Generalmente,
se explica el efecto Baldwin como un peculiar mecanismo evolutivo, donde las características de algunas conductas
aprendidas pueden afectar la dirección y la velocidad del cambio generado por
la selección natural, es decir, la evolución morfológica.
Efectivamente,
cuando diversas conductas de una población son capaces de cambiar el medio
ambiente en el que viven (cultural, alimenticio, social, cognitivo, etc.), este
cambio alteraría en algún grado la forma de acción de la selección natural
en ese nuevo medio. Si la afectación es lo suficientemente importante como para
alterar negativamente la reproducción de algunos miembros de
esa población, los que por genética puedan superar esas nuevas presiones
tendrían un mayor éxito reproductor, y sus características genéticas se
impondrían poco a poco sobre los demás componentes del grupo.
Nicho cultural-cognitivo
La condición
clave para que se produzca este efecto sería la alteración del medio en el que se
vive, de forma que favorezca más a unos componentes que a otros. Esta
alteración del medio iría creando un ambiente especial que se ha denominado
como nicho.
En el caso del género Homo la mayor
influencia medioambiental proviene de sus características culturales y cognitivas,
pues su desarrollo supera con mucho a cualquier otra influencia que puedan
desarrollar otras comunidades biológicas. Por tanto, entre las poblaciones
humanas puede hablarse de nicho ecológico (Deacon, 1997; Bickerton, 2009; Tomasello, 1999), y nicho cultural-cognitivo (Rivera, 2015).
Cuanto mayor
sea la capacidad de alterar el medio en el que se vive, mayor serían las
posibilidades de alterar la acción de la selección natural, disminuyendo los
efectos nocivos mediante un aumento de la adaptabilidad al nuevo medio. Este
cambio del medio y la mayor adaptabilidad tendrían como causa principal el
desarrollo cognitivo-cultural, siendo heredable y, por tanto, lamarckiano. En
este contexto, el desarrollo tecnológico, social, simbólico y lingüístico
propio de los humanos, tendría una gran influencia sobre los cambios
ambientales. Se
comenzaría a desarrollar un nicho cultural y
cognitivo,
donde se aprendería por medio del lenguaje todos los avances logrados con
anterioridad. Este nicho tendría cierto poder evolutivo (efecto Baldwin), pues los cambios morfológicos que peor se
adaptasen a esta impregnación cultural tendrían menos posibilidades de procrear
(Bateson, 2004). El origen del
lenguaje puede deberse a fenómenos evolutivos influenciados por estas
características de cambio ambiental (Deacon,1997), donde los genotipos que
mejor se adaptasen a estos cambios (cognitivos racionales y emocionales)
tendrían más posibilidades de procrear, al generar conductas de mayor poder
adaptativo con su desarrollo tecnológico y lingüístico.
Condiciones precisas
La primera es que el genoma de una población tenga la suficiente variación como para ofrecer fenotipos diferentes, pues sería en esta diferenciación donde la selección natural podría actuar. Aunque la producción al azar de las mutaciones genéticas nos impide valorar su desarrollo en el paleolítico, no cabe duda de que éstas tuvieron lugar en el pasado, produciendo cambios morfológicos y cognitivos de forma lenta (mutaciones en genes estructurales) y/o de forma relativamente más rápida (mutaciones de genes Hox o reguladores), o con ambos casos que parece ser lo más plausible (Genética de la evoluciónneurológica. Consecuencias arqueológicas). Estas alteraciones genéticas se distribuirían por la población en función de su mayor influencia sobre las conductas reproductivas. En este contexto, hay que valorar la efectiva variación genética de las poblaciones humanas, la pequeña densidad de las primeras especies y su relativo aislamiento poblacional, por lo que la endogamia tendría un papel importante en el desarrollo controlado de estas mutaciones.
En el género Homo
los factores de aprendizaje adquieren un valor añadido, pues las conductas se
van haciendo cada vez más dependientes de la enseñanza y otros factores
cognitivos (memoria, abstracción, simbolización, lenguaje,
autoconciencia, etc.), los cuales pudieron ir coevolucionando en aquellos genotipos
más acordes con su mejor asimilación (Exaptación, emergencia y coevoluciónneurológica humana).
Conclusiones
Desde el comienzo de nuestro
linaje (Homo habilis y su forrajeo de
lugar central) se ha ido constituyendo una
especie de nicho cultural y cognitivo (Tomasello, 1999; Bickerton, 2009), con el inicio de
un protolenguaje
que facilitase la transmisión generacional de todos los avances culturales y
simbólicos que se hayan podido realizar. Así se podría explicar el efecto de la
cultura sobre la evolución (efecto. Baldwin), pues el desarrollo del lenguaje sería capaz de estructurar
funcionalmente a las áreas
de asociación del córtex cerebral, consiguiendo desarrollar capacidades
cognitivas que en principio no evolucionaron para tal
fin (exaptación), y que
tuvieron lugar gracias al desarrollo sociocultural de las poblaciones humanas (emergencias cognitivas).
Al tener un papel fundamental la relación
social, el aumento demográfico facilitaría el desarrollo lingüístico y
cognitivo. Los humanos,
para poder desarrollar sus capacidades cognitivas, necesitan nacer y vivir en
un nicho
cognitivo-cultural que lo favorezca. Fuera de él no se puede
desarrollar o lo hace de forma insuficiente. Que los seres humanos son seres
sociales por naturaleza es una realidad absoluta, pues su desarrollo fuera
de las características culturales y conductuales de las poblaciones humanas
solo puede concluir con una gran limitación conductual y cognitiva (Mecanismosde evolución cognitiva).
- Bateson, P. (2004): “The
Active Role of Behaviour in Evolution”. Biology and Philosophy 19: 283-298.
- Bickerton, D.
(2009): Adam´s Tongue: How Humans Made Language, How Language Made Humans.
New York. Hill and Wang.
- Deacon,T.(1997): The Symbolic Species: the Co-evolution of
Language and the Brain. New York:Norton.
- Dennett, D.(1995): Darwin´s dangerous idea. New York: Simon
and Schuster.
- Rivera, A. (2015): “Arqueología de las emociones”. Vínculos de Historia, núm. 4, pp. 41-61. UCLM.
- Tomasello,
M (1999): The Cultural Origins of Human Cognition. Harvard University
Press.