viernes, 26 de junio de 2009

Estudio del comportamiento paleolítico.

La incertidumbre en la atribución de los yacimientos correspondientes al periodo de transición paleolítica (45-35.000 BP) es el principal enemigo de todos los interesados en este complejo periodo. Cada autor tiende a llevar los datos que aportan las excavaciones arqueológicas a su propia idea de cómo fue la transición. En esta subjetividad científica, muchas veces inconsciente, nos encontramos todos, pues es consustancial con la propia forma de razonar del ser humano, donde la emotividad y el interés siempre juegan un papel no siempre reconocido. Sólo existen dos formas de poder sortear este peligro, aunque únicamente para alcanzar un nivel de certeza simplemente razonable, y no de forma absoluta.


1.- La primera consiste en encontrar restos humanos claramente diagnosticables (HAM o neandertales), dentro de unos niveles estratigráficos igualmente bien definidos y sin muestras de alteraciones posdeposicionales. Pero tal posibilidad depende de la suerte, del mantener o incrementar el ritmo de excavaciones, y de encontrar nuevos métodos de identificación ósea. En este último sentido recientemente se han encontrado una nueva forma de conocer las diferencias morfológicas y estructurales en los fósiles pertenecientes a estos dos grupos humanos (Shara E. Bailey Timothy D. Weaver y Jean-Jacques Hublin, 2009). Pero su desarrollo en este campo aún está por realizarse. Se centra en la diferenciación de los dientes, lo que es bueno, pues estos restos óseos son los que más existen en los yacimientos, al ser más resistentes a la destrucción biológica. La noticia puede leeerse en el Mundo Neandertal.

2.- La segunda pasa por conocer la realidad psicobiológica de los dos grupos, es decir, ver su similitud o disparidad, y, si es posible, en qué son diferentes respecto de sus capacidades cognitivas. Sobre el papel esta última forma parece mucho más difícil, pero en realidad no lo es tanto, pues no depende del azar de los descubrimientos óseos, sino de la utilización coordinada de la información científica que aportan las ciencias que estudian el comportamiento humano (Psicología, Neurología, Sociología).


Su principal inconveniente es la diferente interpretación que de los datos arqueológicos ofrecen distintos autores. Efectivamente, al realizarse bajo hipótesis científicas diferentes, se llega a distintas conclusiones (por no decir opuestas), dependiendo de la atribución de tales datos a uno u otro grupo humano, o al desestimar información crítica por alteraciones diversas en la estratigrafía de los yacimientos, como ya vimos anteriormente.


Lo primero que hay que hacer es intentar llegar a normas generales de comportamiento, si es que existen, que nos permitan distinguir la clara atribución de un yacimiento a una u otra población humana. Para ello es necesario analizar el mayor número de yacimientos posible, para que sean una población estadísticamente representativa. El objetivo de este amplio y genérico estudio es el de intentar comprender las características generales del comportamiento de las dos poblaciones, para poder compararlas y atribuir (al menos como otro dato fundamentado) tal actividad a uno u otro grupo de población (HAM o Neandertales).


El estudio no se limita a los datos tecnológicos del yacimiento, sino que intenta abarcar toda la información que podamos extraer respecto de la conducta que indirectamente esté reflejada en el registro arqueológico (exportación de materias primas, relaciones con otros grupos más o menos próximos, materias primas usadas, cambios de comportamiento tecnológico, explotación logística del territorio, etc.).


A continuación hay que ver que capacidades cognitivas son necesarias para poder realizar los datos arqueológicos que hemos observado en los yacimientos, tanto de un grupo como en el otro. La conclusión sería intuir que diferentes grado de desarrollo cognitivo existe entre ellos, pero sólo en aquellas capacidades que puedan rastrearse por este complejo método. Aunque parece complejo, con una mínima, pero imprescindible conocimiento sobre las capacidades cognitivas humanas, es posible comenzar a realizarlo.


En este sentido, he publicado recientemente dos estudios (Rivera, 2008, 2008a) que intentan comenzar dicho análisis, aunque su difusión por Internet aún no es posible he colgado en mi página web (Arqueologia cognitiva: orientación psicobiológica. Noticias) unl texto similar al correspondiente del artículo de la Revista Portuguesa de Arqueología. No obstante, cierta información sobre estos problemas y su método de estudio si está reflejada el libro (Arqueología del lenguaje. Rivera, 2009).


* Bailey, S. E.; Weaver, T. D.; Hublin, J. J. (2009): “Who made the aurignacian and other early upper paleolithic industries?” Journal of Human Evolution.
* Rivera, A. (2008): “Relación entre Cromañones y Neandertales”. Un enfoque cognitivo. Zephyrus, LXI (1).
* Rivera, A. (2008a): “Cognición y conducta de neandertales y humanos modernos”. Revista Portuguesa de Arqueología, Vol. 11(1). * Rivera, A. (2009): Arqueología del Lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal, Madrid.

domingo, 21 de junio de 2009

La conducta moderna entre los Cromañones.

Hasta ahora he comentado las posibles características simbólicas de los neandertales, así como su papel en el inicio del Paleolítico Superior. Sin embargo, hay algunos aspectos arqueológicos de gran importancia que no se han tenido en cuenta. Serían su relación con los HAM, el papel de estos en el inicio de la conducta moderna en Europa, y su propio desarrollo cultural con las características de modernidad y simbolismo. No obstante, hay que admitir que en el presente no tenemos todas las claves que nos puedan explicar tan interesantes procesos históricos, pero puede que si existan indicios que nos indiquen el camino a seguir para su comprensión, al menos con un nivel de certeza mínimamente aceptable.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que todos los condicionantes y características del desarrollo cognitivo y de la conducta simbólica que ya hemos visto y aplicado a los neandertales, imprescindiblemente hay que aplicarlos al desarrollo cultural de los HAM. Las dos poblaciones pertenecen al género Homo, con antepasados comunes y cierta separación evolutiva (500.000 años), por lo que presentan una base neurológica y psicológica con los mismos patrones de estructuración y desarrollo. Lo que puede que no sean iguales serían el nivel de capacidad de algunas de sus cualidades cognitivas, lo que hay que intentar estudiar por medio de un estudio racional y metodológico de su conducta. El desarrollo cultural y simbólico de los HAM fue igualmente un complejo proceso con las características de un continuum evolutivo, que a su vez dependería de las características medioambientales (culturales, demográficas, sociales, tecnológicas, lingüísticas, etc.) en el cual se vivía.

A finales del Paleolítico Medio la conducta de los HAM no tenía las características modernas en el Próximo Oriente, mientras que en el Sur de África parece que aparecieron con claridad conductas con patrones modernos. Cada zona tendría sus propias cualidades medioambientales, y la distancia impediría la posibilidad de relación y comunicación compensadora.

No obstante, siempre se ha comentado que la modernidad la trajeron los HAM a Europa con su cultura del Auriñaciense. Pero desconocemos totalmente su inicio y desarrollo fuera del continente europeo. Cada vez parece más claro que se trata de una generalización (como muchas otras) de la teoría del “Out of Africa”. De esta generalización se han tenido como ciertas interpretaciones arqueológicas con un fundamento casi inexistente:

* Es el caso se afirmar que los HAM entraron en Europa con un Auriñaciense (más o menos inicial, arcaico o protoauriñaciense), pero sólo una cultura que caracterizaba a los HAM. Se atribuía a tales poblaciones una unidad tecnológica (tipológica en especial, y tecnológica con aspectos más generales). Casi fue una cultura monolítica, de origen desconocido, que "invadió" Europa exterminando cruelmente a los indígenas de la época (neandertales). El testimonio arqueológico sobre el que se sustenta tales ideas, estaba más en la mente de los que apoyaban estas ideas, que en los datos obtenidos de los yacimientos.

* Con estas ideas, toda cultura que no fuera claramente auriñaciense debía de ser atribuida a los neandertales (Chatelperroniense, Uluzziense, Szaletiense, Bohuniciense, Bachokiriense, etc.). Lo que tampoco tenía un fundamento adecuado, pues se sostenía con la aceptación de la primera premisa.


La objetividad se perdía, puede que en los dos bandos, al aceptar o no la teoría del "Out of Africa" tal y como la expusieron en un principio sus autores (p. e. Stringer y Gamble, 1996), o negar su realidad arqueológica en la parte referente a Europa (D´Errico et al. 2003).

La figura indica posibles rutas de dispersión de los HAM desde el Próximo Oriente a Europa. Actualmente ya no se explica el cambio con tal sencillez expositiva, sino que cada vez se extiende más la idea de una población moderna en Europa con una cultura del Paleolítico Superior inicial (IUP), pero de características aún indeterminadas. Incluso de varios caminos y tendencias culturales a la vez (Mellars, 2005).


El inicio de la cultura moderna de los HAM (que no la tenían en el Próximo Oriente, o áreas más amplias de Asia) dependería del medio ambiente en el que vivan, de sus interacciones sociales y demográficas, de su acervo cultural y lingüístico, y de sus propias capacidades cognitivas. Todo ello sería, sin ningún género de duda, un continuum heterogéneo de desarrollo cultural.

Lo que hay que buscar en el registro arqueológico de Asia y Europa son cambios conductuales con estas características, y de naturaleza diferente (o al menos con signos de obedecer a unos parámetros de evolución conductual distintos del característico de los neandertales).

Es decir, la clave para entender el inicio de la población humana moderna no estaría en buscar a toda costa un Auriñaciense (siempre de naturaleza tipológica y tecnológica) que indicase su intromisión en el continente, sino en intentar ver ese continuum cultural en datos arqueológicos de características arqueológicas diferentes al prototipo de los neandertales, y que pueda relacionarse (aunque sea tecnológica y tipologicamente) con alguna forma inicial del Auriñaciense.


Estudiaremos conductas de todo tipo, no sólo sus manifestaciones tecnológicas. Naturalmente, si seguimos las líneas de la Arqueología cognitiva, veremos que lo que caracteriza realmente al Paleolítico Superior son los cambios de conducta con los aspectos de reflexividad y flexibilidad, y no su simple cambio tecnológico hacia el uso de láminas, lo que ya se conocía con limitaciones en el Paleolítico Medio (aunque si es cierto que su desarrollo y estandarización se produjo con el inicio del Paleolítico Superior).


domingo, 14 de junio de 2009

¿Qué es el Uluzziense? Uluzzian

Siempre se habla del Chatelperroniense cuando se quiere mostrar la cultura simbólica del Neandertal. Como colofón se añade la existencia del Uluzziense como otra cultura moderna asociada a este humano, pero pocas veces se profundiza mucho en él. No estaría de más, dedicar un poco de tiempo a tan interesante cultura de los neandertales italianos.


Es la industria que se localiza en el noroeste (Val Beretta, Poggio Calvello, La Fabbrica, etc.) y sur de Italia (Bernardini, Cavallo, Uluzzo, Parrabita, Castelvicita, etc.), desconociéndose en el resto de Italia. No existen muchas dataciones, pero las existentes la sitúan entre 34-31.000 BP, por lo que es contemporánea con el Auriñaciense y posterior al Musteriense. Con estas dos culturas generalmente se sitúa intercalado entre ambas, por encima de la industria del Paleolítico Medio y por debajo de la del periodo siguiente (Gioia, 1990; Kuhn y Bietti, 2000).


Se ha propuesto una evolución local a partir del Musteriense de denticulados (Laplace, 1966), aunque es difícil encontrar una conexión tipológica y/o tecnológica entre las dos industrias, las cuales presentan diferencias apreciables (Gioia, 1990). Algunos autores opinan que se trata de una industria muy similar al Chatelperroniense (Gioia, 1988; Laplace, 1966), lo que ha sido desestimado sobre todo por aspectos tecnológicos, pues cuenta con útiles exclusivos de microlitos y medias lunas (Palma di Cesnola, 1993). Lo único claro es la gran cantidad de útiles de sustrato que presenta, por lo que su relación con el Musteriense parece clara, pero el origen y la forma de desarrollo aún es poco conocido (Kuhn y Bietti, 2000).
Entre sus características tecnológicas destaca la mayor producción de lascas, aunque las láminas representan porcentajes a considerar. Existen numerosas raederas, escotaduras y denticulados, como elementos del sustrato anterior musteriense, que están asociados con escasos buriles, raspadores y abundantes piezas de esquirlas. Como útil más característico destaca la punta de dorso curvo, que es similar a la de Chatelperron pero más pequeña (Baffier, 1999). La industria en hueso u otro material de origen animal es muy escasa, los pocos restos trabajados parecen ser punzones y fragmentos de gruesas puntas de las cuevas de La Fabbrica, de Castelvicita y de Cavallo. También se han encontrado unos pocos elementos con un importante matiz simbólico, se trata de conchas perforadas y el uso de colorantes amarillo (limonita) y rojo (ocre), presentes en la Grotta del Cavallo (Kuhn y Bietti, 2000; Palma di Cesnola, 1993).


Los fósiles humanos relacionados con tal industria son muy escasos y de difícil clasificación, limitándose a la Grotta del Cavallo donde se encontró un diente humano en sus niveles estratigráficos (Leroi-Gourhan, 1959; Messeri y Palma di Cesnola, 1976). No obstante, el Uluzziense es atribuido al Neandertal, en función con su tecnología y relación con el Musteriense. Esta relación y la contemporaneidad con el Auriñaciense, ya sea de la misma península italiana o de áreas adyacentes, ofrece un panorama muy similar al origen del Chatelperroniense, pero con la connotación de que es imposible que sea anterior al Auriñaciense, pues no hay ninguna duda de su coexistencia temporal (las fechas así lo indican). Se ve como un fenómeno de aculturación, que refleja ciertas continuidades con las industrias musterienses anteriores en la misma región y nuevos elementos propios de una tecnología del Paleolítico Superior (Kozlowski, 1988; Mellars, 1989).


Sin embargo, existe una importante variedad tecnológica entre sus yacimientos, por lo que carece de homogeneidad cultural, siendo tal hecho una prueba más de la variedad conductual de este complejo período. El Uluzziense parece ser una generalidad que abarca los conjuntos posteriores al Musteriense (no descartando un posible solapamiento de corta duración), pero que no son Auriñacienses. Pueden representar a una serie de adaptaciones locales dentro de unas condiciones medioambientales y demográficas determinadas (Kuhn y Bietti, 2000). La realidad es que es necesario tener mejores datos (cronológicos, estratigráficos y culturales) para su mejor compresión, pues parece algo confusa, tanto en su nivel local (Italia) como en el entramado de la Europa de la transición.
Uluzziense antiguo de la Grotta del Cavallo (Palma di Cesnola, 1993)


Estas escasas manifestaciones modernas indican que el Uluzziense, en general, es una cultura del Paleolítico Superior en el sentido cronológico y tecnológico (con su industria lítica), pero que sólo algunos pequeños núcleos presentaron totalmente las características modernas del último periodo Paleolítico (conducta simbólica: adornos). Lo cierto es que se desarrolló a partir del Musteriense local, dentro de un ambiente en el que los HAM habían creado ya sus manifestaciones modernas y simbólicas, como se aprecia en los yacimientos auriñacienses de la época y zona geográfica (Rivera, 2003-2004).


* Baffier, D. (1999): Les deniers Néandertaliens. Le Châtelperronien. La maison des Roches. Paris.
* Broglio, A.; Angelucci, D. E.; Peresani, M.; Lemorini, C. y Rosseti, P. (1996): “L´industrie protoaurignacienne de la Grotta di Fumane: donnees preliminaires”. XIII U.I.S.P.P. Congress Proceedings. Forlì, 8-14.
* Gioia, P. (1988): “Problems related to the origins of Italian upper palaeolothic: Uluzzian and Aurignacian”. L´Homme de Néandertal, vol. 8, La Mutation. Liège.
* Gioia, P. (1990): “An aspect of the transition between Middle and Upper Palaeolithic in Italy: the Uluzzian”. Actes du Colloque International de Nemours, 1988 : Paléolithique moyen récent et Paléolithique supérieur ancien en Europe. Ruptures et transitions : examen critique des documents archéologiques, Mémoires du Musée de Préhistoire d'Ile de France, 3, A.P.R.A.I.F., Nemours, pp. 241-250.
* Kozlowski, J.K. (1988): “L´Aparition du Paleolithic Superieur”. En L´Homme de Neandertal, La Mutation. Otte, M. (ed) vol.8: 11-21. Liège.
* Kuhn S. L. y Stiner, M. (1998): “The Earliest Aurignacian of Riparo Mochi (Liguria, Italy)”. Current Anthropology 39, supplement 3: 175-188.
* Kuhn, S. L. y Bietti, A. (2000): “The Late Middle and Early Upper Paleolithic in Italy”. En The Geography of Neandertals and Modern Humans in Europe and Greater Mediterranean. Bar-Yosef, O. y Plibeam, D. (eds.) .49-75. Cambridge, Massachusetts: Peabody Museum of Archaeology and Ethnology, Harvard University.
* Laplace, G. (1966): “Les niveaux Chatelperronien, Protoaurignaciens et Aurignaciens de la grutte Gatzaria á Suhare en Pays Vasque”. Quartär, 17: 117-140.
* Leroi-Gourhan, A. (1959): “Étude des restes humains fossiles provenat des Grottes d´Arcy-sur Cure”. Annales de paléontologie 44:87-148.
* Mellars, P.A. (1989): “Major issues in the emergence of modern humans”. Current Anthropology 30: 349-385.
* Messeri, P. y Palma di Cesnola, A. (1976): “Contemporaneità di paleantropi e fanerantropi sulle coste dell´Italia meridionale”. Zephyrus, 26-27: 7-30.
* Palma di Cesnola, A. (1993): Il Paleolitico superiore in Italia. Garlatti e Razzai, Firenze.
* Rivera, A. (2003-2004): “La conducta simbólica humana: Nueva orientación metodológica”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología.16-17. UNED. Madrid.

* Rivera, A. (2009): "La transición del Paleolítico Medio al Superior. El Neandertal". Arqueoweb 11
* Straus, L. G. (1996): “Continuity or rupture: convergence or invasion: adaptation or catastrophe: mosaic or monolith: view on the Middle to Upper Palaeolithic transition in Iberia”. En E. Carbonel y M. Vaquero (eds.): The Last Neanderthals, The First Anatomically Modern Humans 51-76. URV. Tarragona.

miércoles, 10 de junio de 2009

Origen de la conducta moderna

Recientemente se ha publicado en diversos medios de comunicación científica (p. e. El País), dos artículos de la revista Science sobre el origen del comportamiento moderno humano.


El primero (Adam Powell y colegas. University College de Londres) indica que tal proceso se debería al aumento de la densidad poblacional, las migraciones y las interacciones entre los subgrupos sociales lo que habría provocado el surgimiento de la complejidad simbólica y tecnológica en el comportamiento humano -primero en África, y después en Europa- y no necesariamente los cambios biológicos en la capacidad cognitiva.


El segundo (Samuel Bowles. Instituto de Santa Fe, EE UU) estudia es la guerra, entendida ésta como conflictos violentos intergrupales. Las prácticas bélicas pudieron favorecer la supervivencia de grupos humanos que contuvieran más individuos altruistas dispuestos a poner en peligro su propia vida si ello aporta beneficios para su propio grupo. dice: estudia es la guerra, entendida ésta como conflictos violentos intergrupales. Las prácticas bélicas pudieron favorecer la supervivencia de grupos humanos que contuvieran más individuos altruistas dispuestos a poner en peligro su propia vida si ello aporta beneficios para su propio grupo.


Es curioso como ideas admitidas desde hace tiempo por numerosos autores, nos las vuelven a ofrecer como un nuevo descubrimiento. Que la densidad de población e interacción social son componentes fundamentales en el desarrollo cultural, y desde luego en el inicio de la conducta moderna y simbólica, es un factor asumido y difundido en el estudio de la conducta humana. Pero que tal condición fuera la única necesaria para el logro conductual humano, no parece tener mucho fundamento. Tal opinión parece ser un reduccionismo exagerado, pues sin duda el cambio conductual se debe a un proceso multifactorial, en el que el aumento de la población y su correspondiente interacción sería uno de sus principales componentes, pero no el único.


Los otros factores los componen las necesarias capacidades cognitivas que la evolución ofrece a cada especie, y el acervo cultural que se fue desarrollando durante todo el Paleolítico (lingüístico, social, simbólico, tecnológico, etc.). El desarrollo evolutivo de los humanos modernos aporta las capacidades cognitivas que nos caracterizan, sólo faltaba el medioambiente necesario para su desarrollo, el cual se componía de todo lo aprendido de sus ancestros evolutivos (lenguaje, tecnología, relaciones sociales, logística, etc.) y, desde luego, una densidad poblaciones adecuada para favorecer la interacción y desarrollo social.


Las capacidades cognitivas, el acervo cultural y social previo y adecuado, junto con una densidad poblacional idónea, son los factores que propician el inicio de la conducta moderna. Cuando estos factores se den a la vez y en estrecha interrelación, sería cuando se iniciaría la conducta moderna. Como es lógico tal hecho no tuvo lugar a la vez en las diversas áreas geográficas de hábitat humano, lo que explica la heterogénea (en el tiempo y en el espacio) aparición de las conductas modernas. El hecho de indicar la guerra como causa de tal desarrollo, no deja de ser una teoría, pero sin ningún fundamento científico que lo avale, salvo el de ser un ejemplo más de un tipo de interacción humana.


Creo que todas las ideas expuestas en este blog ofrecen una versión mejor fundamentada que la vista en tales artículos, pues con el carácter multidisciplinar que aplico se intenta disminuir la subjetividad que se aprecia en tales artículos.

viernes, 5 de junio de 2009

Arqueología y simbolismo

Al estudiar el inicio del simbolismo en la prehistoria se mencionan una serie de objetos y conductas del Paleolítico Medio, las cuales pueden ser interpretadas como ejemplo de sus primeras manifestaciones. En recientes estudios de tales objetos y conductas considerados como simbólicos se hacen amplia exposición de los mismos (Soressi y D´Errico, 2007; Zilhäo, 2007). En general, podemos destacar los siguientes:


- Grabados óseos y en piedra de líneas y trazos más o menos combinados. Las líneas al no tener un significado útil se les atribuye un simbolismo inespecífico. Origen posiblemente antropico (corte y descarnamiento de animales).
- Perforaciones en huesos. Instrumentos de música (agujeros posiblemente hechos por mordeduras de osos). Adornos (posibles perforaciones naturales).
- Útiles de piedra con particularidades señaladas (fósiles asociados, materias primas lejanas, minerales llamativos, etc.). Comportamiento curioso.
- Utilización de colorantes. Utilizados con seguridad con anterioridad a la llegada de los HAM a Europa. Significación funcional (trabajo con pieles y piedras, antiparasitario) y posiblemente simbólica (color aplicable al cuerpo).
- Enterramientos. Los entierros intencionados no tienen porqué ser simbólicos


Algunos autores, teniendo en cuenta estas observaciones, exponen ciertas conductas simbólicas en determinados enterramientos (p.e. La Ferrassie), uso de pigmentos (ocre), y la creación de objetos raros o posibles adornos (p.e. la Churinga de Tata), como prueba del simbolismo del Neandertal ya en el Paleolítico Medio (Zilhäo, 2007).
Sin embargo sus conclusiones no pueden ser definitivas, pues muchos objetos que han sido interpretados en el pasado como adornos o piezas decoradas, pueden tener un origen natural. Es indispensable para analizar los objetos en su contexto, pero no sólo en el plano arqueológico, sino dentro del desarrollo de las capacidades cognitivas de los homínidos que crearon tales objetos y conductas.


En el inicio del Paleolítico Superior el Chatelperroniense muestra, al menos en algunas áreas de su extensión geográfica, un desarrollo claramente simbólico (tecnología ósea, adornos y uso muy significativo de colorantes). Este importante cambio es interpretado de diferente manera por la comunidad arqueológica.


Algunos autores ven en estos eventos como la evolución autónoma; otros como el resultado del contacto entre los neandertales y modernos, otros como una aculturación de los neandertales, que se acompaña de la aceptación de superioridad cognitiva por parte de los humanos modernos. Por último, algunos autores consideran que los neandertales en realidad no fueron influidos por los Humanos modernos sino que más bien copiado su comportamiento sin comprender las profundas implicaciones.


El modelo de la Arqueología Cognitiva puede aclarar algo tan complejo tema. El desarrollo simbólico humano queda bien expuesto en los diferentes Post anteriormente publicados (Definición del simbolismo. Componentes del simbolismo. Análisis del simbolismo 1, 2 y 3. La conducta humana. Método de estudio: Modelo multidisciplinar. Características del simbolismo humano. Condiciones de estudio).


De todo lo expuesto vemos que el simbolismo depende de las capacidades cognitivas que posean los homínidos causantes de cualquier conducta, y del desarrollo alcanzado de las mismas en función de las características medioambientales. Tales logros se pueden apreciar en las huellas conductuales que los conceptos de la individualidad, del tiempo y del espacio hayan dejado en los rectos arqueológicos. Para ello es preciso analizarlos con otro prisma. Por encima de las tradicionales interpretaciones arqueológicas hay que ver las capacidades cognitivas desarrolladas que posibilitan los cambios conductuales. Es decir, del desarrollo de los conceptos de individualidad y de su ubicación en el tiempo y en el espacio. Sólo cuando estén lo suficientemente desarrollados (cuando aparezcan en los yacimientos adornos, conductas temporales y espaciales complejas) es cuando podemos esperar el inicio de conductas metafísicas de complejidad ascendente.


La conducta simbólica no obedece a un todo o nada, pues aunque nos sea difícil intuirlo, existieron estadios intermedios a lo largo de todo el Paleolítico. Pero para analizarlos es preciso una comprensión adecuada de los procesos que conforman la conducta simbólica. Por tanto, los neandertales y HAM tenían unas capacidades cognitivas consecuencia de su común pertenecía al linaje humano, su igualdad o diferenciación es lo que hay que estudiar. Tomemos el ejemplo de la secuencia de cambio conductual que nos ofrece el registro arqueológico en una determinada área geográfica y en un periodo delimitado, hasta alcanzar las formas de simbolismo complejo metafísico. Para ello, utilizaremos los datos que nos ofrecen algunos estudios (McBrearty y Brooks, 2000; Zilhäo, 2007). Se trata de una cronología sobre la emergencia de diferentes rasgos del comportamiento moderno en África.


Lo primero que se desarrolla en el tiempo es consecuencia de la larga tradición humana en la tecnología lítica. La producción laminar es el inicio de todo el proceso y del consecutivo desarrollo de las puntas líticas tan importantes en el mundo paleolítico. Su producción implica el inicio del cambio conceptual y espacial en la reducción de los núcleos para la producción homogénea de láminas y laminillas.

Aproximadamente en el mismo período se destaca el uso de
molinos de mano y la utilización de colorantes. El primero implica el procesamientote granos silvestres o la reducción a polvo de los colorantes para un uso desconocido, pero que no tiene porqué ser simbólico en exclusiva. Con todo esto se aprecia una creciente reflexividad y flexibilidad conductual.

El marisqueo y el aprovechamiento a larga distancia
en un bien ejemplo del desarrollo espacial (mejor aprovechamiento del territorio logístico), que iría aumentando, junto con cada vez mayor desarrollo de la reflexividad y flexibilidad conductual, con los consecutivos logros de comportamiento (pesca, minería, tecnología ósea, arpones).

Los conceptos temporales son más difíciles de visualizar, pues conllevan conductas elaboradas que sólo pueden deducirse por mecanismos indirectos. Podría relacionarse con la utilización logística de su territorio dentro de unos conceptos temporales o estacionales, como sería el caso de largos desplazamientos o la obtención de un determinado producto sólo en precisos periodos temporales. De todas maneras, este concepto estaría muy limitado.

En este momento de su desarrollo cognitivo cada vez es más fácil que se produzcan evoluciones tecnológicas
(p. e. microlitos y útiles compuestos), o el aumento de la producción de hechos curiosos (p. e. descubrimiento de la línea por los cortes en huesos, y del color como curiosidad de utilidad aún por realizar).

En general. el desarrollo de la reflexividad y flexibilidad conductual se aprecia en el aumento de la tecnología y de los conceptos espaciales y temporales. De la unión cognitivas de todo ello aparece un proceso de
emergencia cognitiva, dando lugar a una mayor noción de diferenciación social (con otros grupos) y personal (entre los miembros de un mismo grupo, pero con cometidos sociales, económicos y tecnológicos diferenciados (lo que antes no esa posible, al tener el grupo una economía que no requería la diferenciación social de sus miembros para su adecuado desarrollo). Sería la creación de los adornos, para lo cual es necesario el desarrollo tecnológico antes mencionado, como claro signo de diferenciación social e individual.

Sólo con el logro de estas premisas cognitivas (individualidad dentro de unos delimitados conceptos espaciales y temporales) es cuando pueden comenzar a desarrollarse los patrones conductuales de un
simbolismo complejo, como serían los metafísicos (magia, religión, etc.), que pueden relacionarse con la aparición de las imágenes apriétales y mobiliares.

Por tanto, mientras no veamos en una determinada sociedad los desarrollos conceptuales de la individualidad, del tiempo y del espacio, no podemos asociar sus conductas (p. e. enterramientos, uso del ocre) a conceptos metafísicos. La secuencia del desarrollo cultural y conductual siempre es la consecuencia del desarrollo cognitivo de sus creadores, lo que sólo se produce cuando las capacidades cognitivas son las adecuadas y las características del medio ambiente favorecen su desarrollo. La clave de todo cambio conductual reside en la existencia de estas dos premisas, por lo que su estudio puede centrarse en el análisis de los rasgos cognitivos que podamos deducir de los datos arqueológicos.

El simbolismo de una población depende del desarrollo de sus capacidades cognitivas, que en este inicio conductual se limita al avance en los conceptos de la individualidad, comprendida en un tiempo y espacio determinado. Conociendo estos parámetros cognitivos, podemos deducir si tal o cual conducta puede o no tener un componente simbólico, así como que grado de complejidad podemos achacarle, naturalmente dentro de unos criterios generales y no muy definitivos..
* McBrearty, S. y Brooks, A. (2000): “The revolution that wasn’t: a new interpretation of the origin of modern human behaviour”. Journal of Human Evolution 39: 453-563.
* Zilhäo, J. (2007) - The Emergence of Ornaments and Art: An Archaeological Perspective on the Origins of Behavioral Modernity. Journal of Archaeological Research. Springer. 5: 1, p. 1-54.