocupación).
Del
primero se aprecia un mayor número de yacimientos del Auriñaciense respecto del
Chatelperroniense en una proporción que puede cifrarse en un factor de 2,5 a
favor de los HAM respecto de los HN. Del segundo se obtiene otro factor de 1,8
a favor de los HAM. En el tercero se calibra un factor mínimo de 2 igualmente a
favor de los HAM. Estas cifras apuntan a un aumento global de la población de 9
veces (2,5x1,8x2=9) mayor de los HAM que el crecimiento de los HN.
Los yacimientos de los HAM fueron muy limitados, dispersos,
relativamente aislados y con poblaciones acordes con las posibilidades del
momento (Europa poblada por los HN). Sin embargo, poco a poco fueron aumentando
en número, densidad y desarrollo cultural, lo que favoreció su expansión a
costa de las poblaciones de HN que no pudieron tener un crecimiento semejante,
aunque si presentaron un desarrollo cultural, demográfico registrable en sus
yacimientos, y simbólicos en algunos del Chatelperroniense y Uluzziense. Las
situaciones poblacionales se invirtieron y el resultado no puede ser otro que
la desaparición de los menos adaptables (Mellars y French, 2011)
-
Desarrollo tecnológico (lítico y óseo).
La conducta entre los neandertales es claramente heterogénea, observándose un importante aspecto de mosaico
cultural en los yacimientos situados en una misma área geográfica
durante el período transicional. Igualmente, en toda Europa (Chatelperroniense, Uluzziense, Szeletiense,
Bohuniciense, Lincombien-Ranisien-Jerzmanowiciense, perduración del
Musteriense, Musteriense con puntas de Chatelperron, Neroniense) se aprecia un
variado desarrollo tecnológico y simbólico. Incluso en la perduración del Musteriense durante el periodo
transicional, donde parecía que menos diferencias podían existir, se ha
comprobado una gran variedad tecnológica (sistemas operativos) para lograr
similares tipos de útiles, así como una diversificación del aprovechamiento del
medio y diversos cambios en la estructura y características de los yacimientos
(Baena y Carrión, 2006).
Incluso las
conductas modernas del Chatelperroniense y Uluzziense, en su distribución
geográfica relativamente bien delimitada, presentan suficientes diferencias
tecnológicas y simbólicas como para afirmar no son culturas homogéneas. Así se observa en su
pobreza en la Península Ibérica, la concentración de la tecnología ósea y de
adornos en muy pocos yacimientos franceses, y a la mayor parquedad simbólica y
variedad tecnológica italiana. Sólo
algunos Chatelperronienses y Uluzzienses pudieron desarrollar comportamientos simbólicos
complejos.
- Manifestación simbólica de individualidad
(adornos). El ejemplo más importante del simbolismo entre los HN el
Chatelperroniense. De los 125 yacimientos que componen su registro en Francia y
la Península Ibérica (Demars, 1996; d´Errico et al. 1998), sólo seis de ellos tienen objetos de
adorno en sus conjuntos, y siete presentan una tecnología ósea
(de los cuales cinco coinciden con los primeros). Tal hecho confirma la falta
de homogeneidad en el desarrollo tecnológico y simbólico del Chatelperroniense
francés, y de la fractura que el simbolismo tiene en el mundo de los HN en la
transición europea al Paleolítico superior.
- Conductas complejas relacionadas con el
tiempo y el espacio. Entre los neandertales existe cierto desarrollo en la
adquisición de las abstracciones relativas a la individualidad y su ubicación
en el tiempo y espacio. El desplazamiento o utilización de los conceptos del
tiempo y del espacio con mayor profundidad que el aquí y ahora, están también desarrollados, aunque
en menor medida que el apreciado entre los HAM, si tenemos en cuenta las
características de su expansión geográfica, limitación de sus relaciones
sociales y la importación de materias primas lejanas (Gamble, 2001; Powell
et al. 2009).
- Conductas relacionadas con algún tipo de
simbolismo (emocional, espiritual y/o religioso). En
los enterramientos del Paleolítico medio es difícil pensar en inhumaciones con
carácter metafísico (ajuares, otra vida, etc.), cuando en las formas
conductuales de su vida cotidiana no existen las condiciones básicas que
posibiliten la existencia de las abstracciones necesarias para su desarrollo. Los
enterramientos del Paleolítico medio solo pueden explicarse como inhumaciones intencionadas, con un fin sanitario, a las que hay que
añadir cierta presencia de respuestas sociales y/o emotivas originadas
por la muerte de un miembro del grupo, sobre todo si se trata de un niño o
individuos con cierta relevancia social. Podría pensarse en un desarrollo
cognitivo camino del simbolismo moderno, pero que aún no habría llegado a su
pleno desarrollo. Como ya se dijo, tal proceso sólo puede desarrollarse en
aquellos lugares donde existiera una importante interacción social,
consecuencia de un aumento demográfico y perduración del mismo, así como un
cierto desarrollo socioeconómico más selectivo. Lo que en las comunidades del
Paleolítico medio más densamente pobladas sólo lo apreciamos un grado
intermedio de desarrollo.
Conclusiones
En el desarrollo
cultural humano, tanto de los HN como de los HAM, hay que tener presente:
* Entre los
neandertales y los HAM conocemos importantes diferencias genéticas (separación
evolutiva de más de 500.000 años), somáticas y neurológicas (diferente
morfología cerebral y posiblemente distintas áreas del LPF), que inducen a
creer que se trata de dos especies distintas. Por tanto, no sería
raro que sus capacidades cognitivas fueran igualmente diferentes,
lo que hay que aclarar con el análisis de su particular conducta.
* Existe un modelo
de desarrollo cognitivo común a todas las poblaciones humanas del
Paleolítico. Su diferente manifestación depende del propio nivel evolutivo alanzado.
Así, siempre hay que tener en cuenta:
- Las
características neurológicas y psicológicas de nuestro sistema nervioso indican
la necesidad de un medio ambiente adecuado (que hay que crear),
para que su funcionalidad adquiera los parámetros modernos y
simbólicos.
- Las funciones
ejecutivas, ubicadas en el LPF, son fundamentales para el buen
desarrollo de las capacidades cognitivas emergentes y de la conducta humana. Su
funcionalidad depende de un específico y mayor desarrollo de las áreas
asociativas del lóbulo prefrontal.
- Importancia del
desarrollo tecnológico y social para el inicio de la
conducta simbólica. Así como del lenguaje, pues es un
proceso básico en la transmisión de los conceptos simbólicos que van a
desarrollar las capacidades cognitivas emergentes.
En definitiva, la
conducta no depende sólo de las capacidades cognitivas que se posean, sino de
su propio desarrollo cognitivo, lo que a su vez depende de las características
medioambientales (sociales, demográficas, lingüísticas, tecnológicas,
simbólicas, etc.). Este modelo psicobiológico, social y evolutivo nos
lleva a admitir y explicar una serie de procesos que, sobre la evolución
cultural humana, observamos en el registro arqueológico en Europa.
* Las capacidades
cognitivas que pueden producir conductas simbólicas, estarían presentes en los
grupos humanos del Musteriense y del MSA, pero sin un medio ambiente adecuado
(influenciado por el desarrollo tecnológico, la sociabilidad, demografía,
evolución lingüística), no se dieron las condiciones necesarias para su
desarrollo y manifestación. Es la explicación del hecho de que los seres
humanos tuvieran diferentes desarrollos culturales en el mismo tiempo y en
diferentes lugares (evolución cultural en mosaico).
* El desarrollo
cognitivo y su manifestación conductual no tienen porqué ser homogéneos ni
paralelos en los logros tecnológicos, sociales y simbólicos. El registro
arqueológico indica que primero se produjo un avance tecnológico, que favoreció
el aumento demográfico y, con posteridad, motivó la producción de elementos
simbólicos.
* En el análisis de la conducta de una población en
un período determinado, hay que valorar la que ofrecen todos sus
componentes en su expansión geográfica y temporal, así como sus características
medioambientales.
* Los dos grupos
humanos del momento (HN y HAM) son la representación de dos Humanidades
diferentes, cada una de ellas con unas capacidades cognitivas
específicas, que desde luego hay que intentar describir. No obstante, al tener
un indiscutible origen evolutivo común, y por tanto neurológico, se producirían
pequeñas variaciones (anatómicas y fisiológicas) sobre determinadas áreas
cerebrales. Con ello, se apreciarían diferencias de grado la funcionalidad
cognitiva, no la existencia de capacidades cognitivas diferentes. Sería la
justificación biológica de las diferencias conductuales existentes entre estas
dos poblaciones humanas.
Podemos
seguir insistiendo en la total igualdad de las dos poblaciones, pero la
realidad arqueológica indica que aunque algunos HN tuvieron una tecnología
ósea, simbolismo con adornos, un desarrollo social y logístico importante, todo
ello presenta unas características diferentes de las que presentaban los HAM
del mismo periodo (dos Humanidades). Pues mientras que en los primeros las
facetas culturales más complejas (relacionadas con la conducta simbólica y el
desarrollo cognitivo de las capacidades cognitivas que lo posibilitan) fueron
limitadas en el tiempo y en el espacio (sólo algunos HN tuvieron con claridad
tal conducta), entre los HAM se constata un desarrollo generalizado, homogéneo
en su complejidad y en constante evolución.
* ALLEGRI, R. F. y HARRIS, P. (2001): La corteza prefrontal
en los mecanismos atencionales y la memoria. Rev. Neurol. 32 (5):
449-453.
* ARRIZABALAGA,
A. e IRIARTE M. J. (2006): “El Castelperroniense y otros complejos de
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